Читать книгу Estados traumatizado y no traumatizado de la personalidad - Rafael E. López-Corvo - Страница 7

Introducción

Оглавление

Consideraciones teóricas acerca de los traumas pre-conceptuales y los estados traumatizados y no-traumatizados de la personalidad

Una noche un viejo indio Cherokee le relató a su nieto sobre la batalla que ocurre dentro de la gente. Así le dijo: “Hijo mío, Existe una batalla entre dos lobos en el interior de todos nosotros. Uno es malvado, lleno de rabia, celos, envidia, necesidad, dolor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, mentiras. El otro es bueno, feliz, tranquilo, es amor, esperanza, serenidad, verdad y compasivo”. El nieto pensó por un momento y luego preguntó al abuelo: “¿Y cuál lobo gana?” Y el viejo indio contestó: “¡El que tú alimentes!”.

Tomado de Internet, de autor desconocido

La verdad nace como un hereje y

muere como un dogma

Humberto Eco

Psicoanalistas y psicoterapeutas enfrentan la necesidad de crear, para su propio uso, un modelo comprensivo y multidimensional del funcionamiento mental. Así como los marineros requieren coordenadas numeradas, conocidas como latitudes y longitudes, que les sirvan de índices referenciales para encontrar su rumbo en la desconocida inmensidad del mar, los psicoanalistas podrían sentirse presionados a crear un instrumento similar que los ayude a encontrar su camino en la inmensidad del desconocido y siempre cambiante mar de abstracciones y poder así navegar con facilidad por todos los rincones de la mente. Algo así debió haber inspirado a Bion para concebir La Tabla y lo que Grotstein (2007) ha bautizado como “ensamblajes de los sueños”. Los analistas se posicionan continuamente allí, en el lugar donde la transferencia golpea y la contratransferencia emerge, asumiendo muchos roles y a la misma vez no siendo ninguno, siempre tratando de permanecer invisible, como el instructor de judo, de quien un discípulo alguna vez dijo: “Pelear con él es como pelear contra un gi1 vacío”. ¡Una vez que se “consigue” al analista, el análisis concluye! Este libro es un intento de proveer, usando el esclarecedor legado de Bion, un instrumento práctico, útil y eficiente para navegar por la psique con un rumbo y sin perderse.

Durante las décadas de los 60 y 70, los psicoanalistas estuvieron muy influenciados por las novedosas contribuciones de Klein acerca del concepto de las “posiciones” y del “fenómeno esquizoide”. El psicoanálisis era considerado en ese entonces la terapia de elección para el manejo de pacientes esquizofrénicos y estuvieron de moda algunas técnicas regresivas con orientación psicoanalítica. Desde el punto de vista teórico las contribuciones de Rosenfeld (1952), acerca de la transferencia en pacientes catatónicos, fueron un paradigma. La nueva técnica sobre “psicoanálisis directo” de John Rosen (Morris, 1959), se puso de moda. Rosen comparaba la psicosis con un sueño en continuo desarrollo, que requería una intervención violenta por parte del terapeuta para así despertar al paciente y sacarlo de la pesadilla. Durante los siguientes 40 y 50 años, las limitaciones del psicoanálisis en el manejo de pacientes psicóticos, así como el progreso de la psicofarmacología, al generar drogas mucho más efectivas, llevó al psicoanálisis a alejarse de las psicosis y a asentarse cómodamente en los confines de la psicopatología borderline y las neurosis.

De su trabajo con pacientes esquizofrénicos Bion2, por esta misma época, produjo varios artículos que fueron recopilados en su libro Volviendo a pensar (1967). Entre éstos es crucial la contribución que se refiere a la “diferenciación de las personalidades psicóticas de las no psicótica” (1957), haciendo referencia a disparidades fundamentales entre elementos internos dentro de un mismo individuo. Allí escribe entre otros factores, la existencia en pacientes psicóticos de una parte no psicótica siempre obscurecida por el odio hacia la realidad presente en la parte psicótica. El retiro de la realidad ha resultado ser más “una ilusión que un hecho”, porque estos pacientes siempre tienen una cierta conciencia de la realidad externa. Otro aspecto elaborado por Bion fue el ataque sistemático que estos pacientes realizan a la capacidad del Yo hacia los pensamientos verbales, a los que fragmentan en partículas diminutas y luego dispersan por todos lados con la ayuda de identificaciones proyectivas e introyectivas. Como resultado, el paciente se mueve en un mundo de objetos que ordinariamente representan un “mobiliario de sueños” (ibíd. p. 51).

El concepto de fragmentación y ubicuidad de los elementos proyectados desde el Superyó y del Yo descritos por Bion, resultan en algo similar a lo que Ferenczi (1933), previamente había hecho referencia como la atomización de las experiencias traumáticas. Esta coincidencia fue señalada por Chasseget–Smirgel (1987), quien encontró similitudes determinantes entre la concepción de trauma psíquico de Ferenczi, escrita en 1932 y algunas de las contribuciones de Bion sobre psicosis, escritas 23 años más tarde. Chasseguett–Smirgel se disculpa y espera no ser tomada por alguien que intentaba

[…] minimizar la gran originalidad del pensamiento de Bion. Es [más bien] señalar coincidencias que resultan fascinantes para cualquiera que tenga un interés en la historia de las ideas del psicoanalíticas [p. 58]

Obviamente, si Ferenczi en 1932 hubiese tomado una foto de la Torre Eiffel desde su lado Este y Bion, en 1955, la hubiese fotografiado desde el lado oeste, al compararlas ahora podríamos llegar a una conclusión similar a la de Chasseguett-Smirgel y decir que el objeto de su observación ha sido el mismo para ambos, aunque sin tener que excusarnos por ello. Es obvio, que si Ferenczi y Bion estuvieron examinando “la mente” desde diferentes puntos de vista y en diferentes épocas, y fueron agudos en sus conclusiones, pudieran haber coincidido; después de todo, “la verdad no necesita un pensador”3. Aunque Bion originalmente se refirió a pacientes esquizofrénicos en dos de sus trabajos (1967, pp. 42, 63), sus conclusiones fueron extensivas a individuos no psicóticos.

