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Historia de una amistad

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María Teresa Fernández de la Vega

Presidenta del Consejo de Estado, exvicepresidenta del Gobierno

No es fácil encontrar a un amigo. Pueden pasar años sin que tu camino se cruce con alguien a quien de verdad, quizá mucho tiempo después, consideres y quieras como tal.

Sin duda todos atesoramos esa figura rara que llega a convertirse en más familiar que nadie de la familia y en la que fiamos los secretos y retos más inconfesables.

Tampoco cuando conoces a alguien imaginas de manera inmediata que va a llegar a ser, y a veces pasa, un compañero de etapa, una presencia con la que cuentas en momentos especiales.

Yo no sabía, desde luego, que una periodista jovencita llamada Isabel Martínez a la que conocí en la campaña electoral de las generales de 1996 se iba a convertir en ambas cosas.

Aquella campaña no fue una cualquiera. Bueno, pocas lo son, pero aquella se desarrollaba en un momento especialmente convulso. Los escándalos de corrupción, la fuga de Roldán, el “váyase, señor González”, ¿recuerdan?, precedieron a un adelanto electoral en el que yo formaba parte, como independiente, de la lista del PSOE por Jaén. También se celebraban elecciones autonómicas en Andalucía.

Con Isabel, que trabajaba en el Ayuntamiento de Andújar y estaba terminando su carrera como periodista pero ya muy enfocada a la política, me entendí enseguida. A pesar de su juventud me impresionó desde el primer momento, una inteligencia y sentido común acompañados de una gran empaña y a la vez discreción. Parecía conocer a todo el mundo y se movía como pez en el agua por aquellos pueblos jiennenses que, por cierto, me encantó descubrir.

Isabelita –para mí siempre ha sido y será Isabelita– era ya una joven casi periodista, socialista y feminista muy discreta, en la que se percibía claramente su compromiso democrático en cada una de esas condiciones, eso sí, siempre atenta a defender con la fuerza de la razón su posición frente a rivales políticos y machismos, entonces bastante más presentes que ahora. A pesar de su juventud me impresionó desde el primer momento su inteligencia y madurez que mostraba con elegante discreción.

Su eficacia, combinada con su cercanía como persona y su empaña, me hicieron albergar muchas expectativas para ella. Y, efectivamente, no me defraudó.

Poco después la reencontré ya en Madrid y trabajando para la Ejecutiva Federal como coordinadora de Participación de la Mujer. Pero fue con el relevo generacional y la inyección de esperanza y cambio que impulsó el nuevo Secretario General, y después Presidente del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, a cuya nueva vía se adhirió Isabel, cuando volvimos a compartir ratos, actos, momentos felices y tristes, que confirmaron nuestra amistad y camaradería.

Cuando en 2004 el presidente Zapatero me nombró Vicepresidenta Primera del Gobierno, enseguida llamé a Isabel para que llevara los temas relacionados con mujeres e igualdad. ¡Pueden imaginarse que no paró de trabajar!

En aquellos años lanzamos la ley contra la Violencia de género, la ley de Igualdad, la de Dependencia; promovimos los Encuentros de Mujeres Españolas y Africanas por un Mundo Mejor, que nos descubrieron a esas increíbles mujeres del continente capaces de hacerlo todo sin contar con casi nada.

Fue en general una legislatura donde reivindicamos la Igualdad y los derechos de las mujeres desde lo público, desde el poder, como nunca se había hecho, e Isabel fue, por derecho propio, parte importante de toda aquella ebullición de feminismo y conquista de derechos.

Recuerdo especialmente un viaje a China que hicimos en 2007 con motivo de celebrarse el Año de España en ese país. Además de otras muchas reuniones, mantuvimos una con la cúpula de la organización oficial de mujeres de China que ni Isabelita ni yo olvidaremos.

Aquellas señoras, que eran altos cargos del Partido Comunista, comenzaron diciéndonos que allí las mujeres estaban fenomenal, ¡ningún problema! Recuerdo la cara de estupor de todas las españolas presentes, y muy significadamente la de Isabel. Les respondí diciendo que qué suerte tenían, porque nosotras las españolas los sufríamos y bien complicados.

