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¿Quiénes son los nuevos antropólogos mexicanos?
ОглавлениеLuis Reygadas*
¿Qué sabemos de los nuevos antropólogos1 mexicanos? ¿Qué características tienen las nuevas generaciones de profesionistas en este campo? ¿Cuántos son? ¿En qué trabajan? ¿Cuáles son sus condiciones laborales? Sabemos muy poco acerca de ellas y ellos. Tenemos más información sobre los antropólogos que se formaron hace más de medio siglo, porque eran muy pocos y algunos de ellos son muy conocidos. En los 18 años transcurridos entre 1950 y 1967 sólo se titularon en México 42 antropólogos, 29 de ellos de licenciatura y 13 de maestría, todos en la Ciudad de México.2 Basta mencionar los nom bres de algunos para darse una idea de quiénes eran: Ángel Palerm, Ricardo Pozas Arciniega, Rodolfo Stavenhagen, Guillermo Bonfil, Margarita Nolasco, Mercedes Olivera, Andrés Medina, Salomón Nahmad, Enrique Valencia, Luz María Martínez Montiel y Roger Bartra. En contraste, una lista de los antropólogos graduados en México entre 2000 y 2017 tendría que incluir a alrededor de seis mil personas, formadas en más de 50 programas de licenciatura, maestría o doctorado que operan en 19 entidades federativas.3
Indagar sobre las nuevas generaciones de antropólogos es una ventana para observar las transformaciones recientes de la antropología mexicana. Este capítulo intenta aportar al conocimiento de esos miles de nuevos antropólogos y antropólogas, mediante información referente a los programas en que estudiaron, el tipo de trabajo que realizan, las condiciones laborales que enfrentan y los ingresos que perciben. Para ello se apoya en datos provenientes del Catálogo histórico de tesis en antropología social realizadas en México (Red MIFA, 2018, de aquí en adelante el Catálogo) y de la Encuesta sobre la práctica profesional y las condiciones de trabajo de los antropólogos en México (CIEPA-CEAS, 2016, de aquí en adelante la Encuesta). Esa información sugiere que en la actualidad el gremio antropológico en México es numeroso y muy diverso, que las condiciones laborales y salariales de las nuevas generaciones están marcadas por la desigualdad y la precarización.
La precariedad laboral y la inseguridad en el empleo no es algo exclusivo de la antropología, es un problema que afecta a la mayoría de los profesionistas jóvenes de México y de muchos otros países (Mora y De Oliveira, 2012 y 2014; De Oliveira, 2009). Es una situación que tiene que ver con cambios demográficos, con la masificación de la educación superior y con la devaluación de las credenciales educativas, así como con políticas neoliberales de flexibilización del mercado de tra bajo, lo mismo que con políticas públicas de educación, ciencia y tec nología que han implicado el estancamiento en la creación de puestos de trabajo estables con buenas condiciones de trabajo, además de la estratificación de los trabajadores académicos por la segmentación que generan el Sistema Nacional de Investigadores y los sistemas de estímulos vinculados con la productividad individual (Krotz, 2011). Además de estos aspectos generales, comunes a muchas profesiones, hay particularidades en el ejercicio de la profesión antropológica en México, en especial su consolidación y expansión en las últimas cinco décadas. Hace 50 años apenas había unas cuantas decenas de antropólogos en México. De ser una ocupación inusual, practicada por unas cuantas personas, muchas de ellas de clase media o alta, que estudia ban en dos o tres instituciones en la Ciudad de México, se convirtió en un gremio integrado por miles de profesionistas, con orígenes so ciales diversos, con decenas de programas de formación en diversas partes del país. La antropología en México experimenta una crisis de éxito: atrajo a miles de estudiantes, pero no se crearon suficientes pues tos de trabajo para las nuevas generaciones de egresados. A esto hay que agregar la tendencia hacia la “academización” de la formación antropológica (Sariego, 2007), que privilegia la enseñanza de aspectos conceptuales e históricos de la disciplina, que son útiles en la docencia y la investigación, en detrimento del aprendizaje de dimensiones prácticas y metodológicas que pueden ser valiosas para la resolución de problemas y la aplicación de la antropología en diversos campos laborales.