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Conclusiones

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Tres principales conclusiones parecen desprenderse de este rápido vistazo sobre los testigos bíblicos e históricos del origen del sábado. Primera: En las Escrituras hay un innegable consenso en apoyo del origen creacionista del sábado. Segunda: La tradición judía más antigua e importante remonta el origen del sábado a la culminación de la Creación. Tercera: Hemos encontrado en la historia del cristianismo un apoyo considerable al origen edénico del sábado, no solo entre los observadores del séptimo día, sino también entre muchos partidarios del domingo. Estos últimos han defendido el valor del sábado como norma establecida en la Creación para justificar el domingo como “sábado cristiano”. El sábado de la Creación ha sido principalmente atacado desde dos frentes: de una parte, por cristianos en guardia contra el sabatismo legalista; de otra parte, por los críticos que rechazan la historicidad del Pentateuco y en especial del relato de la Creación.

Argumentar aquí la validez del sábado como una norma recibida de la Creación sobre la base dominante de un presunto apoyo histórico sería tomar la Historia como criterio último para aceptar o rechazar cualquier doctrina bíblica. Pero el voto de la mayoría no es un principio aceptable de interpretación bíblica (hermenéutica). Nuestro examen solo ha pretendido mostrar que la creencia en el origen divino del sábado está profundamente arraigada tanto en las Escrituras como en la historia. Rechazar tal enseñanza calificándola de “supersticiosa, legalista e inconsistente ante la ciencia moderna” puede llevarnos a caer en un grave error, porque tal calificación no proporciona una razón suficientemente honesta para desechar un precepto bíblico ni para dispensar al creyente de la obligación de cumplirlo.

Nuestro estudio nos ha mostrado que, según el consenso unánime de las Escrituras, el origen del sábado está fundamentado en los eventos de la Creación y señala la inauguración de la historia humana. ¿Cuáles son algunas de las implicaciones prácticas de esta enseñanza bíblica? En primer lugar, significa que la observancia del sábado no es una ceremonia temporal judía, sino una disposición permanente destinada a todos los hombres.181 En segundo lugar, significa, como dijo de un modo tan bello Elizabeth E. Platt, que los seres humanos “tenemos nuestras raíces arraigadas en el sábado, y que este nos pertenece según el plan de Dios, desde el Génesis hasta la Eternidad”.182 En tercer lugar, significa que nuestras raíces ancestrales tienen un origen noble y bueno, pues se afirman en Dios mismo. Por último, significa que nuestro mundo y nuestra existencia son valiosos porque no son un producto del azar sino una creación personal de un Dios que nos ama.183

Es cierto que ya no vivimos en aquel principio perfecto, sino en un imperfecto intermedio: un tiempo lleno de injusticia, codicia, violencia, corrupción, sufrimiento y muerte. Rodeados por el caos y el desorden de nuestra época, buscamos paz, esperanza y sentido para nuestra vida. El sábado nos trae cada semana seguridad y esperanza. Nos recuerda que nuestro origen y nuestro destino nos unen a Dios. Renueva nuestro sentido de continuidad con el pasado, jalonando nuestra vida con su luz, iluminando nuestros valores presentes y nuestras expectativas futuras. El sábado nos invita a descansar en Dios en medio del inquieto intermedio de nuestra vida mientras esperamos el descanso final (y sin fin) y la paz perfecta de Dios (Heb. 4:9), para la que fuimos creados. Este es el mensaje del sábado: la gozosa celebración de nuestro origen.

1 Paul Tillich, Systematic Theology, 1957, t. 1, p. 265. En Dynamics of Faith, 1958, p. 42, Tillich usa el ejemplo de la bandera para ilustrar cómo un símbolo participa de la realidad que representa: “La bandera participa del poder y la dignidad de la nación a la que simboliza [...]. Un ataque a la bandera se considera como un ataque al honor del grupo representado por ella”. Del mismo modo, en las Escrituras, la profanación del sábado, símbolo de autoridad y pertenencia divinas, es vista como apostasía (Eze. 20:13, 21).

2 Esta conexión es reconocida por Salomón Goldman: “El propósito principal del relato de la Creación es el de realzar la singularidad y la excelencia del hombre, y recalcar la santidad y la bienaventuranza del séptimo día, o sábado” (In the Beginnings, 1949, p. 744).

3 Filón, De Opificio Mundi, 89; De Vita Mosis 1, 207; De Specialibus Legibus 2, 59.

4 R. W. Emerson, “The Divinity School Address”, Three Prophets of Religious Liberalism, C. C. Wright, ed., 1961, p. 111.

5 Muchos comentaristas modernos dividen Génesis 2:4 en dos partes, relacionando la primera parte del versículo con el primer relato de la Creación (documento P) y la segunda parte (vers. 4b) con el segundo relato de la Creación (documento J). Los argumentos para tal división han sido convincentemente refutados por U. Cassuto en La Questione della Genesi, 1934, pp. 268-272 y en A Commentary on the Book of Genesis, 1961, pp. 96-99.

