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Introducción


¿Son historias reales o realidad inventada? No es lo más importante. Son hechos. Los nombres son recursos del psicólogo clínico Roberto Aguado Romo. Casos muy diferentes, mezclados y con características propias. Conclusiones científicas correctas verificadas con otros investigadores. Un ensayo y una mezcla de emociones. Tienen en sus manos el quinto libro en solitario, el séptimo compartido, de un psicólogo inquieto, capaz de escribir en sus ratos libres, de madrugada, mientras en un momento íntimo acompaña a su padre que cerrará los ojos para abrirlos en ese otro lugar que aún no hemos sido capaces de descubrir.

Yo he disfrutado con “La emoción decide y la razón justifica”. Lectura muy rápida, para disfrutar. Hago una interpretación como comunicador, no como psicólogo, de ahí que en la introducción de este libro no vaya a entrar en valoraciones netamente técnicas, sino centradas, sobre todo, en las huellas que nos ha dejado. Pero no nos centraremos solo en este trabajo. Del autor hay mucho que escribir, pero poco espacio para concretar. Aguado utiliza sus conceptos, meditaciones, descripciones muy exactas y conclusiones científicas, sin saltarse nombres que merecen ser citados por estar en líneas parecidas a sus propias argumentaciones.

Hay que hablar de Roberto. Hombre muy familiar, a pesar de la mella de los kilómetros hechos cada día. Con Pilar siempre presente y empleando su poco tiempo libre en sus tres hijos, María, Ana y Javier. Cuando uno conoce a Roberto, queda cautivado, desde el principio, con sus gestos de persona segura y esa sonrisa que forma parte de su ADN. De saludo muy seguro y abrazo sincero, irrenunciable, ese que con tanto énfasis destaca en este libro.

Hace más de 20 años realizábamos un programa de radio en directo con un objetivo: hipnotizar al presentador, que era yo. Entré en una sensación muy placentera (como saben los que han tenido esa experiencia). Y me sorprendí, porque no sentí miedo, ni angustia, viendo cómo me atravesaba la mano con una larga aguja. No sentí nada. Lo recuerdo como si hubiese sido una experiencia normal. En su primer trabajo, “Terapia de Interacción Recíproca, Hipnosis Clínica en Psicoterapia” (2002), habló con claridad de una arriesgada e innovadora técnica, a la que no todos llegaban, que, después, ampliaría con muchos más detalles en “Manual Práctico de terapia de Interacción Recíproca. Hipnosis clínica en psicoterapia” (2005). en esta etapa llegó a profundizar en actuaciones con pacientes que son intervenidos sin anestesia gracias a la aplicación de su método.

Volviendo con nuestras experiencias radiofónicas, cada nuevo programa es “su debut”. Un rotundo “buenos días” (tardes o noches), sin complejos, que llena las ondas. Siempre con llamadas de oyentes en directo, sin reparos, cara a cara, sin complejos. Quienes lo descubrimos apostamos, desde nuestra humildad, por intentar proyectar su gran carisma, para que muchas personas tuvieran la suerte de compartirlo. En la radio se adentra en el interior del oyente. Es un maestro, modula con fuerza cuando debe subir el tono de voz, pero acaba debilitándolo cuando busca la paz. Respira entre líneas y sabe cuándo parar. Para los periodistas radiofónicos encontrar un colaborador como Roberto Aguado es muy difícil. Tiene un contenido donde pone criterio sin guión ni pauta. Conoce muy bien lo que pasa en el mundo y sabe lo que le reclama la audiencia.

Nunca pierde el contacto personal, el cuerpo a cuerpo, pese a la falta de tiempo. Siempre hay un momento para tomar un café muy cargado instantes antes de partir para Bilbao, Madrid o Almería, de norte a sur, para impartir másteres, conferencias, sesiones de hipnosis, intervenciones en hospitales, atender a víctimas de la barbarie, plantar cara a casos complicados, estar con héroes y villanos del día a día y atender a las personas con las que nos cruzamos anónimamente por la calle con sus realidades, muy humanas, que para los demás no existen.

Ya he dicho que Roberto es un hombre discreto; en este libro nos cuenta historias, posiblemente reales, aunque, por supuesto, oculte sus rasgos personales. Todos van ocupando las piezas de este libro, de este puzzle del que hablaremos en un instante.

No quiero olvidarme que ha sabido sufrir y luchar mucho en los años más duros de la anorexia y la bulimia, cuyos dramas fueron tormentas donde era muy difícil encontrar el desenlace. Y también nos ha sabido colocar delante de un toro y buscar nuestras respuestas, justificarlas. En “Sos…tengo miedo a tener miedo” (2009) nos adentramos en el pánico, la angustia, la crisis, la ansiedad…, volvíamos a encontrarnos con sus experiencias de investigación. Decía, esclarecedoramente, en su página 93 que, “la muerte está muy segura, porque es así y nada lo cambiará, de modo que te mereces esa vida que te da ventaja”. Es una de las claves para el lector, a medida que vamos descubriendo lo que somos y las facultades que podemos potenciar, entenderemos nuestra vida de otra forma.

Los libros de Roberto Aguado no son de “autoayuda”, todos muy respetables. Me quedo con sus conclusiones. Ha compartido trabajos con Javier Urra, Alejandra Vallejo-Nájera y varios reconocidos expertos de la profesión con los que han contrastado sus experiencias profesionales. “Más cerca del hogar” (2008) y “Secretos de consulta” (2009) son buena prueba de ello. Roberto Aguado está entre los más valorados, tanto por sus alumnos, como por quienes siguen sus investigaciones.

