Читать книгу Puntos gatillo y cadenas musculares funcionales en osteopatía y terapia manual - Philipp Richter - Страница 9

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Importancia de las cadenas musculares funcionales en el organismo

El aparato locomotor, y especialmente las cadenas musculares funcionales (abreviado: cadenas musculares), son el principal foco de atención de este libro. Las estructuras miofasciales participan en todas las funciones del cuerpo: los estados emocionales se expresan a través de las tensiones musculares. La actividad muscular es necesaria para realizar cualquier trabajo físico, pero el sistema circulatorio, la respiración y la digestión también necesitan un aparato locomotor intacto.

El terapeuta manual, ya sea fisioterapeuta, quiropráctico, osteópata o terapeuta de Rolfing, explora y trata el aparato locomotor de formas diferentes y por diferentes motivos. Mientras que los fisioterapeutas y los terapeutas que utilizan la técnica de Rolfing tratan el sistema musculoesquelético con el principal objetivo de eliminar las dolencias (dolor, deformaciones, etc.) en una determinada parte del cuerpo, los quiroprácticos, y especialmente los osteópatas, consideran el sistema miofascial como una parte del organismo que puede ser tanto la causa como la consecuencia de disfunciones o patologías de otros sistemas corporales.

Otros grupos profesionales como los podólogos o los posturólogos, tal como se los denomina en los países francófonos, son conscientes de las negativas consecuencias e influencias que pueden tener mínimos desequilibrios en las transferencias de peso o la incorrecta posición de los pies.

Todas las funciones corporales dependen del buen funcionamiento de las estructuras miofasciales. El sistema nervioso desempeña un papel de coordinación y de control. Con tal de que no se produzca una sobrecarga cortical, muchas actividades serán reguladas mediante los reflejos subcorticales y los patrones posturales. Actualmente, también están estudiados científicamente los denominados reflejos viscerosomáticos y somatoviscerales, que destacan la importancia de los desequilibrios musculares, especialmente de los músculos paravertebrales [79, 112].

El organismo humano funciona basándose en patrones de movimiento y posturales en los que participa la totalidad del organismo, del mismo modo que todas las actividades físicas son siempre el resultado de interacciones de todos los sistemas corporales. Este hecho es utilizado especialmente por los osteópatas y quiroprácticos a nivel tanto diagnóstico como terapéutico.

La inervación segmentaria de todas las estructuras del cuerpo, así como los mecanismos de adaptación según los patrones, nos proporcionan datos sobre las estructuras implicadas. Muchas lesiones deportivas o la presencia de dolor en el aparato locomotor son consecuencia de un mal funcionamiento de alguna parte de las cadenas miofasciales. La identificación y el conocimiento de las relaciones miofasciales nos permiten efectuar un diagnóstico y llevar a cabo el tratamiento correspondiente. El modelo de pensamiento osteopático nos proporciona una interesante explicación sobre los mecanismos que intervienen en el origen de la enfermedad y su tratamiento.

La osteopatía del Dr. Still

Cuando Still, en una fase de rechazo de la medicina practicada en su época, presentó su filosofía de un método de curación, la denominó osteopatía, a sabiendas de que este término tenía otro significado en el ámbito especializado. En su anhelo por regresar a los orígenes de la medicina, es decir, de colocar de nuevo al hombre en el centro y de recuperar la consideración de las leyes de la naturaleza, el término osteopatía era el más adecuado para dejar claro que la enfermedad (el pathos) era la consecuencia de la existencia de disfunciones orgánicas. Para él, el aparato locomotor, y especialmente la columna vertebral, desempeñaba un papel central. Still se dio cuenta de que todas las enfermedades y los trastornos funcionales iban asociados a limitaciones del movimiento de la columna vertebral. Osteopatía significa “patos” del “osteo” [140].

Por su experiencia, Still sabía que el tratamiento de los síntomas no conseguía la curación real. Esto solamente se lograba tratando la causa de forma específica. Para Still no cabía duda de que la enfermedad se iniciaba con los trastornos circulatorios, y que la causa de ello debía buscarse en el tejido conectivo [82, 140].

El sistema nervioso y el líquido que lo rodea, el líquido cefalorraquídeo, todavía superan en importancia al tejido conectivo. El sistema nervioso, como centro de conmutación o de sinapsis y como órgano regulador, es responsable de todos los mecanismos de adaptación entre cada uno de los sistemas corporales. Éste inicia y coordina todas las funciones del conjunto del organismo y es responsable de todos los mecanismos de adaptación y de compensación.

El líquido cefalorraquídeo (LCR) es considerado por Still el elemento conocido probablemente más importante (the highest known element) de todo el organismo. Por su composición, se parece al suero de la sangre y de la linfa. Se comunica con ambos líquidos: con la sangre a través de los plexos coroideos y con la linfa a través de los nervios periféricos en el intersticio. Además de sus funciones de protección y de nutrición del sistema nervioso central, Still, y especialmente su discípulo Sutherland, atribuyeron una importancia especial al LCR [54, 140, 142, 143]: el “aliento vital” llega a todas las células del cuerpo conjuntamente con el líquido cefalorraquídeo.

