Читать книгу Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano - Rafael de Lorenzo García - Страница 11
Isabel Martínez Lozano, la doctora en CC Sociales
ОглавлениеCapitolina Díaz Martínez
Catedrática de Sociología
También hay hombres que lo hacen. Pero conozco a numerosas mujeres que empezaron a trabajar nada más acabar su licenciatura –si no antes– y, andando el tiempo, sintieron la llamada de la academia. Mujeres que empezaron estudios de postgrado pasada ya la edad habitual y de manera simultánea con el empleo, a menudo, con empleos muy demandantes. Entre ellas hay varias tipologías. Quizá la más frecuente es la de aquellas que aspiran a cambiar su empleo y emprender carrera académica. Algo menos común son los casos como Isabel Martínez Lozano cuyo interés por los estudios de postgrado tiene que ver con el enorme respeto que siempre mostró por la formación académica. En sus responsabilidades públicas, se rodeó, siempre que pudo, de profesorado universitario. A partir de ahí, desarrolló el deseo de pasar por esos procesos de formación que ella vio, en la práctica cotidiana –en su trabajo en el partido y en los ministerios– que cambiaban, para bien, el estilo de pensar y el rigor de muchas doctoras y doctores dedicadas a menesteres políticos. Y, nada más dejar sus responsabilidades políticas directas –las indirectas, invisibles, creo que no las dejará nunca– no dudó en embarcarse en el duro y exigente camino de los estudios de postgrado.
Como corresponde, cuando Isabel estuvo en condiciones de seguir un máster, hizo un estudio de las ofertas de ese nivel de postgrado. Yo la acompañé en la distancia en ese periplo. Le sugerí varios de los másteres que tenemos en España sobre estudios de las mujeres y feministas. Pero, con buen criterio y nadie piense que con soberbia, Isabel entendió que con sus lecturas-estudios a lo largo de muchos años y, en su práctica política, había aprendido –y aún impulsado– lo que se enseñaba en los postgrados por mí elegidos. Tuve que reconocer que tenía razón y que poco más podía sugerirle. Isabel analizó las ofertas de otros másteres, la compatibilidad con su extenso horario y calendario laboral. Se reunió y pidió consejo a amistades de varios ámbitos académicos en los que tenía interés y en los que confiaba en aprender cosas nuevas. Me consta que todas las personas con las que habló y pidió opinión trataron de atraerla a su campo. Cualquiera que la conociera sabía que Isabel sería una excelente alumna y un plus para el máster en el que se matriculara. Finalmente se decidió por “Sostenibilidad y responsabilidad social empresarial” que cursó en la Universidad Jaume I de Castellón durante los cursos 2013 y 2014. Debo decir que intenté desanimarla porque al ser un postgrado fundamentalmente de Economía, tenía que hacer un 50% más de los créditos del máster para compensar los escasos conocimientos de Economía que se adquieren con un grado en Ciencias de la Información, que es el que ella tiene. Pero su compromiso con el cargo que desempeñaba en una entidad, la Fundación ONCE, de tipo empresarial y de completa responsabilidad social, hizo de atractor para que realizara un máster muy difícil para cualquiera que viniera de fuera de las ciencias económicas. Me mantuve al margen, porque ese no es mi campo e Isabel pasó, con penas, pero finalizó con glorias, el máster. Sólo entonces volví a entrar en su camino académico, cuando me pidió que le dirigiera la tesis doctoral.
No quiero extenderme en las razones por las que acepté de inmediato la propuesta, porque hablarían más de mí que de Isabel. Pero sabía que iba a ser una tesis muy sentida y colaborativa. ¿Qué quiero decir con esto? Que una tesis sobre el proceso de institucionalización de las políticas públicas de igualdad con su corazón en el primer Ministerio de Igualdad, que ambas compartimos, necesariamente iba a ser una fuente de análisis y debate de nuestras propias prácticas pasadas. Y en buena medida así fue.