Considero que aún en neuróticos severos hay una personalidad psicótica con la cual hay que lidiar de la misma manera antes de alcanzar el éxito. [1967, p. 42]

Y, adicionalmente, al final de su trabajo sobre “la diferenciación de las partes psicóticas de las no psicóticas”, dijo:

Es más, considero que esto se mantiene como una verdad para los neuróticos severos en quienes creo hay una personalidad psicótica velada por la neurosis de la misma manera que la personalidad neurótica es apantallada por la psicosis en el psicótico (Ibid, p. 63).

Siguiendo algunos de estos puntos he llegado a dos conclusiones:

1 aunque Bion nunca hizo una referencia explícita sobre el trauma, pienso, igual que Grotstein (2007, p. 154), que este concepto está implícito en la mayoría de sus contribuciones y obviamente, como lo he señalado anteriormente, no es una coincidencia que él y Ferenczi observaran similares mecanismos en diferentes formas de psicopatología;

2 aun cuando Bion hizo sus observaciones utilizando pacientes esquizofrénicos, se dio cuenta de la ubicuidad de sus afirmaciones y por lo tanto pensó que estas observaciones también podían aplicarse a los pacientes neuróticos.

Yo sin embargo creo que tal discrepancia de estados está presente absolutamente en la mente de todos los seres humanos, aun en aquellos que pudiesen ser considerados como “normales”. Estos dos aspectos los evaluaremos en detalle en el capítulo primero.

* * *

Dos sistemas opuestos considerados como estados de la mente, “psicóticos y no-psicótico”, los cuales constituyen los elementos básicos que estructuran el modelo de Bion sobre la mente, he preferido a partir de ahora, cambiarlos por “traumatizado” y “no-traumatizado” con el propósito de hacer referencia a su verdadera etiología. La diferencia entre cada dimensión depende de la capacidad del Yo para tolerar o no la frustración mediante un aparato epistemológico o “función alfa” el cual, emulando al sistema digestivo, trata entre muchas otras cosas, de “digerir” mentiras para construir verdades. Por ello Bion afirma que mientras el cuerpo se “alimenta de comida, la mente se alimenta de verdades”. La función alfa opera de acuerdo al modelo que Bion denominó “continente-contenido”, donde la parte “traumatizada” contiene a la “no traumatizada” o viceversa. La conducta dependerá de cuál parte contiene a cuál y durante cuánto tiempo. En el caso de la psicosis clínica por ejemplo, la parte traumatizada contiene a la no traumatizada casi la totalidad del tiempo. Será lo opuesto si la persona desarrolla alguna clase de consciencia de si mismo, de “conciencia alerta4”. El estado intermedio correspondería a la patología limítrofe o borderline.

La incapacidad del Yo para tolerar la frustración impuesta por la realidad, a menudo dispara emociones ligadas a los traumas pre-conceptuales que inconscientemente pueden sobrepasar o “contener” –en el sentido bioniano– al estado no traumatizado, resultando de ello una condición que Bion ha denominado como la “reversión de la función alfa”5. Este mecanismo consiste en una falla de la función alfa y de la disolución de elementos alfa ya existentes, los cuales regresan a una particular forma de elemento beta, diferente del elemento beta original, que Bion describió como “objetos bizarros” (1962, p. 25). La condición opuesta, o sea, el que la parte no-traumatizada “contenga” a la traumatizada, se logra cuando la función alfa está en capacidad de cambiar experiencias sensoriales o elementos beta en elementos alfa, los cuales pueden ser utilizados en la producción de pensamientos creativos y del sentido común (conocimiento positivo o +K). Pienso que esta modificación requiere de una transformación en el tipo de comunicación usado entre las diferentes partes fragmentadas, para así pasar de vínculos negativos (falsos) a positivos (verdaderos). Este aspecto es descrito más adelante en detalle en el capítulo VIII.

Los elementos beta son almacenados como partículas que no pueden ser empleadas para pensar y sólo son buenas para ser usadas como misiles en los mecanismos de identificación proyectiva, representando registros emocionales inconscientes y primitivos que han sido almacenados y que pueden ser actuados, más no recordados. Ellos son usados en la acción como una forma de lenguaje evacuativo (1962, p. 6) con el propósito de manipular al objeto mediante identificaciones proyectivas e introyectivas. Originalmente Bion (1963) los describió como actos indigestos:

[…] objetos compuestos por cosas-en-sí-mismas6, sentimientos de depresión-persecución y culpa, así como ciertos aspectos de la personalidad que ha sido vinculados por una sensación de catástrofe. (p. 40)

Sin embargo, años más tarde Bion afirmó que los elementos beta no eran sólo sinónimo de patología mental, sino que también podían representar una clase de comunicación quizás intuitiva, comúnmente usada por los niños (1974a, pp.127-128). Obviamente, para esta época Bion estaba concibiendo la noción de “O”, la cual también clasificó como un elemento beta.

