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Las frutas

Dada nuestra condición frugívora, la fruta constituye el alimento fisiológico por excelencia del ser humano. Los frutos garantizan el correcto aporte energético, vitamínico y enzimático, y son la base de una práctica depurativa primordial (el reposo digestivo). Todas las frutas son recomendables, debiéndose priorizar aquellasde estación, de la zona y maduradas naturalmente. Estas condiciones aseguran un correcto metabolismo, las menores pérdidas nutricionales y un marcado efecto depurativo.

Hemos experimentado en zonas tropicales, consumir más de una docena de bananas diarias, maduradas en la planta, sin advertir inconveniente alguno pese al exceso. No aconsejamos al lector que haga lo mismo con bananas maduradas en cámara; solo moderación y buena masticación permiten el consumo de este tipo de frutas, sin riesgos para la salud. O sea que deberíamos siempre privilegiar lo que la Naturaleza pone a disposición en nuestro ámbito de residencia.

Las frutas deberían ser nuestra principal fuente de agua, ya que la suministran en elevada proporción (80-93%) y con alto valor biológico (patrones electromagnéticos ordenados). Son ricas proveedoras de azúcares simples (fructosa, glucosa), aminoácidos, enzimas, vitaminas, minerales, oligoelementos, fibra (soluble como la pectina e insoluble), ácidos orgánicos (cítrico, málico, salicílico) y antioxidantes (carotenos, flavonoides, antocianinas como el benéfico resveratrol de la uva).

Si bien hay literatura exhaustiva al respecto [1], a modo de recordatorio para la despensa, podemos citar entre los frutos dulces: ananá, arándano, banana, caqui,cereza, ciruela, coco, damasco, dátil, durazno,frambuesa, frutilla, granada, higo, kiwi, lima, limón, mandarina, manzana, mango, melón, membrillo, mora, naranja, níspero, papaya, pera, pomelo, sandia, tuna, uva, zarzamora

En este grupo alimentario no hay contraindicaciones. Si bien todas las frutas tienen lo suyo en cuanto a riqueza nutricional y terapéutica, recientes investigaciones de nutriterapia para el cáncer, recomiendan especialmente aquellas evidenciadas en negrita. Esto se debe a su particular riqueza enfitoquímicos (principalmente polifenoles) anti cancerígenos y enzimas depurativas.

No habiendo disponibilidad estacional de fruta fresca, la despensa debe tener buena reserva de frutas deshidratadas o pasas. Nos referimos a arándano, banana, ciruela, coco rallado, damasco, dátil, durazno, higo, pasa de uva, pera o combinaciones artesanales como el mix tropical (mango, papaya, banana, naranja) o el mix de frutas de bosque (frambuesa, zarzamora y arándanos).

En estos casos, debemos optar siempre por los deshidratados naturales, evitando decididamente los glaseados, que se elaboran con fuerte adición de azúcares refinados industriales (el caso de los medallones de ananá). Si contamos con un deshidratador hogareño (eléctrico o solar), en épocas de abundancia y bajo precio, podremos hacer nuestras propias frutas pasas muy fácilmente, tal como explicaremos en el próximo capítulo.

[1] Ver libro “El valor nutritivo y curativo de las frutas” de Víctor Bianco.

CONSUMO DE FRUTAS

Para aprovechar al máximo su riqueza enzimática y nutricional, siempre conviene consumir las frutas crudas y enteras. De ese modo evitamos desperdiciar nutrientes o degradarlos (oxidación). Además estimularemos el saludable proceso de la masticación (clave en los niños para estimular el correcto desarrollo dentario) e insalivación. Esto es importante sobre todo en frutas amiláceas como la banana.

También podemos consumir fruta en forma de jugos. Dado que la extracción de jugos implica pérdida de sustancias útiles, conviene limitar este uso a jugos depurativos o a tratamientos terapéuticos específicos (dieta líquida). Un ejemplo depurativo sería el jugo matinal en ayunas, que podría combinar frutas y hortalizas (manzana, apio y zanahoria). No olvidemos que al hacer un jugo estamos “ refinando” la fruta, al privarla de importantes compuestos sinérgicos, como la fibra, la cáscara...

En este sentido es siempre preferible el licuado, dado que así se preservan y consumen todos los componentes. Los licuados pueden realizarse con agua, leches de semillas o agua enzimática, tal como veremos en el capítulo final. También permiten la inclusión dehojas de hortalizas, generando los apreciadosbatidos verdes, excelente fuente de clorofila.

Esto o la adición de jugo de clorofila al licuado, resulta un método ideal para reintroducir el instinto y la atracción por vegetales de hoja, hacia los cuales el desorden corporal induce un progresivo e innatural rechazo. Esta carencia lleva incluso a la pérdida de la fisiológica capacidad de procesamiento, a causa del crónico desorden metabólico. En el próximo capítulo veremos más sugerencias sobre licuados vitalizantes y saciantes.

También es importante el consumo de las cáscaras comestibles, dados los riquísimos nutrientes allí concentrados (pectinas, antioxidantes, vitaminas). Si desconocemos el origen de la fruta, una buena precaución es lavarlas con agua bicarbonatada (una cucharadita de bicarbonato por litro de agua) para eliminar posibles sustancias químicas adheridas a la cáscara. También podemos lavarlas con jabón blanco. Como vimos, muchos dicen no consumir frutas porque son fumigadas, mientras comen alimentos fuertemente sometidos a tóxicos químicos. Además, justamente la cáscara de frutas es rica en protectoras sustancias quelantes (depurativas), como la pectina.

En el caso de frutas pasas, siempre debemos lavarlas y enjuagarlas cuidadosamente antes del consumo, aunque las hayamos hecho en casa, pues el mismo proceso del secado puede aportar sustancias inconvenientes (polvo, insectos, etc). Aquí también puede usarse el agua bicarbonatada. Entonces, previo al consumo de las pasas, hidratarlas o activarlas, al menos durante media hora; de lo contrario, el proceso de hidratación se realizará a expensas de nuestras secreciones digestivas. También es válida la recomendación de una buena masticación.

La fruta es un elemento ideal para desayunos o meriendas, ingestas que pueden enriquecerse con el aporte de semillas activadas. Al ser nuestro alimento más fisiológico, lo procesamos con rapidez y por ello no conviene “frenar” su tránsito con alimentos de digestión más lenta, cosa que ocurre cuando ingerimos la fruta como “postre”. Dicho freno genera fermentaciones y gases. En este sentido, es mejor ingerir la fruta como aperitivo, experiencia por demás recomendable; en esta secuencia, la fruta estimula las condiciones digestivas para el alimento más denso que ingresará luego.

A nivel culinario, pueden hacerse sencillas mermeladas caseras, ancestral tradición propia de momentos de abundancia estacional de frutas. En el capítulo final veremos cómo hacermermeladas crudas. En cierto modo, eso eran los dulces al sol, de antigua tradición serrana. En época de cosecha de duraznos o damascos, se los hacía puré, se los extendía en finas capas sobre bandejas y se los concentraba (deshidratado) exponiéndolos al intenso sol veraniego. Ahora disponemos también de los deshidratadores hogareños, que permiten hacer esto en cualquier momento del año, en forma más sencilla y controlada. De todos modos, es siempre preferible el consumo de la fruta fresca.

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