Las experiencias y vivencias por las que pasó Still en sus años de juventud probablemente fueron determinantes para el origen de la osteopatía. Como médico, creyente e hijo de un predicador metodista, Still mantenía una estrecha relación con la religión y con Dios. Esto queda reflejado en todos sus escritos. Dios ha concedido la salud al hombre; la enfermedad es lo anormal. Para Still, la tarea del osteópata consiste en buscar la salud en el organismo del paciente.

En la búsqueda de la verdadera medicina, Still se inspiró en dos fuentes, de hecho, opuestas: los sanadores espirituales y los manipuladores de huesos. El sanador espiritual se personifica en el terapeuta creyente, que escucha al tejido y focaliza su energía sobre la región patológica a través de sus manos. El “aliento vital” (Sutherland) será entonces el responsable de materializar la curación. Por otro lado están los manipuladores de huesos (bonesetter), que tienen éxito aplicando las manipulaciones.

En sus tratamientos osteopáticos Still consigue unificar estas dos tendencias. Un conocimiento exacto de la anatomía y un excelente sentido del tacto, junto con la fe en las fuerzas de autocuración y la intención de ayudar, hicieron de él un terapeuta especial. Sus conocimientos de anatomía y de fisiología le permitían tener una visión exacta de las estructuras. Su fino sentido del tacto le permitía sentir las tensiones de los tejidos y aplicar las técnicas adecuadas para cada caso.

En el osteópata Still se unían el sanador y el manipulador de huesos. Comparaba el organismo humano con una máquina y al osteópata con el mecánico que efectúa la puesta a punto de la mecánica de la máquina [140].

Una característica de la osteopatía de Still era que reunía la biodinámica y la biomecánica. Actualmente, parece como si alguno de sus sucesores pretendiera separar esta dualidad. Algunos osteópatas son puros “mecánicos” y manipulan con técnicas más o menos suaves la totalidad del organismo, atribuyendo valor a las leyes de la anatomía y de la filosofía. Éstos representan la dirección biomecánica de la osteopatía.

Y por otro lado están los biodinámicos, que atribuyen menos valor a la biomecánica y, por ello, más valor a su sentido del tacto y a las fuerzas de autocuración del organismo.

Al igual que los sanadores espirituales, éstos intentan activar las fuerzas de autocuración en el tejido, con la diferencia de que valoran los ritmos del organismo tanto para el diagnóstico como para el tratamiento [8, 9, 72].

En este contexto es interesante destacar una afirmación de Viola Fryman (Formación continua 2000). En aquella ocasión, afirmó que el mecanismo de la respiración primaria (MRP) se manifiesta claramente en el tejido sano. Si existen disfunciones, la fuerza de la expresión del MRP se verá alterada, es decir, el MRP puede ser valorado tanto para el diagnóstico como para la terapia. Este fenómeno es utilizado por los biodinámicos. Con sus manos proporcionan un fulcro al tejido [8, 72, 135]. Al cabo de un cierto tiempo, el MRP se manifiesta con sus diferentes ritmos, lo que indica de que el tejido ha recuperado su función.

La osteopatía craneal clásica se diferencia de la orientación biodinámica en que explora el tejido para sentir el movimiento y sus restricciones, con el objetivo de conducir la estructura tratada hacia la dirección de movimiento libre y mantener allí el tejido para que el mecanismo de la respiración primaria pueda desarrollarse libremente sin tensiones y alcanzar así un efecto terapéutico.

Los movimientos de la sincondrosis esfenobasilar (SEB) palpados y descritos por Sutherland se corresponden con los movimientos de la cabeza en los tres planos del espacio además de las traslaciones en el plano sagital (up y down-strain) y en el plano horizontal (lateralstrain). Las técnicas funcionales aplicadas al aparato locomotor funcionan según el mismo principio. Se busca un punto de equilibrio en todos los planos (stacking) y se mantiene el tejido en la posición de relajación hasta que se produce una relajación automática. Aquí vemos cómo los principios aplicados en la osteopatía craneal son idénticos a aquéllos válidos para el resto del cuerpo.

Existen diferentes opiniones acerca de cuál es el mecanismo responsable de que se produzca finalmente la relajación del tejido. Los biomecánicos opinan que se trata de un efecto reflejo que procede de los receptores del tejido. Los biodinámicos creen en el efecto del MRP.

En sus tratamientos, Still aplicó una combinación de las técnicas denominadas directas con técnicas indirectas. Las directas manipulan el segmento que hay que tratar en la dirección de la corrección, mientras que las indirectas consisten en mover el segmento en la dirección de la disfunción.

Van Buskirk [23] llevó a cabo investigaciones para descubrir cómo trataba Still a sus pacientes. Interrogó a personas mayores que durante su infancia o su juventud habían sido tratadas por osteópatas para saber si comprendían las técnicas que habían utilizado con ellas. Algunas de estas personas todavía eran capaces de describir las técnicas, y, para su sorpresa, Van Buskirk constató que pocas de ellas se parecían a las técnicas descritas por Still.

También existe una breve secuencia de vídeo en la que puede verse a Still efectuando el tratamiento de una costilla. Este vídeo, así como las declaraciones de los pacientes y el poco material escrito por Still sobre sus técnicas, dejan claros los aspectos siguientes: tras realizar un diagnóstico extenso, el segmento que hay que tratar es colocado en la posición de la lesión hasta que se relaja la musculatura contraída. A continuación, se mueve el segmento hacia la posición de la corrección efectuando una ligera presión que está focalizada sobre la articulación bloqueada durante la totalidad del movimiento.

