Читать книгу El amor y la sexualidad - Omraam Mikhaël Aïvanhov - Страница 8
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EL ESPÍRITU Y LA MATERIA: LOS ÓRGANOS SEXUALES
Llega ahora una nueva cultura, una cultura universal de la colectividad, de la fraternidad; los hombres del mundo entero formarán una familia aprendiendo a comprenderse, a amarse. Cuando hablo de formar una familia, no significa que todos deban acostarse en la misma cama o en el mismo dormitorio, no, sino para trabajar, para cantar, para meditar, para orar, ¡es magnífico estar juntos! 23
La naturaleza ha puesto en cada ser el instinto de huir de la soledad como si fuera una cosa penosa, terrible; esto está bien, pero hay que conocer el mejor método para escapar de la soledad. ¡Cuántos muchachos y muchachas jóvenes no han resuelto este problema! Se sienten muy desdichados porque quisieran un compañero para cantar a dúo, pero no lo encuentran, entonces decaen, se desecan. ¿Pero por qué se han metido en la cabeza la idea de formar a toda costa este dúo de una manera puramente física? ¿No pueden hacerlo de otra manera? Hay tantas maneras de escapar de la soledad. ¿Por qué siempre tiene que ser según las antiguas tradiciones: poseer a alguien?
La mujer sobre todo tiene esta tendencia: la posesión; quiere tener algo en las manos, al menos un hijo. Ve que el hombre se le escapa siempre, que no puede retenerle, y se aferra a su hijo. Como es muy pequeño y necesita su protección, es feliz porque puede cuidarlo. Pero en cuanto crece, él también se le escapa y se siente de nuevo desdichada, porque finalmente, no posee nada. Esa necesidad de posesión en la mujer lo complica todo. Diréis: “Y el hombre, ¿no quiere poseer?” No, él quiere gozar – dicho de forma grosera – en el plano físico; para él la posesión consiste en aprovecharse y luego huir. Mientras que la mujer piensa primeramente en encadenar al hombre, y después le gustaría darle todo el resto. El hombre dice: “No te preocupes, después se solucionará todo, probemos primero eso...” Pero la mujer no es tonta, sabe que una vez él haya probado, se irá; por eso dice: “No, primero pon una firma aquí”, y le obliga a firmar un contrato, a adquirir un compromiso.
Todas las manifestaciones del hombre y de la mujer, todos los misterios que representan su vida física, afectiva, moral, intelectual, tienen su origen, sus raíces en lo que se llaman “las partes íntimas”. Estos órganos representan un resumen del hombre y de la mujer. Cada uno se pasea pues con su resumen sin saber que allí se puede descifrar todo, ni siquiera las estructuras geométricas, las funciones de estos órganos explican las cuestiones más filosóficas. En efecto, llevan consigo todas las riquezas, todas las llaves sin darse cuenta nunca de que son ricos, que poseen la ciencia, los criterios, todo, ¡es increíble!
Es propio de la naturaleza de la mujer amasar, retener, mientras que el hombre es gastador por naturaleza. Todo el mundo lo ha notado, pero no se sabe cuál es el origen. En realidad, está muy claro, pero los humanos no han hecho ninguna comprobación. El carácter de la mujer, el carácter del hombre se explican a través de la forma de sus órganos sexuales. La mujer es posesiva, porque si no fuera posesiva, no habría creación; su papel consiste en recoger, retener, preservar, conservar. En Bulgaria decimos: “Debido a que la mujer amasa, hay muchas reservas en la casa...” Por supuesto, también hay mujeres gastadoras, pero en este caso, no son verdaderas mujeres, son hombres disfrazados. Es pues por una razón bien determinada que la Inteligencia cósmica ha dado a la mujer la propiedad de atraer y de retener: no es necesario que disperse, de lo contrario, no tendría hijos. Mientras que si el hombre malgasta, no es grave, todavía queda materia prima. Se necesitan muchos granos, muchas semillas para recolectar un pequeño puñado. La naturaleza ha comprendido que el hombre debe ser generoso para que se produzca al menos un nacimiento, si no, todo quedaría dispersado o caería en suelo improductivo. Mientras que si la mujer fuera tan generosa como el hombre, significaría la esterilidad; por eso guarda preciosamente lo poco que pueda llegarle.
