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ОглавлениеJhesús, María, Joseph. Muerte, juycio, ynfierno y gloria. Dedicados a Christo en la Cruz. Del ynfierno. Discurso tercero.
El primer bloque de la obra está formado por 108 octavas —si bien con alguna irregularidad en el cómputo métrico, tal como se señala en la edición— que constituyen un sermón moral en torno a la contraposición entre la redención y la visión escalofriante del infierno, a través de un recorrido que se detiene en los aspectos más sórdidos de la condena del ser humano al castigo eterno.
El poema se inscribe en la tradición escatológica cristiana, concretamente en las denominadas cuatro postrimerías, quattuor hominum novissima, que determinaban los cuatro instantes finales en la vida del hombre sobre los que se debía meditar: mors, iudicum, infernus et gaudia coeli.
El modelo tridentino revitalizó este tópico de la cultura religiosa a través, sobre todo, de la obra de Laurentius Cuperus Anthropon eschata quattuor hominum novissima (1585). En él se recogía una reflexión en torno a las cuatro etapas que culminan la vida a partir de la imagen del Cristo Crucificado: la decadencia física y la agonía, el juicio particular, la opción entre el cielo y el infierno, y, finalmente, la contemplación de la divinidad.
La pieza que presentamos a continuación corresponde a la tercera etapa, el infierno, sin duda la más llamativa desde la perspectiva de la creación artística y literaria, como puede comprobarse a través de prácticas culturales que van desde la danzas de la muerte medievales a su recreación por parte de diversas corrientes pictóricas —de Hyeronymus Bosch y Pieter Brueghel a Valdés Leal—, sin olvidar el género poético de los sermones morales tan del gusto del Barroco.
Como apuntamos en la introducción, el poema podría ser atribuido a Calderón. Proponemos esta posibilidad a partir de tres evidencias:
• Las coincidencias observadas tras comparar la letra del manuscrito con los autógrafos conservados del dramaturgo;
• la relación personal entre el escritor y el marqués fue intensa, hasta el punto de que, como indicamos (vid. Supra pp. 37-38), el noble valenciano no duda en calificarla como “amistad”. De sus palabras se desprende que entre ambos debió existir una relación epistolar fluida;
• existe en la obra calderoniana el antecedente de un texto de similares características, el Discurso métrico-ascético sobre la inscripción ‘Psalle el Sile’ que está grabada en la verja del coro de la Santa Iglesia de Toledo, de 525 versos, con diversidad de metros —cuartetas asonantadas, cuartetos, tercetos, décimas— y una presencia relevante de octavas.
El autor utiliza el modelo de la octava rima —ABABABACC— para enmarcar una larga exposición didáctico-moralizante, como corresponde a un género poético que las preceptivas habían señalado como idóneo para tal fin.
En efecto, en todas ellas se destacan las siguientes características:
• Es una estrofa «muy a propósito a las comedias / para razonamientos y oraciones» (Juan Díaz Rengifo, Arte poética), lo que confirmó Lope de Vega en su Arte nuevo al oponerla al romance para las «relaciones» («las relaciones piden los romances / aunque en otavas lucen en extremo»). Se trata, por tanto, de un esquema métrico adecuado para los extensos discursos especulativos, en los que es conveniente introducir secuencias dialógicas, como sucede en el caso que nos ocupa, a través del estilo directo.
• Juan de la Cueva (Exemplar poético) destaca su versatilidad, pues «a todo se acomoda, y en su canto / parece bien, guardando propiamente / el decoro, que en ella importa tanto». La mención del «decoro» se ajusta al contenido moral considerado como genuino de la octava, incluso en su dimensión ejemplificadora y didáctica, según recomienda Díaz Rengifo: «Han de rematar la octava con alguna sentencia, o dicho que dexe con sabor, y gusto al que la lee» (Cap. LIV, 59).
• La octava real pasará a ser la estrofa preferida de la épica culta y, por ende, habrá de ajustarse al «estilo sublime», lo que exigirá un lenguaje y un ornato poético que se manifestará en la selección de los tópicos temáticos y de los recursos más elaborados («Palabras sublimes me son a mí aquellas, que en su significación demuestran cosa grande, como Dios, Ángel, Sol, Luna, Mundo, o que son compuestos de sýllabas hinchadas, como trompa, campo, ronco», Juan de Guzmán, Primera Parte de la Rhetorica), lo que llevará a un estilo excesivo en su manierismo en autores como el que nos ocupa.
Así pues, la octava fue desde el Renacimiento el formato habitual de la épica, tanto en su vertiente religiosa como profana. En el Barroco su uso se extendió a los poemas mitológicos (el Polifemo de Góngora), y encontró cabida en la escritura teatral como expresión de determinadas situaciones dramáticas.
En la época en que se escribió la pieza siguiente, sin embargo, su uso era ya muy limitado, tanto en el ámbito poético como en el teatral. Basten algunas muestras de escritores valencianos de la época para confirmarlo.
En lo que se refiere a la poesía, en un certamen académico como la Academia de las señoras (1698), presidida por Ladrón de Pallás y José Ortí y Moles y redactada por este último, solo aparecen cuatro octavas.
Más ilustrativos son los datos en los textos teatrales: en la obra de Ortí y Moles Aire, tierra y mar son fuego solo aparece una octava; su presencia en la obra de Alejandro Arboreda apenas sobrepasa el 1%;1 y en la de Manuel Vidal i Salvador únicamente se utiliza en una comedia, El sol robado de un ciego y el panal en el león, y además desde una perspectiva paródica, pues es el metro elegido para una escena entremesil entre los graciosos, lo que demuestra hasta qué punto se habían desvirtuado sus rasgos originales.
El contenido de la pieza se nutre de la literatura religiosa, tanto de la Biblia —Antiguo y Nuevo Testamento—, como de los comentarios de los padres de la Iglesia, sobre todo de San Gregorio, recogidos, sin duda, en los manuales de citas, habituales en la época, que organizaban tematológicamente las referencias. Dichas citas aparecen en el manuscrito en los márgenes de cada estrofa, práctica frecuente en las obras de esta índole, como puede observarse en los autos sacramentales de un coetáneo del marqués, Manuel Vidal i Salvador, en cuyos manuscritos aparecen anotados los diferentes mensajes de autoridad sobre los que se cimenta una escena.