Bases científicas

Tal como hemos mencionado, el sistema nervioso desempeñaba un papel central para Still. Es el material de unión entre los sistemas visceral, parietal y craneal. La importancia del sistema nervioso central, y especialmente de la médula espinal en la génesis de las disfunciones y de las patologías, quedó demostrada científicamente tras los trabajos de Korr, Sato y Patterson [79, 81, 112].

Estos científicos demostraron, tras la experimentación, la importancia de la columna vertebral para la formación y el mantenimiento de los estados patológicos ya definida por Still y otros terapeutas manuales, y confirmaron de esta forma el papel regulador central de la médula espinal. Especialmente Korr [79], demostró científicamente fenómenos generalmente aceptados de forma experimental. Designaba el aparato locomotor como la máquina más importante de la vida (the primary machinery of life). Según Korr, los demás sistemas (sistema digestivo, sistema endocrino, sistema cardiocirculatorio) están al servicio del aparato locomotor.

En este sentido, el sistema nervioso vegetativo desempeña un papel especialmente importante. Algunas partes del sistema nervioso autónomo no son antagónicas, sino complementarias. Expresado de forma sencilla, el parasimpático sirve para la regeneración del organismo. Además, regula los procesos de larga duración. El simpático, en cambio, adapta la función de los diferentes sistemas corporales a los requerimientos del momento. Interviene en la regulación del aporte sanguíneo para los músculos activos, reduciendo por ejemplo el aporte sanguíneo del tubo digestivo para llevarlo a los músculos durante la realización de una actividad física, y aumenta simultáneamente la frecuencia cardíaca y respiratoria, etc. En resumen, el simpático le permite al organismo llevar a cabo ajustes espontáneos ante la aparición de necesidades súbitas.

Korr proporcionó explicaciones neurofisiológicas para muchos fenómenos que ya habían sido constatados clínicamente. Acuñó los términos “segmento facilitado” y foco neurológico (neurologic lens). El segmento facilitado es un segmento medular en el que el umbral sensitivo de todos los núcleos está disminuido como consecuencia de la aplicación de estímulos repetitivos o debido a un comportamiento erróneo del segmento provocado por una estimulación crónica. La consecuencia es que un estímulo subliminal será suficiente para excitar los núcleos, y que la estimulación del segmento facilitado suele desencadenar una reacción desproporcionada. Como ejemplo pondremos la tortícolis aguda causada por una corriente de aire.

Con el término “foco neurológico” se designa el fenómeno siguiente: si un segmento medular es estimulado de forma crónica, será sensible o susceptible a estímulos que normalmente sólo estimularían segmentos alejados de él. Este segmento “atrae los estímulos”.

A través de la experimentación, el equipo de investigación de Korr comprobó otros fenómenos muy interesantes:

•El aumento del tono simpático (de forma local o general) disminuye el umbral sensitivo del segmento afectado y aumenta el tono muscular de los músculos inervados por este segmento.

•El bloqueo de algunas vértebras aumenta el tono simpático de los segmentos y disminuye el umbral sensitivo.

•Cualquier tipo de estrés aumenta el tono muscular especialmente en los “segmentos facilitados”.

•Los desequilibrios posturales influyen en el tono muscular de los músculos paravertebrales y de los músculos inervados por los segmentos facilitados.

•La reducción del tono muscular de los músculos paravertebrales disminuye el tono simpático en estos segmentos.

Los resultados de las investigaciones han puesto de manifiesto dos realidades:

•El sistema musculoesquelético es uno de los agentes principales en la aparición y especialmente en el mantenimiento de las disfunciones somáticas.

•La médula espinal, como órgano de sinapsis y como organizador, cumple una importante función en la génesis de estados patológicos.

Entonces, la idea de Korr de designar el aparato locomotor como la máquina vital más importante (primary machinery of life) no es, por lo tanto, una exageración.

Las estructuras miofasciales desempeñan un papel esencial en todas las funciones corporales importantes, ya sea la respiración (respiración torácica y respiración celular), la circulación (diafragma y músculos como bomba venosa y linfática), la digestión (como movilización de los órganos) o como medio de expresión de las emociones. El aparato locomotor permite el desplazamiento, la comunicación con los demás, la ingestión de alimentos, etc.

La importancia del aparato musculoesquelético es destacada por el hecho de que más del 80% de las aferencias provienen del aparato locomotor [79, 112, 158]. La extrema sensibilidad de los husos musculares (un gramo de tracción y un estiramiento de una micra desencadenan una reacción del huso muscular [79]) hace que el aparato locomotor sea un órgano muy sensitivo. Esta característica permite que se produzcan reacciones rápidas, pero aumenta simultáneamente la predisposición a sufrir disfunciones, lo que tendrá como consecuencia la aparición de contracturas, deformaciones y alteraciones de la coordinación.

Irvin [en 155] y Kuchera [82] escriben que una oblicuidad de la base del sacro de 1-1,5 mm es suficiente para modificar el tono de los músculos paravertebrales. Korr describió las consecuencias que esto tendría para el simpático y con ello para el conjunto del organismo. Pero la médula espinal como central de conmutación y de organización no recibe solamente la influencia de estímulos externos.

