Читать книгу Cartas de Gabriel - Rosa María Soriano Reus - Страница 8

Оглавление

El sueño

Al día siguiente, Teresa se despertó con mucha energía. Dª María, sin embargo, se encontraba triste y desolada por la situación que estaba viviendo y máxime cuando sabía que tenía que dar las explicaciones pertinentes a su nieta y que no podía rehuir más la verdad.

En muchas ocasiones había utilizado la mentira como parte de su proceder para dar largas y evadir los problemas, pero ahora había sido descubierta y no podía seguir por ese camino.

Sentada en el salón y dispuesta a enfrentarse a sus propios fantasmas, con una pose solemne y una mirada firme, llamó a Teresa para pedirle que se sentase, ya que tenía que comentarle algo. Teresa acudió presta a la llamada de su abuela con los ojos bien abiertos y un nudo en la garganta. Necesitaba escuchar la verdad y que su abuela se sincerase con ella.

—Es una historia larga —dijo con un tono severo y sin apenas inmutarse —. A veces las cosas no son fáciles y tenemos que tomar decisiones que no queremos pero que son necesarias, como vender La Masía. Todo empezó hace cinco años cuando tuve que desembolsar una gran cifra de dinero para que no me embargaran el piso de Palma, entonces descubrí que el propietario del piso era mi cuñado Rafael y que se lo había cedido a Gabriel al destinarlo fuera. Al fallecer los dos, a consecuencia de la guerra, yo seguí viviendo en el piso pensando que era de mi marido hasta que recibí una notificación que me comunicaba que, al no ser propietaria, si deseaba permanecer en la vivienda me daban la opción de comprarla a plazos y así regularizar la situación. »Desde ese momento, mi economía se ha ido resintiendo cada vez más, hasta que me vi obligada a consumir todos mis ahorros, todas las ganancias de la Granja March, todo el dinero a plazo fijo. En ese momento no se me ocurrió nada más que esperar, hasta que la situación empeoró tanto que me vi obligada a tomar la decisión de vender La Masía. Al final todo se ha precipitado y el banco me ha reclamado adelantar mucho más dinero dada mi edad, para acabar de pagar el piso este verano y el resto de la historia ya la conoces.

—¿Lo has mantenido en silencio todos estos años para no preocuparnos? —preguntó Teresa con un ademán de asombro.

—Estoy acostumbrada a pasar por situaciones difíciles y siempre he salido airosa de todo, aunque reconozco que ahora en la vejez esto me está resultando muy duro. Sé que has pensado que no he confiado en ti pero no es cierto, he pensado que era mejor retrasarte este sufrimiento y más este verano cuando habías depositado tantas ilusiones y esperanzas al cumplir veinte primaveras. Lo siento.

—No sé qué decir, no me podía imaginar que la situación fuese tan grave a nivel económico y que las cosas pudiesen cambiar tanto.

—La vida te puede cambiar de un día para otro y a veces no podemos hacer nada para evitarlo —dijo Dª María con un tono de resignación —. Tengo que aceptar cuanto antes esta nueva situación y tú también, ya que necesito que me ayudes en esta nueva etapa.

—Primero tendré que asimilar todo lo que me has contado y para ello necesito hacerte más preguntas sobre Gabriel y sus cartas.

—Pienso que quizás ha llegado el momento de que conozcas la historia de tu abuelo y, en la medida de lo posible, yo te la voy a facilitar —dijo con una media sonrisa en los labios—. Esas cartas son el único legado escrito de Gabriel que poseo ya que, como sabes, la guerra me lo arrebató muy joven y nuestras vidas quedaron truncadas para siempre. »Era un hombre justo, honrado, emprendedor, sensible, con ideas muy avanzadas para su tiempo. No se conformaba con la vida que sus padres le ofrecían y emprendió pronto el vuelo rumbo a Barcelona para descubrir la fórmula secreta del yogur y poder crear un gran negocio propio, una granja con helados, yogures, batidos, todo elaborado de manera artesanal, a la manera tradicional pero con la innovación de los nuevos productos que se utilizaban en la Ciudad Condal.

—He leído las cartas varias veces al encontrarlas en el desván de casualidad y me he emocionado mucho. He podido descubrir muchas cosas del carácter de Gabriel y profundizar en el horror de la guerra —dijo Teresa con ademán de fruncir las cejas.

—La guerra, qué palabra tan horrible. Bueno, es mejor que te cuente desde el principio. Mi historia es una gran aventura donde existe un poco de todo como en un buen cocido: amor, pasión, sufrimiento, dolor, tristeza, guerra y paz. Conocí a tu abuelo en una verbena en Sa Pobla y luego, a los pocos días, acudió a la granja y me reconoció, comentando «eres la chica de la verbena», así empezó todo. Era un hombre apuesto y muy guapo, con ese cabello repleto de bucles y esos ojos grandes color miel; su sonrisa cálida, sincera, su voz envolvente me enamoró desde el principio. Yo siempre he sido muy intrépida y muy arriesgada y me empeñé en que ese hombre tenía que ser para mí. »Aprendí a fumar y así atraer aún más su atención. Siempre he conseguido todo lo que me he propuesto y nada se me ha resistido. Mi lema ha sido luchar con uñas y dientes por lo que he querido, sin miedo y con ahínco ya que para vencer hay que ser fuerte y tener las ideas muy claras. Gabriel se enamoró locamente de mí y lo puedo decir bien orgullosa demostrando cada día más su amor. Mi historia de amor es corta pero intensa y apasionada. Está repleta de momentos mágicos y románticos, un amor que puede con todo y que ningún obstáculo puede mermar. La luna de miel se desvanece con la noticia de la guerra y el alistamiento a filas de los hombres jóvenes en el bando nacional. Desde ese instante nuestro amor sufre la gran prueba de fuego, la separación física y el distanciamiento. Ambos éramos jóvenes y pensábamos que nadie nos podía separar, pero la realidad era otra y pronto nos vimos envueltos en las redes de la guerra, en su horror y en la desolación.