Pese a que el objetivo central de la tesis era explicar cómo fueron evolucionando las políticas públicas de igualdad en nuestro país para acabar en la creación de un Ministerio de Igualdad y que ese fue el objetivo pactado, Isabel empezó mucho más atrás temporalmente y acabó bastante después de ese singular evento. Esto no es habitual. Lo más frecuente es que las tesis doctorales, desde que se inician hasta que se acaban, tomen la forma de un embudo en el que se empieza por la boca ancha y se acaba por el tubo estrecho. Efectivamente, por lo general, la o el aspirante empieza queriendo hablar de todo lo relacionado con su objetivo, tiene ambición irrefrenable de conocimiento, pero poco a poco y al profundizar en los temas, no le queda más remedio que ir abandonando asuntos abiertos e interesantes pero que de atenderlos no acabaría nunca. Pues bien, en el caso de Isabel las cosas no fueron exactamente así. Creía yo que la tesis iba a empezar en cómo, reinstaurada la democracia, se empezaron a arrancar, no sin luchas, las primeras leyes en favor de la igualdad. Pero Isabel se fue a los antecedentes y escribió, nada menos que un capítulo de cincuenta páginas para explicar la instauración de los primeros derechos sociales y políticos de las mujeres, desde comienzos del siglo XX. Y la misma sorpresa tuve con el cierre. La tesis supuestamente debiera acabar con el análisis del primer Ministerio de Igualdad, su papel y sus hechos. Pero no fue así. Cómo se iba a parar Isabel ahí y dejar de explicar la evolución política y social de la igualdad de género los casi once años que transcurrieron desde entonces. Cómo no analizar ese tiempo en el que se cerró el Ministerio, se transitó por una larga sequía en cuestiones de igualdad que llevó a la reactivación del movimiento de base de las mujeres y sus organizaciones y culminó con una vicepresidenta-ministra de igualdad y posteriormente en un segundo Ministerio de Igualdad. Cómo podía dejar de analizar las nuevas demandas feministas y las nuevas reivindicaciones de grupos de géneros diversos. Para este cierre Isabel necesitó otro capítulo entero y sesenta páginas. Estos dos capítulos, el primero y el último obligaron a Isabel a leer y a pensar, probablemente más que todos los demás. Los capítulos centrales corresponden a la experiencia vivida por Isabel en el partido (PSOE) y en los diversos cargos políticos que detentó en ese periodo. La revisión bibliográfica de esa etapa central la tenía hecha. Ella era, en buena medida, sujeto agente (aunque invisible) de las propias referencias bibliográficas. Pero necesitó leer –y leyó mucho– sobre los nuevos feminismos y la nueva agenda feminista para su último capítulo al igual que necesitó leer y estudiar las leyes de protección de las mujeres trabajadoras de 1900 o la creación de los primeros organismos internacionales para la defensa de los derechos de las mujeres (CSW: Comisión de la Condición Jurídica de las Mujeres). Ciertamente, me gustaron esos capítulos. Yo aprendí de sus lecturas, sobre todo las realizadas para el capítulo primero y debatimos mucho sobre asuntos tan abiertos como los del último capítulo. El espíritu abierto y ávido de aprender de Isabel se puede ejemplificar diciendo que, finalizada la tesis en julio y aprobada con honores en diciembre de 2020 (pese a las restricciones impuestas por la covid-19) seguimos trabajando y debatiendo sobre los interrogantes que nos dejó sin resolver el último capítulo. Debates que, para bien o para mal, ocupan una parte importante de la agenda feminista pública de este comienzo de 2021.
Con su tesis, Isabel ha dado carácter académico a un proceso que no estaba recogido en su conjunto. Es un proceso que está en las mentes de muchas personas que lo han vivido y hecho posible. Está, así mismo, analizado e impreso en numerosos artículos y algunos libros (recogidos por Isabel en la bibliografía de su tesis), pero pedía una unificación. Ese ha sido el trabajo de Isabel. Ella sabía que por su participación directa y en primera línea en buena parte del proceso (su posición de insider) podía dar a conocer y analizar aspectos difícilmente alcanzables para outsiders. Ese conocimiento la empujó a hacer una tesis como la que hizo. Su tesis es una contribución añadida a su lucha por la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y minorías. Y la propia tesis es una reivindicación de cómo la combinación de la lucha del movimiento de mujeres y asociaciones feministas junto con las feministas en cargos de poder y la reflexión desde el feminismo académico acelera la implantación de políticas de defensa de los derechos de las mujeres.
