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1.4.2. La transtextualidad

Los relatos de ficción, no sólo se explican por medio de las poéticas y estructuras que los definen, también son resultado de un entramado de relaciones textuales que le preceden y le superan en el tiempo, conformando un puente entre el escritor y el lector. Umberto Eco (1998) en relación al quehacer literario, indica que el libro es un dispositivo que busca producir su lector modelo. El lector modelo tiene que cooperar con la interpretación misma del texto y acompañar en la interpretación textual.

El mismo U. Eco (2014) indica que un texto está plagado de espacios en blanco, de intersticios que hay que rellenar, como “mecanismo perezoso (o económico) que vive de la plusvalía de sentido que el destinatario introduce en él” (2014, p. 2) y cuando el relato requiere que el lector tenga la iniciativa interpretativa, “Un texto quiere que alguien lo ayude a funcionar” (ídem, 2). Uno de esos mecanismos, que hacen funcionar el texto es la propia relación con otros textos, sus entramados donde el lector modelo contempla a su lector empírico, en las complejas relaciones evidentes o sugeridas del flujo intertextual.

El término intertextualidad, tiene su inicio en los estudios semióticos de los estructuralistas franceses. Este término aparece por primera vez en los trabajos teóricos de Bajtín (1986), el cual se puede resaltar el libro Problemas de la poética de Dostoievski (1963). La idea de lo intertextual se presenta como un diálogo polifónico del autor con el pensamiento humano, que establece relaciones con otras ideas no propias del autor, del “hombre en el hombre” (p.127). En esa relación de lo intertextual como el gran diálogo, Estupiñán (1996) indica que la propia teoría de Bajtín constituye la idea de la intertextualidad bajo el término de dialogismo.

Pero el concepto mismo de lo intertextual aparece con Julia Kristeva, la autora parte de las reflexiones propias de Bajtín, acuñando el término de lo intertextual como; “(…) todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee al menos, como doble”1976, p. 190). Esto da inicio a la idea de intertextualidad, que en la novela de Riffaterre “en protagonista indiscutido del ámbito de la intertextualidad, … concibe desde el punto de vista receptivo: el lector descubre que otro texto anterior puede ayudarle a comprender el que tiene en la mano…” (citado por Rosa E. Montes Doncel y Josér. E. A., 2006, p. 163). La intertextualidad se manifiesta tanto en el flujo de referencias de diferentes relatos (la literatura, la música, el cine entre otros) del escritor como en el propio sistema de referencias del lector como receptor que forma parte del recorrido de las múltiples textualidades.

Barthes en cambio, considera que “el texto es un campo metodológico” (1987, p. 75), y tiene como eje un lector modelo, comprometido con la multiplicidad de referencias intertextuales, en donde el texto es una travesía, que traza un recorrido entre otras textualidades “ese yo que se aproxima al texto, es ya una pluralidad de otros textos, de códigos infinitos, o más exactamente perdidos (cuyo origen se pierde)” (2004, p. 6). Se puede considerar entonces como lo contempla Alpizar (2003), el intertexto como un nuevo campo de lo metodológico, el estudio sistemático de las múltiples textualidades que comparte un texto.

Para la presente investigación, se desarrolla el análisis a partir de aportes sobre la intertextualidad del estructuralista francés G. Genette, (1930- 2018). Este autor desarrolla un amplio estudio sobre las diferentes categorías de lo intertextual literario en sus obras Palimpsesto (1982), que plantea cinco funciones intertextuales, como parte de una metodología de los estudios literarios:

… La transtextualidad sobrepasa ahora e incluye la architextualidad y algunos tipos más de relaciones transtextuales, de entre las que sólo una nos ocupará directamente aquí, pero antes es necesario, aunque no sea más que para delimitar y segmentar el campo, establecer una (nueva) lista de relaciones que corre el riesgo, a su vez, de no ser ni exhaustiva ni definitiva. (1989, p. 9-10)

Las cinco funciones transtextuales señaladas para el presente estudio, son las siguientes:

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