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Y desde luego nada es más fácil para un hombre que, como suele decirse, ha «surcado los mares» con afecto y veneración que evocar en la parte baja del Támesis el gran espíritu del pasado. La marea, en su flujo y reflujo constantes, rinde incesantemente sus servicios poblada por los recuerdos de barcos y hombres a los que ha llevado al descanso del hogar o a las penalidades y batallas del mar […], desde el Golden Hind, que regresó con sus curvos flancos llenos de tesoros […], hasta el Erebus y el Terror, llamados a otras conquistas y que nunca regresaron.

Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas,traducción de Miguel Temprano García

Erebus

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