El estado emocional de la persona es muy importante para la génesis de disfunciones y de posibles patologías. En este sentido, el sistema límbico desempeña un papel decisivo [158]. Como memoria del organismo, este sistema valora todos los estímulos y las percepciones sensoriales como positivos o negativos para la persona basándose en las experiencias previas. Si un estímulo es percibido como agradable, se consigue un feedback positivo; si un estímulo es percibido como perjudicial, se produce un feedback negativo.

A través del eje hipotalamohipofisosuprarrenal se controla el sistema neuroendocrino, es decir, la secreción hormonal y el sistema neurovegetativo. Los segmentos facilitados se verán especialmente afectados por estímulos emocionales positivos y negativos (ver migraña del fin de semana, úlcera por estrés). Cuando están sometidos a una estimulación mantenida en el tiempo, los segmentos con un umbral sensitivo bajo permanecerán con una “excitación crónica” [112]. Para influir terapéuticamente en este estado debemos tratar la globalidad del patrón lesional con el fin de eliminar la impregnación de los patrones patológicos en el sistema nervioso central. En este contexto, Korr hablaba de la médula espinal como un “organizador de los procesos patológicos” (the spinal cord as organisator of disease processes) [79].

La metamerización embriológica de la médula espinal determina la pertenencia segmentaria de determinados músculos, órganos, vasos, zonas cutáneas, huesos y articulaciones. La estimulación de una de estas estructuras influencia la función de las demás pertenecientes a este segmento.

Puesto que los segmentos colindantes están unidos entre sí a través de las interneuronas, esta facilitación será válida para varios segmentos. La inervación plurisegmentaria de los órganos y de los músculos también funciona en este sentido. En nuestra opinión, es un error asociar un órgano o una función a un solo segmento medular. Tanto más cuando sabemos que el cerebro no conoce músculos aislados sino patrones de movimiento. Así pues, serán tan importantes los patrones congénitos innatos como los adquiridos.

Por lo que respecta al sistema digestivo, debemos constatar que éste goza de cierta autonomía debido a la existencia del sistema nervioso entérico, pero aun así está sometido a la función global del organismo. En este caso, el sistema endocrino y el sistema neurovegetativo desempeñan también una función reguladora.

Debemos suponer que tanto aquí como en el aparato locomotor podemos encontrar patrones de comportamiento congénitos y adquiridos, que deberían correlacionarse con los del aparato locomotor y dar un tipo determinado [151].

Movilidad y estabilidad

El aparato locomotor está formado por músculos y huesos. Debe cumplir dos funciones básicas que son en sí mismas contradictorias: por un lado, procurar mantener la estabilidad, y por otro, permitir los movimientos.

El cerebelo y los órganos del equilibrio permiten la ejecución de estas dos funciones. Ambos reciben la información de los receptores, localizados principalmente en las estructuras miofasciales.

Los músculos son órganos ejecutores para ambas funciones. La existencia de un tono básico adecuado, de una capacidad de reacción rápida y de una buena coordinación de las tensiones musculares permite realizar movimientos armónicos y ajustes adaptados y sutiles para garantizar el equilibrio de la forma más económica posible.

La naturaleza (o el creador) ha solucionado este problema de una forma simple. La fuerza centrífuga (la fuerza expansiva de los órganos) es controlada por una fuerza de implosión (la tensión inherente del músculo) de los músculos. La extraordinaria sensibilidad de los músculos permite, con la ayuda de una coordinación precisa a cargo del sistema nervioso, una estabilización óptima y, por lo tanto, económica del aparato locomotor.

Para llevar a cabo movimientos armónicos, los músculos necesitan un punto de fijación estable, un órgano central que coordine la actividad (el sistema nervioso) y estructuras que garanticen el aporte sanguíneo y la inervación (metabolismo). La regulación de estas actividades es responsabilidad del sistema nervioso. Éste activa a los agonistas y a los sinergistas e inhibe a los antagonistas en la justa medida necesaria para realizar movimientos armónicos.

La mayor parte de los movimientos son realizados de forma inconsciente y en ellos participan una serie de reflejos espinales. Esto es necesario para que la persona actúe con previsión. El cerebro necesita libertad para elegir.

La médula espinal asume el papel de central de conmutación para la realización de cualquier actividad física. Los errores funcionales pueden tener consecuencias desastrosas. Todas las aferencias provenientes del aparato locomotor llegan a la médula espinal, todas las eferencias que van hacia los músculos salen de aquí. Es aquí donde se desarrollan los patrones de movimiento y de sostén.

En los años 1950, Sherrington describió una serie de actividades reflejas que explican este patrón [en 21 y en 160]. Los músculos mismos están provistos de diferentes fibras musculares con diferentes características. Mientras que las fibras blancas (fast-twitch) son adecuadas para efectuar contracciones rápidas, las fibras rojas (slow-twitch) permiten efectuar contracciones de más larga duración. Ambas presentan diferentes tendencias patológicas. Las fibras blancas tienden a presentar debilidad y atrofia, y las rojas tienden a sufrir contracturas y acortamientos.