En el caso que nos ocupa, la obra de referencia fue una de las polianteas más famosas de la época, utilizada profusamente por los escritores desde su aparición a comienzos del siglo XVI: la Polyanthea del dominico Nanus Mirabellius, editada por primera vez en 1503. Frente a otros tratados de miscelánea erudita, esta tenía un carácter enciclopédico y, además de las citas de autores clásicos grecolatinos, poseía un gran peso la literatura doctrinal y la historia sagrada, por lo que se adecuaba perfectamente a los objetivos del autor. La poliantea consultada pudo ser la original o, con mayor seguridad, las sucesivas ampliaciones, tanto la de 1573 y 1585 de Francisco Tortius y Bartholomeus Amantius, como la de Iosephus Langius en 1598, con numerosas reediciones posteriores.
El tratamiento del tema se vertebra a través de una tonalidad imprecatoria a partir de la cual se simultanean la exposición y advertencia moral, centradas ambas en la idea del pecado, de la posibilidad de redención con el sometimiento a la voluntad divina y de la amenaza del castigo eterno. Este último aspecto es el que ocupa la parte central de la composición, con dos núcleos articuladores de la materia literaria.
En primer lugar, el recorrido por la geografía infernal, a partir de la octava 35, «el reyno en reynos dividido», a través de sus «cuatro estancias», situado «En las duras entrañas de la tierra / por coraçón, por alma de su centro», idea presente en la tradición literaria y religiosa, como resumen estas palabras de Melibea: «a ti que los cielos, mar y tierra, con los infernales centrales obedecen» (La Celestina, Auto X). Esta panorámica del averno recoge los tópicos asentados en una larga trayectoria figurativa, que parte de Luciano y su Diálogo de los muertos, y de Virgilio en su Libro VI de la Eneida, y se proyecta en la literatura moderna a partir de la obra de Dante. A diferencia del tratamiento del tema en autores como Quevedo, en los Sueños, la carga satírica y de crítica social queda aquí difuminada tras el efectismo de las imágenes.
El segundo núcleo argumental, cuyo comienzo se sitúa en la octava 54, es el relato apocalíptico, centrado en las descripciones de monstruosidades, plagas y demás castigos que asolaron el mundo.
Tanto el periplo infernal como el tributo a la escatología responden a una visión hiperbólica e icónica, muy del gusto barroco, que se recrea en el detallismo para ofrecer un paisaje del horror (término muy repetido) que determina la creación poética hasta convertirla en una enumeración de imágenes impactantes, canalizadas por el estilo estridente barroquista hacia su función doctrinal.
La arquitectura formal es heredera del desbordamiento estilístico del Barroco; el alarde inventivo basado en la variedad y en la amplificación constante, cuyo resultado es un texto en el que el mensaje moralizante, esencial en sus principios doctrinales, se expresa por medio de la «libertad de ingenio», esa norma sobre la que se fundamenta la poética de la época.
Las octavas más representativas de la composición evidencian una estructura simétrica por medio de la pausa fuerte que divide la estrofa por la mitad. Este modelo constructivo, de raíz gongorina, afecta a la disposición de los recursos formales que canalizan la exposición conceptual, hasta lograr una creación que sintetiza los dos polos aparentemente opuestos de la poesía barroca: un entramado argumental lógicamente definido a través de premisas y sentencias que conducen hacia las claves didáctico-moralizantes del poema; por otra parte, los efectos impresionistas del despliegue y acumulación de técnicas artificiosas —el estilo más sublimen según la preceptiva de Gracián—, que persiguen el asombro basado en el alarde de inventiva.
En esta línea, las fórmulas simétricas y de equivalencia, como los esquemas bimembres, los paralelismos continuados, las estructuras distributivas y las correlaciones, las enumeraciones argumentativas, la presencia de las imágenes metafóricas y comparativas, la suspensión del significado por los desplazamientos y el hipérbaton extremo, los contrastes violentos, determinan el tributo del autor a la poética dominante, de raíz barroquista, basada en la amplificación como mecanismo que actúa en dos direcciones: la expresión del ingenio del autor y la capacidad de captar la atención y de sorprender al lector.
Jhesús, María, Joseph, muerte, juycio, ynfierno y gloria
Dedicados
a
Christo en la Cruz
Del infierno
Discurso tercero2
In inferno autem quis confitebitur tibi?3
1
Desde la voz de la primer mentira
que introdujo la muerte en el pecado,
hijo heredero el hombre de su ira
nace a morir y muere a ser juzgado,
en cuyo trance a eterno llanto espira, 5
si en triste espira4 en miserable estado;
no, pues, Señor, en tu furor me arguyas
ni me arrebates en las iras tuyas.5
2
Mira que se desluce tu grandeza
al parecer en competir conmigo.6 10
¿Quién soy yo? ¿Quién mi vil naturaleza
para costar cuydados de enemigo?
¿Contra una [h]oja, que la lijereça
del viento vasta para su castigo
contra una arista, un átomo liviano? 15
Todo es poder de Dios, toda su mano.7
3
No, Señor, no, Señor, ni se reciba
tan del todo8 la qüenta de la nada
que partida a partida se le escriba
de sus veredas la menor pisada. 20
Y ya que su castigo se aperciba,
¿contra quién tomáis9 la espada10
de tanto ardiente [h]orror, de tanto ruydo
si todo está de más contra un rendido?
4
Vos, con solo querer, porque quisistis,11 25
los cielos y la tierra fabricastis,
la luz de las tinieblas dividistis,
las aguas de las aguas separastis,
las flores, plantas y árboles hicistis,
los peces, aves12 y fieras enjendrastis 30
y con solo querer, por querer solo,
criastis al hombre rey de polo a polo.