* * *

Aunque las experiencias traumáticas almacenadas en el inconsciente representan elementos beta, no todos los elementos beta son experiencias traumáticas, ya que otros hechos indigestos o pensamientos no pensados, como por ejemplo la noción intuitiva de “O” u otras formas desconocidas de “impresiones sensoriales no traumáticas”, pueden también ser consideradas, siguiendo la descripción de Bion, como un elemento beta. Ahora me estoy refiriendo a lo que he llamado “traumas pre-conceptuales”, los cuales representan elementos beta o cicatrices dejadas en la mente por estímulos psíquicos que tuvieron lugar en un tiempo en el que no sólo existía una mente rudimentaria incapaz de digerir y contener el impacto de tales hechos psíquicos, sino además y muy importante, la función alfa de la madre también ha fracasado.

Hemos aprendido de Freud que una experiencia deviene traumática cuando es capaz de fracturar el “escudo protector” que resguarda al Yo de los estímulos. Este concepto fue retomado por Bion cuando –quizás siguiendo la conocida afirmación de Winnicott acerca de que “no existe tal cosa como un bebé solo [sin madre]”– afirma, que el rêverie de la madre juega un rol sustancial en el fracaso del niño para contener determinados estímulos. Un hecho puede hacerse traumático cuando una serie de condiciones, tales como la intolerancia del Yo a la frustración, transforman un hecho temporal en uno permanente. Si la realidad representa un evento temporal circunscrito a un instante, podríamos entonces preguntarnos, ¿qué conjunto de circunstancias tuvieron el suficiente peso para cambiar lo que pudo haber sido un momento transitorio en la vida de una persona, en otro indisoluble? ¿Qué convirtió una ausencia temporal en una presencia permanente? Quizás podría ser algo similar a como las huellas de un dinosaurio quedaron impresas en la piedra caliza. Podemos imaginar a un dinosaurio sediento realizando sin incidentes su caminata diaria hacia un lago, hasta que una mañana en particular, la presencia de una serie de variables, se juntan para preservar sus huellas para siempre. Ello explicaría por qué ahora, cuando el lago ya no existe y el dinosaurio ha sido borrado de la faz de la tierra y por lo tanto sólo hay ausencias, sus huellas producidas en sólo un instante, han sido preservadas para la eternidad. Obviamente, entiendo que la mente al ser impresa con la huella de una emoción particular repudiada, puede representar una condición mucho más compleja que las impresiones dejadas por el dinosaurio en la piedra caliza 180 millones de años atrás.

La interacción que tiene lugar en el consultorio, entre analista y paciente, semeja otras dos situaciones: a) en el mundo externo, a la que acontece entre la madre y su niño y b) en el mundo interno, entre el inconsciente y el preconsciente. La actitud natural de la madre hacia sus bebés es similar a aquella en que los animales ofrecen a sus crías. Creo que las madres tienen una capacidad natural y una disposición intuitiva para prevenir que “experiencias emocionales transitorias” se conviertan en “permanentes”. Intentaré aclarar esto con una viñeta: una madre consultó una vez acerca de la preocupación que tenía debido a que su hijo de tres años de edad, había adquirido un nuevo hábito de escupir por todos lados. Le pregunté si deseaba que esta conducta desapareciera o se hiciese permanente. Respondió: “Que desaparezca”. A continuación le dije: “Si puede contener su emoción frente a la conducta del niño y no decirle nada, ésta se extinguirá por sí misma en pocos días; pero si entra en una lucha de poder con él, dicha conducta les contendrá a los dos, y así, aunque la conducta eventualmente desaparezca, después de un tiempo podría regresar intacta o transformada en una metáfora; y probablemente él ya no recuerde por qué lo hace”. Defino los traumas pre-conceptuales como hechos resultantes cuando un evento temporal se convierte en permanente y se repite compulsivamente como una narrativa emocional de ausencias en “conjunción constante” 7.

* * *

La función alfa se encuentra activa continuamente, día y noche (Ferro, 2006; Grotstein, 2007) y alterna entre dos dominios diferentes: uno es consciente y voluntario, el otro inconsciente e involuntario. Por ello Bion originalmente se refirió a la función alfa como “trabajo-de-sueño-alfa” (1992, p. 62). Ambas dominios parecieran trabajar de modo diferente aunque dialécticamente interactuando continuamente. La consciencia lidia con impresiones sensoriales de la forma explicada más arriba, digiriendo impresiones sensoriales crudas o elementos beta y transformándolos en elementos alfa. Cuando existen hechos que no han sido propiamente digeridos durante el estado de vigilia, quizás debido a una baja tolerancia la frustración del Yo –en el sentido de no haber lidiado adecuadamente con algunas “mentiras”– la función alfa inconsciente puede fabricar un sueño durante el dormir con el propósito de revelar la verdad oculta. En otras palabras, la función alfa inconsciente corrige aquellos aspectos que han sido evadidos por la función alfa consciente, la cual a fin de evitar la frustración no lidió con ellos cuando estaba físicamente despierto –una situación en cierto modo equivalente a lo que Freud escribió como los “residuos diurnos”8. Es por ello que Bion enfatizó que los sueños no son, como mucha gente puede pensar, la consecuencia de una “indigestión”, sino todo lo contrario; los sueños son el producto de una digestión, mientras dormimos, de lo que pudo haber quedado mal digerido mientras nos encontrábamos físicamente despiertos. Esta forma inconsciente de función alfa es usada por la madre en estado rêverie mientras atiende su bebé, e igualmente por el analista en una situación similar cuando escucha a su paciente “sin memoria ni deseo”. Consiste, en otras palabras, en los intentos del analista de “soñar” el discurso del paciente utilizando su función alfa inconsciente, a fin de permitir el surgimiento de O –de lo inefable o “verdad última”– para luego, empleando su función alfa consciente, cambiar O en conocimiento, en +K, a fin de construir una interpretación. Seguimos un itinerario similar cuando utilizamos nuestra función alfa consciente con el propósito de descifrar un sueño, el cual ha sido fabricado por la función alfa inconsciente del paciente.