Estas características deben tenerse en cuenta en el momento del tratamiento [40, 41, 86, 87].

El organismo como una unidad

En el inicio de esta introducción hemos destacado que el organismo siempre reacciona de forma global. No es nuestra intención reproducir aquí la totalidad de las bases del pensamiento osteopático, sino sólo las ideas necesarias para la comprensión de los capítulos que siguen.

Nuestro organismo se comporta siempre como una unidad, tanto en sus posibles estados fisiológicos como en los estados patológicos. El conjunto del cuerpo está implicado en todos los procesos fisiológicos. La respiración, por ejemplo, implica a todos los músculos, no solamente a la musculatura de la respiración; los órganos de la digestión son movilizados basándose en un patrón determinado, y el sistema circulatorio es ayudado por los músculos.

Este procedimiento tiene lugar siempre siguiendo un proceso determinado: durante la inspiración la totalidad del aparato locomotor, incluida la cabeza, sigue un patrón motor determinado, que Sutherland denominaba de “flexión-rotación externa-abducción”. La espiración sigue el patrón inverso: “extensión-rotación interna-aducción”.

Durante la marcha ocurre algo similar: la marcha también es un patrón de movimiento armónico que abarca desde la punta del dedo gordo hasta la raíz de la nariz y que sigue siempre la misma forma y el mismo patrón repetitivo. Puesto que el comportamiento global sigue unos patrones determinados, éstos también son reproducidos en los estados patológicos.

El desarrollo embrionario del hombre es la mejor muestra de un comportamiento global: la fecundación de un óvulo por un espermatozoide produce la división del óvulo en dos células que poseen el mismo código genético. Este proceso de división continúa hasta que las células finalmente se agrupan en complejos celulares para formar órganos, músculos, huesos, sistema nervioso, etc.

Este origen conjunto de todas las células del organismo nos permite concluir que todas las células reaccionan también conjuntamente en una situación determinada. Y en esta reacción el sistema nervioso parece tener de nuevo una función especial como centro de coordinación y de control.

Sutherland explica la globalidad del ser humano a partir del sistema de membranas y la fluctuación del líquido cefalorraquídeo [101, 102, 142, 143]. Cuando habla de membranas de tensión recíproca quiere decir que la tracción en un punto de inserción del sistema membranoso influencia todas las demás inserciones. Las membranas de tensión recíproca están formadas por la duramadre craneal y espinal.

Sutherland describe los siguientes puntos de inserción para el sistema dural:

•Crista galli en la parte anterior

•Apófisis clinoides

•Porción petrosa izquierda y derecha

•Parte posterior del inión

•Agujero magno

•C2

•Sacro

Las consecuencias prácticas de este fenómeno son que la modificación de la posición del sacro, por ejemplo, modifica automáticamente la posición del complejo OAA y la de los huesos del cráneo.

El sistema dural está lleno de masa nerviosa y de líquido (LCR), y a través de las vainas tendinosas continúa hacia el intersticio, que a su vez también es un espacio relleno de líquido. En otras palabras: las modificaciones del sistema dural ejercen presión sobre el líquido del tubo dural. Esta modificación de la presión es distribuida por el conjunto del líquido intersticial y con ello por todo el cuerpo.

El mecanismo de la respiración primaria (MRP), según Sutherland formado por una fase de flexión y de extensión, provoca una modificación de la presión en el conjunto del sistema dural y en el tejido intercelular a un ritmo determinado y en una dirección y amplitud propias de cada tejido. Las direcciones de movimiento se corresponden con las de la respiración torácica, de modo que la flexión craneal se corresponde con la inspiración y la extensión craneal lo hace con la espiración.

Otra prueba de la globalidad nos la brinda la anatomía de las fascias. Embriológicamente, el conjunto del tejido conectivo provenía del mesodermo. Los diferentes planos son, de hecho, una única túnica que divide todo el organismo, que envuelve órganos y músculos y que forma la piel del cuerpo. Las tres capas de fascia del cuerpo están unidas entre sí. Esta continuidad tiene como consecuencia que las modificaciones en un punto, la tensión o la tracción, se manifestarán a través de todo el tejido. Esta característica recíproca de las fascias es lo que las hace tan extraordinariamente importantes para la estática, para el movimiento y para la respuesta física al estrés mecánico [111].

La continuidad de las fascias, la continuidad de los líquidos y el origen conjunto son signos de unidad, más cuando todas las células poseen el mismo ADN.

El conjunto del cuerpo reaccionará siempre como una unidad tanto a nivel fisiológico como patológico. Una disfunción orgánica influirá en los músculos y en las articulaciones relacionadas con ellos. La continuidad del tejido miofascial modifica las relaciones de compresión y de tracción en el conjunto del organismo y a través del sistema dural en el cráneo. La estática se adapta siguiendo un patrón determinado, exactamente igual que el cráneo o los órganos. El cuerpo pretende mantener intactas las funciones del conjunto del organismo el máximo tiempo posible.

Interrelación entre la estructura y la función

Todos los osteópatas conocen bien la interrelación entre la estructura y la función. Del mismo modo que la estructura condiciona la función, la estructura depende también de la función.