Como por ensalmo, todo cambió. Se sinceraron. Evidentemente, las mujeres chinas tenían tantos problemas como las demás, y al ver que las de España no sólo los reconocíamos, sino que queríamos compartirlos, salieron a la luz.

Isabel quedó encargada, en aquella misma reunión, de preparar un encuentro, entre mujeres chinas y españolas para ponerlos en común, que organizó de inmediato y tuvo gran éxito.

Vinieron después muchas cosas. Una campaña electoral, la de 2008, que de nuevo viví con Isabel, esta vez en mi tierra, en Valencia, y ya siendo ella un puntal primordial del equipo. Y después de las elecciones la marcha de Isabel al Ministerio de Igualdad. Una gran pérdida para mí, después de cuatro años de trabajar juntas y con total confianza, pero un paso muy importante para Isabel, que se convirtió en la Secretaria General del flamante Ministerio de Igualdad que lideraba una muy brillante jovencísima Bibiana Aído.

A Isabel le correspondió la nada fácil tarea y la enorme responsabilidad de poner en marcha un nuevo Ministerio del Gobierno, uno que no había existido nunca hasta la fecha.

Superó con nota el reto, trabajando codo a codo con la Ministra, y ambas haciendo frente con gran fuerza y profundas convicciones a la campaña de acoso y derribo de las reacciones más mezquinas que la derecha emprendió contra una de las decisiones políticas más importantes e innovadoras del nuevo Gobierno, lo que llevaron a cabo con enorme dignidad y prestigio. Lo que tuvo un gran mérito. Sólo dos mujeres valerosas, firmes y profundamente comprometidas como ellas habrían aguantado el embate.

Más tarde, en 2010, cuando la cartera de Igualdad se integra en el Ministerio de Sanidad Política Social e Igualdad, Isabel pasa a este Ministerio como Secretaria General de Política Social y Consumo.

Tras las elecciones de 2011, que ganó el PP, Isabel llegó a la que hoy es su casa, la Fundación ONCE. Y por fin pudo trabajar en un empeño del que a menudo le había oído hablar pero que nunca había tenido tiempo de llevar a cabo, su tesis doctoral, titulada “La institucionalidad de las políticas de igualdad en España: el camino de la igualdad real y efectiva en el siglo XXI”, que defendió brillantemente y fue calificada cum laude. No es de extrañar. Cuando Isabel se propone una empresa, se puede asegurar que va a salir adelante en las mejores condiciones posibles. Hoy es toda una doctora en un área que, por otra parte, domina como nadie, la de la lucha de las mujeres por la Igualdad.

Durante todo este tiempo, Isabel y yo hemos seguido juntas sin trabajar juntas. Unidas por la amistad, por el cariño que nos tenemos, por las mujeres y su libertad, por el deseo de mejorar la vida de la gente que a ambas nos anima.

Objetivos comunes que se unen a los recuerdos, a las vivencias compartidas que a las dos nos han marcado.

Me gusta especialmente este poema de Emily Dickinson y con él, en honor y preludio del homenaje a Isabel que se rinde en esta publicación quiero terminar este escrito.

¡Yo, cambiar! ¡Yo, transformarme!

¡Pues lo haré, cuando en la

Colina Eterna Crezca una

Púrpura más Pequeña –

Al atardecer, o un

Brillo inferior Vacile en

la Cordillera –

En el mejor cierre del Día!