6 Nicola Negretti, por ejemplo, señala que “mediante Génesis 2:4ª, el autor del relato sacerdotal ha encadenado juntas la semana de la Creación con el esquema de las toledot (generaciones) (ver Gén. 5:1; 6:9; 10:1; 11:10-27; 25:12-19; 36:1-9; 37:2) insertando (la semana) en el contexto de la historia de la salvación” (“Il Settimo Giorno”, Analecta Biblica 55, 1973, p. 93; ver p. 165, n. 31). Ver también H. C. Leupold, Exposition of Genesis, 1950, p. 110; J. Scharbert, “Der Sinn der Toledot-Formel in der Priesterschrift”, en “Wort-Gebot-Glaube”, Alttestamentliche Abhandlun-gen zur Theologie des Alten und Neuen Testaments 59 (1970, pp. 45-56).

7 Génesis 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10; 11:27; 25:12; 25:19; 36:1; 37:2.

8 La teoría kenita se remonta a Abraham Kuenen, The Religion of Israel, 1874, p. 274. Ha sido replanteada por Bernardus D. Eerdmans, “Der Sabbath”, en Vom Alten Testament: Festchrift Karl Marti, Nº 41 (1925), pp. 79-83; Karl Budde, “The Sabbat and the Week: Their Origin and their Nature”, The Journal of Theological Studies 30 (1928), pp. 1-15; H. H. Rowley, “Moses and the Decalogue”, Bulletin of the John Rylands Library 34 (1951-1952), pp. 81-118; L. Koehler, “Der Dekalog”, Theologische Rundschau 1 (1929), p. 181.

9 La identificación de Sakkuth y Kaiwan como nombres de Saturno ha sido impugnada recientemente por Stanley Gervirtz, “A New Look at an Old Crux: Amos 5:26”, Journal of Biblical Literature 87 (1968), pp. 267-276; ver William W. Hallo, “New Moons and Sabbaths: A Case-study in the Contrastive Approach”, Hebrew Union College Annual 48 (1977), p. 15. La traducción propuesta por Gervirtz y Hello dice: “Pero ahora cargaréis con vuestro ídolo rey y con los pedestales de vuestras imágenes (el texto hebreo añade: la estrella de vuestros dioses), que os habéis hecho vosotros mismos” (Amós 5:26).

10 Sobre la cuestión del origen de la semana planetaria, ver Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, 1977, pp. 241-247. Obsérvese que, mientras que el día de Saturno fue inicialmente el primer día de la semana planetaria, el sábado del Antiguo Testamento siempre fue el séptimo día.

11 Joseph Z. Lauterbach indica que, “en el judaísmo tardío, cada vez que se menciona alguna relación astrológica entre Saturno y los judíos, se tiene cuidado de precisar que los judíos observan el sábado con independencia de Saturno, dependiendo solo de Dios” (Rabbinic Essays, 1951, p. 438). Conviene señalar también que algunos judíos llamaron a Saturno Shábbti, que significa “la estrella del sábado”. Este no quiere decir, como observa Hutton Webster, “que el día reciba el nombre por el planeta, sino que el planeta recibe el nombre por el día” (Rest Days, 1916, p. 244).

12 Ver E. G. Kraeling, “The Present Status of the Sabbath Question”, The American Journal of Semitic Languages 49 (1932-1933), pp. 218, 219; G. Fohrer, Geschichte der israelischen Religion, 1969, p. 108; J. J. Stamm y M. E. Andrew, The Ten Comandments in Recent Research, 1967, pp. 91, 92; Roland de Vaux, Ancient Israel, 1965, t. 2, p. 480.

13 George Smith, Assyrian Discoveries, 1883, p. 12.

14 Hutton Webster supone que el calendario original posiblemente se remonte a los tiempos de Hammurabi (Rest Days, 1916, p. 223). William W. Hallo (p. 10) también opina que las festividades lunares neobabilónicas son restos de una antigua tradición sumeria (p. 8).

15 Se piensa que el día 19° representa el 49° día contado a partir del mes anterior, o siete días nefastos: úmé lemnúti. Sin embargo, como el mes lunar tiene algo más de 29 días, el ciclo “semanal” entre el último día nefasto (28° día) y el primero del mes siguiente (7°día) sería de ocho o nueve días, según el mes anterior hubiese tenido 29 o 30 días.

16 R. W. Rogers, Cuneiform Parallels to the Old Testament, 1912, p. 189; C. H. W. Johns, Assyrian Deeds and Documents, II, 1901, pp. 40, 41; George A. Barton, Archeology and the Bible, 1944, p. 308; Stephen Langdon, Babylonian Menologies and the Semitic Calendars, 1935, pp. 73ss.