El principal propósito del “trabajo del sueño” de acuerdo a Bion, no es la necesidad de engañar la censura, sino más bien la de evadir la frustración. De igual manera, el propósito de los pensamientos oníricos pudiera ser el modificar lo que origina la frustración, cuya fuente esencial no es sólo la conjunción de hechos actuales presentados por la realidad, sino también las emociones provenientes de los traumas tempranos, los cuales son automáticamente movilizados por los eventos actuales. Freud (1896) hizo referencia a esto con bastante anticipación:

Hemos aprendido que los síntomas histéricos no necesariamente se originan de una experiencia real por sí sola, sino que en cada caso, el recuerdo de la experiencia temprana estimulada por asociación, juega su parte en la causa del síntoma. (p. 197)

Me referiré a este concepto en el capítulo VI mediante el uso de algún material clínico.

Siguiendo a Bion (López-Corvo, 2003) los elementos alfa se agrupan en el preconsciente como una membrana o “barrera de contacto”, entre la conciencia y el inconsciente, ayudando a discriminar entre el estar despierto y el estar dormido, estar consciente o inconsciente, o entre estar receptivo o no a la verdad elaborada durante los sueños. En este último sentido los sueños serían, como Freud originalmente afirmó, “los guardianes del dormir”. La forma consciente de la función alfa también realiza esta clase de discriminación; sin embargo, cuando ésta falla, los individuos podrían pensar que están despiertos aunque en realidad estarían experimentando una pesadilla, en la medida que consideren que sus propias proyecciones constituyen verdaderas percepciones de la realidad. Esto sería muy similar a los hombres descritos por Platón que viven dentro de una “caverna”. Usualmente, y esto es un agregado mío, el trauma pre-conceptual “atomizado” y proyectado inconscientemente, contiene a la parte consciente de la mente pensante mediante la compulsión a la repetición y las continuas identificaciones proyectivas e introyectivas. Quizás esta conceptualización introducida por Bion acerca de la fenomenología de los elementos beta y la función alfa, podría ser considerada, después de Freud, como la “tercera tópica”.

* * *

Existen cuatro esculturas inconclusas realizadas por Miguel Ángel, conocidas como “Los esclavos”, en las cuales se muestran dos fracciones muy diferentes: una parte muy bien terminada y otra que contrastando con el resto, muestra un mármol aun sin trabajar, dando la impresión de que tales figuras “inacabadas” permanecen secuestradas en la piedra. Estas particulares tallas podrían encubrir muchos significados. Inicialmente fueron hechas para la igualmente incompleta tumba del papa Julio II, un trabajo que mantuvo ocupado a Miguel Ángel durante más de cuarenta años y sobre lo cual en algún momento escribió: “Encuentro que he perdido toda mi juventud ligado a esta tumba”. De forma similar a como Miguel Ángel y sus metafóricas esculturas inacabadas permanecieron secuestradas en la piedra, la parte inconsciente traumatizada confisca a las partes no-traumatizadas y mutila su capacidad de libertad, creatividad y autonomía. Como consecuencia, la persona se siente “prisionera” y cree que no será capaz de liberarse a sí misma por cuanto su mente, que representa los medios y el fin de un posible escape, se ha empobrecido, está secuestrada y carece de la capacidad de hacer consciente la realidad. La interpretación es el instrumento/cincel del analista, que usará para tallar y liberar a la parte no traumatizada de la personalidad de la “prisión” en la que se encuentra. Freud (1905) evocó a Leonardo da Vinci así como su metáfora de per via di porre y per via di levare, para distinguir entre pintar y esculpir. Pintar o per via de porre, implica añadir colores para producir una forma, mientras que esculpir, o per via di levare, requiere retirar material para que la figura se libere, tal y como lo hacemos los psicoanalistas a fin de liberar al Self. Aunque Freud no especificó que se estaba refiriendo a la relación entre histeria y trauma, podríamos suponer que intuitivamente estaba considerando el tema de “cómo los traumas al aprisionar la mente constantemente, determinan toda forma de psicopatología existente”.

La libertad representa un impulso importante, una especie de instinto de libertad que podría ser alcanzado solamente cuando uno se identifica con su propia verdad, a cualquier costo (Grotstein, 2007). Todo progreso en el ser humano representa una continuidad desde el tiempo cuando estábamos dentro del cuerpo de nuestra madre como uno más de sus “órganos internos”, hasta después del nacimiento cuando nos convertimos en individuos autónomos e independientes capaces de producir cualquier clase de desempeño creativo. Un hallazgo común y central encontrado en la psicología de los adolescentes es su afán de liberarse del dominio y control de sus padres, aunque a menudo no tienen muy claro hacia dónde dirigir su esfuerzo, si contra los padres externos o contra los padres internos. Al igual que los niños, muchos adolescentes no son capaces de distinguir entre el objeto externo y lo proyectado. Los tatuajes y los piercings, por ejemplo, son formas manifiestas de tomar control del cuerpo, sería algo como decir: “Hago lo que yo quiera con este cuerpo porque es mío”. La alta incidencia de suicidio entre adolescente es también expresión de una confusión entre objeto y proyección, donde no les queda claro si el “asesinato” es contra de ellos mismos o contra de sus padres (que terminan siendo ellos mismos), lo cual representa una manera psicótica de atacar a los padres internos. Los adultos y adolescentes que no son capaces de contener estas confusiones juveniles, pueden permanecer “a mitad de camino”, prisioneros dentro de los cuerpos de sus madres, al igual que la obra inacabada de Miguel Ángel. Esta es la clase de trauma pre-conceptual que discutiré en más detalle en el capítulo XV, donde haré referencia al concepto de Meltzer sobre “el claustrum”.

