Читать книгу Anatomía heterodoxa del populismo - Mauricio Jaramillo Jassir - Страница 16
Populismo y democracia en Ecuador: un estudio con larga tradición
ОглавлениеPara abordar la democratización en Ecuador, resultó indispensable elaborar una suerte de genealogía del populismo ecuatoriano a partir de tres momentos: algunos de los gobiernos de José María Velasco Ibarra (especialmente el de su retorno del exilio, en 1945), la inestabilidad a mediados de los años noventa y la llegada de Rafael Correa a la presidencia.
Así como se debe desglosar y entender la consolidación democrática como concepto, es necesario ahondar en el populismo y entender su relevancia en la política ecuatoriana. Se trata de una tarea difícil, debido a la existencia de varios populismos, de izquierda, de derecha, nacionalistas, étnicos o de clase y, lo más importante en el presente libro, con efectos dispares sobre los sistemas políticos.
Habida cuenta del enorme volumen de definiciones inspiradas por el populismo, en el texto se trabaja con lo que se ha denominado su versión radical, surgida en la región andina a finales de los noventa, con rasgos muy particulares y un proceso político que lo diferencian de otros surgidos en Europa, Estados Unidos o en algunos países asiáticos, como Indonesia, Filipinas o incluso Japón. En este último se pensaba que era improbable el ascenso del populismo; no obstante, con el resurgimiento del nacionalismo en las últimas décadas, se ha convertido en un caso ilustrativo del fenómeno populista (Minami 2019).
El populismo radical al que se alude a lo largo del libro consiste en una práctica política presente en la región andina, que consiste en un contacto directo entre un líder antiestablecimiento y el pueblo, con el fin de lograr una movilización. Este se moviliza porque llega a convencerse de que se encuentra en una fase liberadora y, por ende, está en disposición de aceptar cambios estructurales en el sistema político. El carácter antiestablecimiento del dirigente le permite rebasar el Estado de derecho y las instituciones. Este populismo radical tiene una característica muy propia del mundo político andino: en el caso de Bolivia, Ecuador y Venezuela, fue utilizado como un instrumento para consolidar la democracia, es decir, este populismo se inscribe en el proceso incompleto de democratización que empezó con la tercera ola. He allí una diferencia fundamental con el populismo tradicional de la primera mitad del siglo XX.
En el caso concreto de Ecuador, el estudio del populismo es aún más revelador. Surgido en la modernización en la Revolución Liberal, como ya fue acotado, posteriormente marcó la historia del siglo XX en algunos de los mandatos de José María Velasco Ibarra. Cuando se pensaba que era un fenómeno superado, reemergió en pleno siglo XXI, por la convergencia de cuatro factores:
1. El desgaste de los partidos políticos tradicionales, los cuales fracasaron en el intento de vehiculizar las reivindicaciones populares.
2. La pérdida de legitimidad del Congreso,5 responsable directo de la caída de los presidentes Abdalá Bucaram y Lucio Gutiérrez.
3. El fracaso de alternativas políticas como Pachakutik (partido indigenista), el Partido Sociedad Patriótica y la izquierda ecuatoriana (Izquierda Unida, Partido Socialista, Movimiento Unidad Popular, Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador) para llevar a cabo reformas al sistema político-económico.
4. El aumento sostenido de los precios del petróleo entre 2004 y 2014, que le otorgó un margen de maniobra amplio al proyecto populista de Rafael Correa para la inversión social y proyectos de infraestructura emblemáticos.
A lo largo de la investigación que da sustento a este libro, se observó la democratización progresiva en Ecuador desde 1979. El proceso comenzó con el fin de los gobiernos militares y su reemplazo por civiles, y varias veces se intentó profundizar evocando el populismo, una práctica constante en la historia nacional.
Aunque populismo y consolidación democrática aparezcan en contextos distintos, con el viraje de Ecuador a la izquierda, a comienzos de siglo, sus caminos se entrecruzan. Este libro busca completar el trabajo de autores como Margaret Canovan (1999); Carlos de la Torre (2009); Koen Abts y Stefan Rummens (2007, 405); Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1987), Yves Mény e Yves Surel (2000); Roger Bartra (2009); Ximena Sosa Buchholz (2010) y Flavia Freidenberg (2008), quienes han visto la posibilidad de que el populismo sea compatible con la democratización. En el caso de Canovan, se considera que incluso las democracias requieren ciertas dosis de populismo.
