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Capítulo III Confesión de secretos

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-Sr., ya tiene el despacho más cercano al laboratorio listo.- Dijo un soldado.-Se lo habían asignado a la Dra. Alcalá.-


-Vale,... ¿dónde están las cosas de ella?- Pregunto el Comandante


-En otro despacho, en el despacho asignado a la Dra. Alcalá de la Alameda, al final del pasillo.-Contesto el soldado.


-Bien, ¿Se lo han comunicado ya? -Pregunto el Comandante.


-No, Sr. ¿Lo hacemos? -Pregunto el soldado.


-No, no. Dígale que quiero hablar con ella en su despacho. A solas. -Ordeno el Comandante.


-Sí Señor- Dijo el soldado y se fue.


-Deberías contarle toda la verdad, por lo menos a ella. Su equipo confía en ella, y tú deberías hacerlo también, para tener toda la información- Dijo el Teniente Ansuez, que caminaba al lado de su amigo Amat, en dirección al despacho.


-Teodoro, ella..., la Dra. Alcalá..., ella está relacionada con la caja, como yo.- Dijo el Comandante Amat.


-¿Qué dices?- Pregunto alarmado el Teniente Ansuez.


-Cuando la he mirado a los ojos..., esos ojos..., había algo en ellos. Es extraño, lo se ... pero que hay normal en mi vida desde..., desde aquello... -Dijo el Comandante sintiendo un gran peso sobre él. Respiro hondo y continuo diciendo -Este es mi nuevo despacho, ¿Dónde está tu despacho?-


-Esta al lado de este- Respondió Ansuez, y en el tono de voz, se le notaba la gran preocupación que sentía por su amigo, un amigo que era casi como un hijo para él. -Tú no puedes separarte más de 200 metros de esa cosa, y yo no me separare de ti más de 10. -Continuo Ansuez.


-¿Cómo?- Pregunto Zoe, que había escuchado estas últimas palabras. Y continúo hablando. -Le exijo que me cuente que pasa aquí, que es esa caja, quien es ese hombre de las fotos , y que...-


-Por favor, tranquilícese- dijo Ansuez.


-Pase, por favor..., y le contaré todo lo que necesite saber- Dijo Amat, abriendo totalmente la puerta del despacho.


Zoe entro, y ni se dio cuenta que habían sacado sus cosas, bueno, apenas llevaba unas horas en ese despacho. Solo tenía unas cajas llenas de libros y un portátil.


-Por favor, siéntese- dijo amablemente el Comandante Amat a la Dra. Zoe Alcalá, señalando un sofá que había al lado de la puerta.

-Yo me voy- Dijo el Teniente Ansuez, mientras salía de la habitación.


Cuando Zoe tomo asiento, el Comandante se dirigió hacia la ventana, y mirando hacia afuera comenzó a relatar "su historia". -Dra. Alcalá, lo que le voy a contar, es alto secreto, además de personal, y me gustaría que no lo comentará con el resto del equipo.- Se giró y se sentó al otro lado del sofá, y continuó -Considero, como Dr. en Arqueología que soy también, como usted, cuanto más datos tenga, más fiable será el resultado.-


-No se preocupe- dijo Zoe- Les daré solo los datos imprescindibles.-


-Entonces, le ruego, que no me interrumpa, y que me haga las preguntas al final- Dijo esto último mirándola a la cara, evitando mirarla a los ojos, cosa que era difícil, porque Zoe, era una chica muy guapa, con los ojos grandes y verdes.


El Comandante Amat, se levantó y se giró de nuevo, y mirando por la ventana comenzó su relato.

-El 3 de septiembre, viaje a la isla del Hierro, al pueblo de "La Restinga".


Tengo que reconocer que es una zona preciosa.- Se giró y se sentó, de nuevo en el sofá. Se le notaba que estaba muy nervioso. -Yo estaba de vacaciones, ...el Teniente Ansuez, viajo conmigo.


Yo iba a ver... a mi esposa- dijo esto con dolor,... y continuo hablando -Y Ansuez a unos amigos.