* * *

Existen muchos accesos para llegarle a la mente en conflicto. Pienso que el más confiable es el que nos ofrece la noción de trauma pre-conceptual. Este puede alcanzarse siguiendo la senda de las huellas emocionales y de las impresiones presentes en la dimensión transferencia-contratransferencia, las cuales representan una narrativa de ausencias atemporales que deben ser soñadas a fin de intuir su significado. La interpretación es el único instrumento con que cuenta el analista para revelar la verdad evasiva en el paciente, la forma como ésta ha sido insinuada por el inconsciente, lo cual ayuda a reconstruir y contener la configuración dolorosa del trauma infantil. El significado revelado por el inconsciente sólo puede ser concebido por aproximación intuitiva, ya que el lenguaje hablado carece de la sinceridad y precisión del lenguaje inconsciente. La interpretación de los sueños por ejemplo y la interpretación del discurso manifiesto articulado por el paciente mediante libre asociación, siguen rutas opuestas. Cuando interpretamos los sueños, viajamos desde una semántica de simbolismos crípticos y abstractos presentes en el sueño, hacia una semántica de signos concretos y de fácil acceso provistos por la interpretación. Sin embargo, cuando interpretamos el discurso manifiesto o consciente del paciente, nos movemos desde una semántica concreta a un significado abstracto; en otras palabras, para lograr asir la narrativa simbólica inconsciente del discurso manifiesto, tal narrativa debe ser soñada. Más adelante, en el capítulo III elaboraré estos comentarios mediante ilustraciones clínicas.

¿Cómo puede el analista percibir estos mensajes simbólicos forjados por el inconsciente? Bion con frecuencia afirmó que el método más confiable para percibir tales mensajes se logra escuchando el discurso consciente del paciente en un estado de ingenuidad similar a la “continua atención flotante” propuesta por Freud (1912), o como lo expresó el propio Bion, “libre de cualquier deseo, memoria o comprensión”. En otras palabras, como lo he afirmado anteriormente, debemos soñar el diálogo manifiesto de nuestros pacientes.

Hay gran ambivalencia en la comunidad psicoanalítica sobre la seriedad de este enunciado, acerca de la disciplina necesaria para escuchar colocándose siempre en ese estado mental. Este enfoque, muy popular en muchas filosofías orientales, como por ejemplo el Zen Budismo, permanecen sin embargo extrañas dentro de la práctica psicoanalítica. En uno de los primeros mantras del Upanishad encontramos lo siguiente: “Mantente quieto e imperturbable y la sabiduría y el poder vendrán por sí solas… Abandona todo deseo, mantén tu mente silente y descubrirás… El no deseo es la mayor bendición”. Nisargadatta Majarah (1992) afirmó:

Tu mente está saturada por los hábitos de evaluación y adquisición y no admitirá que lo incomparable e inobtenible puedan estar esperando dentro de tu propio corazón para ser reconocidos. Todo lo que tienes que hacer es abandonar toda memoria y expectativa. Sólo mantente listo en total desnudez y en nadedad absoluta. [pp. 498-499, itálicas mías]

Pienso que dentro de nuestra cultura occidental podría atemorizar el hecho de abandonar todos los apoyos que hemos aprendido a usar a lo largo de nuestra vida. No es fácil renunciar y vivir como testigos de lo desconocido, de lo cual también somos un elemento esencial. Pienso que sería mucho pedirnos a nosotros mismos que abandonemos todo y nos concentremos en nuestro ser como algo desconocido y como una parte de este infinito misterio que es el universo. Bion, sin embargo, de forma similar a como lo hicieron los filósofos orientales, insistió en aproximarse a la mente bajo ese estado de total ingenuidad, apertura y libre de prejuicios. Se trata de una disciplina indispensable para no contaminar el estado original de la mente y ser capaz de acceder intuitivamente a su verdadero significado. Si el enfoque de Freud es considerado –siguiendo a Fairbairn (1952, p. 84)– “una psicología de los impulsos”, considero que Klein podría ser interpretada como una psicología de las emociones y Bion como una psicología de la intuición. Bion equipara el proceso intuitivo del analista de aprehender lo inconsciente, con la forma como un místico se relaciona con la deidad o con la posibilidad de contener una “idea mesiánica”. Esta sugerencia también se encuentra en la filosofía oriental. Osho (2002), Maestro de Zen Budismo, afirmó:

El camino del místico es misterioso, no puede ser explicado. El camino del escéptico es explicable: es muy científico, muy lógico y puede ser explicado paso por paso […] Pero no hay pasos en el camino del místico, sino un salto cuántico, sino un salto hacia lo desconocido […] no está basado en la lógica sino en la intuición. [p. 125]

El capítulo XII se ocupa de la evaluación de la “intuición”.

