Читать книгу Obras morales y de costumbres (Moralia) II - Plutarco - Страница 9
ОглавлениеSOBRE LA FORTUNA
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La fortuna rige los designios de los hombres no la [97C] discreción 1 .
¿Acaso tampoco la justicia, la equidad, la sensatez y la moderación rigen los designios de los hombres, sino que, como resultado de la fortuna y a causa de la fortuna, Aristides 2 se mantuvo firme en la pobreza, cuando él habría podido convertirse en dueño de grandes riquezas, y Escipión 3 , después de conquistar Cartago, ni tomó ni vio botín alguno? ¿Y fue como resultado de la fortuna y a causa de la fortuna por lo que Filócrates 4 , después de recibir oro de Filipo, «andaba comprando mujerzuelas y peces», [D] y Lástenes y Eutícrates, «al medir la felicidad con su vientre y con los peores vicios» 5 , causaron la ruina de Olinto 6 ? ¿También por la fortuna el hijo de Filipo, Alejandro 7 , se mantenía él mismo alejado de las mujeres cautivas 8 y castigaba a los que las deshonraban, y, en cambio, el hijo de Príamo 9 , impulsado por un mal espíritu y por una mala fortuna, se unió a la mujer de su huésped y, llevándosela, colmó de guerra y de males los dos continentes 10 ? Si de verdad todas estas cosas suceden gracias a la fortuna, ¿qué nos impide afirmar también que las comadrejas, los machos cabríos y los monos se abstienen, gracias a la fortuna, de la glotonería, de los excesos y de las obscenidades?
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[E] Pero si existen la sensatez, la justicia y el valor, ¿cómo puede haber una razón para que no exista la inteligencia? Y si hay inteligencia, ¿cómo no va a haber discreción? En efecto, la sensatez es, como dicen, una especie de inteligeneia *** 11 y la justicia necesita que la inteligencia esté presente. Aún mejor, a la discreción y a la inteligencia, que hacen buenos a los hombres en medio de los placeres, las llamamos continencia y sensatez; cuando aparecen en medio de los peligros y trabajos, fortaleza y bravura, y en las reuniones privadas y públicas, legalidad y justicia. Por lo cual, si juzgamos que son propias de la fortuna las obras de la discreción, que lo sean también las obras de la justicia y de la sensatez y, por Zeus, que sean propios de la fortuna el robar, hurtar bolsas 12 y el vivir licenciosamente, y nosotros, desentendiéndonos de nuestros propios razonamientos, abandonémonos en los brazos de la fortuna, [F] empujados y transportados, como el polvo y la basura, por un fuerte viento. En realidad, si no existe la discreción, es lógico que tampoco existan la reflexión acerca de nuestros actos, la observación ni la búsqueda de lo que es más conveniente, sino que habló en vano Sófocles 13 cuando dijo:
Todo lo que se busca [98A]
se puede encontrar, pero se escapa
lo que se descuida .
Y, de nuevo, en otro lugar, cuando trata de distinguir las acciones:
Lo que puede ser enseñado lo aprendo, lo que puede ser encontrado
lo busco y lo que puede ser objeto de súplica lo pedí a los dioses 14 .
¿Qué es lo que pueden entonces investigar o aprender los hombres, si todo se realiza según la fortuna? ¿Qué clase de tribunal estatal no desaparecerá y qué consejo real no se disolverá, si todo está bajo el dominio de la fortuna, a la que censuramos por ser ciega, porque nosotros, como ciegos tropezamos con ella? 15 . ¿Qué no estaremos dispuestos [B] a hacer, cuando, tras arrancarnos la discreción, como si se tratase de nuestros propios ojos, tomamos como guía de nuestra vida a un conductor ciego?