Leire Pajín Iraola

Exministra de Sanidad Política social e igualdad

Solo después de que las mujeres empiezan a sentirse en esta tierra como en su casa, se ve aparecer una Rosa Luxemburgo, una Madame Curie. Ellas demuestran deslumbrantemente que no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia

Simon de Beauvoir

Mientras escribo estas líneas, me viene a la cabeza un bonito recuerdo de hace ya algunos años. En una visita de amigas a la Granja de san Ildefonso, Isabel Martínez, redescubría a Isabel de Farnesio. Aquella tarde, entre colecciones pictóricas y visitas a palacios todos ellos símbolo de nuestra historia, Isabel mostró una vez más, su interés intelectual y su reivindicación de la historia de las mujeres tan silenciada en todos los ámbitos. Así pues, reivindicó a su tocaya como una figura, poco conocida en comparación a otras, y para ella de mucho mayor interés. Isabel de Farnesio se considera todavía hoy “una mujer con un fuerte carácter y una personalidad autoritaria que le otorgó una gran influencia en la Corte de la época. Al ser ambiciosa, disfrutaría del ejercicio del Poder Real, por lo mismo tuvo muchos opositores y enemigos, siendo temida por muchos miembros de la Corte.”1 Sea como fuere, lo cierto es que esta descripción, o una similar se suele atribuir a las mujeres líderes. Lo que a un liderazgo masculino se califica como valiente, audaz, con las cosas claras, y seguro de sí mismo, se interpreta en femenino de una forma muy distinta, y los mismos valores se ven como ambición desmedida, fuerte carácter, e incluso histeria. Así era Isabel de Farnesio, una esposa de rey (Enrique V) que ejerció de reina, logró reunir importantes colecciones de arte, y su política estuvo orientada a recuperar para la monarquía española los territorios italianos perdidos por el tratado de Utrecht. Una mujer relevante, en cualquier caso, no siempre adecuadamente tratada por la historia, como tantas mujeres en el ámbito de la filosofía, la ciencia, la economía, la política y que este año acertadamente algunas de ellas han sido rescatadas de la historia por la campaña #nomorematildas2 que pretende poner el acento en las mujeres científicas relevantes, silenciadas a lo largo los años, desconocidas y ensombrecidas por sus compañeros varones. Una iniciativa similar se puso en marcha hace 17 años; “ellas crean”, un festival cultural nacido para poner en valor la creatividad de las mujeres con motivo del 8 de marzo al que tantas veces asistí con Isabel.

En pleno siglo XXI, las mujeres seguimos estando infrarrepresentadas en todos los ámbitos de la sociedad, y seguimos estando mucho más expuestas a las crisis, como ha vuelto a poner de manifiesto la pandemia de la COVID 19 que ha aumentado la desigualdad entre hombres y mujeres, ampliando la brecha digital, la desprotección social, el rol y la responsabilidad atribuida de los cuidados, y la violencia de género entre otros factores3. Más expuestas por tanto a los efectos de las crisis, pero insuficientemente tenidas en cuenta en las mesas donde se toman las decisiones para responder a ellas. “Conquistar la mitad de cielo y la mitad del poder” ha sido uno de los grandes lemas de los movimientos feministas que todavía hoy está vigente. Afortunadamente hemos avanzado mucho en los últimos años gracias a las políticas de acción positiva, de cuotas, y de democracia paritaria. Acciones e instrumentos empujados en nuestro país por mujeres feministas, muchas de ellas socialistas, de cuya lucha nos hemos beneficiado todas. En uno de esos procesos conocí a Isabel Martínez. Eran los tiempos de Joaquín Almunia, el candidato que llevó a las elecciones un programa electoral ambicioso en el que aparecían políticas innovadoras que muchos años después verían la luz. Isabel, en aquel entonces en el equipo de Micaela Navarro trabajó intensamente para consolidar, en los estatutos del partido, el concepto de democracia paritaria todavía hoy vigente en el artículo 286 de los estatutos del PSOE, un concepto que pretende consolidar no sólo representatividad política proporcional a la sociedad (ni más del 60 ni menos del 40 por ciento de un género u otro) sino, el liderazgo de las mujeres en los ámbitos de poder. Un objetivo histórico, liderado en el partido por mujeres como Carlota Bustelo, Matilde Fernández y tantas otras a las que les debemos hoy su empuje por la política de cuotas que tanto han beneficiado a la igualdad y la democracia. Un gran equipo de mujeres feministas que trabajaron también para colocar en el programa electoral del 2000 el compromiso de elaborar una “Ley de contenido integrador para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres”, muy demandada por organizaciones feministas y que años más tarde bajo el gobierno del presidente Zapatero vería su luz4. Una ley integral contra la violencia de género votada por unanimidad en el parlamento, que todavía hoy debe seguir desplegándose y dotándose de recursos pero que ha conseguido colocar en el corazón de la agenda política, una lacra criminal que sigue azotando insoportablemente a las mujeres. Hoy tenemos más instrumento que nunca antes para luchar contra ella, pero también tenemos nuevas amenazas. Amenazas de quienes sentados en los escaños del poder niegan la existencia de una violencia ejercida vilmente contra las mujeres por el hecho de serlo.