5
Pues, ¿para qué, Señor, Señor divino,
es la ruyna, el estrago, la violencia,
que para deshacerte nos previno 35
la ynspirada verdad de vuestra ciencia?
¿Quién del no ser al ser llamado vino
al concurso que obró vuestra asistencia
del ser no hará al no ser el mysmo curso
con solo suspender vuestro concurso? 40
6
Pues si a una voz se viera destruydo
todo lo que a una voz se vio criado,
¿para qué, para qué, Señor, [h]a sido
tanto infalible estruendo amenaçado
como un siglo por siglos consumido,13 45
un avysmo en avysmos desatado?
¿Quándo tubo la fábrica más vella?
¿Más costa al deshacella que al hacella?
7
Mas, ¡ay!, que en Vos definición perfeta14
nada [h]ay superfluo, nada diminuto, 50
y este [h]orror que nos vence y nos sujeta,
de justiciero usando el atributo,
de combenencia pública y secreta
tray, si savemos conocerlo el fruto,
quando en la ingratitud de nuestro pecho 55
haga el temor lo que el amor no [h]a hecho.15
8
¿Qué padre por piadoso que [h]aya sido
tal vez al hijo no se muestre ayrado
y a precio de mirarle reducido
hace la indignación raçón de Estado? 60
Así, Vos, con [h]orrores detenido,
le enmendáis16 los errores de no amado;
porque si no de amor de temor lleno,
sea menos malo ya que no más bueno.17
9
Y tanto vuestro amor es infinito, 65
que viendo que no tiene18 amor perfecto
aquel que de temor re[h]úsa el delito,19
le buscastis reparos20 al defeto
dándole arbitrios con que desde atrito
a contrito se pase, cuyo efeto 70
con eterna virtud inmensa y [h]arta
suple el temor lo que al amor le falta.
10
¡O[h], mañosa piedad, quán prevenida
contra la ynperfección de nuestro engaño
facilitar supiste la salida 75
en veneficio convertido el daño!
A vista [h]oy del infierno hable mi vida,
pues al terror de asunto tan estraño
no mereciendo el grado más supremo,
confieso que si os amo es porque os temo. 80
11
Mas, si confieso, gran Señor, que os ama
aunque el temeros sea en más exceso,
perfecto21 haga el temor con que os aclama
el no perfecto amor con que os confieso,
que si una vez en vuestro ardor inflamo 85
el coraçón, y de tan grave peso
sacudo la cerviz, no dificulto
que de esta confesión goce el indulto.22
12
A cuyo fin tercera vez postrado
buelbo a buscaros en la cruz, que quiero 90
más en ella teneros en alabado
que con ella temeros justiciero;
porque si aquí piadoso, si allí ayrado,
si aquí venigno estáis, si allí severo,
¿quién, Señor, quién os buscará juzgando 95
con tiempo para hallaros perdonando?
13
Vos me le dais no porque merecido
le tenga yo, mas porque, jeneroso,
sois quien sois, soy quien soy, y [h]avéis querido
justificaros misericordioso 100
para que yo, llorando perdido,
sienta el pesar de ver que lo que piadoso
me distis para amaros y temeros
se gaste solamente en ofenderos.
14
Y aunque el pesar no sea tan perfecto 105
como deviera ser [h]aviendo sido
no de temor sino de amor efeto,
pesándome de [h]averos ofendido
por ser quien sois y no por el respeto
del ynfierno que tengo merecido, 110
admitilde, o[h] Señor, pues ya confiesa
que me pesa de ver que no me pesa.
15
Conque, si no del todo confiado
desconfiado no del todo, puedo,
viendo ese leño en púrpura vañado, 115
alentar ya que no perder el miedo,
que, aunque en la multitud de mi pecado
luces, arenas y átomos excedo,
no hallando más queriendo hallar disculpas,
son más vuestras piedades que mis culpas.23 120
16
Pues aunque fuera su concurso tanto
que arenas, luces y átomos venciera,
llegando a Vos vañadas en mi llanto
la desesperación no me rindiera,
que sois mi Dios y en ese leño santo 125
estáis muriendo porque yo no muera,
y hubierais por mí solo padecido
quando os hubiera solo yo ofendido.
17
Luego vien, o[h]Señor, llegando a veros
tan de mi parte, mal desconfiarme 130
podrá el temor a vista aun de los fieros
avismos que procuran sepultarme,
pues ni yo pude ni podré ofenderos
tanto, como podéis Vos ver, donarme
con un dolor de [h]averos ofendido. 135
Este dádmele Vos, pues yo os le pido.24
18
Que mi dolor a mi maldad no yguala
y es tal mi voluntad de errores llena,
que vasto yo sin Vos25 a hacerla mala
y yo sin Vos no basto a hacerla buena, 140
que si una vez en lágrimas se exs[h]ala
el coraçón, rompida la cadena
que arrastro [h]errado, esclavo de mí mismo,
no me dará temor todo el avismo.
19
Mas, ¡ay!, pues dará; pues de la26 suerte 145
que allá al aliento el número está escrito
en papel de ayre, aquí, si vien se advierte,
escrito está en papel de humo al delito.
Y como allá, en el último, la muerte
luego ejecuta al término prescrito, 150
temo que aquí, prescrita mi malicia,
se ejecute tanvién vuestra justicia.
20
No porque en Vos no sobren las piedades,
que en número son más que las estrellas,
mas porque en mi montón de yniquidades 155
falta raçón de aprobecharme de ellas.
[H]artas voces me dieron las verdades
vuestras. Si yo no supe respondellas,
pereçoso de un día en otro día,
ciérrese el libro de la qüenta mía. 160
21
Ciérrese, pues, y, con lamento grave,
pondere las miserias de su estado
el que save pecar quando no save,
si será aquel el último pecado
en que se llene el número y se acabe 165
para ser para siempre condenado
y, ¡ay!, tan rebelde de coraçón, tan fiero,
que no tenga al postrero por postrero.