Mi esposa, Lucía, trabajaba como arqueóloga submarina en aquella zona y por eso fui a verla.- Y se levantó otra vez del sofá, y se fue a la ventana.


Era obvio que estaba muy nervioso, y que no era nada fácil para él, contar aquella historia.


-Esa noche, la primera noche que pasamos alli, el teniente se fue al pueblo, con sus amigos, y yo me quede en el campamento provisional que el equipo de mi esposa tenía a unos 5 kilómetros del pueblo, hacia el este.


Esa noche, cuando estábamos a solas, Lucía me enseño una pulsera... Esta pulsera- dijo mientras se remangaba y le enseñaba el tatuaje que ella ya había visto en la foto.


-¿Eres tú?- Dijo Zoe en un suspiro, casi sin aliento.


-No toques, por favor -Dijo el, retirándose rápidamente, con miedo a que le tocara y se coloco de nuevo al lado de la ventana. -De momento, el único que ha podido tocarlos, sin desintegrarse, ha sido Ansuez, perdón, el Dr. Ansuez.-


-Por favor, continua, porque... eso es un tatuaje, no es una pulsera -dijo Zoe, mientras su cabeza analizaba todo a toda velocidad.


-No son tatuajes. -Dijo contundente el Comandante Amat. -Es mi piel, que se ha pigmentado así, en esas zonas.

Medicamente, soy medio indoeuropeo y medio africano, según la zona en la que se tomen las muestras.-


La cara de Zoe parecía un poema, no daba crédito a lo que estaba oyendo y lo que estaba viendo.


Amat, se dio cuenta, y continúo hablando. -El caso, es que cuando Lucía me dio la pulsera, solo la toque... -paro de hablar y con tono cabreado, dijo -Ella la tuvo varios días, y no pasó nada, nada. La examinaron ella y sus compañeros, y pensaron que la habría perdido un turista en verano y por eso decidió regalármela... La toco todo el mundo,... - y su voz paso del cabreo a la desesperación, y casi llorando se derrumbó en el sofá.


Su voz apenas era un sollozo. -No recuerdo haberla cogido,... solo sé... que ella me la dio,... con una sonrisa... -Respiro hondo y se levantó de nuevo. Y de nuevo, miro por la ventana.


Zoe veía los cambios de sentimientos, alegría, dolor, pena, incomprensión, impotencia... y como intentaba controlarlos... Estaba tan atractivo.


-Todo se volvió negro...-Continuo el Comandante, sacando de sus pensamientos a Zoe. -Después de varias horas, me desperté... solo, en medio de un agujero, sobre una caja, que no se todavía de que material es, y a unos 100 metros de mí, en redondo, el ejército.


Recuerdo que me levante, y alguien, con un altavoz, me pregunto, que como me encontraba.


Levante el pulgar en señal de bien, aturdido y desorientado, pero físicamente bien.


Me levante y fui hacia donde me habían hablado,... y un enorme zumbido surgió detrás de mí.


La caja estaba vibrando.


Cuanto más me alejaba, más fuerte era el zumbido.


Temí que explotara, y me volví a sentar sobre ella,... y ceso el zumbido.


Estuve allí, solo, 72 horas, sin agua, ni comida.


Nadie podía pasar, porque se desintegraba en un instante.


Mucha gente intento ir a ver si estaba vivo, y desaparecieron... como si fueran polvo.


"Los tatuajes", los llamaremos así, ya habían aparecido.


A las 72 horas, estaba tumbado sobre ella, mirando el cielo azul, y comenzó a vibrar, y con un golpe seco, paro.


Desde el otro lado, todos me preguntaban qué pasaba. Yo no tenía ni idea.


Entonces,... un Ibi, un pájaro, se posó sobre la caja a mi lado,... busco mi mano, y luego miro hacia la orilla.


Le..., le pregunte al animal, si me podía ir... Y asintió con la cabeza.-


-¿Cómo?- Pregunto incrédula Zoe.


-Lo sé. Es de locos.

He investigado un poco. El Ibi es el animal con que los egipcios representaban a...-


-Thoth- Termino la frase Zoe.