En el año en que se conmemoran 17 años de la victoria electoral de José Luís Rodríguez Zapatero, las políticas de su gobierno pasarán a la historia como uno de los momentos más claros dónde España construyó cimientos sólidos por la igualdad de oportunidades; los primeros gobiernos paritarios de la historia, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres5, la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género6, el permiso de paternidad, la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, la primera estrategia de igualdad de la cooperación española, la creación del primer ministerio de igualdad, etc., son algunos ejemplos de ello. “Cuando una mujer da un paso, todas avanzamos” repitió en varia ocasiones Teresa Fernández de la Vega, la primera vicepresidenta de España y una de las mujeres que más ha empujado por la igualdad. Y cuando lo hacemos, avanza toda la humanidad, añadiría una mujer cuya ausencia se multiplica cada día, una amiga a la que recordaremos siempre, la primera mujer ministra de defensa cuya foto en la portada de los periódicos dio la vuelta al mundo, en estado avanzado de gestación pasando revisa las tropas, una mujer brillante que como Bibiana Aído, la primera Ministra de igualdad de este país, y otras muchas, que contribuyeron a romper de un golpe fuerte un techo de cristal que se convierte en hormigón todavía hoy para la mayoría de las mujeres. Avances todos que nos enseñan una vez más, que la sororidad, la solidaridad entre mujeres y el trabajo colectivo, es el camino en la conquista de los derechos de igualdad, y que, en ese camino, cada paso dado tiene detrás muchas mujeres que unas veces en silencio y de forma anónima, otras en primera línea pagando un precio alto por ello, y otras muchas en la trastienda, empujaron y empujan de forma inequívoca.

Siempre me he sentido profundamente privilegiada, afortunada y agradecida de estar rodeada por mujeres inmensas. Mujeres a las que admirar, y querer, mujeres de las que aprender, mujeres con las que avanzar juntas. Mujeres como Isabel Martínez, inquieta intelectualmente, amiga de sus amigas, autoexigente, gran lectora, profesional rigurosa y sobre todo feminista. Mujeres que allá donde están siguen aportando luz, se hacen cargo de otras mujeres, y apoyan a las que en cada momento deben tirar el carro. Mujeres que tejen redes potentes sabiendo que solo así seguiremos avanzando, mujeres imprescindibles que no descansan, que sigue aportando luz en lo académico y la reflexión sobre las políticas públicas y los retos que hoy tenemos como país. Mujeres con las que fue y sigue siendo un privilegio, trabajar, compartir y militar. Mujeres con las que ratificar convenciones de NNUU, impulsar leyes y acuerdos y en definitiva avanzar. Sirvan estas palabras para poner un granito de arena en el reconocimiento de todas ellas, que son muchas y diversas, con la voluntad siempre, de rescatar la historia y de reconocer y agradecer su lucha. Gracias a las que estuvieron, a las que están y a las que estarán.

1. https://es.wikipedia.org/wiki/Isabel_Farnesio

2. https://www.nomorematildas.com/

3. https://interactive.unwomen.org/multimedia/explainer/covid19/es/index.html

4. https://www.psoe.es/media-content/2015/03/Programa-Electoral-Generales-2000.pdf

5. https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2007-6115#:~:text=Art%C3%ADculo%203.,familiares%20y%20el%20estado%20ci

6. https://www.boe.es/buscar/pdf/2004/BOE-A-2004-21760-consolidado.pd

Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano

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