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ОглавлениеEl palacio del Canto del Pico: su muerte
El palacio es un lugar actualmente abandonado. Su historia es apasionante, desde su construcción hasta su actual estado en ruina. Es un lugar situado a 1011 metros sobre el nivel del mar, ubicado en la sierra de la comunidad de Madrid, en el municipio de Torrelodones. Fue construido en 1920 como casa-museo, para albergar la colección de arte de José María del Palacio y Abárzuza, tercer conde de Las Almenas y primer marqués del Llano de San Javier, su promotor, autor del proyecto y propietario inicial.En 1930 fue declarado Monumento Histórico Artístico y en 1985 su entorno quedó incorporado dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Figura en la Lista roja de patrimonio en peligro, que la asociación Hispania Nostra empezó a elaborar en 2006, dado su delicado estado de conservación. Durante la Guerra Civil española, el Canto del Pico fue sede del Mando Militar Republicano y sirvió de cuartel a Indalecio Prieto y al General Miaja, quienes dirigieron desde allí la Batalla de Brunete.Fue residencia del general Francisco Franco y en abril de 1988, Carmen Franco Polo, hija del dictador, vendió la finca por 320 millones de pesetas a José José María Oyamburu Goicoechea (hermano de Francisco Oyamburu, párroco por aquel entonces de Torrelodones), propietario de la empresa hostelera Stoyam Holdings Limited (SHL), con sede en Inglaterra, que tenía prevista su conversión en un hotel de lujo. Sin embargo, tal proyecto nunca se llevó a efecto. José de Vicente Muñoz, historiador y maestro de Torrelodones alentó la rehabilitación del Canto del Pico, tarea que nunca pudo ver terminada, ante las dificultades que ponían los propietarios del palacio. En un escrito del año 1985 expresaba de la siguiente forma su impotencia:Al ver las habitaciones se me cayó el alma a los pies, sobre todo al ver la biblioteca por los suelos. Para evitar que un día ‘los cacos’ tirasen un pitillo y se produjese un incendio que acabase con todos los libros y el edificio, pedí permiso al administrador de los propietarios para que, en calidad de depósito, me permitiese llevarlos a una dependencia municipal, donde estarían seguros. Este permiso fue denegado y la biblioteca en extrañas circunstancias ardió. Lo que nunca se aclaró fue la muerte del estadista José María Maura, que residía en una mansión cercana, denominada El Pendolero. En una de sus visitas al lugar, murió repentinamente mientras descendía por unas escaleras, según se recoge en una placa conmemorativa, instalada en el interior del edificio (Bajando por esta escalera, ascendió al cielo don José María Maura). Esta muerte, según testigo fue repentina, comenzó a sentirse mal mientras pintaba, decidió bajar sus escaleras y no llego a su destino. Se llamo al médico, al Juez de paz y levantaron su cadaver. Las malas lenguas dicen que alguien lo empujo, otros dicen que sencillamente resbalo. No hay fantasma declarado, pero no deja de ser un lugar en ruinas, abandonado y custodiado Sea como fuere, es un lugar misterioso al que todo el mundo quiere ir y ver.