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22/07/20

La otra cara de la pandemia: la inseguridad

Si bien la inseguridad existió siempre, existe aún y más en época de crisis, hoy se recrudece ante las necesidades, el oportunismo o simplemente para obtener cosas materiales del otro/a y hacerlas finalmente propias con facilidad.

Al escuchar en los medios de comunicación, cada día que pasa, diversas noticias de inseguridad como cual cortina musical, ya naturalizada en nuestros oídos, me detengo en un hecho puntual de robo, violencia y muerte, que sucedió en la localidad de Quilmes (Provincia de Bs As), el 17 de julio de 2020.

Es el caso de un jubilado, de 71 años que al entrar delincuentes a su vivienda y ser brutalmente golpeado, toma su escopeta y hiere a uno de ellos (según relatos), pero, al escaparse los persigue y termina con la vida de uno de los mismos. Obviamente, está todo en investigación y el caso en manos de la justicia, pero, lo más lamentable, es que ambos son víctimas, uno al perder la vida y otro quién la hipotecó en el tramo final de la suya, a un alto costo a nivel económico, jurídico, familiar y social.

Surgen así, vecinos a favor y otros en contra, frente a la actitud de defensa, pero, ambos sectores no pueden ver, que lo que lo atrapa a ambos, es el propio sistema y el ejercicio de la ley escrita, que sin la misma, prevalecería la ley de la selva o un Darwinismo salvaje. La gente siente bronca, injusticias, rencores, cansancio, necesidades y es obvio, que hay menos tenor de tolerancia ante el mínimo amague de delincuencia, sin medir consecuencias, que a futuro cada quien, tendrá que acarrear.

Hasta aquí, un mero relato de uno de los tantos sucesos que se viven cada día en los distintos puntos del país.

Esto lleva a reflexionar, sobre nuestro rol social, analizando posibles falencias Institucionales, acciones personales y de conjunto, sintiendo empatía en cada situación en singular. Vislumbrar en perspectivas, consecuencias, confiar en la justicia esperando su intervención y decisión final.

Múltiples temores nos acechan, nos enfrenta en distintos niveles, como en el económico, el de la inseguridad, en el sanitario, en los propios, no es para nada bueno sentirlos o percibirlos siquiera.

Deberíamos, superar los opuestos, las dualidades, la polaridad, en una plena interacción superadora, que nos permita encontrarnos, con mayor equidad, solidaridad, justicia, y seguridad.

Deberíamos erradicar acciones que nos perjudiquen, y encontrar aquellas que nos auto conduzcan a abrir un camino más justo.

Donde todos aprendamos a recorrerlo y llegar a destino, con un panorama más amplio, donde todas las partes van en definitiva a incluirse y preservarse en la rutina diaria y en el conjunto social.