Читать книгу La Palabra del Señor - Pedro Alurralde - Страница 45

DOMINGO 11º

Оглавление

«En aquel tiempo, al ver Jesús a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”.

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “No vayan a regiones paganas ni entren en ninguna ciudad de los Samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”» Mt 9,36--10,8

~ ° ~

«Vayan, dice el Señor, y proclamen que el reino de los Cielos está cerca. Miren la grandeza del ministerio, miren la dignidad de los apóstoles. No se les manda que hablen de cosas sensibles, ni como hablaron antaño Moisés y los profetas. Su predicación había de ser nueva y sorprendente. Moisés y los profetas predicaban de la tierra y de los bienes de la tierra; los apóstoles, del reino de los cielos, y de cuanto a él se refiere. Pero no sólo por esto son los apóstoles superiores a Moisés y a los profetas, sino también por su obediencia. Ellos no se arredran de su misión ni vacilan como los antiguos. A pesar de que oyen que se les habla de peligros, de guerras y de males incomportables, como heraldos que son del reino de los cielos, aceptan lo que se les manda con absoluta obediencia. (…)

Luego, para conferir autoridad a su predicación, les dice: Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. Miren cómo se preocupa el Señor de las costumbres de sus apóstoles no menos que de los milagros, dándoles a entender que éstos sin aquéllas nada valen. Así vemos cómo reprime su posible orgullo, diciéndoles: Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. Con lo que juntamente los quiere limpiar de toda avaricia. No quería que pensaran que los milagros eran obra de ellos y se exaltaran orgullosamente al realizarlos. De ahí su palabra: “Han recibido gratuitamente. No le hacen ningún regalo a quienes los reciben, pues no han recibido sus poderes como una paga ni como fruto de su trabajo. Todo es gracia mía. De este modo, entonces, den también ustedes a aquéllos. Porque, por otra parte, tampoco es posible hallar precio digno de lo que sus dones merecen”»38.

GRATUITAMENTE RECIBIERON, DEN TAMBIÉN GRATUITAMENTE

El término compasión utilizado por el Señor en los evangelios, esconde un significado de gran riqueza. En el original griego, se lo podría traducir como que: “se conmovió hasta las entrañas”.

En continuidad con el dolor que sufría Yahveh por el pecado de su pueblo, el nuevo testamento lo aplica ahora a Cristo en su relación con los pobres y miserables; incluyendo también ese matiz de ternura que siente toda madre hacia sus hijos. Frente a esta situación de orfandad y desamparo, el Señor nos recuerda una vez más la importancia del ministerio de la oración, en favor de su plan de salvación.

Para realizar su proyecto, Jesús convoca desde la gratuidad a un grupo de sus discípulos, a quienes envía a cumplir una misión; dotándolos de su poder salvífico.

Estos doce Apóstoles muestran la dimensión pluralista de la iglesia, en cuanto a los miembros que la integran. Hay lugar en ella para toda clase de genios y temperamentos, siempre y cuando comulguen con: un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo.

Pero esta iglesia, que es nuestra iglesia, tendrá que cuidar siempre de no ajustarse a esquemas de poder contrarios a los criterios evangélicos. “El don de Dios no se compra con dinero” (Hch 8,20). Su verdadera fuerza estará siempre en el amor; y como ha sido convocada gratuitamente por Dios, deberá también compartir gratuitamente la gracia recibida con aquellos que se le acerquen.

Porque una de las tentaciones que se nos presentan a los hombres y mujeres de iglesia: sacerdotes, religiosos y laicos, es la de pretender administrar la riqueza de la gracia indiscriminadamente; considerándonos dueños de un capital espiritual que no nos pertenece, y del que algún día tendremos que dar cuenta.

38. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre san Mateo 32,4 (trad. en: Obras de San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, Madrid, La Editorial Católica, 1955, vol. I, pp. 642-643 [BAC 141]).

La Palabra del Señor

Подняться наверх