Читать книгу La curación de los chakras y el equilibrio energético - Michelle S. Fondin - Страница 5

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PRÓLOGO

En 1999, a los veintiocho años, supe que tenía cáncer de tiroides. Antes de eso, la palabra chakra apenas significaba nada para mí. Pero tras ese diagnóstico tan alarmante mi búsqueda de una curación se expandió rápidamente. Iba a tener en cuenta todas las posibilidades para sanar. Me impulsaba a ello un profundo deseo proveniente quizá de la intuición o de la experiencia de una vida pasada.

Comencé a investigar para encontrar la causa principal por la que había contraído cáncer. Sabía que si no cortaba la enfermedad de raíz, sin duda volvería a aparecer. Y con cerca de treinta años no podía permitírmelo, ya que siempre había pensado llegar a los cien.

En mi libro La rueda medicinal del ayurveda: máxima salud y energía para tu cuerpo, mente y espíritu, * describo los diversos descubrimientos gracias a los cuales me curé. La medicina alopática (convencional) jugó un papel, pero intuitivamente sabía que la respuesta estaba en las modalidades curativas alternativas. Cuando estaba investigando, sentada con un montón de libros de la biblioteca sobre medicina alternativa, abrí la obra de la doctora Christiane Northrup Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer por una página que me cambió la vida. La página hablaba sobre los chakras y exploraba la curación a través de estos. Aquello fue decisivo porque justo en un momento en el que estaba replanteándome todos los aspectos de mi vida, sentí que ese nuevo enfoque centrado en los chakras podría ayudarme a averiguar por qué había enfermado.

En mi senda a la curación me ayudó mucho cambiar la alimentación, incrementar el régimen de ejercicio, meditar y mejorar mis relaciones. Sin embargo, lo que me dio una ventaja sobre los demás pacientes que sufren de cáncer y otras enfermedades de tiroides fue tener en cuenta los chakras.

Cuando estudié la glándula tiroides y su ubicación en el cuerpo, y aprendí sobre el quinto chakra, comencé a establecer conexiones entre mi enfermedad y los primeros veintiocho años de mi vida. Miré atrás y ­descubrí que casi todas las enfermedades que padecí durante la niñez y los primeros años de la edad adulta giraban alrededor del área de la garganta. De niña, sufría a menudo de faringitis estreptocócica o amigdalitis; tanto es así que los médicos le insistieron a mi madre para que permitiera que me operaran y me extrajeran las amígdalas. Mi madre, que temía los efectos de la anestesia, nunca accedió.

Luego, a los diecisiete años contraje mononucleosis. Mis amígdalas estaban tan hinchadas que se tocaban en mitad de la garganta, obstruyendo la tráquea. Tuve un absceso en la garganta que me impedía respirar. Era tan grave que tuvieron que operarme solo para poder abrirla y permitirme así volver a respirar.

Mientras pensaba en todas las infecciones de garganta que había sufrido en esa época, vi con claridad que algo estaba muy mal y me bloqueaba literalmente ese área. Entre otras cosas, el quinto chakra es responsable de nuestra expresión verbal. Para mí, las enfermedades significaban que debía averiguar por qué no podía expresarme bien. Tuve que preguntarme: «¿Qué me impide decir lo que pienso?» y «¿Por qué siento que no puedo hablar?».

Sin entrar en muchos detalles, lo que aprendí fue que las circunstancias en las que me crie, combinadas con el hecho de ser una niña muy sensible, no me habían permitido contar con un espacio seguro para expresarme verbalmente. En la edad adulta tuve que aprender esta habilidad. Creo que de no haber aprendido esta importante lección a través de los chakras, no me habría curado por completo. Si no hubiera prestado atención a la sabiduría de mi cuerpo, ciertos patrones que parecían repetirse a menudo a lo largo de mi vida habrían seguido resurgiendo.