Estos estudios evidencian la necesidad de dotar de una dimensión empírica las reflexiones que desde lo ideológico se elaboran sobre el populismo. Las lecturas excesivamente teóricas pueden estar alejadas de una realidad cambiante que tiempo atrás sobrepasó las estrechas márgenes conceptuales. En esto radica en buena medida la justificable crítica a la que aluden Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser (2012):
Se puede notar un uso banal del término populismo, así como de los problemas que se le asocian […]. Buena parte de los estudios que analizan la tensión entre el populismo y la democracia tienden al desarrollo de argumentos teóricos y normativos, pero muy pocos abordan el fenómeno desde un punto de vista empírico. (2)
Tomando en consideración lo anterior, esta investigación trató de ahondar en una evidencia empírica abundante, lo cual permitió llegar a conclusiones matizadas y delimitadas sobre los efectos del populismo en la democracia ecuatoriana y que, eventualmente, son extrapolables a otros escenarios.
El estudio del caso ecuatoriano arroja conclusiones que de ninguna manera pueden considerarse unívocas. Aunque el populismo como mecanismo de consolidación democrática permitió avances sustanciales —como la superación de un bloqueo político para reformas estructurales—, la amenaza de una deriva autoritaria fue real, lo que se evidencia en la introducción de la polémica reelección indefinida del presidente, una alteración del equilibrio sobre el cual reposa la democracia moderna.
Para abordar el tema desde dimensiones complementarias, el libro se divide en dos partes. En primer lugar, se analizan los principales referentes conceptuales y teóricos relativos a la democratización y al populismo; así, se trata de entender el vínculo que existe entre el proceso que conduce a la democracia y la evocación constante del pueblo. En ese orden de ideas, además de explorar la forma como surge la consolidación democrática, se presenta el origen y la evolución del populismo hasta que se constata como un patrón en la historia política del Ecuador. Para ello, se apela a las definiciones fundacionales de Gino Germani, Torcuato Di Tella, Francisco Weffort, Ernesto Laclau, Diana Quatrocchi-Woisson y Guy Hermet. El objetivo central de esta genealogía consiste en entender la lógica del populismo tradicional de los años cuarenta, que coincide con un proceso incompleto de modernización del Estado. Esto permite entender hasta qué punto es diferenciable de aquel populismo que surgió en la región andina con el ciclo de gobiernos progresistas a comienzos de siglo.
La segunda parte del libro se centra en el vínculo entre el populismo y la consolidación democrática, con énfasis en la Revolución Ciudadana del caso ecuatoriano. Para entender dicha relación, se apelará a autores que han abordado el populismo y su efecto en la democratización como Margaret Canovan, Carlos de la Torre, César Montúfar, Pablo Andrade, Amparo Menéndez Carrión, Enrique Peruzzoti, Catherine Conaghan, Flavia Freidenberg, Chantal Mouffe, entre otros. La idea central consiste en poner en evidencia las siguientes hipótesis de trabajo:
• Bajo determinadas circunstancias, el populismo favorece la consolidación democrática, ya que estimula la participación ciudadana. Con ello coadyuva en la corrección de la “patología” de la política representativa, en términos de Paul Taggart (2002, 62) y Boaventura de Soussa Santos (2004), o de la electoral-representativa de Pierre Rosanvallon (2006, 270), robusteciendo así la vocación participativa de la democracia.
• El populismo suele tener mayores efectos sobre democracias no consolidadas (Mudde y Rovira Kaltwasser 2012, 23), pues en aquellos sistemas desarrollados parece limitarse a una estrategia meramente electoral.
• Desde una lectura legalista, normativa e ideológica, el populismo es constantemente interpretado como una amenaza contra la democracia; no obstante, desde una perspectiva empírica, el fenómeno en cuestión evidencia aspectos fundamentales sobre la actualidad de la democracia que, de otro modo, pasarían inadvertidos.
¿Por qué Ecuador es un caso de estudio pertinente para el análisis de la relación entre populismo y consolidación democrática? El análisis del fenómeno se hace necesario debido a su resurgimiento en varias latitudes, tanto en Europa como en América Latina. La exploración del caso ecuatoriano, al ser un Estado con una amplia tradición populista, permite llegar a conclusiones que no solo ayudan a entender su realidad como Estado nación, sino que se pueden aplicar a otros países que parecen haber sucumbido a la tentación populista. Esto supone la tarea pertinente de entender por qué se dan efectos tan dispares de un sistema político a otro. La pregunta más obvia en ese sentido, pero para nada simple, consiste en entender por qué el populismo tuvo los efectos devastadores en la democracia venezolana que no tuvo en otros países.
