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El 124 de la calle Ayala de Madrid


Las voces y los golpes perduran en el tiempo en el 124 de la calle Ayala de Madrid


Cuando era niño mi tío Miguel Moltó Perales que vivía en la calle Montesa, muy cerca del 124 de la calle Ayala me decía, algún día te contare la historia de la casa que ahí ves. Yo debía tener entonces entre 5 y 8 años, y pensé que era los suficientemente desgarrador o misterioso como para contármelo en el momento. lo recuerdo con cariño y a posteriori me impulso a investigar, para saber porque sigue teniendo en sus cimientos leyendas e historia. No sabemos a ciencia cierta o no esta datado el momento de su construcción, pero ya serán casi 100 años transcurridos pues cuentan las crónicas que el torero Manolete poseyó el inmueble, y que durmió en ella dos semanas antes de morir en Linares. Es una casa situada y edificada en una zona que estaba repleta de pequeños palacetes hoy ya derruidos con el paso del tiempo. Sus leyendas y comentarios son variados. Durante los años ochenta del siglo pasado, fue denunciada por los supuestos ruidos y golpes que en ella se producían. También en aquella década, hablan de un joven inquilino que se volvió loco y que quiso quitarse la vida allí. Dicen, que aún ese loco sigue de noche vagando por los aledaños. Pero las leyendas que más me han llamado la atención son dos. La primera hace referencia a una de sus funcionalidades, cuando era un prostíbulo. Se comenta que en ese lugar un cura murió mientras realizaba el acto con una prostituta y que su espíritu permanece dando gritos. Otro hace referencia al encendido y apagado de su iluminación interior. Todos los lugares que he visitado para documentar esta leyenda coinciden en este detalle. Sea verano o invierno a las 19:10 horas de la tarde se enciende por unos minutos la casa al completo. Como puede pensar el lector, mi curiosidad me lleva a comprobarlo, y el resultado ha sido para mí aterrador. En un lugar destinado actualmente a oficinas, un Sábado tarde, a las 19:10h se enciende por dentro la casa. A pesar de no dejar de ser inquietante mirarla, un escalofrió recorrió mi espalda al comprobar que era cierto. Pudo ser casualidad.

Localización: nº 124 de la calle Ayala.



Detalle del edificio

Leyendas madrileñas

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