-Si- dijo el, y tras un momento continuo con su relato. -Salí de allí, y los militares que intentaban tocarme los tatuajes,...pufff...polvo.

El Teniente Ansuez, él, es médico militar, es el único, que, por razones desconocidas, puede tocarme.-


-La caja y tú sois un peligro- Dijo Zoe, en un tono tan calmado, que al Comandante se le heló la sangre, hasta que comenzó a notar como la cara de Zoe, se ponía roja de ira.


Mientras, Zoe se levantaba del sofá y le decía en un tono cada vez más alto.

-¿y la habéis traído a una zona urbana? Y además una zona turística, ¿ESTÁIS LOCOS?-


-Tranquila -se apresuró el Comandante Amat en tratar de calmarla -Yo solo soy peligroso si me tocan la piel de los tatuajes. El resto no hay peligro.-


-¿Y TE PARECE POCO? -Grito Zoe -¿Y LA CAJA? NO SABÉIS NADA SOBRE ELLA.-


-Un poco si se. - Dijo el Comandante, avergonzado- No me puedo separar de ella más de 200 m. A 100 metros comienza a vibrar, a 150 metros levita y a 200 m alcanza una altura de 2 metros y realiza un sonido muy desagradable. No he probado más, por miedo.-


-¿QUE ES ESO? -Grito Zoe, que no sabia si salir corriendo o coger al guapo militar del cuello y ahogarlo.


El Comandante agacho la cabeza, avergonzado, se giró hacia la ventana, y mirando a través de esta, le dijo a Zoe, con voz totalmente militar. -Ese es su trabajo, Dra. Averígüelo antes de que destroce más vidas-.


En ese instante, Zoe se sintió culpable.


La ira que hace unos momentos había sentido, se había transformado en culpabilidad.


Él le acababa de confiar una parte muy importante de su vida. Le había contado que había muerto su esposa... y ella... ella se había dejado arrastrar por el pánico.


Y aunque las últimas palabras del Comandante habían sido en todo militar, ella había notado el dolor en sus palabras. La pena, de haber confiado en ella, y ella no haber sabido responder a su confianza.


-Lo siento. -Dijo Zoe, con un tono más calmado, y culpable. -Pero me acaba de contar que no hay aviso, simplemente se desintegra la gente.-


Hubo un silencio incómodo.


-¿Su esposa?- Susurro Zoe.


-Ni rastro..., como el resto de su equipo. Unas 50 personas, entre geólogos, arqueólogos, topo-grafos,...amigos.-


-Por Dios..., ¿quién inventaría algo así? -Pregunto Zoe, mientras se desplomaba en el sofá.


-Esa es su asignatura pendiente, Dra. Alcalá -Le contesto Amat, con un poco mas de confianza en ella.


-Haré lo que este en mi mano- respondió ella, poniéndose de nuevo en pie.


-Otra cosa, Dra. Le ruego, que no comparta lo que le acabo de contar, con sus compañeros. -Rogó Amat


-Ellos tienen derecho...- Respondió ella.


-A seguir con vida. -Dijo el, secamente. -Cuénteles solo lo justo para mantener la seguridad de todos,... pero evite entrar en el cómo y el donde se encontró. -Esto último, lo dijo mirándola directamente a los ojos.


Ella asistió con la cabeza, sin dejar de mirar aquellos ojazos marrones. Se giró y se dirigió a la puerta.


-Dra. Alcalá. -la llamo el. -El Ejército está preparando un recinto especial. Tardaremos un tiempo todavía.-


-Está bien -Dijo ella mientras salía,... pero... de repente, se paro y entro de nuevo.


Cerró la puerta, cosa que descoloco totalmente al Comandante.


-¿Ocurre algo Dra.?-


-Por favor, llámeme Zoe, todo el mundo lo hace. Y sí, hay algo... algo que debería contarle. Por favor, siéntese.


La noche que le ocurrió esto... yo tuve un sueño... Creo que debería contárselo.

Fue la noche del 3 de Septiembre... como olvidarlo.

El misterio del tatuaje flotante

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