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El impacto: “Un día llegó el COVID-19 a la Argentina”

Transcurría marzo 2020, luego de un cálido verano y de unas vacaciones por el sur argentino, repleto de bellas fotografías, que quedarán por siempre en mí, iban llegando noticias a través de los medios de comunicación, oscuras y descocertantes de otras partes del mundo.

Un nuevo virus afectaba a la ciudad de Wuhan en el centro de China, ocasionando múltiples contagios y muertes por neumonía. Además, debates frente a la dicotomía sobre el origen del mismo, si era, de orden natural, o de índole químico, quedándonos así, dudas e incertidumbre, por un largo tiempo.

Desde occidente veíamos estos sucesos desde lejos, con curiosidad y preocupación, mientras miles de viajeros argentinos, paseaban por diversos puntos turísticos del mundo y trajeron indirectamente al virus, para que conozcamos a esta feroz fuerza viral. Esto se replicó en todas partes del planeta y así, esta situación, se transformó en posible pandemia.

Nos fueron invadiendo miedos, desazón, cambios bruscos de hábitos.

Llegaban noticias (que nos permitirían aventajar el mañana, ante las experiencias de otros lugares, frente a este fenómeno) Así... fue llegando el 19 de marzo 2020, dónde el Presidente Alberto Fernández (y su equipo de asesores) decreta la cuarentena plena, pensada para priorizar la salud de todos/as los argentinos/as y ganarle tiempo a este enemigo invisible, pudiendo así, acondicionar y mejorar cuestiones sanitarias (que pocos entendieron o algunos no quisieron entender) y sin polemizar sobre el tema, pienso, que el mundo entero no estaba preparado para tal conmoción.

Así, comenzaron días difíciles, para quienes viven solos, en familia, en hogares, geriátricos, refugios, en las calles, compartiendo, algunos los espacios del lugar donde residen.

Tal vez envueltos en soledad, con el temor de lo que pasará, cómo lo sobrellevarán con tantas dudas más.

Paulatinamente, el alejamiento y falta de contacto social, hicieron que las redes sociales, las video llamadas, las diversas plataformas digitales se transformaran en el contacto más estrecho con el otro, Así, se irían convirtiendo en el abrazo, la contención y la escucha, que para el momento que se está viviendo, esa imagen del ser querido (de los amigos, de los compañeros de trabajo, etc), serían finalmente, el retrato virtual de la” nueva normalidad”, algo así, como nuevas relaciones de afecto, acompañadas por emojis que “hablan con sus imágenes” de sentimientos.

De un día para el otro, todo cambió. El ritmo de vida, los horarios para determinadas cuestiones cotidianas...ahora...trabajan los esenciales aquellos relacionados con la salud, seguridad, farmacias, y centros de venta de alimentos.

Seguramente iremos pasando de una fase a otra en esta cuarentena, dependiendo del comportamiento viral y social.

Que complejidad debemos afrontar todos, el Estado, los representantes de la salud, de la seguridad, la sociedad en general. Había que definir el plan de lucha ante lo expresado por la Organización Mundial de la Salud que finalmente decretó, la pandemia.

El ritmo de vida, con la llegada del virus ya había comenzado a cambiar.

La rutina mutó y los espacios del hogar se volvieron más interesantes y compartidos para unos, más complejos o solitarios para otros. Fluyendo, una relación más interna con uno mismo y con el entorno. Fueron apareciendo en las comunicaciones virtuales, múltiples recetas para cocinar, ideas para redecorar espacios con elementos que uno tiene, consejos para sanitizar espacios, publicidades para cuidarnos ante posibles contagios, mayores ventas online, todo frente al lema “ quédate en casa”.

En este contexto, se va acarreando, no sólo en la Argentina, sino también en el mundo entero, posiciones enfrentadas. Sumadas a los medios de comunicación, sus controversias, a las diversas actitudes y respuestas que brindan los gobernadores de turno, en el contexto internacional y que claramente, ponen de manifiesto al espectador, en decidir del lado que elige estar. Ocasionando, de este modo múltiples debates y diversas posturas en el mundo social. El vivir en democracia lo habilita y también lo capitaliza.

Creo finalmente, que en los desacuerdos deberíamos recomponernos como una totalidad, incorporando de cada uno de nosotros, lo que es positivo. Ampliando nuestra visión e integridad social, encauzándola a la acción perfecta para el bien común.

Relatos de cuarentena

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