22
Mas aunque la justicia [h]aya tenido
tan nibelado el fiel de su valança, 170
yo, Señor, no [h]e de darme por vencido
al ciego error de la desconfiança;
no porque la esperança [h]aya querido
para pecar en fe de la esperança,
sino porque en su fe de ella [h]a de pesarme 175
y sois mi Dios, y [h]avéis de perdonarme.
23
En desqüento de tanto cometido
número reciviendo a mi pecado,
que aunque siempre mi vida os [h]a ofendido,
nunca mi coraçón os [h]a negado 180
constante, en cuya fee buelbo rendido
a protestar el sínbolo sagrado
que os vio27 una vez de padre hijo sin madre,
y de madre, otra vez, hijo sin padre.28
24
Creyendo como creo que, engendrado29 185
Dios de Dios, luz de luz, del Padre, fuistis
consustancial al Padre, y que, encarnado
en Virjen madre, carne el Verbo hicistis,
crucificado, muerto y sepultado,
creo tanvién que al infierno descendistis 190
las almas a librar que en él [h]avía.
¡A[h], pues, Señor, librad, librad la mía!
25
Pues la mía tanvién de [h]orrores llena
—vien que en lugar donde piedad espera—
muerta en la culpa está sino en la pena. 195
Muerta, es verdad, porque si vien se infiere,
no muere el alma quando se condena,
pues quando peca el alma es quando muere;
pero muerte que puede a nueba vida
de gracia ser de Vos restituyda. 200
26
Puesto que Vos, quando [h]a la carne muerto,
los muertos del ynfierno estáis librando
y quando a Vos, que estáys tanvién es cierto
en el cielo los vivos restaurado,30
sin que al mundo faltéis, quando os advierto 205
en cielo, ynfierno y tierra a un tiempo, dando
igual luz, que31 con Vos de un mismo modo
todo se llena estando todo en todo.32
27
Y así, pues, de la muerte os [h]e ofrecido,
Señor, el canto allá en la cruz muriendo 210
y ceder juycio al sepulchro reducido
triunfante en él para juzgar venciendo
de él [h]aviendo al infierno descendido.
En él tanvién de Vos valerme entiendo,
pues lo que en él me tiene mi pecado 215
en presente justicia condenado.
28
Y33 si a la voz que34 del avismo profundo os llama
respondéis, su estación lóbrega y fría
yluminando con la viva llama
que a tanta noche restituye el día 220
—la mía tanvién desde el profundo clama
de su culpa—, atended a la voz mía,
y aplicando, Señor, vuestros oídos
llegue a Vos el clamor de mis jemidos.35
29
No hagáis memoria, no, de las pasadas 225
yniquidades que hubo en mi malicia,
porque si Vos las obserbáis guardadas,
¿quién resistir podrá vuestra justicia?36
Queden en vuestro olvido sepultadas,
y pues vuestra piedad37 siempre es propicia, 230
libradme a mí de mí, que soy mi avismo
por mí, por vuestra ley y por Vos mismo.38
30
En fee, Señor, de la palabra vuestra
espera su salud el alma mía;
custodia suya sois, como lo muestra, 235
que vuestra gracia, que es la luz del día
hasta la noche que es la culpa nuestra,
vela sobre Ysrael diciendo pía
que espere en el Señor su jenerosa
misericordia y redención copiosa.39 240
31
Pues si a Ysrael redime y es expresada40
en el común sentir la humana vida,
la mía no dude en lágrimas vañada
ser en vuestra palabra comprehendida,
y más [h]oy que cobardemente osada, 245
que osadamente triste y rendida,
en el juycio, Señor, buelbe a buscaros.
¡O[h] si el temeros la enseñase a amaros!41
32
Quedastis, pues, en vuestro solo santo
pronunciando la última sentencia 250
que al goço eterno, que al eterno llanto,
firmaron la justicia y la clemencia
por árvitro la una de [h]onor tanto,
la otra porque de Cristo en la presencia
nadie de congruo42 merecer sea visto 255
sino en fee de los méritos de Cristo.
33
Pues el más justo no podrá sin ellos
justificarse viéndose goçallos
de digno él solo, y de condigno43 aquellos
que están44 capaces de participallos. 260
Y así, siendo clemencia a uno ofrecellos;
y así, siendo justicia a otro negallos,
¿quién podrá, quién, negar que su sentencia
aun siendo de justicia es de clemencia?
34
Y viendo en el discurso a que me ofrezco 265
todo45 el vien, todo46 el mal; y viendo al velle
que al uno ymajina lleno, merezco,
quando merezco al otro, padecelle,
por ver si así mis obras aborrezco,
disponiéndome ellas a temelle, 270
dice el [h]orror de aquel profundo averno
a quien dio lo ynferior nombre de ynfierno.47
35
En las duras entrañas de la tierra
por coraçón, por alma de su centro,
de fuego un48 piélago49 se encierra 275
que eternamente está purgando50 dentro.
Confuso imperio de continua guerra
su espacio es, que a un enqüentro y otro enqüentro,
vien como reyno en reynos dividido,
contiene un seno en senos repartido. 280
36
Quatro son las estancias de su avismo:51
una la de los míseros dañados;
otra de los infantes sin bautismo
y otra de los que purgan sus pecados;
otra, en fin, de los padres que del mismo 285
sol clamaban52 la luz depositados,
guardando en su mejor o peor fortuna53
el grado que le toca cada una.
