Читать книгу Cómo ser el mejor del mundo - Rommel Pacheco - Страница 12

DEL SUEÑO A LA REALIDAD

Оглавление

Recuerdo muy bien que en 1993 mi papá y mi entrenador comentaron que los clavadistas chinos eran los mejores. Considerando que arrasaban con casi todas las medallas en los campeonatos internacionales, había algo de cierto. Al escucharlos elogiar así a los deportistas asiáticos, sin pensarlo me dije: “Voy a ir a unos Juegos Olímpicos en China”.

En ese momento nadie sabía si algún día se organizarían unas olimpiadas en aquel país, pero la idea se me quedó muy grabada. Desde entonces, el sueño de competir en esa tierra me acompañó en cada entrenamiento. Era mi motivación. Sabía que, tarde o temprano, iba a suceder. Y, 15 años después, en 2008, se cumplió la profecía.

Me hubiera encantado ganar una medalla en Pekín. Y suelo bromear diciendo que, si me lo hubiera propuesto de niño, sin duda lo habría conseguido. Lo importante para mí en ese momento era que había alcanzado mi sueño. El deseo se hizo realidad. Y te comparto esta anécdota porque ahora quiero contarte sobre el poder de los propósitos y los sueños.

¿A quién no le gusta soñar con dedicarse a lo que ama, con viajar, encontrar al amor de su vida o tener una situación económica desahogada? Es maravilloso imaginar mundos en nuestra cabeza. Los podemos construir a nuestro antojo, tan grandes o espléndidos como queramos. El asunto es que solo los podemos habitar cuando son tangibles, porque un sueño sin acción se queda en fantasía.

Un error muy común es no quitar el hubiera de en medio: “Si hubiera puesto mi negocio hace años, hoy sería millonario”. Pero ¿cómo puedes tener la seguridad si ni siquiera lo has intentado?

Tener un sueño es maravilloso, porque le da sentido a lo que hacemos y vivimos. Y, si además coincide con tu talento, las oportunidades son extraordinarias. Pero de nada sirve que ese sueño y ese talento se queden en tu imaginación. Los cambios que buscas en tu vida, tu crecimiento y la satisfacción que persigues solo ocurrirán si te atreves a hacerlos realidad.

No exagero si te digo que conquistar lo que quieres es como un clavado. Al principio es normal que te dé miedo saltar. Miramos la altura de nuestros deseos y expectativas, lo hondo de nuestros temores, y quizá hasta sintamos algo de vértigo. No es sencillo aventarse y esperar lo mejor. Pero aquí debo aclarar que no te lanzas ciegamente a un precipicio, sino que haces lo que está en tus manos para que pase lo mejor. Cuando buscas un resultado favorable, lo más seguro es que lo consigas, tarde o temprano. Y si esperas un mal resultado, también lo vas a tener. Así que cuida tu actitud.

Un consejo que seguramente has escuchado cientos de veces es que no te importe el qué dirán. Y al final es cierto. Siempre te van a criticar, ya sea un día o diez años, pero quien tendrá la satisfacción de intentarlo eres tú. Nadie te quitará el gusto de lograr lo que te propusiste o de probar una y otra vez hasta conseguirlo. Es decir, elimina el hubiera. Si va a funcionar tu idea de negocio, tu proyecto, o si él o ella será el amor de tu vida, depende de que te arriesgues y actúes. Y si no sale como esperas, de cualquier modo no te quedaste con la duda. Es un principio para todos los ámbitos de la vida.

Los sueños nos dan un propósito. Son una guía poderosa, pues nos ayudan a darle rumbo a nuestras acciones. Y, cuando nos proponemos algo:

 Identificamos qué actividades debemos hacer, nos planteamos objetivos y definimos prioridades.

 Superamos emociones complejas, como decepciones, miedos e incertidumbre. Tener un propósito nos impulsa a seguir, a pesar de los obstáculos, pues vamos más allá de las frustraciones inmediatas.

 Nos enfocamos y eliminamos las distracciones.

 Desarrollamos emociones positivas, ya que nuestra energía se dirige a aprender, crecer y cultivar el sentido de nuestra vida. Al final, eso se refleja en la confianza que sentimos y proyectamos.

Algo que me ha ayudado mucho en mi carrera es que desde niño tengo claros mis objetivos y voy tras ellos. Además, soy necio y no me rindo fácilmente. Sin embargo, por experiencia sé que no hay que obsesionarse con querer ser el mejor siempre. No todo es competencia ni los demás son tus rivales. Si solo piensas en ganar, dejas de disfrutar lo que haces. Y cuando no te diviertes, tu curiosidad se apaga, te cierras a las nuevas experiencias y puedes estancarte.

El gozo forma parte de alcanzar tus sueños. Entre más disfrutas y te involucras en la actividad que amas, el placer termina convirtiéndose en una verdadera pasión por lo que haces. Ves mejoras, llegan los reconocimientos y comienzas a plantearte nuevos retos.

Cuando te apasiona lo que haces, sientes que las cosas se acomodan entre lo que te gusta y se te facilita. Estás motivado, experimentas una sensación de plenitud y percibes la importancia de lo que haces. De niño, los torneos nacionales, los viajes y las medallas me ayudaron a ver que mi trabajo diario estaba dando resultados. Y conforme avances en lo que te apasiona, estoy seguro de que tú también empezarás a ver los frutos de tu empeño.

Algo que no se dice a menudo es que la pasión implica esfuerzo. Hay goce, por supuesto, pero de igual modo exige dedicación y compromiso para llevarla al siguiente nivel. De otra forma, es solo un pasatiempo. Y no me malinterpretes, hay quienes quieren divertirse y no aspiran a ser los mejores. Es válido, siempre que tengas claro qué quieres. Pero estoy convencido de que si tienes este libro en tus manos es porque anhelas superarte, evolucionar y alcanzar un sueño que has perseguido por años.

Alcanzar la excelencia o el éxito en lo que buscas requiere una fuerte dosis de responsabilidad. Y con esto me refiero a hacerte cargo de las acciones que te permitan cumplir tu propósito de mejorar y crecer en tu respectiva disciplina, área de trabajo o en el aspecto personal que quieres desarrollar. En el siguiente apartado te cuento de esto más a fondo.

Cómo ser el mejor del mundo

Подняться наверх