Esta disposición física de amasar y conservar que ha sido dada a la mujer, se encuentra también en su carácter, en un grave defecto: los celos. Tomad el caso de los reyes, y sobre todo de los sultanes... ¿Qué pasaba con sus mujeres, con sus favoritas? Todas las mujeres que estaban allí a su alrededor, en la corte, o en el harén, estaban animadas por el deseo de acaparar al rey, al sultán, de ser las primeras, las favoritas, las amadas. Y para conseguirlo, no ahorraban esfuerzos, incluso llegaban a calumniar, a conspirar. Había una lucha implacable entre esas mujeres: a quién debía poseer el soberano. ¿Y por qué poseerlo? Porque eso tenía ventajas; la mujer se sentía halagada de haber sido elegida y de que la mirada del sultán hubiera recaído sobre ella. ¡Ah! Entonces se colmaba ahí una laguna, un deseo, un anhelo eterno era satisfecho. Por eso, para vencer a las otras, eran capaces de utilizar cualquier medio. Diréis: “Si, ¡pero eso sucedió en el pasado, entre los Turcos!” Ah, ¿y en Francia, no sucedió lo mismo? La historia está llena de intrigas de este género. ¿Y los reyes de Francia? Luis XIV, Luis XV... Por todas partes, todos esos Luises que brillaban, ¡cuántas mujeres querían capturarlos!
Es natural que la mujer siempre quiera ser un trofeo para un hombre que se precie. Pero lo que es terrorífico en ella, es que no acepta que las otras tengan las mismas ventajas, los mismos favores. Hace todo lo que puede, no para vencer este defecto, sino para amplificarlo. Las mujeres no pueden vivir sin celos; los celos las atormentan, pero no pueden vivir sin ellos. Se diría que, sin celos, no tienen estímulo, y se aburren. Mientras que los celos las empujan a realizar actividades clandestinas, ¡y entonces aquí la vida les parece apasionante!
La mujer siempre tiene tendencia a envidiar las ventajas que poseen las otras mujeres para llamar la atención y ser admiradas. Y no existe, por así decirlo, una mujer que os perdone haber dado un poco de ternura y de amor a otra que no sea a ella; se sentirá furiosa, rebuscará todas las leyes de la moral y de la justicia para que os condenen. Pero si es ella la destinataria de vuestra ternura, oh, entonces es diferente, es normal, es justo, es irreprochable. Cuando una mujer está furiosa contra un hombre, a menudo es porque él no le ha dado lo que esperaba porque se lo ha dado a otra. Cuando una joven detesta a un muchacho, sabed que es porque ha besado a otra, cuando deseaba que la besara a ella. Es un análisis cruel, diréis; no, es un análisis impecable. ¿Qué mujer se siente desdichada por ser amada? Ella no pide, no espera más que eso. Y si el hombre prefiere a otra, ampliará y exagerará sus más pequeños actos y gestos para que él sea acusado, condenado, casi asesinado. He ahí porque las mujeres deben trabajar con la generosidad y aprender a alegrarse de la felicidad de las otras.
Ahora, vamos a abordar un aspecto más filosófico de este tema de los órganos sexuales del hombre y de la mujer.
Si el mundo invisible actúa a veces sobre ciertas criaturas imponiéndoles límites y restricciones, es para despertar en ellas la voluntad y el deseo de vencer, de liberarse.24 Como la pólvora: la limitáis, la comprimís, y cuando la encendéis, lo hace saltar todo por los aires... Pero si le dais espacio, aunque la encendáis, ¡hará off!, nada más. Si el hombre vive en la comodidad, eso es lo que hará en su existencia: ¡off! nada más. Pero si es comprimido y sufre, hay en él algo que se alegra, es su espíritu, porque se esforzará en salir de sus límites. El hombre sufre y lloriquea, pero el espíritu se regocija. Ese mismo fenómeno se produce en las relaciones entre el hombre y la mujer. ¿Por qué el hombre quiere ser limitado, apretado, presionado durante el amor? Porque hay en él algo que se regocija. Si la mujer le diera un espacio ilimitado, no sentiría nada.
