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EL FITNESS, MI NUEVO
ESTILO DE VIDA

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Cada día hay más personas que escogen el fitness como estilo de vida, quizás por moda, o porque sienten que necesitan mejorar físicamente, ya sea por exceso de peso o por bajo de peso. Y hay quienes lo encuentran cuando buscan una salida a ciertos asuntos personales, como en mi caso, con solo 16 años me metí de lleno en este mundo. Liberación para la mente y para los problemas, quizás eso estaba buscando y lo encontré. Y una vez que ves los resultados, no quieres parar, te sientes bien, llena de energía, completa y feliz. Tu autoestima mejora, tu visión de las cosas se hace más «rosa», tus días terminan con una sonrisa y con satisfacción de haber hecho algo más que ayer, quizás no podías o con la satisfacción de haber aprendido algo que desconocías.

Yo era de esas personas que desayunaba a base de galletas con leche, bocadillo a media mañana, plato de pasta en el almuerzo, más galletas llenas de azúcar en la merienda y cenas a base de lo que tuviese ganas.

Comencé a buscar qué alimentos nos llenan de energía y cuáles nos hacen sentirnos peor, y ahí fue cuando descubrí que con lo que comía era feliz en ese instante pero que esa felicidad no era duradera, al rato me sentía cansada, hinchada, o con hambre, y volvía a picar cualquier cosa que hubiese en la cocina.

Como yo, habrá millones de personas y no lo dudo, al final el azúcar termina haciéndonos adictos.

Decidí cambiar mis hábitos, cambiar esas comidas llenas de azúcar por alimentos sanos, libres de esa adicción, alimentos que me hiciesen sentir llena, alegre y que de verdad no me hiciese picar entre horas. Cambié las galletas por avena, la pasta por más variedad de alimentos, la merienda por frutas o por frutos secos, así poco a poco, comencé a seguir buenos hábitos. Es cierto que no es fácil, que se necesita tiempo, dedicación para acostumbrarse, y que tampoco es bueno cambiar todo de golpe. Poco a poco y sin prisa.

En el entrenamiento, si digo la verdad, yo siempre fui de las que casi nunca le gustaba hacer deporte y si tenía que elegir uno, siempre era al aire libre. Pero tal y como puse un pie en el gimnasio, comencé como muchas personas lo hacen, con las clases colectivas de zumba a body pump, de body pump a spinning... Cuando me quise dar cuenta estaba atrapada en este mundo. Quizás me llevaba 3 horas metidas en el gimnasio y seguía con ganas de más, quizás ese tiempo era una locura, pero en ese tiempo me sentía llena de energía y, obviamente, yo pensaba que lo hacía bien y lo demás no me importaba mucho más.

No tardé mucho en entrar en la sala de musculación, eso sí, de las elípticas y abdominales no pasaba, ¡qué locura!, me parece a día de hoy.

Un poco más tardé entré en el mundo de las pesas sin saber qué me iba a enamorar de ellas, y aquí estoy después de tanto sigo con ellas y es algo que no dejaría.

Comencé entrenando con mi padre, fiel amante del gimnasio desde apenas los 14 años, posiblemente fue el primer culpable de aficionarme a este estilo de vida. Llegaba al gimnasio directa a las pesas, pero eso sí, también luego iba de una clase a otra, ¡qué felicidad sentía en aquel momento!

Poco a poco fui viendo los cambios en mi cuerpo, cada vez me sentía mejor, tanto físicamente como mentalmente. Mi cuerpo me empezó a gustar y entonces fue ahí cuando me di cuenta de que había encontrado mi lugar, así fue, 4 años después sigo levantándome cada mañana con las mismas ganas de entrenar, y mi desayuno ya no se basa en galletas, aprendí a elegir los alimentos adecuados, aquellos que sin darnos cuenta nos hacen sentir bien, nos dan energía y nos hacen ir con alegría por la vida.