37
Tinieblas de la gloria y de la gracia
ocupan la primera, que esto [h]a sido 290
luces de gracia y gloria su desgracia,
mientras Dios fuere Dios, [h]aver perdido,
a cuya siempre lóbrega eficacia
se le añaden las penas de sentido,
de suerte que en tres grados vibe54 llena: 295
de tinieblas, de gracia y gloria en55 pena.56
38
En la segunda oscuramente yace,
sin que más luz ni vien ni mal espere,
aquel que aborto muere, antes que nace
vague, que antes que discurra muere. 300
Aqueste, pues, que ni padece ni hace
de aquellos grados en su estancia adquiere
de tres los dos, pues sin la pena en nieblas
tiene de gracia y gloria las tinieblas.57
39
La tercera que es la viva58 llama 305
que acendra, que acrisola y purifica,
de las tres en las dos también se ynflama,
mas no las dos, que la segunda esplica,
pues las tinieblas de la gloria que ama
padece solas, porque comunica 310
luces de gracia [h]aviéndose añadido
las temporales penas del sentido.59
40
La quarta, pues,60 en que esperar se vían
depositadas las ynmensas jentes
que en la fee de Abrahán muertas vivían, 315
y de quien como padre de creyentes
tomó su nombre el seno en que yacían
uno de los tres grados precedentes,
sentía solo, pues solo lamentaba
tinieblas de la gloria que esperaba.61 320
41
Destas, pues, quatro estancias, la primera
combiene sola a nuestro asunto, puesto
que es el lugar que desde el juycio espera
durar a eterna confusión expuesto.
Pero, primero que entre en él, quisiera 325
una duda apurar, si ya no es esto,
viendo mi vida y su terror tan junto
rodear los sobresaltos del asunto.
42
Y pues la duda no le toca nada
al tercero,62 lugar cuya vacía 330
región63 —la menor culpa acrisolada—
toda ynfierno será desde aquel día;
ni64 al tercero, pues siempre reserbada
quedará su estación lóbrega y fría,
sin pena ni gloria con la duda quiero 335
pasar desde el primero hasta el postrero.
43
Porque si desde aquel primero ynstante
que falleció el primer condenado,
aviertos los candados de diamante,
tubo infierno en que ser atormentado, 340
no tubo el justo hasta otra hedad distante
cielo tamvién a donde ser premiado.
Y estando siempre Dios de piedad lleno,
dio pena al malo que antes gloria al bueno.
44
Pero qué fácilmente respondido 345
de mi ygnorancia está el trivial desvelo,
con que el infierno estaba merecido
quando aún no estaba merecido el cielo.
Como esta distinción65 se [h]aya entendido,
aunque ygnorante esplicara66 mi celo, 350
perdone el que lo sabe porque agora
quien lo ygnora [h]a de hablar con quien lo ygnora.67
45
Al hombre colocó en el paraíso,
patria feliz de orijinal justicia,
Dios con aquel precepto cuyo aviso 355
desperdició el amor de una delicia.
Al mismo instante, hacerse fue preciso
enemigo de Dios por su malicia;
luego el que ya de Dios era enemigo,
ya desde luego merecía el castigo. 360
46
Reconoce su culpa, llora y piensa
quanto satisfacerla necesita,
pero siendo ynfinito Dios, la ofensa
que contra Dios se hiço fue ynfinita.
Y así quedó yncapaz de recompensa 365
el hombre cuya acción la acción le qüenta
del premio, pues ninguno [h]a merecido
todo el tiempo que a Dios tiene ofendido.68
47
Mas viendo Dios que el hombre no pudiese
satisfacer por sí sin que vajase 370
quien infinito mérito huviese
que lo infinito sobre sí tomase,
su Hijo embió, porque satisfaciese
Dios a Dios y hombre al hombre restaurase;
conque dueño inculpable del delito 375
pagó con lo infinito lo infinito.
48
En cuya solución69 queda esplicado:
con quán justo decreto legal moría
en desgracia de Dios, de su pecado
desde luego el castigo merecía; 380
y el que en gracia moría dilatado,
el premio en solas esperanças vía,
pues aunque el justo le tenía seguro
era en fe de llegar Cristo venturo.
49
De quien ya las sagradas profecías 385
en dos maneras la venida viera,
una como pacífico Mesías,
quando al justo las nubes nos llovieron,
y otra de grande70 día de los dioses
como severo Juez, quando71 antevieron72 390
las mismas nubes en73 su seno frío
forjar el rayo, pues quajó el rocío.74
50
Y pues ya la primera vio infalible
el siglo de la paz pues vio humanado
lo divino, posible lo imposible 395
y lo inmenso ceñido y abrebiado,
lo más incomprehensible comprehensible,
lo más innumerable numerado,
caviendo en las entrañas de María
quien en cielo y en tierra no cavía. 400
51
Vamos a la segunda, que inbiolable
verá tanvién el siglo de la guerra
quando —como yo dije— en miserable
ruyna el cadáver de la madre tierra
de la alta cumbre vea formidable 405
que sobre sí precipitada yerra
la piedra del escándalo violento
que del monte caerá del restamento.75
52
A cuyo golpe el coraçón difunto,
despedaçado, abortaría funesto 410
en bocas mías el [h]órrido trasunto
que al eterno clamor está dispuesto.
¡A qué puesto, ay de mí, bolbió76 el asunto!
Mas, por tal de que fuera, puesto
que la pena aunque a siglos se rodeara, 415
llegara a ynstantes siempre que llegara.
53
Y ya que no es posible que mi vida,
según mi vida es, huya de vella,
cayga ya del impireo77 desasida
la errada luz, la aborrecida estrella 420
que allá en el sello sétimo78 [h]omizida
para aqueste lugar quedó, pues ella,
ya que [h]e de entrar en el avysmo mismo,
es la que tray las llaves del avysmo.
54
Cayó79, dice la poesía sagrada,80 425
una estrella del alto firmamento
que de su hermosa fábrica arrancada81
fue escandalosa ex[h]alación del viento,82
hasta verse en el centro sepultada
del orbe, que a jemir de tan violento 430
susto, pabor, asombro, pasmo y grima,
en vez de voca, abrió toda una sima,
55
cuya profundidad vien como poço
de requemada cal con terror sumo
bostezaba del [h]ondo calaboço 435
quejas de fuego entre alalidos de humo.83
de aqueste84, pues, jamás visto destroço
el mundo vio que a su final consumo,
de fieras que las llamas producían
ejércitos de ejércitos salían. 440
56
[H]orrible era su vista, y tan [h]orrible
que de langostas a la faz primera
dilubio parecía que invencible
talaba al sol los campos de su esfera;
después armada grey de terrible 445
aspecto, pues coraça armada era
con colas de escorpiones y cada monstruo
de mujer el cavello descubre el rostro.