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Pues bien, aunque alguno de nosotros pueda decir que el acto de ver es fortuna y no visión ni «ojos portadores de la luz», como dice Platón 16 , y el acto de oír es fortuna, no la posibilidad de percibir una vibración del aire interpretada a través del oído y del cerebro, según parece, sería bueno cuidarse de las sensaciones de nuestros sentidos. Pero, en realidad, la naturaleza nos ha concedido la vista, el oído, el gusto, el olfato y los otros miembros de nuestro cuerpo y sus facultades 17 como servidores de la discreción y la inteligencia, y «el entendimiento ve y el entendimiento [C] oye, el resto es mudo y ciego» 18 . Y así como, si el sol no existiera, por los otros astros viviríamos siempre en una noche continua, como afirma Heráclito 19 , del mismo modo el hombre, si no tuviera entendimiento ni razón, por los sentidos en nada se diferenciaría en su vida de los animales salvajes. En cambio, nosotros los superamos y los dominamos, no gracias a la fortuna ni por casualidad, sino que la causa es Prometeo, esto es, nuestra facultad de razonar,
que nos concedió las crías de los caballos y de los asnos y la descendencia de los toros
para servirnos y para realizar nuestros trabajos 20 ,
según Esquilo. Cuando, en efecto, en lo concerniente a la fortuna y a la naturaleza, la mayoría de los animales irracionales disfrutan de una fortuna y una naturaleza de nacimiento mejores. Ya que unos están armados con cuernos, [D] con dientes y aguijones, «y a otros como a los erizos», dice Empédocles:
puntiagudos pelos se les han erizado en las espaldas 21 ,
y otros están calzados y vestidos con escamas, lanas, garras y duros cascos. Sólo el hombre, según Platón 22 , ha sido abandonado por la naturaleza «desnudo, sin armas, descalzo y sin ropas».
Mas, al concederle un solo don, todo está mitigado 23 ,
es decir, la razón, la preocupación y la previsión.
[E] Débil es, en verdad, la fuerza del hombre, pero
con la destreza de sus pensamientos
domina a las terribles especies del mar
y las terrestres y las aéreas 24 .
Los caballos son los más ligeros y los más rápidos, pero corren para el hombre; el perro es combativo y fogoso, pero guarda al hombre. El pez es sabroso y el cerdo, rico en carne, pero son alimento y companage para el hombre. ¿Qué hay mayor que un elefante o más temeroso de ver? Pues también este animal se ha convertido en un juguete del hombre y en un espectáculo público, y aprende posturas, danzas y a arrodillarse, no habiéndose propuesto aquí tales habilidades inútilmente, sino para que aprendamos a qué altura eleva la inteligencia al hombre y sobre qué [F] cosas lo sitúa, y cómo domina más a todos y es superior.
Ciertamente, no somos púgiles ni luchadores invencibles
ni corremos velozmente con los pies 25 ,
sino que en todas estas cosas somos más desafortunados que los animales. Pero, según Anaxágoras 26 , hacemos uso de la experiencia, la memoria, la sabiduría y la habilidad, nuestras y sólo nuestras, y les sacamos la miel, los ordeñamos, los llevamos y traemos, haciendo con ellos lo que queremos, de tal forma que en todo eso no hay nada que se deba a la fortuna, sino que todo es obra de nuestra discreción y previsión.
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También, en efecto, las obras de los carpinteros son, [99A] sin duda, «obras de hombres», y las de los herreros y las de los arquitectos y las de los escultores, en las que nada vemos que haya sido realizado con éxito de manera casual o por fortuna. Que también la fortuna se le presenta de manera insignificante al sabio 〈al herrero y al arquitecto〉, pero que la mayoría y las más grandes de sus obras las realizan las artes por ellas mismas, también lo ha demostrado este poeta:
Venid al camino ya, pueblo artesano todo ,
los que suplicáis a Ergánē 27 , de mirada terrible, hija de Zeus ,
con cestos traídos como ofrendas 28 .
