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Costas acantiladas

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Las costas acantiladas están ampliamente distribuidas en Canarias, cayendo más de cien metros en vertical en algunos lugares, como en los acantilados de Los Gigantes (Tenerife) o las lisas columnas de basalto de Los Órganos (La Gomera), estas últimas casi carentes de vegetación. En otros casos (Andén Verde, Gran Canaria), los riscos pueden presentar una disposición escalonada, con numerosos andenes en los que se desarrollan algunas especies. A menudo, en la base de los acantilados hay playas de callaos y guijarros. La vegetación de los acantilados costeros debe su existencia a su adaptación a la maresía o spray salino, que sobre todo durante los temporales puede alcanzar más de 100 m de altitud. Algunas plantas logran esta adaptación mediante tallos suculentos, como la siempreviva de saladar o la tolda, otras lo hacen mediante hojas crasas, como la lechuga de mar o el hinojo marino, extendido por toda el área mediterránea. Ciertas especies, como la siempreviva de mar, pueden excretar la sal mediante glándulas. A pesar de que el número de especies y ejemplares no es muy elevado en los acantilados, se han desarrollado interesantes endemismos en estos enclaves de condiciones extremas. Algunos son muy escasos, como las dos especies de piñamar y las especies de pulicaria. También por encima de la zona de influencia de la maresía, los acantilados pueden ser interesantes, albergando endemismos como la cerraja de Famara (Reichardia famarae) o la lechuguilla de Teno (Tolpis crassiuscula). Algunas plantas, como la uva de mar común, crecen tanto en costas rocosas como en playas de arena.


Acantilado de Andén Verde, Gran Canaria

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