* * *

Lo que el analista debe afrontar es la necesidad de “abstraer” a fin de leer los mensajes del inconsciente que siempre están estructurados en términos abstractos, similar a los ideogramas que representan una idea condensada en sólo una palabra o un pictograma; una abstracción que por lo general contiene múltiples hechos psíquicos que permanecen asociados en “conjunción constante”. Bion añade la paradoja que “la abstracción jamás debe ser intentada sin la concretización” (1992, p. 256). Quizás se estaba refiriendo a la actividad interna que el analista debe realizar a fin de aprehender la abstracción implícita en el ideograma o hecho psíquico y ser capaz de traducirlo en una hipótesis que ha de ser presentada como una interpretación. Es el trabajo que a menudo hacemos en el consultorio cuando al referirnos a asuntos relacionados con “reconstrucciones” y/o “interpretaciones transferenciales”, cuando tratamos de liberar el significado de una realización que posiblemente se encuentra implícita dentro de tales ideogramas, los cuales fueron originalmente estructurados para representarla. Un joven paciente atacaba a menudo mis interpretaciones ignorando lo que yo decía y continuaba su discurso como si yo no hubiese dicho nada. En una ocasión se refirió a un sótano inundado a causa de una tempestad la noche anterior, así como también a lo injusto que había sido su padre al acusarlo de no haber chequeado propiamente el drenaje. Esto, obviamente, es un enunciado muy concreto y específico que percibo como tal, que luego lo llevo a una abstracción para aprehender el significado de una realización inconsciente, como por ejemplo, que temía que mis interpretaciones inundaran su mente con acusaciones injustas, de la misma manera que su padre había hecho con él. Las comunicaciones inconscientes son producidas usando abstracciones y significados simbólicos, un tema que explico en detalle en el capítulo IV y VIII, utilizando material clínico para ilustrarlo.

Los estados traumatizados y no-traumatizados de la personalidad usan formas diferentes de simbolización las cuales clasifico como “discontinuas” o “heteromórficas” para el primero y “continuas” o “homeomórficas” para el segundo. Considero que la simbolización es “discontinua”, cuando los símbolos tienen la capacidad de introducir un salto o una distancia entre la ausencia original de la cosa y su representación. Esta clase de simbolización está determinada diacrónicamente y no arrastra significados emocionales primitivos, como sucede con las simbolizaciones “continuas”. En la simbolización “homeomórfica” o “continua”, por otro lado, las representaciones carecen de un sentido diacrónico, el tiempo no acontece sino que aunque la forma como se manifiestan cambie, el significado es eternamente el mismo. Esto constituye el corazón de la “compulsión a la repetición”, por cuanto ésta siempre arrastra consigo el mismo significado, es decir, se repiten aquellas emociones inconscientes que constituyen el trauma pre-conceptual y que fueron originalmente estructuradas utilizando lógicas utilizadas por un pensamiento infantil 9.

Una paciente relataba los detalles de una operación quirúrgica que le fue realizada cuando era pequeña, mientras vivía en un área rural de Sudamérica. Para ello el médico utilizó la llamada “anestesia a la reina”, mediante la aplicación de una máscara sobre la nariz y la boca en la cual se vertía cloroformo, como era entonces la costumbre. A comienzos del análisis había recordado pesadillas cargadas de recuerdos muy dolorosos aunados con sentimientos terroríficos de desespero, indefensión y muchas veces sofocación. Seis años más tarde, casi al final de su análisis, relató un sueño: se encontraba en un gran auditorio lleno de gente que iba a ser asesinada. Alguien se aproximó a ella y le dijo que estuviera lista porque venía su turno. Se sentía muy tranquila (algo que yo había percibido en la contratransferencia) y se preguntaba a quién podría dejarle sus pertenencias. Asoció el asesinato con su operación y le comenté sobre las diferencias entre las emociones presentes al comienzo de su análisis y las de ahora. Pensé que sus dolorosas pesadillas al comienzo del análisis representaban formas de simbolización continuas u homeomórficas, donde la experiencia emocional traumática original de desespero y sofocación, era nuevamente revividas, lo cual contrastaba con su último sueño donde la muerte no tenía el significado emocional que podría tener en la vida real, representando una forma de simbolización discontinua por cuanto la emoción original vinculada a la memoria de su trauma y la emoción experimentada en su sueño, eran completamente diferentes. La representación de algo tan serio como la muerte expresada con una emoción insignificante, era lo que le confería a este sueño una verdadera importancia. Es decir, ambas situaciones, la vivida en su infancia cuando fue intervenida y la representada en el sueño de ser asesinada, eran similares, pero las emociones en ambas eran completamente diferentes. Ahora en el sueño su inconsciente estaba diciéndole que un elemento adulto dentro de ella era capaz finalmente de contener el terror que una vez había experimentado cuando niña. Es decir, su parte adulta no-traumatizada estaba logrando contener a la niña atemorizada que también estaba dentro de ella. En otras palabras, la continuidad emocional experimentada anteriormente, ahora se había roto, estaba “destruida”. Era un sueño que apuntaba al fin del análisis.

En conclusión

1 Nacemos con la mente hecha pedazos y “crecimiento mental” realmente significa integración. Mientras mayor sea la integración, mayor será el bienestar; mientras mayor sea la fragmentación, más grande el sufrimiento.

2 La integración mental es obstaculizada por la existencia de los traumas pre-conceptuales. He considerado la existencia de dos formas diferentes de traumas: pre-conceptuales y conceptuales. Los primeros son universales, los últimos accidentales.

