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Bibliografía

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1 Robinson y Ragnar (2005) argumentan que, en general, los políticos prefieren los proyectos de baja rentabilidad y bajo impacto social, pues éstos son más eficaces para demostrar ante sus electores su capacidad de influir sobre los presupuestos públicos.

2 Filmer y Pritchett (2001) argumentan que la clasificación socioeconómica basada en las características de las viviendas y la posesión de activos fijos es menos susceptible a las fluctuaciones de corto plazo que la basada en el ingreso o en el consumo corriente. Gaviria y Vélez (2001) compararon ambas clasificaciones, con base en la Encuesta de Calidad de Vida de Colombia, y no encontraron diferencias sustanciales.

3 Ver, por ejemplo, el capítulo 7 de este libro para mayor detalle al respecto.

4 Ver capítulo 2 para la definición detallada del contrafactual en una evaluación de impacto.

5 Arnold Harberger, uno de los principales promotores de la evaluación en los países en desarrollo, ha dicho reiteradamente que para manejar la macroeconomía de un país basta con cinco o seis personas, pero que para gastar bien se necesita un ejército de evaluadores de programas y proyectos.

6 Ver, por ejemplo, Heckman, LaLonde y Smith (1999), Blundell y Costa Dias (2009), Smith (2000).

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