Читать книгу Ahora me toca a mí - Mónica Román - Страница 8
Nunca dejes de reconocer tu mérito
ОглавлениеVivimos en una época en la que el éxito parece obligatorio. Estamos inducidos a mantenernos saludables, ganar dinero, ser capaces de hacer lo que nos gusta, priorizar la familia y contribuir al mundo…, por nombrar solo algunos de los mandatos que antes no existían. Como si esto fuera poco el rock star de los negocios de nuestros días está representado por el emprendedor que inicia una startup exponencial desde su notebook, mientras vos luchás para pagar sueldos, impuestos y facturas.
Este repertorio de mensajes genera una exigencia desmedida que, aunque no adhiramos, está presente en los criterios a través de los cuales nos evaluamos. Desde esos parámetros tan altos, muchos empresarios —y, sobre todo, muchos hijos de empresarios que están ingresando al negocio familiar— miran la empresa como si estuviera llena de defectos. Y el empresario mismo, así como siente orgullo y amor por la empresa, la considera imperfecta.
Esta mirada distorsiona todo. Pero lo más invalidante es la culpa que genera frente a una trayectoria que debería despertar únicamente reconocimiento y valoración.
El problema es que cuando creés que no está bien que las cosas vayan mal, en vez de buscar ayuda, empezás a reprocharte. Sentís que hay algo inherente a tu manera de ser empresario que está mal y comenzás a sobrecompensar con tiempo, dedicación e incluso con patrimonio personal.
Formar una empresa no es fácil, y mucho menos mantener la rueda del negocio funcionando año tras año. Eso es un mérito supremo que no puede ser atenuado por los tropiezos del camino. No existen empresarios que no sientan arrepentimiento por decisiones que no salieron como hubieran esperado. Pero las decisiones desacertadas son tan inevitables para el desarrollo empresario como las exitosas. Las épocas de adversidad o fracaso son momentos fundamentales para formar empresarios resilientes.
Si la empresa sigue funcionando a través del tiempo, no hay errores. La primera medida del éxito es la trayectoria.
Si la empresa sigue funcionando a través del tiempo, no hay errores. La primera medida del éxito es la trayectoria. Por eso, sin excepción, tu mirada ante vos mismo tiene que ser de auténtica valoración del camino realizado y de los logros alcanzados.