3 Los traumas pre-conceptuales se estructuran cuando la limitación del rêverie materno hace que una “ausencia temporal” se convierta en una “presencia permanente”.

4 Me refiero a los traumas pre-conceptuales como estructurados por elementos beta o eventos que tienen lugar durante los primeros años de la vida, cuando no existe una mente capaz de contenerlos y darles un significado. Permanecen como pre-concepciones a la búsqueda de una realización, en espera por una función alfa que les brinde una lógica y un sentido.

5 Los traumas pre-conceptuales representan experiencias ubicuas presentes en todos los seres humanos, similar a una “marca” o “hecho seleccionado”, que organiza y provee de significado a la idiosincrasia e identidad de cada individuo. Representan identificaciones sucesivas que se encuentran tan comprimidas que el trauma se hace invisible a sí mismo, como la expresión de Shakespeare de que “el ojo que ve, no se ve a sí mismo”. Los traumas pre-conceptuales están también diminutamente fragmentados o atomizados y proyectados en todas partes junto con la mente que los contiene.

6 Los traumas pre-conceptuales dividen la mente en dos estados opuestos: el traumatizado y el no-traumatizado.

7 El estado traumatizado es la consecuencia de la repetición compulsiva e inconsciente de los traumas pre-conceptuales. El estado no-traumatizado representa el desarrollo mental que normalmente tiene lugar desde el nacimiento hasta la adultez.

8 El estado traumatizado y el no-traumatizado interactúan dialécticamente y en forma continua de acuerdo a diferentes dinámicas. El primero sigue una dinámica compatible con la posición esquizo paranoide, con el narcicismo, las identificaciones proyectivas e introyectivas, la compulsión a la repetición y la transferencia-contratransferencia, entre otros. El estado no traumatizado, por su parte, está regido por la función alfa y tiene acceso a la posición depresiva.

9 Todas las formas existentes de psicopatología son siempre traumáticas.

10 “La reversión de la función alfa” marca el cambio desde el estado no-traumatizado al estado traumatizado de la personalidad, representando un canibalismo de elementos alfa que son transformados en “objetos bizarros”. Lo opuesto, o sea el cambio del estado traumatizado al no-traumatizado, es alcanzado por el trabajo sensible de la función alfa capaz de digerir elementos beta y objetos bizarros.

11 Cuando estos objetos bizarros, que contienen elementos del Yo y del Superyó, son proyectados directamente hacia el cuerpo, un cierto “diálogo” inconsciente puede establecerse con un órgano en particular, induciendo una forma de comunicación que podría forzar a tal órgano a convertirse en un órgano de fonación e intentar “hablar” o soñar lo que de otro modo permanece sin ser soñado. Un diálogo crónico inconsciente de esta naturaleza puede eventualmente producir una patología somática que estaría determinada de acuerdo con el órgano seleccionado. Esta dinámica fue considerada por Bion (1992) como “pequeña sigma”. Algunos de estos aspectos son tratados en el capítulo XVI.

12 Tiempo, espacio y proceso de simbolización son diferentes, dependiendo de cuál estado contiene a la mente.

13 El tiempo es lineal dentro del estado no traumatizado y circular o diferido (hacia el futuro o hacia el pasado) dentro del estado traumatizado. Esta circularidad determina una interacción continua entre: a) hechos reales del presente, no contenidos y b) emociones inconscientes (elementos beta) de los traumas pre-conceptuales del pasado. En otras palabras, debido a la baja tolerancia a la frustración por parte del Yo, hay una falla en su capacidad para discriminar (prueba de realidad) entre emociones no contenidas del presente y emociones no contenidas provenientes de los traumas pre-conceptuales del pasado. Freud (1895, 1918) se refirió a esta interacción como Nachträglichkeit o “acción diferida” y Lacan (1953) como après coup. Basándome en la intensidad de las emociones involucradas, podríamos discriminar entre dos formas diferentes de interacción (prueba de realidad y traumas pre-conceptuales): i) entre un intenso y bien delimitado trauma “conceptual” (PTSD) y los traumas pre-conceptuales, los cuales a menudo pueden llegar a trascender las fronteras generacionales (Faimberg, 2005); ii) Como una ubicua y continua interacción sutil entre ambos, similar a lo que Freud (1926) una vez describió como teoría “de la señal de angustia”.

14 La comunicación entre los elementos fragmentados dentro de la parte traumatizada se produce mediante vínculos falsos o negativos (–K, –L, y –H), los cuales reproducen internamente –entre partes internas– la interacción emocional que una vez tuvo lugar entre los padres y su hijo/a, cuando se estructuró el trauma pre-conceptual. El estado no traumatizado, por su parte, usa vínculos verdaderos o positivos.

15 Igualmente hay una continua presión desde el estado traumatizado hacia el no-traumatizado con el fin de sabotear y controlarlo mediante mecanismos tales como la autoenvidia (López-Corvo, 1992, 1995) o lo que Rosenfeld (1971) se refirió como el “narcisismo patológico o gang narcisista.

16 El Superyó es el heredero del complejo de Edipo el cual siempre va estar modificado por el trauma pre-conceptual particular de cada quien.

17 El proceso de identificación primario es siempre el producto de una dialéctica entre dos opuestos que correlacionan: el poder omnipotente y traumatizante de los padres y la indefensión del niño traumatizado.

18 Los traumas creados por azar se repetirán a sí mismos ad infinitum impulsados por correlaciones emocionales y mecanismos simbólicos responsables de una moción perpetua o compulsión repetitiva.

