Читать книгу Una Corona para Los Asesinos - Морган Райс, Morgan Rice - Страница 13
CAPÍTULO CINCO
ОглавлениеEndi, Duque de Ishjemme, escuchaba el rechinar de las grandes estatuas mientras sus hombres las arrastraban hasta la orilla. Odiaba el ruido, pero le encantaba lo que esto representaba. Libertad para Ishjemme. Libertad para su pueblo. El día de hoy sería un símbolo y una señal que la gente no olvidaría.
—Hace años que deberíamos haber destrozado las estatuas de los Danse —le dijo a su hermano.
Oli asintió.
—Si tú lo dices, Endi.
Endi percibió el tono de duda. Le dio golpecitos en el hombro a su hermano y notó que este se encogía—. ¿No estás de acuerdo, hermano? Venga, a mí me puedes decir la verdad. No soy ningún monstruo que solo quiere a la gente diciendo que sí.
—Bueno… —empezó Oli.
—En serio, Oli —dijo Endi—. No deberías tenerme miedo. Tú eres mi familia.
—Solo es que estas estatuas son parte de nuestra historia —dijo Oli.
Ahora Endi lo comprendía. Debería haber imaginado que su estudioso hermano odiaría destrozar cualquier cosa conectada con el pasado, pero era eso, pasado, y Endi se encargaba de procurar que se quedara así.
—Controlaron nuestra patria durante demasiado tiempo —dijo Endi—. Mientras tengamos recordatorios de ellos colocados a lo largo de los fiordos junto a nuestros verdaderos héroes, esto será una afirmación de que pueden dar marcha atrás siempre que quieran gobernarnos. ¿Comprendes, Oli?
Oli asintió.
—Comprendo.
—Bien —dijo Endi e hizo una señal a sus hombres para que empezaran su trabajo con hachas y martillos, haciendo añicos las estatuas, reduciéndolas a escombros que no servirían más que para construir con ellos. Disfrutaba al ver cómo destrozaban las imágenes de Lord Alfredo y Lady Cristina. Era un recordatorio de que Ishjemme ya no estaba en deuda con ellos o con sus hijos.
—Las cosas cambiarán, Oli —dijo Endi— y cambiarán para mejor. Habrá casas para todos los que las necesiten, seguridad para el reino, un comercio mejor… ¿Cómo están las cosas con el proyecto de mi canal?
Era un plan atrevido intentar conectar los fiordos de Ishjemme, dada la cantidad de montañas que había en el interior de la península, pero si salía bien, Ishjemme podría llegar a ser tan rico como cualquiera de los estados mercantiles. Esto también significaba que su hermano tenía algo útil que hacer, hacer un seguimiento de su proceso y asegurarse de que hubiera buenos mapas que usar.
—Es difícil avanzar —dijo Oli—. Se necesitan muchos hombres para atravesar las montañas y construir esclusas para los barcos.
—Y mucho tiempo —dijo Endi—, pero lo conseguiremos. Así debe ser.
Demostraría al mundo lo que Ishjemme puede ser. Demostraría a su familia lo mucho que la tradición había sido un lastre para ellos. Con un proyecto como este a su nombre, seguramente todos sus hermanos y hermanas reconocerían que él siempre debería de haber sido el heredero de su padre.
—Ya hemos tenido que desviar varias secciones —dijo Oli—. Por el camino hay varias granjas y la gente se muestra reacia a dejar sus casas.
—¿Les has ofrecido dinero? —preguntó Endi.
Oli asintió.
—Tal y como tu dijiste y algunos se fueron, pero hay gente que ha vivido allí durante generaciones.
—El progreso es necesario —dijo Endi, mientras el chasquido de los martillos continuaba—. Pero no te preocupes, pronto se resolverá el problema.
Dieron una vuelta por allí, donde había más hombres trabajando en los barcos. Endi insistía en conocer todos los barcos que ahora llegaban al puerto. Había pasado el tiempo suficiente tratando con espías y asesinos para saber lo fácilmente que podían colarse. Observaba el progreso de los hombres mientras estos trabajaban para recolocar algunas de las embarcaciones que todavía estaban atoradas en el agua. Tenían que defender Ishjemme.
—Endi, ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo Oli.
—Claro que puedes, hermano —dijo Endi—. Aunque el listo eres tú. Supongo que no existen muchas cosas que puedas preguntarme que no hayas leído en uno de tus libros.
En realidad, Endi sospechaba que había un montón de cosas que él sabía y su hermano no, sobre todo acerca de los secretos que guardaba la gente o las cosas que hacía la gente para conspirar contra otros. Ese era su mundo.
—Se trata de Rika —dijo Oli.
—Ah —respondió Endi, ladeando la cabeza.
—¿Cuándo la dejarás salir de sus aposentos, Endi? —preguntó Oli—. Lleva semanas allí encerrada.
Endi asintió con tristeza. Su hermana pequeña estaba demostrando ser inesperadamente intransigente.