Pues las artes tienen a Ergánē 〈y a Atenea〉 como patrona, [B] no a la Fortuna. Sin embargo, cuentan que cierto artista 29 que estaba pintando un caballo, lograba con éxito sus propósitos en las demás formas y colores, pero la porosidad de la espuma, agolpada alrededor del freno y el jadeo que sucedía al mismo tiempo, no le agradaba cómo le estaba saliendo. Así pues, los borraba una y otra vez; al fin, de rabia, arrojó contra el lienzo la esponja, tal y como estaba llena de colores, y ésta, al golpearlo, lo pintó de forma maravillosa y logró el efecto deseado. Ésta es la única obra de arte debida a la fortuna de la que yo he oído hablar. En todas partes se emplean cánones, pesos, medidas y números para que los trabajos nunca se vean sometidos a [C] la probabilidad y a la fortuna. Ciertamente, las artes son, como dicen algunos, formas menores de la inteligencia, o mejor, emanaciones de la inteligencia y virutas de la misma esparcidas entre las necesidades de la vida, como se dice alegóricamente del fuego, que, dividido en porciones por Prometeo, se ha esparcido por todo el Universo. Y así, rota y cortada en pequeños fragmentos, la inteligencia se ha extendido a diferentes clases de arte.
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En verdad es admirable que las artes no necesiten de la fortuna para realizar sus propios fines, y que, en cambio, el arte más grande y perfecto de todos, la culminación de la buena fama y estima entre los hombres, no valga nada; que en el tensar y aflojar las cuerdas se encuentre [D] una cierta discreción a la que llaman música, y en la preparación de los alimentos, al que llamamos arte culinario, y en el acabado de los tejidos, el arte de la batanería, y a los niños les enseñemos a calzarse y a vestirse, a tomar la comida con la mano derecha y a mantener el pan con la izquierda, en la idea de que estas cosas no son fruto de la fortuna, sino que necesitan solicitud y atención 30 , y que, en cambio, las cosas más grandes y más importantes para la felicidad no llamen en su auxilio a la inteligencia ni participen de la razón y la previsión. Nadie moja la tierra con agua y la deja, pensando que por fortuna y automáticamente surgirán los ladrillos, ni después de adquirir lanas y pieles, nadie se sienta, suplicando a la Fortuna [E] que se le conviertan en vestidos y zapatos; y, cuando un hombre ha reunido gran cantidad de oro, plata y numerosos esclavos y se ha rodeado de espaciosas habitaciones, habiendo colocado en ellas lujosos lechos y mesas 31 , ¿pensará que estas cosas, si no están acompañadas de la inteligencia por parte suya, le proporcionarán felicidad, una vida sin penas, feliz y afortunada? Alguien le preguntaba al general Ifícrates, como para ponerlo a prueba, quién era, «pues no era hoplita 32 , ni arquero ni peltasta» 33 , y él le respondió: «El que los manda y hace uso de todos ésos.»
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La inteligencia no es oro ni plata ni gloria ni riqueza ni salud ni fuerza ni belleza. ¿Qué es, entonces? Aquello [F] que es capaz de hacer un buen uso de esas cosas y aquello por lo que cada una de esas cosas es agradable, magnífica y provechosa. Sin ella son inútiles, infructíferas y perjudiciales, y agobian y avergüenzan al que las posee. Sin duda el Prometeo de Hesíodo aconseja muy bien a Epimeteo:
No aceptar nunca regalos de
Zeus Olímpico, sino rechazarlos 34 ,
refiriéndose a los dones de la fortuna y a las cosas externas, [100A] como si le aconsejara no tocar la siringe si no era músico, no leer si era analfabeto, ni montar a caballo si no estaba acostumbrado a los caballos, aconsejándole del mismo modo no gobernar si era necio, no ser rico si era una persona de baja condición ni casarse si era dominado por una mujer. Ya que, como dice Demóstenes 35 , «el éxito inmerecido es para los insensatos causa de malos pensamientos». Pero una buena fortuna inmerecida es, para los no inteligentes, causa de malas acciones.
