Читать книгу Raíces suspendidas: estéticas y narrativas migrantes desde una perspectiva de género - Rosa María Spinoso Arcocha - Страница 7
Relato de sí misma, escritura del otro ANNIE BENVENISTE El relato de vida en antropología
ОглавлениеEn el ámbito de la antropología, el lugar asignado al relato de vida o relato biográfico varía según las escuelas. La escuela antropológica norteamericana empezó utilizando el enfoque biográfico en los años veinte del siglo pasado, para recoger el testimonio de los indios sobre su propia cultura. En 1926, la publicación de Crashing Thunder de Paul Radin, que narraba la cultura winnebago vista desde el interior, ejerció gran influencia. “Radin utiliza [...] la biografía no para relatar en forma cronológica una experiencia individual, sino para mostrar cómo reacciona un individuo frente a las normas culturales que le impone la sociedad en la que vive” (Morin, 1980: 14).
Más tarde, en 1942, la publicación de Sun Chief de Leo Simmons tuvo también mucha resonancia. En este caso, el etnólogo recogió el diario biográfico de Don Talayaesva, un indio que escribió a instigación suya y en respuesta a sus preguntas. Esta narración está basada en el proceso de conocer una cultura a partir de la experiencia de uno de sus miembros, centrándose no en las estructuras sociales, sino en la interacción entre el individuo y las normas colectivas producidas por estas estructuras. En el prefacio de la traducción francesa de este libro, Lévi-Strauss acoge con satisfacción el método que consiste en restituir la cultura Hopi “desde el interior”, tal y como la vive el niño y, más tarde, el adulto (Lévi-Strauss, 1959). Como éste lo subraya en la revista L’ Année Sociologique (1950), el particular interés de esta biografía va más allá de un simple conocimiento de la cultura Hopi, ya descrita por autores ajenos a dicha cultura. Este libro “constituye para el etnólogo y para el psicólogo un documento de un valor excepcional [...] ya que desde el primer intento logra lo que se empeña en realizar vanamente por lo general, el investigador de terreno, restituir una cultura indígena ‘desde el interior’ como un conjunto viviente que se rige por su armonía interna, no como un amontonamiento arbitrario de costumbres e instituciones” (1959: 330).
En estos ejemplos, el relato de vida, bajo pretexto de estudiar las culturas indias —antes del proceso de desaparición provocado por las olas de industrialización y urbanización— constituye un instrumento al servicio de la folclorización porque encierra a las culturas en un pasado ficticio al considerarlas como grupos aislados. La práctica de la urgencia mantiene la ilusión de que las tradiciones y las culturas “auténticas” se han conservado intactas desde la conquista. Hay que esperar el final de la Segunda Guerra Mundial para que la antropología norteamericana oriente su investigación hacia el estudio de espacios occidentalizados.
El libro de Oscar Lewis, The Children of Sánchez, nos narra la vida de una familia proletaria mexicana. Está basado en el método del relato de vida y rompe con la ideología de las sociedades sin historia, aquellas que viven encerradas en un tradicionalismo primitivo. Esta obra obtuvo gran éxito mundial y sirvió de modelo para los estudios biográficos en el medio urbano. Presentada en forma de relatos cruzados entre los diferentes integrantes de una misma familia, concede la palabra a personas desfavorecidas, habitualmente clasificadas en la categoría de los “sin voz”. En la introducción, el autor escribe: “Por primera vez, gracias a la grabadora, personas sin preparación, incultas e incluso analfabetas, pueden hablar de ellas mismas y narrar sus observaciones y experiencias de un modo desinhibido, espontáneo y natural” (Lewis, 1961: 14).
Bajo el imperio del positivismo y del estructuralismo, la antropología francesa dio prioridad, durante largo tiempo, al estudio de las instituciones sociales, políticas y culturales sobre la representación “interior” que los individuos podían tener de las normas que los constituían. En palabras de Lévi-Strauss antes citadas, la recopilación y el análisis externo de prácticas y códigos culturales no restituye la lógica de los indígenas. En cambio, el método biográfico es, por excelencia, el que permite lograr esta restitución siempre que las narraciones singulares sean contextualizadas e inscritas en los sistemas sociales.
A finales de los sesenta, la antropología francesa se entusiasmó por los relatos de vida. Fue un periodo en que ciertos modos de vida rurales tradicionales estaban desapareciendo y necesitaban ser registrados a través de la recolección de testimonios. Este fenómeno era parte de un proyecto de rescate. El relato de vida, como variante del testimonio, puede ser comparado con las fuentes orales utilizadas en historia aplicada, en este caso, con la perspectiva antropológica que consiste en dar voz a quienes la historia no suele interrogar. La intención era abrirse a la diversidad de las culturas adentro de las fronteras nacionales, por lo que el estudio del mundo rural francés fue el relevo del exotismo consecutivo a la descolonización, con el objetivo de regresar a figuras internas de la alteridad.
Asimismo, al final de esa gran división que opone el mundo occidental a otros mundos definidos como preindustriales y arcaicos, desaparece también la fragmentación de la realidad a partir de la percepción histórica y cultural basada en la puesta a distancia del Otro. Este Otro —cuya diferencia fue humanizada durante el siglo XVIII y luego sometida al esquema evolucionista durante el siglo XIX (McGrane, 1989)— ya no se percibe como el salvaje, pero su diferencia sigue siendo señalada de manera negativa.
Como lo hace The Children of Sánchez, el proyecto de recopilación de costumbres rurales en peligro de extinción da voz a los dominados, rehabilitando asimismo culturas regionales ignoradas y despreciadas durante mucho tiempo en nombre de la necesidad de construir la unidad nacional. Varios libros son publicados en Francia, en la famosa colección Terre humaine dirigida por el antropólogo Jean Malaurie. Entre ellos podemos citar: Le cheval d’orgueil. Mémoires d’un breton du pays bigouden de Jakez Helias, traducido del bretón y publicado en 1975, y Toinou. Le crid’un enfant auvergnat de Antoine Sylvère, editados en 1980. Éstos son relatos biográficos publicados en una colección, que reúnen materiales etnográficos escritos en primera persona; según lo afirma Philippe Lejeune, todos pueden considerarse auto-etnografías. Lejeune, autor de numerosos libros sobre la autobiografía, distingue efectivamente la autobiografía entendida como género literario que busca “manifestar la profunda unidad de una vida [...] centrándose en la génesis de la personalidad” del relato biográfico o relato de vida, que pretende “dar testimonio a partir de una trayectoria singular, de una serie de prácticas y valores colectivos” (Lejeune, 2003: 14-15).
Estas publicaciones tuvieron un éxito inédito en el ámbito de las humanidades al poner el estilo literario al servicio de un proyecto científico. El relato, y en particular el de las personas dominadas, permitía tocar, a través de la recopilación de los infra-escritos —según el término de Philippe Lejeune—, mundos antes desconocidos o en peligro de extinción. El testimonio de Jakez Helias en este sentido constituye un excelente ejemplo de la pasarela que existe de la cultura campesina bretona a las escuelas seculares, como es el caso para el Indo Talayaesva de Soleil Hopi, los suyos lo reconocen porque simboliza esta transición entre dos culturas (Malaurie, 1975).