Nunca habéis reflexionado sobre estas cosas e imagináis que lo conocéis ya todo en este campo. A mí, no son las manifestaciones físicas las que me interesan, sino lo que hay detrás: el aspecto filosófico, profundo, divino que está escondido detrás de estas manifestaciones. Es siempre la mujer la que debe envolver al hombre; ella se pone alrededor suyo como una cerca, mientras él está perdido en alguna parte en el espacio, como el espíritu que está enterrado en la materia. ¿Por qué la materia debe siempre envolver al espíritu? Aquí tampoco los humanos han comprendido nada. Toda la filosofía de la creación, – las relaciones del espíritu y la materia – se encuentran escritas en estos órganos que todos poseen y que utilizan día y noche sin comprender. ¡Debemos tratar de comprender!
Los humanos están sumergidos hasta el cuello en el amor físico; día y noche no hacen más que eso, pero sin jamás comprender las verdades más sublimes contenidas en este acto, porque no tienen ni el tiempo ni la lucidez para comprender: están inmersos en un mar de sensaciones. Mientras que aquellos que no practican, tienen tiempo para comprender lo que los otros practican. ¿Cómo es posible que yo haya tenido tiempo para comprender los más grandes misterios de la creación?...
Bonfin, 8 de agosto de 1963.
II
¿Por qué el hombre y la mujer se buscan? – ¿Por su cuerpo físico? No, sino para recibir algo distinto, sutil y vivo que se llama amor. Y cuando lo han recibido, son felices, se sienten colmados. Si tuvieran verdaderamente necesidad del cuerpo físico, deberían cortar un pedazo de éste para comerlo, beberlo. Pero como el cuerpo físico queda intacto, es pues solamente que, a través de él, extraen algo, una emanación, un fluido. Ya veis, no están iluminados, no saben ni siquiera lo que buscan... Si fuera verdaderamente el cuerpo físico, ¿por qué queda intacto después de haberse saciado?
En realidad, con su cuerpo físico el hombre y la mujer son simples conductores, conductores del Cielo o del Infierno. Por esto se puede llegar a esta conclusión: con los mismos órganos, los hombres y las mujeres pueden remover el Infierno o alcanzar el Cielo, eso depende de lo que hay en su cabeza o en su corazón, nada más. Estos órganos no están determinados. Con un cuchillo, por ejemplo, podéis herir a alguien o incluso matarlo, y con el mismo cuchillo, podéis liberar un prisionero de sus ataduras, podéis operar a un hombre en peligro y salvarle. De la misma manera, los órganos sexuales no están determinados solamente para el bien o para el mal, eso depende de vosotros. Con vuestro contacto, podéis manchar a alguien, contaminarlo, o podéis salvarle, todo depende de lo que hay en vuestro corazón, en vuestra alma.25 Por eso, con la misma mujer, con el mismo hombre que tenéis en vuestros brazos, podéis alcanzar el Infierno o el Cielo, remover allí todos los diablos, que no os dejarán ya tranquilos, que os picotearán y os saquearán, o bien los ángeles, las entidades celestiales. He ahí temas en los que no se piensa. Se hace todo ciegamente, automáticamente; se tiene necesidad de hacerlo, es necesario hacerlo y no se reflexiona, no se piensa que detrás existe toda una ciencia, una ciencia prodigiosa. El Cielo nos ha dado estos órganos para un trabajo, están predestinados para realizaciones fantásticas, pero por el momento, sólo se emplean para dañarse y remover las regiones astrales.
¡Cuántas cosas se podrían decir todavía sobre este tema! Es un campo rico, vasto, esencial. Sí, esencial, ya que la vida viene de allí. Y en lugar de ganar vida, se malgasta la vida. Os dejaré ahora que meditéis sobre este tema, y tal vez hagáis descubrimientos. Yo no puedo decíroslo todo. No se me permite decíroslo todo. Son verdades tan sagradas, que si se os dan así como así, de cualquier manera, ello podría ocasionar consecuencias extremadamente desagradables. Si no estáis evolucionados, si no tenéis el más alto ideal, incluso la verdad puede causaros graves perjuicios. Cuando se recibe una verdad sin estar bien preparado para ello, nos obsesionamos y no hacemos más que pensar en eso, sin poder utilizarla, y eso es peligroso.