1 Verso de Queremón, cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag ., 782. Ver CICERÓN , Tusculanas V 9, 25.
2 Cf. PLUT ., Vida de Aristides 25 (334B).
3 Escipión el Africano derrotó a Aníbal en la batalla de Zama, en el año 202 a. C., y se convirtió en el gran vencedor de Cartago, la poderosa enemiga de Roma. De sus grandes victorias en África sobre los cartagineses le vino el sobrenombre de Africano. Cf. PLUT ., Mor . 200B.
4 Político ateniense que participó en varias embajadas enviadas por Atenas al rey Filipo de Macedonia. Habiendo sido acusado de corrupción en las negociaciones sobre la paz llevadas a cabo con el rey macedonio, huyó y fue condenado a muerte. Cf. DEMÓSTENES , Sobre la embajada fraudulenta 229 (412), que dice que el dinero recibido por Filócrates era el precio de su traición. Cf. también PLUT ., Mor . 668A, y ATENEO , 343E.
5 DEM ., Sobre la corona 296 (324), que, por cierto, no cita en su lista de traidores a Lástenes ni a Euticrates.
6 Ciudad griega situada en la península Calcídica y capital de una confederación de ciudades en esta península. Aliada de Atenas, venció a Filipo, pero, traicionada, fue destruida en el año 348 a. C. Sobre los acontecimientos en torno a esta ciudad, cf., entre otros, a TUCÍDIDES , I 58; JENOFONTE , Helénicas , V 2, 11 s.; DIODORO SÍCULO , XVI 8, y DEM ., Sobre la embajada fraudulenta 266 s.
7 Cf. PLUT ., Vida de Alejandro 21 (676B ss.).
8 La madre, la hermana y las hijas del rey Darío de Persia.
9 Que es conocido con el nombre de Paris o Alejandro.
10 Europa y Asia.
11 Posiblemente aquí hay una laguna en el texto. Cf. PLUT ., Mor . 1034C-D, donde nos dice que Zenón, como Platón, admite una pluralidad de virtudes: la inteligencia, el coraje, la sensatez y la justicia, para añadir, más tarde, que ellos definen la sensatez como una especie de inteligencia.
12 La acción de los llamados «rateros».
13 Edipo Rey 110.
14 De una obra desconocida de SÓFOCLES , fr. 758 NAUCK .
15 Cf. KOCK , Com. Att. Frag ., III, pág. 121, Menandro , núm. 417.
16 Timeo 67b.
17 En lugar de dynámeōs de la ed. de la Teubner, seguimos la lectura de la ed. de la Loeb: tás te dynámeis .
18 De Epicarmo, citado también en PLUT ., Mor . 336B y 961A. Cf. DIELS , Fragmente der Vorsokratiker , I, pág. 123.
19 DIELS, Frag. Vorsokr ., I, pág. 97. Con una pequeña variante cita PLUTARCO este mismo dicho de Heráclito en Mor . 957A: «si no hubiera sol, sería siempre noche».
20 Del Prometeo liberado de Esquilo, cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag ., 194. Citado de nuevo en PLUT ., Mor . 964F.
21 DIELS , Frag. Vorsokr ., I, pág. 252.
22 Protágoras 321C.
23 De autor desconocido. Cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag., Adespota , núm. 367. Citado de nuevo en PLUT ., Mor . 959D.
24 Del Éolo de Eurípides, cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag ., 27.
25 Adaptación de HOMERO , Odisea VIII 246.
26 Cf. DIELS, Frag. Vorsokr ., I, pág. 409.
27 Ergánē es un epíteto de Palas Atenea como diosa de las artes.
28 Quizá de Sófocles, cf. NAUCK , Trag. Graec. Frag ., 760.
29 Nealces, según PLINIO , Historia Natural XXXV 36 (104). DIÓN CRISÓSTOMO (Or . LXIII 4) dice que era Apeles, y Valerio Máximo dice: «un famoso pintor».
30 Cf. PLUT ., Mor . 5A y 440A.
31 Cf. ibid ., 100C.
32 Soldado de infantería pesada.
33 Soldado de infantería ligera.
34 Trabajos y Días 86.
35 Olintíaco primero 23.