19 Debido a la ansiedad de castración, los traumas pre-conceptuales fragmentan al Yo en “bueno” o libidinal y “malo” o agresivo, transformándose en una matriz o clase de “fragmentación primaria” que, siguiendo la forma homeomórfica de simbolización, regirá todo el futuro de las identificaciones emocionales, como por ejemplo la fragmentación entre el “falso yo complaciente” y el “falso yo negativista” (López-Corvo, 2006a)

20 El estado no traumatizado utiliza formas de simbolización heteromórficas o discontinuas mientras que la parte traumatizada usa simbolización continua u homeomórfica.

21 La mente contenida por el estado traumatizado, usando identificaciones proyectivas como forma de comunicación, inducirá un estado de dormir mientras se está despierto, similar a la alegoría de la Cueva de Platón.

22 El estado traumatizado representa una forma de equilibrio. Las modificaciones introducidas por la interpretación podrían cambiar esta forma de equilibrio traumatizado creando “turbulencia” y a menudo, produciendo un “cambio catastrófico”.

Traumatizados (Ambientales)No-Traumatizados (Del Desarrollo)
1) Posición Esquizo-Paranoide:“Objetos parciales bivalentes”1) Posición Depresiva:“Objetos totales univalentes”
2) Baja tolerancia a la frustración2) Alta tolerancia a la frustración
3) De cuatro a cinco objetos parciales3) Dos objetos parciales
4) El tiempo es circular: el objeto no existente es continuamente solicitado. a) Acción diferida, (Nachträglichkeit, Après coup) b) Transferencia-Contratransferencia, c) Entrelazamiento traumático.4) Tiempo es linear: la ausencia del objeto es traducida en pensamientos y lenguaje. El pasado y el futuro son inexistentes, solo el presente es real.
5) “Espacio beta”: (pensamientos silvestres no-pensados) Preconcepciones: “la pantalla de elementos beta”.5) “Espacio alfa”: (objetos de los sentidos o reales, “Mundo Sigma Σ”, Preconsciente: “Barrera de contacto”.
6) Espacio: Narcisista o espacio onírico. Uso de identificaciones proyectivas e introyectivas.6) Espacio “Social-ista. Discriminación entre el mundo interno y el externo.
7) La comunicación entre los objetos parciales internos o proyectados utiliza vínculos falsos: –H, –L, –K. y emociones correlacionadas bivalentes.7) Comunicación entre objetos totales utiliza vínculos verdaderos: +H, +L, +K y emociones no correlacionadas univalentes.
8) Simbolización continua o Homeomórfica. Estado traumatizado de equilibración.8) Simbolización discontinua o Heteromórfica. Posibilidad de un “Cambio Catastrófico”.
9) Esperanza de la venganza9) Esperanza de la renuncia

1 “Gi” es el nombre que se le da al uniforme que usan los maestros del judo.

2 Bion publicó dos artículos previamente: “Notas sobre la teoría de la esquizofrenia” (1953) y “Desarrollo del pensamiento esquizofrénico” (1956), ambos reproducidos en Volviendo a pensar (1967).

3 Husserl en 1921, con una orientación similar, estableció que “si alguien experimenta la evidencia de A, es evidente que una segunda persona no podrá experimentar el absurdo de esa misma A… ¿cómo puede una segunda persona referirse en pensamiento a esta misma A, mientras el pensamiento de A se encuentra genuinamente excluido por una no-A? (p. 769).

4 Nota del Traductor: En inglés sería insightful awareness, difícil de traducir al español por cuanto sólo tenemos una sóla palabra (consciencia) para ambos conceptos de insight y awareness.

5 La “reversión de la función alfa” será considerada en detalle al final del capítulo III.

6 Es un término utilizado por Kant proveniente del griego noumeno, participio pasado de νιεηον, que significa pensar o concebir, utilizado para describir lo que la mente concibe más allá del fenómeno pero que no puede ser percibido, es decir, la “cosa-en-sí-misma”, la realidad absoluta de la cual no existe un conocimiento sensible, pero que puede ser conocida mediante una intuición intelectual. (López-Corvo, 2003)

7 “Conjunción constante” es un término tomado por Bion del filósofo Hume, para explicar cómo algunos hechos mentales que se asociaron por azar, permanecen en conjunción y se repiten constantemente.

8 El modelo sugerido por Bion se encuentra basado en la expectativa del bebé cuando necesita alimentarse y se encuentra ante la ausencia del pecho o “no-pecho”. El próximo paso dependerá de cómo reaccione el bebé, ya sea evitando la frustración o intentando modificarla. Si la tolerancia a la frustración es adecuada, el no-pecho interno será cambiado por pensamientos primitivos o “proto-pensamientos” (Bion, 1962, p. 84), así como por un aparato para pensar pensamientos el cual permitirá que la frustración sea más tolerable. Pero si la capacidad para lidiar con la frustración es insuficiente, el no-pecho interno presionará la mente hacia la evasión de la frustración y en lugar de producir pensamientos, el no-pecho se convertirá en un objeto malo indistinguible de la cosa-en-sí-misma, buena sólo para ser evacuada por mecanismos de identificación proyectiva. Los pensamientos pueden ser clasificados de acuerdo con la historia de su desarrollo en: a) preconcepciones, b) concepciones y d) conceptos.

9 Es por esto que considero esencial que los Institutos de Psicoanálisis deben iniciar la formación psicoanalítica enseñando la lógica presente en el pensamiento infantil, como son por ejemplo las contribuciones de Piaget y Klein.

Estados traumatizado y no traumatizado de la personalidad

Подняться наверх