La curación de los chakras, de naturaleza espiritual y energética, puede ser una maravillosa contribución para ayudarte a entender las complejidades de tu salud, tal como sucedió en mi caso. En las etapas crónicas o avanzadas de una enfermedad, la curación de los chakras puede ayudarte a acelerar tu recuperación desbloqueando las áreas enfermas de tu cuerpo.

A diferencia de Santa Claus o el Ratoncito Pérez, no hace falta que creas ciegamente en los chakras para recibir los beneficios de una práctica curativa basada en ellos. Es verdad que creer ayuda y es probable que te haga profundizar más en la eliminación de obstrucciones, pero ser consciente de los chakras puede tener el mismo efecto. Hay muchas cosas que no vemos que son reales: los sentimientos, las emociones, los pensamientos, las conexiones de los móviles, el aire... Un buen ejemplo de esto es la historia real de mi viaje espiritual a través de la salud alternativa que viene a continuación.

En 2005, contraje lo que parecía ser un virus letal o una infección renal. Tenía mucha fiebre, me dolía el cuerpo y sentía fuertes dolores punzantes en los riñones. Haciendo acopio de toda la energía que me ­quedaba, fui al médico. Tras explicarle mis síntomas, me sometieron a unas pruebas de análisis de sangre. Me encontraba tan débil que me dejaron dormir en la sala de pruebas durante una media hora, y luego me enviaron a casa. A los pocos minutos de llegar, el médico me llamó con los resultados del análisis de sangre. Me dijo que estaban llamando al hospital Fairfax y que tenía que acudir inmediatamente a urgencias. Me explicó que tenía un nivel tan elevado de enzimas hepáticas que temía que pudiera tratarse de algún tipo grave de hepatitis. Estaba perpleja y seguía sufriendo un dolor insoportable. Le pedí a mi marido que me llevara a urgencias.

Era un viernes por la noche y la sala estaba atestada de pacientes, así que tuve que esperar, con fiebre y dolores de espalda. No me hacía mucha gracia la posibilidad de tener alguna enfermedad hepática, y decidí sentarme y meditar sobre mi hígado y su curación. Esperé y medité, esperé y medité, esperé y medité. Durante unas tres horas visualicé a mi hígado con caras felices (¿conoces esos emoticonos amarillos sonrientes?) en cada célula. Me imaginé a todas las células del hígado saludables, felices y sanas. No se me ocurría nada más que pudiera hacer. Cuando el personal médico me llamó finalmente, tras ver los resultados de los análisis de sangre que me habían realizado, me colocaron enseguida una vía intravenosa.

No estoy segura de lo que pretendían hacer, pero estaban preparándose para realizar algún tipo de ­intervención. Sin embargo, antes de operar decidieron hacerme otro análisis de sangre. Los resultados mostraron que mis enzimas hepáticas habían vuelto a un nivel normal. Me quitaron la vía intravenosa y me enviaron a casa. Aún más impresionante fue comprobar que la fiebre y el dolor habían desaparecido y me sentía bien.

¿Me curé espontáneamente al controlar mis pensamientos? Eso creo. ¿Es posible que algo no físico, como la meditación y la visualización, pueda alterar lo físico? Una vez más, creo que esa fue la causa principal de mi curación. ¿Es posible que el análisis de sangre estuviera mal y que el laboratorio confundiera mi sangre con la de otro paciente? Es posible pero no probable. Mi médico estaba tan desconcertado como yo. Vio lo que vio en el laboratorio: lo enferma que estaba y mis síntomas agudos. Sin embargo, aquel día salí del hospital sin un solo síntoma y con la sangre tan limpia como si nunca hubiera estado enferma.

Mi deseo es que adoptes esta poderosísima forma de curación. Los chakras tienen una cualidad mágica. Cuando empieces a leer y aprender sobre ellos, te sentirás cada vez más saludable. Te deseo un mágico viaje, amigo mío. Namasté.

* Editorial Sirio (2017).

La curación de los chakras y el equilibrio energético

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