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8. ERIC y ADAM

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ADAM.— ¿Cuándo supiste que Toby era el hombre con el que te querías casar?

ERIC.— Si te soy sincero, creo que la misma noche en la que lo conocí. Los siguientes siete años fueron ensayo y error. Pero recuerda: cuando Toby y yo nos conocimos – y desde luego, mientras crecíamos – el matrimonio no era una opción para nosotros. Simplemente supe que era alguien con quien podría pasar el resto de mi vida. ¿Estás pensando en pedir matrimonio a alguien?

ADAM.— No, qué va. Es que tengo curiosidad sobre vuestra relación. ¿Quién se lo pidió a quién?

MORGAN.— Eric se lo pidió a Toby.

ADAM.— ¿Te pusiste de rodillas?

ERIC.— Digamos que ya lo estaba.

ADAM.— ¿Vais a tener niños?

ERIC.— Me encantaría. Siempre he soñando con eso.

MORGAN.— Pero, claro, Toby tuvo una infancia difícil.

TOBY.— ¿Qué?

ERIC.— Ni siquiera yo sé toda la historia.

MORGAN.— Los padres de Toby murieron cuando él era pequeño.

TOBY.— Morgan.

ADAM.— No lo sabía.

ERIC.— La verdad es que solo conozco la parte más superficial de la historia de Toby.

MORGAN.— Se mudó a Nueva York a los diecisiete.

TOBY.— Espera.

ADAM.— Pensaba que había crecido en Nueva York.

ERIC.— Esa historia es algo complicada.

TOBY.— Para, por favor.

ERIC.— Toby no habla mucho de su pasado – ni siquiera conmigo.

ADAM.— ¿Te molesta eso?

ERIC.— Antes sí. Pero Toby me ha dejado conocerle de formas en que no se lo ha permitido a nadie más. He conseguido entender lo que el amor significa para él.

ADAM.— ¿Y qué significa para ti?

ERIC.— Cuidar a Toby, supongo. Porque nadie lo ha hecho antes.

ADAM.— ¿Aún tenéis sexo Toby y tú?

MORGAN.— Sí.

ADAM.— Y alguna vez… ¿lo hacéis con otra gente?

ERIC.— Digamos que no es lo mismo monogamia que monotonía.

ADAM.— ¿Querríais acostaros conmigo alguna vez?

TOBY.— Di que sí.

ERIC.— Uy.

ADAM.— Lo siento.

TOBY.— Di que sí.

ERIC.— No, no lo sientas.

TOBY.— Di que sí y ya está. Ya hablaremos de los detalles.

ERIC.— Es una oferta muy halagadora y muy tentadora.

TOBY.— Así que…

ADAM.— No tienes / que –

ERIC.— No, en serio. Eres muy atractivo.

TOBY.— Está buenísimo.

ERIC.— Y en otras circunstancias estaría abierto a la idea.

TOBY.— Sí, cariño.

ERIC.— O a tope con ella.

TOBY.— Sí, cariño.

ERIC.— Como más te guste.

TOBY.— ¡Sí, cariño!

ERIC.— Pero creo que quizá no sea una buena idea: si consiguieras el papel en la obra de Toby, creo que no querrías esa energía entre vosotros mientras trabajáis.

TOBY.— ¿¡Qué!?

ERIC.— Y si no consiguieras el papel… bueno, quizá esta amistad vaya de otra cosa. En otras palabras, no jodamos esto que tenemos.

TOBY.— Me matas, Eric.

ADAM.— Sí. Tienes razón. Lo siento.

ERIC.— No te disculpes.

ADAM.— No sé qué estoy haciendo.

ERIC.— Todo está bien, de verdad.

ADAM.— ¿Podría acudir a ti de vez en cuando? ¿Si necesito una guía? ¿O consejos? ¿Experiencia?

ERIC.— ¿Te interesa… mi experiencia?

ADAM.— Sí. Por supuesto.

ERIC.— Ay. Vaya.

MORGAN.— Bueno, y ¿algo de perspectiva, quizá?

ERIC.— Si te sirve de algo…

ADAM.— Sí. Perspectiva. Me encantaría. Gracias, Eric.

MORGAN.— A Eric nunca le habían pedido sexo y consejo en la misma conversación. Toda su vida había sido el hijo, el hermano pequeño, el alumno. Siempre había tenido a alguien a quien admirar. Nunca se le había pasado por la cabeza que, en algún momento, alguien le admiraría a él.

ERIC.— La petición de Adam le hizo sentirse valorado – tal vez, incluso importante – de una forma que nunca antes había experimentado.

JOVEN 3.— Disculpa – ¿puedo hacerte otra pregunta?

MORGAN.— Por supuesto.

JOVEN 3.— Antes has dicho que Eric no era especial. ¿De verdad lo crees?

JOVEN 1.— Morgan ha dicho que Eric no pensaba que era especial.

JOVEN 3.— Pero ¿cómo puede pensar eso? Me parece alguien extraordinario.

MORGAN.— Acabáis de dar con un gran secreto que ni siquiera Eric conoce. Eric Glass se equivocaba sobre sí mismo de todas las formas posibles. No solo era la persona más valiente que conocía, además tenía una capacidad para mejorar el mundo mucho más grande de lo que pudiera imaginar. La concepción que Eric Glass tenía de sí mismo era completamente falsa. Es solo que aún no se había enterado.

ERIC.— ¿Cómo se enterará?

MORGAN.— Sufriendo.

La herencia

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