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DÉJAME CONTARTE

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No nací sabiendo que quería ser clavadista. De pequeño ni siquiera sospechaba que era un deporte. Ni me imaginaba que me iba a dedicar a él. Con decirte que a los tres años me daba miedo meterme al agua. La verdad es que todo comenzó por casualidad. Y solo después se convirtió en una pasión que me fue llevando cada vez más lejos, hasta que en 2016 logré ser campeón de la copa del mundo.

Mi primer deporte fue la natación. Mis papás querían que dejara de tenerle miedo al agua y por eso llegué a ella. Cuando me llevaban a la playa, no había modo de meterme al mar, porque no dejaba de llorar y prefería quedarme jugando en la arena. Al final consiguieron su propósito, porque ahora paso casi siete horas de mi día en una piscina.

En la natación también empezó a asomarse mi espíritu competitivo. Recuerdo mi primer torneo. No era por edades, sino por nivel. Me acuerdo que en el banco de salida había alguien muy grande a mi lado y pensé: “No me va a ganar”. Así que nadé lo más rápido que pude, concentrado en llegar a la meta.

Después de unos años en natación, estuve un tiempo en béisbol y luego mis papás nos inscribieron a mis hermanos y a mí en un club deportivo. Fue una gran temporada de exploración, porque había deportes y actividades para todos los gustos. Y como había que aprovechar la membresía, pasábamos el mayor tiempo posible ahí. Por lo que después de la escuela, comíamos y nos íbamos a nuestras clases de fútbol, vóleibol, básquetbol, clavados y hasta cerámica.

En aquella época, Fernando Platas, medallista olímpico, entrenaba en el club. Para aquel entonces yo no sabía quién era, pero recuerdo mi fascinación la primera vez que lo vi entrenar clavados. Me impresionaron sus saltos y giros para entrar en el agua.

Visto a la distancia, tenía sentido dedicarme a los clavados porque he sido muy inquieto desde niño. Me la pasaba brincando en las camas y de un sillón a otro. Y lo mismo hacía en la escuela, cuando saltaba de banca en banca. En algún momento, el maestro mandó a llamar a mis papás para contarles que no me quedaba quieto. Y qué sorpresa se llevaron al llegar a la reunión y verme haciendo acrobacias en el salón.

Por algo me gustó este deporte. Me daba la oportunidad de saltar y aprender verdaderas acrobacias, de divertirme y pasar mucho tiempo en el agua. Mérida, mi ciudad natal al sur de México, es muy calurosa. Imagina lo entretenido que era para un niño poder pasar tanto tiempo en la piscina haciendo piruetas. Tenía siete años cuando inicié con los clavados y la verdad es que fue por pura diversión.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque creo que, la mayoría de las veces, el éxito empieza con algo muy sencillo. Surge de un gusto, de una actividad que nos divierte o estimula. Nace de un pasatiempo en el que somos buenos o de un interés que poco a poco va creciendo. Las metas llegan después.

A los siete años, solo pensaba en dar vueltas en el aire y caer en el agua. Para mí era un juego muy divertido. No había nada serio. Con el tiempo llegaron los sueños de medallas, el deseo de participar en las olimpiadas y la realidad de sentir en mi cuello el peso del oro que me coronaba como campeón del mundo en el trampolín de tres metros.

Pero no pienses que ha sido un viaje sencillo y sin tropiezos. Créeme que la mayoría de los logros y satisfacciones solo pueden construirse con altas dosis de esfuerzo, frustración y aprendizaje. Y si lo que buscas en tu vida es sobresalir o simplemente entregarte de lleno a algo que te apasiona, aun si no está en tu radar competir, no dudes de que tus sacrificios valdrán la pena.

El recorrido que te propongo hacer en las siguientes páginas es para que empieces por lo más sencillo: descubrir qué te gusta, averiguar para qué eres bueno, preguntarte cuáles son tus intereses y sueños. El éxito tiene sus raíces aquí.

Quiero empezar compartiéndote algunas de las experiencias que me ayudaron a encontrar mi camino como deportista profesional y los desafíos que aparecieron en el trayecto. Confío en que estas anécdotas y reflexiones te brindarán pistas valiosas en tu búsqueda personal, ya sea que te hayas propuesto emprender un negocio, ascender profesionalmente, iniciar tus estudios o realizar el proyecto de tus sueños. Lo que sea.

En los próximos capítulos vamos a formar parte del mismo equipo y desde ahora te digo que tienes todo mi apoyo. Así que iniciemos tu camino a la cima. ¡Ánimo!

Cómo ser el mejor del mundo

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