La forma más clara de explicar esta dependencia es con el ejemplo de una articulación: para que no aumente la rigidez de una articulación, ésta debe mantenerse móvil. Si una articulación no puede moverse, la membrana sinovial produce menos líquido, el déficit de compresión y descompresión del cartílago reduce su irrigación, y la cápsula articular y el cartílago se hacen más quebradizos. El resultado será una reducción de la movilidad articular que puede convertirse en una artrosis o incluso en una anquilosis. La artrosis es el resultado de un mal funcionamiento articular provocado por la razón que sea.

Esta adaptación de la estructura a la función se ve de forma especialmente clara en el aparato locomotor. Las alteraciones funcionales de los músculos provocan modificaciones estructurales. Este proceso aparece de forma sorprendentemente rápida [2, 46], pero por suerte es en parte reversible. Transcurridos 30 días, los trastornos funcionales provocan modificaciones estructurales [41, 82].

Al mismo tiempo, la estructura está al servicio de la función. Por ejemplo, determinadas modificaciones articulares modifican la marcha y alteran el funcionamiento normal de otras estructuras. Todos los osteópatas que ejercen en el ámbito de la pediatría son muy conscientes de lo importante que es la estructura para la función. Still ya escribió sobre la importancia del tratamiento osteopático en el recién nacido [140]. Sutherland [142, 143], Magoun [101, 102], Fryman [57] y Arbuckle [4] describen más detalles sobre este tema.

Las modificaciones estructurales de la base del cráneo en el recién nacido provocadas por complicaciones perinatales son el punto de partida de alteraciones funcionales de los nervios craneales (X, XI, XII) y de la aparición de alteraciones estáticas de la columna vertebral (escoliosis, cifolordosis). Magoun explica este fenómeno a través de las uniones craneosacras y de la afectación del crecimiento provocada por las tensiones membranosas [101], una teoría que será confirmada por Korr [79].

Observación: Still había afirmado exactamente lo mismo 50 años antes, cuando preconizaba que las alteraciones de la circulación son el inicio de la enfermedad [140]. Cuando hablaba de circulación se refería tanto a la bomba venosa y linfática como a la circulación arterial y a la circulación de los impulsos nerviosos. Las modificaciones estructurales tienen que ver con las leyes mecánicas.

Serán importantes:

•La fuerza de la gravedad

•Otras fuerzas externas

•La forma y el estado de las superficies articulares

•Las tensiones musculares existentes [107]

Biomecánica de la columna vertebral y del aparato locomotor

Nadie ha analizado de forma tan detallada la biomecánica de la columna vertebral como Littlejohn [53, 96, 95, 97, 98, 126] y Fryette [56, entre otros aspectos]. Mientras que Littlejohn considera la columna vertebral de forma global e intenta dar una explicación mecánica para las disfunciones que aparecen con regularidad, Fryette describe el comportamiento de cada vértebra durante los movimientos y en el caso de existir determinadas disfunciones. Littlejohn proporciona explicaciones mecánicas para el comportamiento de la columna vertebral (globalidad).

El comportamiento de la columna vertebral y del aparato locomotor en general lo dirigen leyes mecánicas. La columna vertebral, formada por arcos anteroposteriores, y las articulaciones, cuyos movimientos vienen dictados por los ligamentos, los músculos y las superficies articulares, se comportan ante la carga (tracción o compresión) siguiendo su propio patrón de movimiento, lo que tendrá como consecuencia la respectiva adaptación del resto del aparato locomotor.

La columna vertebral está formada por dos arcos de concavidad anterior (CT y sacro) y dos arcos de concavidad posterior (CC y CL). Las cifolordosis se han desarrollado en el transcurso del crecimiento bajo la influencia de las fuerzas actuantes sobre el organismo. No debemos olvidar la influencia de los factores congénitos y de los adquiridos, en absoluto despreciable [25, 86, 141]. Los microtraumatismos perinatales [4, 57, 102, 142, 143] así como los traumatismos ocurridos durante la infancia (caída sobre los glúteos) pueden influir en este proceso y causar escoliosis o aumento de las cifolordosis.

Las escoliosis se desarrollan normalmente en forma de curvaturas en S [4, 82, 145]. Es como si la totalidad de la columna vertebral realizara una rotación alrededor de un eje vertical en un plano horizontal. La horizontalidad de la base del sacro desempeñará aquí un papel decisivo. Una inclinación de 1-1,5 mm en el plano frontal tiene una influencia escoliotizante sobre la columna vertebral. La extremada sensibilidad de los husos musculares es responsable de que esto sea así [82, 155].

Parece que en la primera fase de oblicuidad de la base del sacro la columna se adapta adoptando una forma escoliótica global en C. Por razones de estática, los músculos se activarán para transformar esta forma en S lo más rápidamente posible. El modelo de la mecánica de la columna vertebral de Littlejohn da para ello una explicación mecánica [36, 96, 97]. Además de las características mecánicas de las articulaciones, los músculos, como órgano ejecutor de los procesos de adaptación, son el elemento más importante.

Las escoliosis y las cifolordosis no solamente afectan a la columna vertebral; la cabeza, el tórax y las extremidades se verán afectados exactamente igual. El conjunto del cuerpo se ve implicado en este proceso [101]. La continuidad miofascial y el sistema hidráulico formado por el LCR y el líquido intersticial son garantes de un comportamiento global. La estructura se adapta a la función de forma global para garantizar la homeostasis.