Su abuela estaba tan entusiasmada narrando su historia que Teresa no osaba interrumpir su relato. Todo era tan increíble y saciaba tanto su curiosidad que se quedó petrificada en la silla deseando conocer más detalles de aquella fascinante historia de amor.

Era la primera vez que su abuela se sinceraba con ella y desnudaba sus sentimientos más profundos. La veía vulnerable y frágil, con la sensibilidad a flor de piel, sin la máscara de dura y hermética. Esta faceta era nueva para ella, su abuela nunca se había mostrado al descubierto y por primera vez en su vida se despojaba de su fortaleza para mostrarse tal cual. Era testigo de un gran descubrimiento, de un legado familiar muy valioso, sus señas de identidad, sus orígenes, sus antepasados.

María Ripoll seguía narrando su historia y en algún momento al hablar de Gabriel los ojos se tornaban vidriosos y brillantes de la emoción. Gabriel era todo para ella, incluso parecía hablar de él como si estuviese presente en su vida aún.

—Con una mirada o un gesto nos lo decíamos todo, necesitábamos vernos cada día para poder seguir respirando, se puede decir que nuestro amor podía con todo. La pasión era muy fuerte y nos gustaba demostrarnos ese amor con caricias, abrazos y besos. Para él, yo era perfecta y él lo era para mí, a pesar de que ambos conocíamos muy bien las imperfecciones del otro, lo más importante era que juntos éramos una sola persona y que ni las balas, ni las metralletas, ni los tanques podrían separarnos nunca. Ahora pienso que he sido muy afortunada por haber conocido el amor verdadero. Nos gustaba bañarnos en los acantilados a la luz de la luna y hacer cosas distintas y arriesgadas que las parejas de esa época no se atrevían. No teníamos prisa por levantarnos y podíamos permanecer en la cama toda la mañana acurrucados y sin mediar palabra, con nuestros cuerpos fundidos como un ovillo. Esos encuentros furtivos a escondidas de nuestros padres y esos besos robados a la luz de la luna con el mar plateado de fondo y sus manos grandes y majestuosas rodeando mi cintura. Era algo mágico que nadie nos podrá quitar nunca. »El amor es algo tan grande, que es difícil expresarlo con palabras y tu abuelo era alguien muy especial que no se encuentra muy a menudo. Es el mayor regalo que existe en la tierra y que te viene sin buscarlo, es el destino de cada uno, nuestra historia está escrita por nosotros mismos, con nuestras decisiones y nuestros actos. Mi historia tiene más luces que sombras: amor, pasión, una hija, una nieta, ¿qué más puedo pedir? La Masía encierra muchos recuerdos y es parte de mi vida pero no quiero estar triste al final de mi existencia, necesito tener tranquilidad y paz.

—¿Por qué no me lo has contado antes? —preguntó con un tono melancólico.

—Pensaba que era lo mejor y que no había llegado el momento. Todo se ha desarrollado muy deprisa y se han precipitado los acontecimientos. Me hubiera gustado que las cosas hubiesen ocurrido de otra manera pero al final no he podido salvar La Masía.

—Yo he tenido un sueño maravilloso esta noche, veía como al final y como por arte de magia todo se solucionaba —dijo Teresa con una gran sonrisa.

—No creo que tu sueño se cumpla, aunque de verdad en esta ocasión me gustaría creer en lo imposible.

Teresa, en el fondo de su corazón, sabía que era difícil encontrar una solución favorable pero tenía la esperanza de que en el último momento las cosas pudiesen cambiar para mejor.

—¿Qué te parece, abuela, si vamos a dar un paseo para despejarnos? —dijo con un tono jocoso.

—Pienso que es una buena idea y que a mal tiempo buena cara, es preciso ser valientes y afrontar esto juntas y de la mejor manera posible.

Aquel día transcurrió lento, con un sabor extraño, como si de repente Teresa y su abuela se hubiesen desnudado por primera vez y se hubiesen quitado toda la envoltura para quedarse solo con la piel desnuda y frágil. Era una sensación diferente, pero Teresa se sentía bien al comprobar que su abuela era vulnerable y sensible a pesar de la imagen que mostraba a los demás de dura, recta y severa.

Detrás de todo ese caparazón residía una mujer con sentimientos muy fuertes, que amaba profundamente a sus seres queridos y sufría por dentro. Por primera vez estaba conociendo a su abuela en su verdadero ser y no le disgustaba. Al corazón no se le puede engañar y detrás de esa apariencia de mujer fuerte, rebelde, temible, se encontraba otra muy distinta que nadie conocía.

Estaba descubriendo que las personas tenemos muchos recovecos recónditos e infranqueables y que tan solo en situaciones límites podemos mostrar nuestros verdaderos sentimientos, al no poder evitar el control al que normalmente nos sometemos.

Era extraordinaria su historia y se alegraba de ser testigo principal de todo lo que narraba. Sentía que el tiempo se paraba ante el descubrimiento que llevaba tanto mucho tiempo intentando desvelar, era tal su emoción que no quería que finalizase aquel día.

Cartas de Gabriel

Подняться наверх