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SOBRE LA VIRTUD Y EL VICIO [100B]

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Parece que los vestidos dan calor al hombre, no porque ellos, en realidad, lo calienten y le procuren su calor, ya que cada uno de ellos, por sí mismo, es frío (por esa razón, muchas veces, las personas que sienten calor o tienen fiebre cambian unos vestidos por otros), sino que el calor [C] que el hombre despide de su propio cuerpo, ése el vestido, aplicado al cuerpo, lo guarda y mantiene, y, una vez encerrado en el cuerpo, no le permite que se disperse otra vez. Al suceder esto mismo en los asuntos humanos, engaña a la mayoría de la gente, porque piensa ésta que, si se rodea de grandes casas y de multitud de esclavos y riquezas, vivirá agradablemente 1 . Pero una vida agradable y feliz no se asienta en causas externas, sino que, por el contrario, el hombre, extrayendo de su carácter, como de una fuente 2 , el placer y la alegría, los aplica a las cosas que lo rodean.

[D] Mientras arde el fuego una casa parece más honorable 3 , y la riqueza más agradable y la fama y el poder más espléndidos, si les acompaña el gozo que brota del alma. De esta forma los hombres soportan también la pobreza, el destierro y la vejez con alegría y en paz según la buena disposición y la tranquilidad de su carácter.

2

En efecto, así como los perfumes hacen olorosos los mantos raídos y los harapos, pero el cuerpo de Anquises despide un icor maloliente

inundando, espalda abajo, su manto de fino lino 4 ,

del mismo modo toda clase de ocupación y forma de vida, acompañadas de la virtud, carecen de penas y son agradables; en cambio, cualquier vicio hace a las cosas [E] que parecen espléndidas, magníficas y venerables, dolorosas, nauseabundas y desagradables a los que las poseen.

Ese hombre se considera feliz mientras está en el ágora ,

pero cuando abre las puertas de su casa es muy desgraciado;

su mujer lo domina todo, ordena y riñe continuamente 5 .

Sin embargo, cualquiera, si es de verdad un hombre y no un esclavo, podría librarse sin dificultad de una mala mujer; pero contra el propio vicio no es posible, tras escribir un documento de separación, librarse al punto de los problemas y descansar, comportándose uno según su propia voluntad, sino que, cohabitando siempre en sus entrañas y creciendo con él noche y día,

lo va asando sin brasas y lo expone a una vejez prematura 6 , [F]

porque es un compañero de viaje molesto por su arrogancia, un invitado costoso por su glotonería y un compañero de cama agotador, porque interrumpe y destruye el sueño con sus preocupaciones, ansiedades y celos. Pues, mientras éstos duermen, hay sueño y descanso para el cuerpo; para el alma, en cambio, sustos, pesadillas y perturbaciones a causa de la superstición.

Cuando la tristeza se apodera de mí, cuando estoy dormido ,

me siento morir a causa de mis sueños 7 ,

dice alguno. En una situación parecida colocan al hombre la envidia, el temor, la cólera y el libertinaje. En efecto, durante el día el vicio, mirando hacia fuera y amoldándose a los demás, se avergüenza y oculta sus sentimientos y no [101A] se entrega de lleno a sus impulsos, sino que muchas veces resiste y lucha con ellos. En cambio, en los sueños, cuando se ha escapado de opiniones y leyes y se encuentra lo más lejos posible de sentir temor y vergüenza, agita toda clase de deseos y despierta su carácter depravado y su intemperancia. «Pues incluso intenta unirse a su madre», como dice Platón 8 , se lleva a la boca alimentos prohibidos y no se priva de acto alguno, gozando con ir contra la ley cuanto le es posible con imágenes y visiones, que no conducen a placer alguno ni a realización de lo que desea, sino que sólo son capaces de agitar e irritar las pasiones y las malas tendencias 9 .

3

[B] ¿En dónde reside, entonces, el placer del vicio, si en ninguna parte hallamos con él la liberación de los cuidados y tristezas ni la independencia ni la tranquilidad ni la calma? Ciertamente la templanza y la salud del cuerpo dejan sitio y dan principio a los placeres de la carne, pero no es posible que en el alma se produzca gozo alguno ni alegría duradera, si ella no se proporciona a sí misma alegría, confianza y valor, como un asiento sobre el que descansar o una bonanza que no la perturben las olas. De otra manera, aun cuando alguna esperanza o placer le sonría un poco, si le surge de repente una preocupación, como un escollo en un mar en calma, el alma queda llena de confusión y turbación.

4

Amontona oro, amasa plata, construye paseos públicos, llena tu casa de esclavos y la ciudad de tus deudores, [C] a no ser que destruyas las pasiones de tu alma, pongas fin a tus deseos y apartes de ti temores y preocupaciones, estarás filtrando vino para uno que tiene fiebre, ofreciendo miel a un bilioso y preparando pan y companage para quienes sufren cólico y disentería, que no los pueden retener ni hacerse más fuertes, antes bien, casi son destruidos por ellos. ¿No ves que los enfermos rechazan con desprecio, repudian y apartan los alimentos más exquisitos y más caros, que les ofrecen y les obligan a tomar, y después, cuando su situación ha cambiado y su respiración es buena [D] y su sangre saludable y su temperatura normal, agradecen, al levantarse, un trozo de pan con queso y berros y lo comen de buena gana? 10 . El razonamiento crea una disposición de esta clase en el alma. Serás independiente si aprendes qué es lo bueno y lo honrado. Serás voluptuoso en tu pobreza, y vivirás como un rey, y desearás una vida alejada de cargos públicos y privada no menos que una vida llena de cargos militares y públicos. Si te has convertido en un filósofo, no vivirás descontento, sino que aprenderás a pasar la vida con gusto en todas partes y con cualquier cosa. La riqueza te producirá alegría, porque podrás hacer el bien a muchos, y la pobreza, porque te verás libre de muchas preocupaciones; la fama, porque serás honrado, y la falta de fama, porque no serás envidiado.


1 Cf. PLUTARCO , Moralia 99E.

2 Pensamiento de Zenón, cf. VON ARNIM , Stoicorum veterum fragmenta , I, pág. 50, y ver PLUT ., Mor . 477A.

3 Verso atribuido a HOMERO en el Certamen Homeri et Hesiodi 284 (ed. ALLEN ). PLUTARCO lo cita de nuevo en Mor . 762D.

4 Del Laocoonte de Sófocles, cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag., Sófocles , núm. 344.

5 Quizá de Menandro, cf. KOCK , Com. Att. Frag ., III, pág. 86, y ver PLUT ., Mor . 471B.

6 HESÍODO , Trabajos y Días 705.

7 De un poeta de la Comedia Nueva. Cf. KOCK , Com. Att. Frag ., III, pág. 444, Adespota , núm. 185.

8 República 571D.

9 Cf. PLUT ., Mor . 83A.

10 Cf. ibid ., 466D.

Obras morales y de costumbres (Moralia) II

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