57
Estos, pues, o langostas o escorpiones
—que el propio nombre apenas se les halla 450
si ya no es solo el de [h]órridas visiones—
teniendo todo85 el ayre por su valla,
corrían en formados vatallones
de ruydoso aparato de vatalla,
siendo así que86 su diente jamás muerde 455
ni mies, ni flor, ni fruto, ni [h]oja verde.
58
Tanpoco en los humanos presa hacían
universal, porque seguros d’ellos
entre ellos mismos libres discurrían,
vien como allá en el quinto de los sellos,87 460
todos los que en sus frentes la cruz vían
y solo se cebaban en aquellos
míseros que a tenerla no llegaron
o, ya que la tuvieron, la borraron.
59
De esta letra alegórico el sentido 465
claro se deja ver, pues el lucero
del alto firmamento desasido
vien dice que es aquel [h]orrible y fiero
apóstata de Dios, que aborrecido
de la luz de quien fue splendor primero, 470
vajó al centro en las alas de sus nieblas
príncipe a ser de sombras y tinieblas.
60
Los monstruos que las llamas abortaron,
las fieras [quando del humo la prisión]88 rompieron,
son sus sequaces, que el motín firmaron 475
por quien la gracia y la verdad perdieron.
Las verdes plantas a que no llegaron
y los de la señal a quien temieron
los justos son, que89 el justo sus legiones
pisa entre90 vasiliscos y dragones. 480
61
El profundo bosteço, que entreavierta
dejó la [h]orrible voca que escupía
a fuego y humo, que miró91 subía
de empañado arrebol la luz del día,
la boca es, que para siempre abierta 485
tendrá el infierno en la última agonía,
que de Dios se separen los proscritos92
a nunca ver a Dios, de Dios malditos.
62
¡O[h], quién aquí, quando pensarlo intenta
no se pasma, confunde y estremeze 490
al dictallo, qué voz no desalienta,
qué mano al escrivillo no entorpeze,
qué coraçón al leello no revienta,
qué spíritu al oýllo no falleze!
Mas, ¿qué mortal [h]abrá que lo perciba, 495
que piense, que hable, lea, oyga ni escriba?
63
Y si son las Sagradas Scrituras
voces de Dios y Dios hablando en ellas
por metáforas, sombras y figuras,
sus penas nos propone antes de vellas, 500
¿cómo podrán humanas conjeturas
percivillas jamás ni conprehendellas
si aun le es al triste que llegó a mirallas
más fácil padecellas que esplicallas?
64
Y siendo así que solicita en vano, 505
desvelado el spíritu más grave,
darse a entender sentándonos por llano
que el saverlo es saver que lo save,
proporciona, o[h] mortal, al ser humano
la imposibilidad; y pues no cabe 510
su objeto en tu raçón, quepa en tu mente
por consideraciones solamente.
65
Y sea la primera en tanto empeño
el sumo amor de Dios crucificado,
quando de su pecado se hiço dueño 515
para satisfacer a tu pecado.
La segunda, mirarle en aquel leño
escarnecido, herido y ultrajado
del mismo pecador que redimía
y el mismo para quien perdón pedía. 520
66
La tercera, que [h]aviéndote llamado
tantas veces jamás le [h]as respondido
hasta que llegas para ser juzgado
sin tiempo para ser arepentido.
La quarta, que a medida del pecado 525
[h]a de ser el castigo merecido.
Y en solas estas quatro considera
las demás, pues bolviendo a la primera,
67
puesto que en Dios ni puede [h]aver ni [h]a [h]avido93
desigualdad de afectos, al momento 530
que mires el amor que te [h]a tenido
verás tanvién el aborrecimiento
quando en desprecio de su sangre [h]as sido
tan cruel, tan ingrato, tan violento
que dolor a dolor le multiplicas, 535
pues si [h]oy le ofendes, [h]oy le crucificas.
68
Y siendo, como dije, tu delito
ynfinito y sus méritos bastantes
solo a satisfacerle, si94 precito95
desaprobechas dichas semejantes, 540
cierto es que, como antes, infinito
se queda y tú sujeto como antes
a ynfinito dolor, pues tu malicia
méritos ynfinitos desperdicia.
69
Luego abusando tú de su clemencia, 545
siendo tú mismo el más cruel contigo,
siendo Dios quien pronuncia tu sentencia,
siendo quien la executa tu enemigo,
vien se ve una y otra conseqüencia
quál la pena será, quál el castigo, 550
pues infierno y demonio dar le plugo,
uno por cárcel y otro por verdugo.
70
Mira, ay de mí y de ti, si no te ciegas
con sombras de tus mismas fantasías,
a qué prisión la libertad entregas 555
y de qué amor la voluntad desvías.
Al sumo vien, o[h] bárbaro, te niegas;
al sumo mal, o[h] mísero, te fías
sin atender que cada vez que pecas
al mismo Dios por demonio truecas. 560
71
En poder de su saña al arrojarte
Dios de sí, y tú de Dios de despedirte
te [h]as de ver96 concurriendo al despeñarte
todo el odio97 de Dios a destruirte,
el del demonio todo a atormentarte 565
y el de todo el ynfierno a recevirte.
O[h] pues, o[h] pues, ¿qué voz en tal fatiga
podrá decirte más aunque98 te diga?99
72
Despaborido el más sutil conceto,
que es su dolor efeto sin efeto,100 570
que es su pena certeza sin certeza,
que es su terror defeto sin defeto,
muerte que vibe y fin siempre enpieza,
pues tanto allí la muerte el fin no dilata101
que es fin sin fin y muerte que no mata,102 575
73
siendo el diluvio de las llamas ciego
que se esplayó sobre la faz del mundo
un mar, un lago, un piélago de fuego
sin marjen, ancho y sin raudal, profundo,
este, sin ley, sin orden, sin sosiego, 580
cruel siempre, siempre ayrado, siempre inmundo,
será en terrores, quejas y bramidos,
confusa confusión de tus sentidos.