En 2013 llegó un libro rompedor, “Es emocionante saber emocionarse”, con ese juego de palabras, que tanto le gusta, para expresar conclusiones con mucho peso. Es un gran titular donde, con cuatro palabras, lo dice todo. Aquí llegamos al autodescubrimiento, a la empatía, a la Vinculación Emocional Consciente y tuvimos la primera cita con el Miedo, la Rabia, la Culpa, el Asco, la Tristeza, la Sorpresa y también con la C.A.S.A, la Curiosidad, la Admiración, la Seguridad y la Alegría, que ahora, en este nuevo libro, tienen un papel fundamental.

En “La emocion decide y la razón justifica” descubrimos la capacidad de un personaje, Escarabajo, para hacer felices a los demás desde su humor sincero. Nos acercamos a la complejidad de los elementos que integran nuestro cerebro, con toda su química, la dopamina que nos da el “chute” de felicidad y la serotonina que nos aporta la seguridad, la mezcla de la locura y el control.

Para adentrarnos en las facetas que destaca el autor, nos identificamos con personas que, en algunos casos, comparten elementos coincidentes y, en otros, forman parte de contextos muy distintos. Y vemos como hay mundos que, tras permanecer separados, se acaban juntando. Tenemos al veterano Ismael, que sabe muy bien lo que quiere y hacia donde va. Logra vincularse a Félix, el abandonado que vive sin rumbo, a quien en pocos días le hace cambiar su presente y futuro. O los dos enamorados, Pedro, el que se entrega siempre y es capaz de dejarlo todo por quien quiere, y Natalia, quien debe superar un pasado que ni siquiera conoce y donde aparecerá un personaje que se introduce en su vida para cambiarla. Descubriremos también la diferencia entre el momento mágico del amor, que aparece con dulzura, y el enamoramiento. Y frases como la de Gala “no hay nada que una tanto a dos personas como mirar algo juntas, mucho más que mirarse la una a la otra”, para saber caminar y crecer con la mejor compañía.

Conoceremos a Álvaro, un niño que, pese a sus dificultades, termina sonriendo; a Montse, Sonia y sus vidas, muy complicadas por circunstancias físicas y personales; a los profesionales del hospital, como la Doctora Gimeno y López, que se entregan, sufren y a quienes acaba exigiendo que nunca olviden que cada persona “es un ser único e irrepetible”. El libro avanza y no tienen más remedio que aparecer dos figuras importantes, Verónica y Rosario. Regresan, sienten y aparece una nueva vida. Hay un aprendizaje para “gestionar la emoción y hacernos dueños de nuestro destino, donde la emoción decide y la razón justifica”. Aprendemos que, lo menos esperado, nos termina emocionando. Y nos regala música, como paréntesis en el argumento. Dice Barry White: “tú eres lo primero, lo último y lo único”, un reconocimiento a la fidelidad (a veces podemos estar con otras personas que no están en nuestra vida, pero también podemos ser capaces de renunciar a las tentaciones si no merecen la pena). Frases que ponen en escena el Vínculo (“lo importante no es lo que dices, sino desde dónde lo dices y a quién llegas”), haciendo bueno aquello de que “en comunicación es más importante la emoción que la razón”, buena lección para todos los dirigentes políticos que siguen sin ver la realidad. Y también hay críticas a las subvenciones, a quienes viven del Estado del Bienestar sin merecimiento, que acaba siendo el mazo más duro para los verdaderos luchadores, como Roberto.

La Inteligencia Emocional, la que nos fascina desde finales del pasado siglo, tiene un importante referente en el Modelo V.E.C., junto al resto de emociones o conceptos nuevos, como la Poda Sináptica sobre nuestras neuronas, cómo actúan las mezclas químicas, nuestras emociones de reptil, mamífero, homo sapiens y su cerebro y cómo llegamos a la ya citada Inteligencia Emocional.

Resulta difícil magnificar o sacar una gran lección al margen del título, que es el gran mensaje. La felicidad se consigue cuando estás desconectado de las tragedias, pero la satisfacción es la que te da fuerzas en los momentos más duros. Resulta mucho más fácil entender que “la Felicidad es un sentimiento más, pero no puede ser la meta en la vida”. En realidad ¿sabemos tomar decisiones transcendentales para nuestra vida cuando somos felices?

El pasado nos ha podido marcar, pero hay que vivir el presente, “conocerte a ti mismo es conocer tu historia y diferenciar entre lo que ya pasó y lo que pasa hoy”, por eso debemos procurar “echar a la Culpa, porque cuando sale de un habitáculo toma emociones básicas para terminar en síndrome o enfermedad” y no es nada recomendable.

Son frases de Roberto Aguado que encontramos en este texto, con personajes e historias muy intensas. Relatos, pasión y drama. Crítica, juegos de palabras y conclusiones muy certeras, donde la emoción decide y la razón justifica, un gran titular. Roberto Aguado, además de ser un prestigioso psicólogo clínico, demuestra ser un muy buen escritor, además de gran comunicador. Antes de la obligada finalización de esta introducción, aprovecho para utilizar otra de sus frases, muy ilustrativa, referida a lo que a veces olvidamos en las relaciones diarias entre padres e hijos, parejas, amigos y que acaba siendo mucho más que un gesto y que nunca debemos olvidar: “Para empezar y terminar, un abrazo. Nos cuesta hacerlo, pero es fundamental”. Y ese sencillo y esencial mensaje: “aquellas personas con menos necesidades son habitualmente las más felices”.


Jesús Javier Rodríguez Gallardo

Periodista

La Emoción decide y la Razón justifica

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