Ecuador también es un caso de estudio que permite entender mejor la evolución de la política en el último tiempo en la región andina, que, como ya se acotó, ha sido poco estudiada en términos de transición y consolidación democrática. Este análisis debe contribuir a la comprensión cabal del mundo andino como un sujeto activo de la política al que se deben dedicar más reflexiones desde Colombia.
Y, finalmente, Ecuador tiene una serie de singularidades que lo convierten en un caso excepcional tanto entre los países de la región andina como del conjunto de la tercera ola de democratización. Su dictadura fue distinta y no corresponde al perfil típico que se impuso en el Cono Sur. Los militares ecuatorianos hicieron prueba de un discurso que, como se verá, convirtió al país es uno de los pocos casos en que asomó el término dictadura militar progresista o desarrollista, así como ocurrió en Perú bajo la tutela de Juan Velasco Alvarado. Estas características del periodo militar ecuatoriano permiten rastrear con mayor detalle la génesis y apogeo del populismo ecuatoriano, a la vez que demuestran los rasgos propios de cada transición, para ir más allá de generalizaciones que, aunque sea necesarias, precisan de un trabajo complementario por cada país.
Este trabajo invita a una exploración cada vez más rigurosa de los mecanismos alternativos para la profundización de la democracia en regímenes jóvenes y donde la brecha entre instalación y consolidación se va ensanchando, lo que obliga a desarrollar un estudio cada vez más empírico y pormenorizado sobre la democratización.
El método al que se apeló fue el estudio de caso, con el fin de observar dentro de una evidencia empírica definida y delimitada los contrastes y relaciones entre dos conceptos como populismo y democratización. Así, se trata del “estudio de la particularidad y de la complejidad en un caso singular, para llegar a comprender su actividad en circunstancias importantes” (Stake 2007, 11).
El diseño metodológico partió de la identificación de dos variables: una independiente, en el caso del populismo, y una dependiente, para la consolidación democrática ecuatoriana. La idea fue establecer un vínculo correlacional al tratar de observar de qué forma el populismo podía condicionar junto con variables intervinientes el proceso de democratización ecuatoriano. Esto llevó a una delimitación temporal, entre 2008 y 2011, periodo de intensas reformas, el cual comenzó con la aprobación de la nueva Constitución de Montecristi hasta 2011, cuando a través de una consulta popular se robusteció la Revolución Ciudadana. Ahora bien, esa delimitación no implicó alejarse del análisis del periodo de todo el contexto anterior al proceso revolucionario correísta. En ese orden de ideas, la instalación de la democracia, a partir de 1979, se identificó como punto de inflexión histórico y, de allí en adelante, se entendió la inestabilidad de la década de 1990 como una variable interviniente.
Se trató, por ende, de una investigación cualitativa descriptiva y exploratoria, la cual se llevó a cabo en cuatro fases. En primer lugar, se construyó el estado del arte al identificar ocho subcategorías analíticas en torno de las cuales se examinó la información: la construcción del Estado nación, la democracia, el régimen democrático, la democratización, la consolidación democrática, el populismo tradicional, el populismo radical y el populismo en el contexto de democracias consolidadas. En segundo lugar, se procedió al análisis de las teorías y conceptos de la ciencia política, la sociología política e incluso del derecho, que contribuyeron a poner en evidencia la relación entre las dos variables. En tercer lugar, se elaboró una genealogía del populismo ecuatoriano, partiendo de autores que no solo fundaron los estudios sobre la materia, sino que pueden considerarse como precursores de la ciencia política ecuatoriana, como Agustín Cueva, Rafael Quintero y Enrique Ayala Mora. Por último, la investigación culminó con una estadía en territorio ecuatoriano de un año, en la que se pudieron organizar entrevistas a académicos, políticos, periodistas e independientes, con lo cual se accedió a fuentes primarias y fue posible contrastar las reflexiones, muchas veces abstractas o teóricas, con un conocimiento sobre el terreno. En ese orden de ideas, se agradece la disposición de Enrique Ayala Mora, Pablo Andrade, Felipe Burbano de Lara, César Montúfar, Tania Arias, Andrés Páez, Marco Torres, Diana Woisson Quatrocchi, Rubén Sánchez David, Bernard Labatut y el expresidente colombiano Ernesto Samper Pizano.