Читать книгу Voces contra la mediocridad - Noelia Hernando Real - Страница 10
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La gran esperanza del futuro está en que los teatros pequeños fertilicen a los grandes, en que Broadway sea fertilizado por Provincetown.
William Archer, Evening Post, 1920
En estos días en los que el teatro comercial parece dominar la escena, sea en Broadway, en el West End londinense o en la Gran Vía de Madrid, se antoja necesaria la reconsideración de cómo son los teatros pequeños los que siempre han luchado por renovar la escena y por mantener viva la experimentación teatral. Estos teatros son los que, sin apenas recursos, sin grandes estrellas, pero con mucho esfuerzo, escriben esa otra historia del teatro que no tiene luces de neón. El presente volumen, Voces contra la mediocridad:la vanguardia teatral de los Provincetown Players, 1915-1922, pretende llenar un vacío existente sobre un pequeño teatro, el de los Provincetown Players, que revolucionó la escena norteamericana de principios del siglo XX, primero en su teatro de Provincetown, en el cabo Cod, y después en el Greenwich Village neoyorquino. Este teatro, como ellos mismo dirían, pretendía –y consiguió– alzar la voz contra la mediocridad de los teatros grandes, contra el comercialismo de Broadway, y convertirse en un laboratorio donde crecería un teatro moderno puramente norteamericano.
Si bien es cierto que la historia de los Provincetown Players ya ha sido escrita, también lo es que el lector que no es angloparlante no tiene fuentes a las que dirigirse. Es por este motivo que la primera parte de este volumen se centra en la historia de los Provincetown Players. Para ello, en un primer capítulo se detalla el contexto cultural, social y político, ese germen del que surgiría esta compañía. Con posterioridad, los capítulos se suceden cronológicamente, desde sus orígenes en 1915 hasta su desaparición en 1922. Cada temporada se describe en profundidad, incluyendo las obras producidas, su recepción por parte de la crítica, así como el propio desarrollo organizativo del grupo y los inevitables enfrentamientos entre líderes que acabarían por dar muerte a la aventura teatral de los Provincetown Players.
El presente volumen bebe directamente de las historias ya escritas en inglés sobre los Provincetown Players. Además de las biografías y autobiografías de varios de los que fueron protagonistas directos, entre las fuentes se encuentran dos historias escritas por miembros del grupo: aquella escrita por Edna Kenton, que fue miembro durante el período retratado en este volumen, y que se publicó en 1997 a partir de sus manuscritos, y la que Helen Deutsch y Stella Hanau, agentes de prensa del Experimental Theatre, la compañía autoproclamada como heredera de los Provincetown Players, publicarían en 1931. Cabe destacar la inmensa labor llevada a cabo por Robert Károly Sarlós, el primer historiador de los Provincetown Players, cuyo volumen Jig Cook and the Provincetown Players: Theatre in Ferment (1982) es una fuente inestimable para los estudiosos de los Provincetown Players. Leona Egan, por su Provincetown as a Stage (1994), también es significativa para conocer en profundidad las dos primeras temporadas de los Provincetown Players. Asimismo, entre las reescrituras posteriores de esta historia, es más que reseñable la que Cheryl Black lleva a cabo en su The Women of Provincetown, 1915-1922 (2002). En este volumen, Black saca del olvido a las mujeres que trabajaron para la compañía: actrices, directoras, artistas, escenógrafas, costureras, dramaturgas y secretarias; todas y cada una de ellas merecían aparecer en la historia de los Provincetown Players, que, generalmente, y como mucho, solo había destacado a tres personalidades: Susan Glaspell, Eugene O’Neill y George Cram Cook. Brenda Murphy también ha resuelto con maestría el análisis de los Provincetown Players desde el punto de vista de la modernidad en su The Provincetown Players and the Culture of Modernity (2005), donde dedica una parte considerable del volumen a tratar las obras más experimentales del grupo: las obras de los Other Players, un grupúsculo surgido dentro de los Provincetown Players que incluía a los poetas modernistas estadounidenses más significativos de la época, como Alfred Kreymborg, Edna St. Vincent Millay, Djuna Barnes, William Carlos Williams o Wallace Stevens, entre otros.
Sin embargo, el presente volumen es novedoso también si se atiende a estas historias ya escritas en el mundo académico anglonorteamericano por incluir documentos que no aparecen en ellas, o que, si lo hacen, es de forma fragmentada. Parece fundamental que, para ser fiel a esta historia, haya que volver a los documentos originales, tales como la Constitución de los Provincetown Players, su manifiesto, las circulares que enviaban temporada tras temporada a sus subscriptores, así como su carta de despedida. No es solo en el tipo de obras que ponían en escena, sino en estos documentos, donde se palpa la que sentían que era su misión dentro de la cultura norteamericana, donde se siente la angustia de un teatro pequeño que lucha contra un gigante, y donde se ven las luchas de poder entre las personalidades más fuertes del grupo.
Este volumen también es novedoso por incluir la primera traducción al castellano de ocho obras. En la segunda parte de este volumen, se encuentra la traducción de una obra por cada temporada de los Provincetown Players, precedida de una breve introducción. Las obras seleccionadas pretenden dar una visión general de las diferentes corrientes, estilos y temáticas que encontraron un lugar en el escenario de los Provincetown Players. Puede que sorprenda al lector iniciado no encontrar ninguna obra firmada por Eugene O’Neill. Obviamente, debido a que el ganador de un Nobel de Literatura y del Pulitzer de Teatro ya ha sido magistralmente traducido al español, como en el caso de las traducciones de Ana Antón-Pacheco y de León Mirlas, y que sus obras se siguen viendo sobre los escenarios del mundo, se ha preferido familiarizar al lector con otros autores mucho menos conocidos. En cuanto a las obras seleccionadas para su traducción, debe subrayarse que no son meros retratos del teatro del siglo pasado, anacrónico y temporal, sino que estas obras hablan de realidades a las que el mundo se enfrenta hoy en día, desde los conflictos bélicos en Aria da capo, de Edna St. Vincent Millay, y en Herederos, de Susan Glaspell, hasta las difíciles relaciones entre el artista, su libertad y el mecenazgo en Cambia de estilo, de George Cram Cook, pasando por la reescritura del Sueño Americano en El cochecito de bebé, de Bosworth Crocker, por la crueldad de la vida en La partida, de Louise Bryant, o en Noche, de James Oppenheim, para llegar a la desesperación de aquellos que dependen de las drogas en Cocaína, de Pendleton King, o a la necesidad del individuo por definirse a si mismo, como es el caso de Al límite, de Susan Glaspell. De esta forma, se espera que, al poner estas obras al alcance del lector hispanoparlante, la historia de los Provincetown Players se siga escribiendo en español, en libros, en artículos y sobre los escenarios.