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El populismo de derecha

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En la caracterización del devenir histórico del populismo, el autor presenta interesantes aportes argumentativos sobre lo que podríamos llamar populismo de derecha o neopopulismo, liderado hoy por los nuevos gobiernos conservadores para justificar políticas regresivas en materia tributaria, tipos penales más punitivos para reprimir conductas sociales, posiciones internacionales que aceptan nuevas formas de sometimiento hegemónico internacional y actitudes negacionistas de la integración regional, reducida a la celebración de acuerdos de libre comercio.

El neopopulismo aparecería como una afirmación nacionalista que se distancia del reclamo soberanista que ha caracterizado la figura en América Latina desde la época de la de la Independencia. Ese nacionalismo es el que se ha expresado de manera reciente en los cierres de fronteras, el desconocimiento del concepto de ciudadanía regional y las prácticas xenófobas para contener flujos migratorios, como los de los venezolanos y los haitianos. El cambio de política también se ha manifestado en la aceptación por parte de países centroamericanos de la ignominiosa condición de actuar como “terceros países seguros”, con el fin de detener dentro de sus fronteras las oleadas de migrantes hacia Estados Unidos.

Este populismo de derecha comenzó a finales del siglo pasado cuando algunos gobiernos de la región —Collor de Melo en Brasil, Menem en Argentina, Salinas en México, Gaviria en Colombia, Fujimori en Perú— lanzaron modelos neoliberales de apertura económica que eliminaron aranceles, expusieron a la competencia internacional sectores empresariales vulnerables, revirtieron los logros en materia de industrialización conseguidos hasta entonces gracias a la sustitución de importaciones y redujeron el papel protagónico del Estado para entregárselo al mercado, en sectores públicos estratégicos como la prestación de servicios sociales esenciales.

En los últimos años, como desarrollo del neopopulismo, ha aparecido en la región, en medio de la crisis de representación que la afecta, el populismo virtual, alimentado por las redes sociales y coadyuvado por los medios tradicionales de comunicación, ahora en poder de grandes grupos empresariales. Estos últimos, actuando como poderes fácticos, han convertido el “cambio” en una mercancía política que venden en función de la defensa sus intereses, como parte de un “estado de opinión”, que desconoce los mecanismos democráticos de representación y participación política. La existencia de este nuevo estado de opinión explicaría cómo, a partir de la manipulación mediática y la utilización de las redes sociales, triunfaron consultas plebiscitarias como el Brexit, la elección del presidente Trump, el referendo de la Unión Europea de 1992 en Francia y el rechazo de los acuerdos de paz en Colombia.

La apelación virtual a un electorado manipulado consigue, según Wolfgang Merkel (2015), citado en Jaramillo, que una minoría sea capaz de articular varias demandas y canalizarlas hacia una sola propuesta, con el fin de hacer prevalecer una creencia o visión. Esta forma de democracia negativa aparece confirmada en estudios recientes, según los cuales la gente tiene una tendencia natural a sumar más los sentimientos negativos que los positivos. En este contexto, el relevo más contemporáneo que permitió la llegada de gobiernos conservadores a la región habría sido resultado de la explotación, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de un legítimo sentimiento de decepción de los sectores jóvenes frente a la política tradicional y su capacidad para representar sus reclamos de cambio. Los mismos reclamos que, meses después de elegidos los nuevos gobiernos, comenzarían a expresarse por medio del “grito” de los movimientos populares y las marchas estudiantiles en las calles latinoamericanas. La respuesta de la derecha a esta ola contestataria ha sido el uso desproporcionado de la fuerza, la convocatoria de diálogos de sordos con los manifestantes y el inicio de guerras jurídicas (lawfare) contra los dirigentes progresistas que podrían liderar alternativas de gobierno en el corto y el mediano plazo.

Anatomía heterodoxa del populismo

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