Importancia de la homeostasis

La homeostasis es el mantenimiento de un medio interno relativamente constante o de un equilibrio en el organismo con la ayuda de circuitos reguladores entre el hipotálamo, el sistema hormonal y el sistema nervioso [115].

Su objetivo es la optimización de todas las funciones corporales para mantener la salud. No se trata de un estado estático, sino de un proceso de cambio permanente entre los procedimientos de adaptación a los cambios internos y a las condiciones externas. Los procesos mecánicos, electrofisiológicos y químicos regulan las funciones corporales. Los gradientes de presión, las polaridades, las diferencias de temperatura y los gradientes de concentración garantizan el funcionamiento metabólico.

El líquido extracelular es el medio en el que tienen lugar todos estos procesos, y el tejido conectivo proporciona el marco para ello. El tejido conectivo desempeña un papel principal en la homeostasis. Cada célula participa en la homeostasis y se aprovecha simultáneamente de ella [111]. Esta reciprocidad permite regular automáticamente todas las funciones corporales.

Cuando se produce una disfunción, el líquido extracelular reacciona a ello para corregir el problema. Si esto no es posible, cada vez se ven afectados más sistemas que no estarán en condiciones de contribuir a la homeostasis. Éste es el inicio de la enfermedad.

Las modificaciones del tejido miofascial son el primer signo de la existencia de trastornos funcionales, puesto que el proceso de enfermar tiene lugar aquí. Los reflejos viscerosomáticos provocan la modificación de las estructuras miofasciales, especialmente de los músculos paravertebrales, incluso ante la existencia del más mínimo trastorno orgánico [111]. Esto se ha demostrado científicamente [112]. Estos reflejos neuromusculoesqueléticos están basados en el desarrollo embriológico. Para la terapéutica es importante que las fuerzas de autocuración del cuerpo sean capaces de restablecer la homeostasis.

Los reflejos somatoviscerales, documentados por Sato [en 112, 82], pueden ser utilizados terapéuticamente para actuar sobre las disfunciones orgánicas. Por otro lado, estos reflejos destacan la magnitud de los desequilibrios musculares de las alteraciones estáticas.

La hipertonía de los músculos paravertebrales no es sólo un signo de la facilitación segmentaria, sino que también puede ser la causa primaria de trastornos o alteraciones viscerales. Además de las lesiones producidas por accidentes (accidentes deportivos o laborales...) y la realización de actividades físicas asimétricas, la diferencia de longitud de las piernas es la razón más frecuente de la existencia de hipertonía paravertebral.

El sistema nervioso como central de conmutación

La “máquina vital más importante” [79] es activada por los músculos. Los músculos son el órgano del aparato locomotor y el sistema nervioso es el centro de control. Para ejecutar movimientos armónicos, los músculos deben trabajar conjuntamente. Esto lo consiguen trabajando en cadenas, de forma que una unidad motora (ver pág. 79 y ss) proporcione sustento a otra.

Ejemplo: Para que el bíceps braquial pueda flexionar el codo, algo debe evitar que el hombro sea traccionado anteriormente. Esta tarea será ejecutada por los extensores del hombro y por los estabilizadores de la escápula.

De esta forma se crean cadenas en forma de lazos, los denominados lemniscos. Puesto que la mayoría de músculos presentan una disposición diagonal o están dispuestos en forma de abanico, estos lemniscos existen tanto en el plano sagital como en el plano frontal.

El reclutamiento de músculos para la ejecución de las secuencias motoras es una tarea del sistema nervioso. Los reflejos innatos facilitan este trabajo al organismo. Los receptores localizados en los músculos, en los tendones, en las fascias y en el sistema articular informan sobre los movimientos y permiten, conjuntamente con los centros de la motricidad, realizar movimientos de coordinación fina y adaptarse a las modificaciones del equilibrio.

Diferentes modelos de cadenas musculares funcionales

Cada vez hay más modelos de cadenas miofasciales (ver capítulo 8). Tanto los terapeutas de Rolfing como los fisioterapeutas o los osteópatas han descrito cadenas musculares. El hecho de que estas cadenas no coincidan se debe a que, además de diferentes opiniones, también existen diferentes puntos de vista terapéuticos. El terapeuta de Rolfing no atribuye la máxima importancia de su tratamiento a los mismos puntos que el osteópata o el fisioterapeuta.

El modelo que presentamos en el capítulo 8 está basado en la teoría de Sutherland, quien preconiza que existen dos patrones motores:

•Flexión-abducción-rotación externa

•Extensión-aducción-rotación interna

Sutherland no describió cadenas musculares, pero sí el comportamiento de los segmentos en ambos patrones. Lo interesante de su modelo es que se corresponde con los movimientos de la respiración y de la marcha.

Puesto que partimos de un principio de globalidad en la fisiología y en la patología, estamos convencidos de que los patrones craneales tienen continuidad en el aparato locomotor y en el ámbito visceral y viceversa.

Los factores anteriormente descritos (líquidos, membranas, continuidad del tejido conectivo) son la garantía de que esto sea así. Las leyes físicas y mecánicas son también responsables de que las articulaciones del conjunto del aparato locomotor (incluidas las suturas craneales) procuren que este patrón abarque el conjunto del sistema musculoesquelético. Esto es así independientemente de si el desencadenante de un patrón es una vértebra, el ilion, un órgano o un hueso del cráneo.