—¿Y qué quieres que haga? No puedo dejarla ir mientras esté así de rebelde. Lo mejor que puedo hacer es procurar que esté cómoda con la mejor comida y con su arpa. Si la gente ve su discrepancia a cada paso, esto nos hace parecer débiles, Oli.
—Aun así —dijo Oli—, ¿no ha sido suficiente?
—No es lo mismo que mandarla sin cenar a la cama porque ha robado una de las muñecas de Frig —dijo Endi, sonriendo al pensar en Frig jugando con muñecas en lugar de espadas—. No puedo dejarla salir hasta que haya demostrado que se puede confiar en ella. Hasta que me jure lealtad, se queda allí.
—Eso puede ser mucho tiempo —dijo Oli.
—Lo sé —respondió Endi, con un triste suspiro. No le gustaba encerrar a su hermana de esa manera, pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Un soldado se acercó e hizo una reverencia.
—Hemos traído los soldados que usted ordenó, mi señor.
—Bien —dijo Endi. Miró hacia su hermano—. Parece que vamos a tener una solución para el problema del canal. Vamos, Oli.
Los dirigió hacia el lugar donde habían destrozado las estatuas, los escombros estaban en el suelo en fragmentos. Allí había unos cuantos hombres y mujeres, con las manos atadas.
—Me han dicho que vosotros sois los que tenéis granjas en la ruta de nuestro nuevo canal —dijo Endi—. Y que os negasteis a vender vuestras propiedades a pesar de que yo intenté ser generoso.
—¡Son nuestras granjas! —opinó un hombre.
—Y se trata de la prosperidad de todo Ishjemme —replicó Endi—. Todas las familias se beneficiarán, incluidas las vuestras. Quiero ofreceros de nuevo el dinero. ¿No veis que no tenéis elección?
—Un hombre siempre es libre de escoger su camino en Ishjemme —replicó otro de los granjeros.
—Sí, pero ese camino tiene consecuencias —dijo Endi—. Os daré una última oportunidad. Como vuestro duque, os ordeno que abandonéis vuestras reclamaciones.
—¡Es nuestra tierra! —gritó el primer hombre.
Endi suspiró.
—Solo recordad que os dejé elegir. Negarse a acatar las órdenes de vuestro duque es traición. Hombres, ejecutad a los traidores.
Sus hombres avanzaron, con las mismas hachas y martillos que habían usado para destrozar las estatuas en las manos. Destrozaban la carne con la misma facilidad. Puede que las estatuas no chillen, ni supliquen, ni hagan ruidos húmedos como borboteos, pero el chasquido de un hueso se acercaba mucho al chasquido de una piedra. Endi buscó con la mirada a su hermano y no le sorprendió ver su cara pálida. Su hermano no era tan fuerte como lo era él.
—Ya sé que es duro, Oli —dijo, mientras se oían más gritos de fondo—, pero debemos hacer lo que sea necesario si queremos hacer que Ishjemme sea fuerte. Si yo no hago las cosas crueles que deben hacerse, vendrán otros y harán cosas peores.
—Como… como tú digas, hermano.
Endi cogió a su hermano por los hombros.
—Por lo menos esto significa que ahora el camino está despejado para los proyectos de construcción. Tengo razón al pensar que las tierras de un traidor son una prenda, ¿verdad?
—Yo… yo pienso que hay precedentes —dijo Oli. Endi podía oír el temblor en su voz.
—Encuéntramelos —dijo Endi.
—¿Qué sucede con las familias de estas personas? —dijo Oli—. Algunos tendrán hijos. O padres.
—Haz lo que creas que es mejor para cuidar de ellos —dijo Endi—. Siempre y cuando puedas apartarlos del camino antes de que empiece el trabajo.
—Así lo haré —dijo Oli. Parecía pensativo por un instante—. Mandaré… mensajes a las escuadras enseguida.
—Procura que así sea —dijo Endi.
Observó cómo su hermano se marchaba a toda prisa, a sabiendas que Oli realmente no comprendía la necesidad de todo esto. Este era el lujo que conllevaba el saber que nunca tendría poder. Rika tenía el mismo lujo. Seguramente ellos dos habían sido los únicos de sus hermanos que nunca habían sido guerreros, que nunca habían tenido que lidiar con las duras realidades del mundo. Parte de la razón por la que Endi había hecho todo esto delante de Oli era para asegurarse de que su hermano aprendiera lo que hacía falta a veces.
Era por su propio bien. Era por el bien de todos. Con el tiempo lo verían y, cuando lo hicieran, se lo agradecerían. Incluso la bondadosa de Rika haría una reverencia y admitiría que todo lo que Endi había hecho era para bien. En cuanto a todos los demás, o aceptaban lo que era necesario hacer o…
Endi se levantó y escuchó el ruido de los martillos al caer un poco más. Al final, se lo agradecerían.