Creo que cuando alguien entra en este estilo de vida debe mirar más allá del físico, hay que saber mirar cómo nos hace sentir este estilo. Si crees que por conseguir tal físico vas a ser más feliz estás equivocado. Supongamos que tu meta es perder 2 kilos y crees que con ello ya vas a ser feliz, pero cuando los pierdas vas a querer perder otros 2 y luego otros 2, y al final vas a terminar metido en un túnel y nunca vas a ser feliz porque nunca te vas a aceptar tal y como eres, y ese es el primer paso.

Antes de querer ser como alguien, hay que aprender a quererse uno mismo. Mi cuerpo no es tu cuerpo, y tu cuerpo no es como el cuerpo de tal persona.

En nuestro cuerpo la genética tiene el papel fundamental, tienes una estructura determinada, la puedes mejorar pero no puedes cambiarla. Hay quienes tienen piernas más delgadas, espalda más ancha o incluso hay personas que tienen un abdomen marcado sin apenas entrenarlo.

Todos caemos en el bucle de querer ser como alguien, y en un principio te sirve de motivación pero en eso se debe quedar, en ser tu motivación pero no querer tener ese cuerpo sí o sí para ser feliz.

Aprende a quererte con tus más y tus menos, debes saber que eres más que un físico, tu mente, tu aptitud, tus sueños, tus metas, tu forma de afrontar las situaciones, tu forma de ver la vida, tus caídas… Todo te hace ser quien eres, y eres mucho más que un físico, un abdomen marcado o músculos voluminosos.

Este estilo de vida debe hacerte feliz, completo, lleno de plenitud, pero no un adicto a tener un cuerpo definido sí o sí, o un cuerpo voluminoso, no lo escojas por moda, escógelo porque te haga sentir mayor autoestima, sin hacer locuras ni poner en riesgo tu salud. Haz que haga de ti una persona segura y llena de energía para hacer todo lo que tengas que hacer en el día.

El fitness no se basa en hacer dietas de unos días para lograr bajar esos kilos de más, ni comer a base de piña o a batidos, como he visto a muchísimas personas hacer, especialmente mujeres.

Aquí quiero hacer mención especial a esas mujeres que basan su vida en dietas estrictas hipocalóricas que logran seguir durante unos días para luego darse un atracón. Eso no es el fitness y tampoco es salud.

Para mí, el fitness se trata en encontrar un equilibrio en tu vida, entre lo que llaman la perfección y la imperfección. Para mí es mucho más que seguir una dieta limpia o entrenar cada día. Para mí, es saber que le estoy dando al cuerpo todos los nutrientes necesarios para estar sano, tener energía cada día y rendir mucho más. Es sentirme segura de mí misma, con confianza, tener una actitud mejor ante la vida y antes las situaciones, sentirme más fuerte y feliz.

Para alcanzar la plenitud que siento a día de hoy, he pasado por muchas etapas, por caídas, tropiezos, por logros y aprendizajes, todo me ha hecho ser quien soy. Me siento a gusto conmigo misma, mi cuerpo y mi genética. Persigo mi mejor versión sin poner en riesgo mi salud y sintiendo una gran satisfacción al terminar mi día. Sonreír cuando me miro en el espejo, cuando me veo con ropa o sin ella. No me da vergüenza ir con ropa o en bikini. Estoy sana y tengo equilibrada mi vida y mi mente. Me levanto cada día con una sonrisa y dispuesta a comerme el mundo.

Quiero que con este libro, tú que me lees, aprendas a sentirte bien contigo y con tu cuerpo. Y aprendas a tomar las mejores decisiones para su salud y tus metas. Quiero que estas páginas te ayuden a conseguir tus metas y mejorar tu salud. Mejorar tu estado físico y, el más importante, tu estado mental. Quiero que conozcas este estilo de vida y seas feliz.

Sana, fuerte y feliz

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