74
Pues su golfo a la vista es espantable,
al oýdo su estrépito terrible, 585
al olfato su olor yncomparable,103
al gusto su amargura ynpercetible,
su inmenso104 ardor al tacto intolerable,105
y en todos sus efetos106 insufrible,
sin alguna107 piedad, sin vien alguno108 590
todos lo digan o mejor ninguno.
75
Pues la vista sus crispas109 y eriçadas
ondas, siempre en sí mismas encendidas,
ve allí110 de humanas gentes [h]avitadas
dentro de sus espumas sumerjidas 595
marinas fieras de furor armadas,
en [h]orrorosas formas competidas,
les harán compañía111 sin que se vea
objeto que ynfernal visión no sea, 600
76
entre cuyos asombros el oýdo
oye de sus embates [h]obstigado112
siempre un113 tremendo, un paboroso ruydo,
desacordadamente acompañado
de un jemido ynfeliz y otro jemido, 605
sin que se [h]aya en su música escuchado más [h]imnos, más endechas, más canciones
que blasfemias de Dios y maldiciones.
77
No menos el olfato paboroso114
siente115 allí de su objeto los rigores, 610
porque su cieno sucio y asqueroso,
siempre ex[h]alando fétidos olores,
respira116 inficionando117 riguroso118
el viento con los humos y vapores
de la pez, la resina y el açofre, 615
que otros aromas su rejión no sufre.
78
Viendo que el cielo allí rocío no lluebe,
por una gota de agua arde y suspira
el gusto, y con la sed a que le atreve
la angustia del ardor en que se mira, 620
líquido fuego de las ondas vebe,
y apenas de las ondas se retira,
quando con nueba sed buelbe a ellas luego
raviosamente [h]ydrópico119 de fuego.
79
El tacto entre la llama que le abraça 625
porque de sus delicias más se aqüerde
que enroscada culebra no le enlaça,120
que víbora pisada no le muerde,
que sierpe [h]orible no le despedaça,
hasta que ya que agoniçando pierde 630
la vida, ve la muerte, va a abraçalla
y por más que la busca, no la halla.
80
Y ya que se esplicó cada sentido,
siendo a todos comunes sus pasiones,
explíquense sin darlas al olvido 635
particulares las inclinaciones
que soberbio, que aquí desvanecido,
desestimó miserias y afliciones
del pobre que a sus puertas acudía
y no lloraba121 aunque122 llorar le vía. 640
81
Allí no mira, [h]ollado ynfamemente
de la planta más vil, más vil criatura;
ya el laurel [h]oya el oro de su frente
conociendo que fue humo su locura
y humo tan de los otros diferente, 645
que aquel se causa de la llama pura
y este la llama d’él, pues que con sumo
terror es fuego allí lo que aquí es humo.
82
Que abaro, que del mismo sol guardaba
lo que el sol le engendró viéndole tesoro 650
que con medios ylícitos juntaba,
no reconoce con eterno lloro
que el yerro con el oro atesoraba,
y que el yerro quedó, yéndose el oro,
pues,123 aumentando el uno cada día, 655
era el caudal del otro el que crecía.
83
Que lascibo, que de ýdolos humanos
ydólatra, adoraba la velleça
en mentidos altares con profanos
sacrificios en que arde la torpeza, 660
no reconoce quánto fueron banos
los gustos de esta vil naturaleza,
junto a sí viendo embuelto en alfombra oscura
el caduco splendor de la hermosura.
84
Que sangriento furor, que de yra armado 665
hacer oficio la vengança estila,
no ve al puñal que en sangre vio manchado
ser piedra el coraçón en que se asila.
Que glotón de viandas regalado
néctares cuaja y ámbares destila, 670
siendo su vientre el Dios que más le debe
que ya ponçoña de áspides no bebe.
85
Que humano vasilisco, que embidioso
con la vista mataba el vien ajeno,
embidiando a los justos su reposo 675
no muere al verse así de su veneno.
Que espíritu dormido y pereçoso,
al vien obrar de flojedades lleno
en el lecho letal que a verse llega
ni duerme, ni descansa, ni sosiega. 680
86
Siendo así que no solo el fuego [h]a sido
quien a él y a todos [h]aya desvelado,
sino el yelo también que arde encendido
vien así como el fuego pasma [h]elado,
temblor y ardor no ygual [h]an padecido 685
en la cisión de su ynfelice estado,
viéndose con efetos diferentes
torcer las manos y crujir los dientes.124
87
No ygual dije, porque no siendo yguales
las culpas no lo [h]an de ser los tormentos; 690
pero ellos son en sus efetos tales
que el menor basta de sus sentimientos
para ser el mayor de nuestros males,
y que mayor, aunque en merecimientos,
la culpa sea igual125 que nos condena 695
que ser igual lo eterno de la pena.126
88
Lo eterno de la pena, que constante
siempre, siempre en un ser yndificiente127
ni podrá descrecer un solo ynstante,
ni dejar de abrasar eternamente, 700
que, aunque el viento su llama no lebante
ni la materia su caudal128 fomente,
ynestinguible durará encendido
siempre voraz y nunca consumido.129
89
Que aunque es corpóreo, puesto que [h]a abrasado 705
lo corporal del hombre miserable,
tan elevadamente fue criado
que130 no gasta de sí, siempre insaciable,131
vien como el cuerpo que bolbió elebado
yncombustible132 a ser ynsaturable, 710
con modo tal que juzgó a más acierto
dudar lo oculto que asentar lo ya cierto.
90133
Y así solo diré que, pues que pudo
siendo el ángel spíritu criado
padecer este fuego —pues no dudo 715
que él fue134 del primero condenado135—,
fuego tan penetrante y tan agudo
que se vio en un spíritu cebado,
¿quién duda que un alma lo esté y todo,
pues136 quiso Dios con ynenable137 modo? 720
91
Si vien al alma, aunque hasta aquí [h]aya sido
suyo el dolor, la resta el más estraño,
pues sucede a la pena del sentido
otra pena mayor que es la del daño;
y138 si en aquella el cuerpo [h]a padecido, 725
el spíritu, en esta,139 en desengaño
de que el mismo dolor le aumenta y crece
la angustia140 que el spíritu padece.