Pero añadiré aún algunas palabras que podrán seros muy útiles. Un día, una joven vino a verme para hablarme de un problema que le preocupaba. Se sentía muy desgraciada, porque en todos los objetos que encontraba, no veía más que la imagen del sexo masculino, y mientras más luchaba contra esta imagen, más se obsesionaba; no sabía cómo liberarse de ello.
Le dije: “Escuche señorita, esto no es tan espantoso. Desde el comienzo del mundo, muchas mujeres se han encontrado, en ciertos períodos de su vida, en el mismo caso que usted. Y los hombres también pueden ver ciertas formas del cuerpo de la mujer. Eso no es una desgracia, no hay razón para desesperarse. Pero lo malo, es que nadie le haya dicho que esto era normal, ni nadie le haya enseñando a comprenderlo correctamente, y he aquí porqué ahora está en este estado. Es la naturaleza la que ha dado una imaginación a los chicos y chicas para hacer que se muevan, busquen y trabajen, sino esto sería el fin de la humanidad. Pero como han recibido una educación extraña, muchos deterioran su salud. Mire lo que debe hacer, voy a darle un consejo y se va a curar... y no solamente curar, sino hacer grandes progresos espirituales. Mire, es muy simple.
“¿Qué representa esta imagen que ve por todas partes? Sólo el principio eterno, activo y dinámico del Padre Celestial, el principio espiritual que creó el mundo. Esta imagen es pues un estímulo creado para llevarla hacia una realidad poderosa y maravillosa. ¿Por qué entonces, en el momento que esta imagen aparece ante usted, no se une al Padre Celestial? Algunos minutos después, habrá olvidado el punto de partida y gracias a esto, será proyectada a las regiones sublimes. Eso es, en vez de desesperarse, hay que utilizarlo todo. El lado malo en este asunto, es quedarse con esta imagen y perder la cabeza, en lugar de utilizarla para subir muy alto y muy lejos. He ahí el verdadero peligro...” Y os lo repito ahora para todo el mundo: en la naturaleza las cosas son simples, son los humanos quienes lo complican todo y enferman. ¿Qué hay de malo en estos órganos? ¿Sabéis al menos cuánto tiempo ha tardado la naturaleza en crearlos?... ¡Qué sentido profundo contienen, qué belleza! Toda la vida está allí contenida. Entonces, ¿por qué debéis destruir la obra de Dios, reemplazar todo este esplendor por vuestras divagaciones personales? “Sí, pero para ser puro, diréis, no hay que pensar en esas cosas...” Pero ¿dónde está vuestra pureza, desde el momento que os oponéis al orden de la naturaleza? Siempre os han aconsejado luchar contra la fuerza sexual, pero aquí damos otros métodos: consisten simplemente en saber encontrar la belleza y la inteligencia que existe en cada cosa.
Actualmente, la gente rechaza todas las reglas, pero mostradme a alguien que se haya liberado actuando así. El nuevo método, mis queridos hermanos y hermanas, es fácil e inteligente: no provoca ni conflictos, ni tensiones, ni desequilibrios, y aplicándolo, nos maravillamos constantemente al ver cómo la inteligencia de la naturaleza ha creado los órganos del hombre y de la mujer, porque reflexionando nos remontamos hasta el origen de las cosas; gracias a este método, nos sentimos tan bien armonizados, iluminados y calmados, que ardemos en deseo de derramar todo este gozo sobre el mundo entero. Así es como se puede evolucionar en lugar de amargarse como la mayoría de la gente, que no han logrado solucionar sus problemas sexuales. Cuando me comprendáis, toda la creación, todas las criaturas os proporcionarán alegrías inauditas, en todas partes sólo veréis el esplendor de Dios y viviréis en la pureza puesto que no pediréis nada más, únicamente distribuir esta alegría que desborda de vosotros.
Vidélinata (Suiza), 22 de marzo de 1975
23 Acuario y la llegada de la Edad de Oro, Obras completas, t. 25, cap. II: “La llegada de la Fraternidad”.
24 La libertad, conquista del espíritu, Col. Izvor n° 211, cap. VII: “Limitarse para liberarse”.
25 Los dos árboles del Paraíso, Obras completas, t. 3, cap. IV: “El poder mágico de los gestos y de la mirada”.