Después de dedicar casi por completo mi colaboración en este volumen al proceso de elaboración de la tesis de Isabel siento que debiera haberme movido también en otros aspectos relevantes de su vida y en los que he participado con ella. Pero al ver la lista de participantes en el volumen he pensado que probablemente hay poco que no vaya a ser tratado por alguna de las coautoras y coautores y esto me ha frenado un poco. Ahora bien, hay algunos proyectos en común de los que siempre me he sentido particularmente orgullosa y cuya autoría ha sido compartida. Mencionaré el que me parece más sobresaliente: El Real Decreto 1615/2009, de 26 de octubre, por el que se regula la concesión y utilización del distintivo “Igualdad en la Empresa”.
Nuestra no bastante ponderada Ley de Igualdad1 incluía la creación de un distintivo de Igualdad en la Empresa y esa fue una de las primeras iniciativas que tomamos, Isabel como Secretaria General del Ministerio de Igualad y yo, como Directora General para la Igualdad en el Empleo.
El decreto del Distintivo de Igualdad fue mi primera experiencia de desarrollo de una de una ley orgánica y resultó ser, para mí, una extraordinaria fuente de aprendizaje. Tuve que aprender, desde los procedimientos administrativos hasta el manejo de las presiones de los sectores interesados. Pero el respaldo era evidente (Isabel ya había tanteado a los agentes sociales al respecto) y el decreto se redactó y aprobó en poco tiempo y con el contenido que mejor servía a la filosofía de la Ley de Igualdad. Este distintivo tiene por objeto premiar “a aquellas empresas que destaquen por la aplicación de políticas de igualdad de trato y de oportunidades en las condiciones de trabajo, en los modelos de organización y en otros ámbitos, como los servicios, productos y publicidad de la empresa”2. Su impacto ha sido notable. Por una parte, su éxito: El Distintivo de Igualad en la Empresa se convocó, por primera vez en 2010 y, hasta el momento3, se han celebrado 10 ediciones y está a punto de resolverse la undécima. Ha sido imitado en diversos países y algunas instituciones (de investigación, por ejemplo) trabajan para poner en marcha sus propios distintivos. A día de hoy, lo han solicitado 1.600 empresas. Un tercio de ellas PYMES. En la actualidad, 158 empresas lucen su Distintivo de Igualdad. Entre todas ellas dan empleo a unas 300.000 personas y, aproximadamente, un 42% de sus plantillas son mujeres. Por otra parte, muchas de las empresas que compiten por alcanzar el Distintivo de Igualdad han dado muestras de una gran creatividad para superar las seculares desigualdades de género en el empleo. Como resultado, numerosas mujeres se están viendo favorecidas por esas creativas medidas de igualdad impuestas por la empresas.
No es fácil crear indicadores para medir su impacto directo en la posición de las mujeres en el ámbito laboral, pero la persistencia de las empresas solicitando el distintivo o esforzándose en mantenerlo (tienen que solicitar la renovación cada tres años, si desean mantenerlo), así como las numerosas imitaciones que esta iniciativa está teniendo son, en sí mismas, una buena aproximación a un indicador de éxito.
Cierro así esta breve reseña sobre Isabel Martínez habiendo destacado dos de los tres aspectos en los que más intensamente me he relacionado con ella y en los que mejor la conozco: su vertiente investigadora, su activismo, en el primer nivel, en la creación de políticas de igualdad y el tercero, su amistad. Sobre este último no hablo para no resultar empalagosa.
1. Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
2. Real Decreto 1615/2009, de 26 de octubre, por el que se regula la concesión y utilización del distintivo “Igualdad en la Empresa”. https://www.boe.es/buscar/pdf/2009/BOE-A-2009-17432-consolidado.pdf
3. Enero 2021.