92
Vien como acá, que acontecernos suele
tener uno un dolor y al mismo instante 730
un pesar que le aflija y le desvele
y estando todo junto está distante,
pues uno en la ofendida parte duele
y otro en el corazón, cuyo bastante
ejemplo da a entender lo que [h]ayan sido 735
penas de daño y penas de sentido.141
93
Pues al tiempo que aflijen los rigores
más fieros, más atroces, más violentos,
arde en el corazón aun con mayores
angustias, con mayores sentimientos 740
el más vibo dolor de los dolores,
el tormento mayor de los tormentos,
que es saber que [h]a de estar de Dios ausente,
careciendo de Dios eternamente.
94
Sin que pueda esperar que sus enojos 745
ya sin sacrificio templar pueda,
o[h] cierra aquí, católico, los ojos
y mirando [h]acia a ti un instante queda;
verás tejer vilísimos despojos
de142 quien en ningún alivio te conceda 750
y antes en ti de Dios tome vengança
sin tener esperança de esperança.
95
Pues si en su pena el mísero supiera
que de mil en mil años que llorara
una lágrima sola hasta que fuera 755
tanta la cantidad que derramara
que hacer lágrima a lágrima pudiera
de lágrimas un mar con que apagara
un átomo no más de tanto fuego
y de mucho bolviera a llorar luego, 760
96
para otra gota sola otros mil años
y otros tantos millares de millares
para otro mar con ciertos desengaños
de que llorando así mares de mares
[h]avía de hallar el límite a sus daños, 765
[h]avía de ver el fin de sus pesares,
padeciera contento en que tenía
su padecer determinado día.
97
Mas tan pribado está de confianza,
tan carecido vive de consuelo, 770
tan negado del vien de la esperanza,143
tan imposible144 de145 la luz del cielo,
que es su defeto146 el no tener mudanza,
pues quando su dolor, su ansia, su han[h]elo
el mar lágrima a lágrima hecho147 hubiera 775
y otra vez siglo a siglo le veviera.148
98
Aún no podía esperar ver que podía
llegar jamás el día que esperaba,
pues quando viera que llegaba el día
el consuelo no viera que llegaba, 780
porque la duración de su agonía
continuamente empieza donde acaba
tan siempre,149 que siempre cesar no puede,
y tan nunca,150 que nunca se sucede.
99
Sin que pueda decir, al fin, de quánto 785
siglo de siglos padeció, que a qüenta
ya de lo que [h]a de padecer su llanto
aquello padecido se descuenta,
pues, quanto más y más padezca tanto
más y más [h]ay que padecer atenta; 790
151lo diga la raçón, pues siempre [h]a hallado
que es más lo por venir que lo pasado.152
100
Fácil demonstración esta evidencia
al más escaso discurrir previene,
pues ya tubo principio su sentencia 795
y sin la ejecución de ella no tiene.
Y así, siempre que llegue la esperiencia,
siempre hallará quán relatibo153 viene,
que pues no [h]ay fin donde principio [h]a avido,
[h]ay más que padecer que padecido. 800
101
De suerte que después de [h]aver llegado
nuestra ymaginación, el tal porfía
a ver número a número juntado
quántos cupieron en la fantasía:
respeto154 a lo futuro, lo pasado 805
aún no es real, pero solo pasado un día155
y esto sin redención, porque en fortuna
tan ynfeliz no [h]ay redención ninguna.156
102
No [h]ay redención porque ymposible fuera
que Dios decretos suyos retratara; 810
no [h]ay redención porque en prisión tan fiera
ninguno entró que a livertad tornara;
no [h]ay redención porque fabor no espera;
no [h]ay redención157 porque a ninguno ampara158
padre, hermano ni amigo, ni [h]ay quien venga 815
a ayudarle ni aun lástima le tenga.
103
Y así como de Dios aborrecido
y como de su amor desesperado,
como de su piedad desconocido
y como de su gracia desterrado 820
en blasfemo sacrílego jemido,
este de Dios159 sin Dios gremio apartado
sus duras penas significa atroces
diciendo en una voz de muchas voces:
104
«Malditos sean los padres que nos dieron 825
el ser y en punto tal nos enjendraron,
malditas sean las madres que trajeron
vívoras en su seno y no abortaron,
malditos sean los pechos que tuvieron
tan piadosa crueldad que nos criaron, 830
maldita sea la luz del primer día
hasta nuestra postrera noche fría,
105
malditas sean las [h]oras que vivimos
y maldita la tierra que pisamos,
maldito sea el calor que recivimos 835
y maldito el ambiente que respiramos,
maldita el agua sea que vevímos,
el pan y el alimento que gustamos,
y malditas con él160 las luces vellas
del cielo, el sol, la tierra y las estrellas, 840
106
malditos sean tanvién los elejidos
a quien no duelen más aflicciones».161
Aciérrense162 cristianos tres en dos;
no escuches, no, sus desesperaciones,
que si oyes ynormes alaridos,163 845
a Dios se atreberán sus maldiciones,
porque no le conocen164 desde el día
que él les dijo que no los conocía.
107
Si [no] pie[nsas lo] que [de - - - ]eras,165
si en el ynstante que esto lees te hallaras 850
en pecado y de súvito murieras,
y pues lo incierto de morir reparas,
pues lo cierto del juycio consideras
y lo yncierto y yncierto de estas raras
penas en quien concurren inmortales 855
sin ningún vien166 los males de los males,
108
buélbete a ti tus sinrazones, mira,
buélbete a Dios y mira su clemencia;
y, pues a tiempo estás, llora y suspira
porque antes que llegue la sentencia167 860
suspensa en Dios, de Dios la gracia168
trocándote en amor la penitencia,169
el temor de pensar en un ynfierno
que es, o[h] mortal, eterno, eterno, eterno.