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¿DEMOCRACIA SIN
PODER JUDICIAL?

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Representación escultórica de la justicia

Hace unos días, el presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura, don J. Ramón Ferrándiz, expresaba su posición ante uno de los mayores y más terribles problemas que tiene España: “No aceptaré la desvertebración del Poder Judicial y me opondré a las reformas estatutarias que quiebren la igualdad de los españoles ante la ley”.

Este comentario me parece oportuno, adecuado e interesante, pero insuficiente

Oportuno, porque en este momento todos los españoles estamos asistiendo entre atónitos y encolerizados a los chantajes que determinadas comunidades autónomas hacen al resto de la patria con amenazas sobre la escisión, mientras los “políticos” elegidos para que puedan gobernarla juegan a los dados en el hemiciclo de San Jerónimo y se reparten su túnica manchada de sangre y lágrimas.

Adecuado, porque en el Poder Judicial y en su independencia recae la responsabilidad de vigilancia de los otros poderes, y en el actual momento político en que nos encontramos inmersos, donde la palabra dada no tiene valor, la mentira reluce con luz propia, las promesas electorales no se cumplen, la escala de valores está siniestramente apolillada, la incultura, grosería y zafiedad alcanzan cotas verdaderamente alucinantes y una gran masa de políticos son unos villanos, es el Poder Judicial el único que podría exigir un mínimo de honradez a esta fauna para la que todo vale.

Interesante, porque después de tantos comentarios peyorativos como se han vertido sobre la justicia y cómo se ha intentado salpicar a los jueces con opiniones totalmente faltas de respeto, tachándolos de prevaricadores e incompetentes, saber qué actitud adoptará el Poder Judicial para limpiar su nombre ante todos los españoles es necesario. No puedo ni deseo olvidar las terribles declaraciones de ¿D.? Pedro Pacheco, alcalde Jerez: “La Justicia es un cachondeo”. Y hoy en día dicho comentario continúa flotando en el aire sin que se haya realizado ninguna acción tendente a exigir una rectificación.

Insuficiente, porque no nos ha dicho con qué “poder cuenta el Poder Judicial” para lograr sus objetivos y, sobre todo, cómo va a evitar la desvertebración del mismo cuando una parte muy importante de jueces llama sin cesar a las puertas de los partidos políticos, en un intento desesperado de mostrar su sumisión a la espera de alguna prebenda en el reparto de cargos que los partidos políticos hacen cada vez que llegan al poder.

Aún hoy, dos mil años después, puedo escuchar el murmullo de los senadores romanos y el ruido de sus túnicas al removerse en sus asientos ante la pregunta de Cicerón: “¿En qué consiste el orden?” Después de un silencio denso y expectante entre miradas huidizas les dio la respuesta: “En el hecho de que los ciudadanos obedezcan a sus gobernantes y los gobernantes obedezcan a las leyes”.

¿Pero realmente piensa Ud. que el ciudadano de a pie cree que los gobernantes obedecen a las leyes? El pueblo llano, y menos llano, estamos convencidos que los gobernantes solo se acuerdan de nosotros cuando se aproximan unas elecciones y posteriormente nos desprecian, se encierran en su palacio de cristal y nos abandonan, bueno, casi nos abandonan, ya que no olvidan cobrarnos los impuestos y si alguien se retrasa en el pago lo hacen con amenazas, cobrando intereses e imponiendo sanciones puesto que la recaudación no puede decaer ya que de ellas depende su sueldo y, tal vez, algo más.

Sus palabras, Sr. Ferrándiz, y su compromiso son de agradecer porque constituyen una corriente de aire fresco que nos permite, por un momento, respirar. Somos conscientes de que no todos los jueces son impolutos o están limpios, como tampoco lo están todos los médicos, periodistas o cualquier estamento profesional. En cualquier tipo de profesión siempre existirá un borrón, puede que hasta sea necesario y, tal vez, R. Tagore, que se dio cuenta de ello con su estilo poético, nos lo legó: necesidad de ausencia de sol para poder admirar las estrellas. Hoy, somos muchos los que deseamos pensar que la mayoría de Uds. son personas íntegras, bien intencionadas y con voluntad inquebrantable de mejorar la dignidad de su profesión. Hoy podemos sentirnos orgullosos de sus palabras y de su deseo

No sé si podrá conseguir su objetivo, pero es imprescindible que los Jueces (deseo escribir Jueces con mayúscula) luchen por lograr un Poder Judicial INDEPENDIENTE, puesto que sin él no puede existir control a los políticos y sin este control no es posible la democracia. Marx, en su manifiesto de 1848, reconoce que no puede existir la democracia sin la justicia. Desde los tiempos de la UCD, España no ha dejado de ser una dictadura porque no ha existido libertad del Poder Judicial y Uds. son, posiblemente, la mayor esperanza de conseguir una democracia real. Decía Agustín de Hipona: “¿Qué son pues los imperios cuando no existe la justicia, sino grandes latrocinios?”

En efecto, un latrocinio no es otra cosa que un pequeño imperio. Las palabras de Pacheco deben perdonarlas pero no olvidarlas, porque de ahí sacarán la fuerza para demostrar que no hay nada más lejos de la realidad y también para recordarles que los ciudadanos que confiamos en Uds. deseamos que laven su honor.

Mientras tanto, somos muchos los ciudadanos que permanecemos expectantes y con el ánimo puesto en Uds., con el deseo de ver cumplida esta ilusión. Si no existiese Dios, decía Unamuno, yo tendría que crearme el mío. Tanto creo en la justicia, que si no existiera, como yo no la puedo crear, soñaría con ella a diario.

DICIEMBRE 2005

El poder de la controversia

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