Para que el cuerpo funcione de forma óptima y sin dolor, todo el organismo se adapta a los elementos disfuncionales patógenos. Esto provoca la disminución de las tensiones, armoniza las relaciones de presión y mantiene la circulación.

Esto es necesario para que las fuerzas de autocuración del organismo puedan ejecutar su trabajo. Según la teoría de la osteopatía craneosacra, de esta forma se mantiene el mecanismo de la respiración primaria, que permitirá que el breath of life o “aliento vital” alcance las células.

En este libro

En la primera parte del libro presentamos brevemente al inicio algunos modelos de cadenas miofasciales (capítulo 2), y a continuación las bases fisiológicas del comportamiento del aparato locomotor (capítulo 3).

En el capítulo siguiente (capítulo 4) presentamos el concepto craneal de Sutherland, limitándonos al aspecto biomecánico. Describimos los movimientos fisiológicos de la sincondrosis esfenobasilar y las consecuencias esto tienen para la columna vertebral y para el aparato locomotor.

La posición del occipital sobre el atlas determinará la posición del sacro. Esto también condicionará la posición de la columna vertebral, de las extremidades y del tórax.

El capítulo 5 se ocupa de la mecánica de la columna vertebral, basándose en la visión de Littlejohn. Se trata de un modelo funcional que proviene de su experiencia. Explica el comportamiento de cada uno de los segmentos de la columna vertebral entre sí. El modelo SAT (Specific Adjusting Technique) [51, 52, 53], desarrollado por Bradbury y ampliado por Dummer, es una transformación lógica, práctica y muy válida del modelo de Littlejohn.

En el próximo capítulo (capítulo 6) presentamos algunos descubrimientos interesantes y las ideas de Janda, que tienen una relevancia básicamente práctica.

El capítulo 7 se ocupa esencialmente de una forma de diagnóstico simple y racional, los patrones de Zink. Se trata de la exploración de los patrones de torsión miofasciales en las zonas de transición o charnelas de la columna vertebral. Utilizamos este modelo para determinar cuál es la región dominante (ver parte práctica). En esta misma parte presentamos la comparación entre los modelos de Littlejohn, de Zink y los fenómenos neurofisiológicos y anatómicos. En este caso es visible que los modelos de Zink y de Littlejohn pueden ser proyectados uno en el otro y que existen fenómenos neurofisiológicos que nos ayudan a comprender estos fenómenos. Esto destaca las interrelaciones funcionales y estructurales.

Finalmente, en el capítulo 8 presentamos un modelo de cadenas musculares basado en los dos patrones de Sutherland. Describimos el comportamiento de las diferentes unidades motoras del cuerpo y la formación de cifolordosis y de escoliosis con los músculos implicados. Este modelo se diferencia de los demás en algunos puntos esenciales.

Opinamos que el conjunto de unidades motoras se comporta siguiendo el principio de la rueda dentada, de forma similar a los huesos del cráneo en el modelo craneosacro de Sutherland. En este modelo se producen movimientos de sentidos opuestos entre dos unidades motoras consecutivas. Eso explica las cifolordosis y las escoliosis, así como las rotaciones contrarias entre las unidades (ver la posición del pie, de la rodilla y de la cadera en piernas en valgo o en varo).

Para nosotros serán flexores los músculos de las concavidades y extensores los músculos de las convexidades del aparato locomotor. La dominancia de la cadena flexora provoca automáticamente un aumento de las curvaturas y la dominancia de la cadena extensora provoca una extensión del esqueleto. Puesto que embriológicamente el organismo está formado por dos mitades iguales, existe una cadena flexora y una cadena extensora para cada mitad. La coordinación entre los dos lados corre a cargo del sistema nervioso. En esta parte del libro describimos las cadenas musculares y explicamos la formación de los trastornos estáticos. En este punto queremos destacar que nuestro modelo no es el único válido y solamente es un intento para explicar fenómenos observados en la práctica cotidiana. Las profundas investigaciones llevadas a cabo en la bibliografía especializada y la asistencia a cursos y seminarios nos han proporcionado respuestas a muchas preguntas y nos han brindado la ocasión de escribir una obra sobre este tema tan interesante.

La segunda parte del libro se ocupa de la práctica; aquí presentamos un modelo de diagnóstico y algunos métodos de tratamiento. Para la exploración nos basamos en los “patrones de Zink” (ver capítulo 7) y en simples pruebas de tracción que nos permiten encontrar muy rápidamente la estructura dominante. En este apartado nos limitamos a la presentación de tratamientos de las estructuras miofasciales. Es evidente que las alteraciones orgánicas y las disfunciones craneales se abordarán con los métodos de tratamiento adecuados. En esta parte presentamos el diagnóstico y el tratamiento de los puntos gatillo. Es una forma de terapia que proporciona una sedación del dolor en muy poco tiempo ante la existencia de dolencias agudas o crónicas al tiempo que normaliza las modificaciones estructurales en las unidades miofasciales.

Puntos gatillo y cadenas musculares funcionales en osteopatía y terapia manual

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