17 Cada fase de la Luna representa 73/4 días, lo que hace imposible mantener un ciclo semanal de siete días precisos.

18 Ver Paul O. Bostrup, Den israelitiske Sabbats Oprindelse og Karakter i Foreksilsk, 1923, pp. 50-55.

19 Ver Amós 8:5; Oseas 2:11; Isaías 1:11-13; 2 Rey. 4:23.

20 El período entre dos lunas nuevas seguidas (lunación) es de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,8 segundos.

21 Es comúnmente aceptado que los días nefastos de Babilonia tenían carácter religioso pero no civil. Hutton Webster reconoce que, “en los documentos cuneiformes, nada indica que los babilonios los empleasen para fines civiles. Esos períodos parecen haber tenido únicamente un significado religioso” (p. 230). Siegfried H. Horn observa también que “los textos cuneiformes no dicen que en esos cinco días especiales del mes se tuviese que descansar, abstenerse de trabajar o adorar a los dioses. En ellos, solo se prohíbe a ciertas personas (al rey, los médicos, etc.) realizar ciertas cosas específicas en esos ‘cinco días nefastos’ ” (“Was the Sabbath Known in Ancient Babilonia? Archeologia and the Sabbath”, The Sabbath Sentinel [diciembre 1979], pp. 21, 22). En un calendario neobabilónico y en su texto original publicado por René Labat, la mayoría de esos días son desfavorables, y los múltiplos de siete pueden ser o buenos o malos (“Un calendrier cassite de jours fastes et néfastes”, Sumer 8 (1952), p. 27); “Un almanach babylonien”, Review d’Assyriologie 38 (1941), pp. 13-40.

22 Karl Budde, p. 6.

23 E. A. Speiser, “The Creation Epic”, en James B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950, p. 68. Ver W. F. Lambert y A. R. Millard, Atra-hasis: The Babylonian Story of the Flood, 1969, pp. 56f; Theophilus G. Pinches, “Sabattu, the Babylonian Sabbath”, Proceedings of the Society of Biblical Archeology 26 (1904), pp. 51-56.

24 Algunas tablillas cuneiformes hablan de sacrificios hechos a los reyes divinos de Ur en la luna nueva y en el día quince del mes. Ver H. Radau, Early Babylonian History, 1900, p. 314.

25 Ver ejemplos de textos en Cuneiform Texts from Babylonian Tablets in the British Museum, XVIII, 17c, d.

26 M. Jastrow piensa que el šabattu era en su origen un día para aplacar la ira de la divinidad, por lo que la idea de reposo se aplicaría antes a los dioses que a los hombres (Hebrew and Babylonian Traditions, 1914, pp. 134-149).

27 Esta teoría fue desarrollada inicialmente por Jahannes Meinhold, Sabbath und Woche im Alten Testament, 1905, pp. 3ss. En uno de sus primeros estudios (Sabbat und Sonntag, 1909, pp. 9, 34), Meinhold atribuía a Ezequiel el cambio de la luna llena mensual al sábado semanal. Sin embargo, en un ensayo posterior (“Zur Sabbatfrage”, Zeitschrift für die Alttestamentliche Wissenschaft 48 (1930), pp. 128-132), sitúa el proceso en tiempos posexilicos, en relación con las reformas de Nehemías. Su teoría ha sido adoptada, con varias modificaciones, por algunos especialistas. Ver Samuel H. Hooke, The Origin of the Early Semitic Ritual, 1938, pp. 58, 59; Adolphe Lods, Israel: From its Beginning to the Middle of the Eighth Century, 1932, p. 438; Sigmund Mowinckel, Le Décalogue, 1927, p. 90; Robert H. Pfeiffer, Religion in the Old Testament: The History of a Spiritual Triumph, 1961, pp. 92, 93.

28 Karl Budde (n. 9), p. 9. Ver E. G. Kraeling (n. 13), p. 222; J. H. Meesters, Op zoek naar de oorsprong van de Sabbat, 1966, pp. 28-34.

29 2 Reyes 4:23 alude a la celebración del sábado en la comunidad del profeta Eliseo (852-798 a.C.) y 2 Reyes 11:4 al 12 describe el cambio de la guardia en sábado en los tiempos en que Atalía, reina de Judá, fue derrocada (835 a.C.).

30 N. H. Tur-Sinai, “Sabbat und Woche”, Bibliotheca Orientalis 8 (1951), p. 14. Tur-Sinai señala que, dado que los nombres de los meses judíos no tienen nada que ver con los babilónicos, difícilmente puede suponerse alguna influencia entre ellos.

31 George A. Barton, The Royal Inscriptions of Sumer and Akkad, 1929, pp. 187, 229, 253.

32 James B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, 1955, pp. 44, 94.

33 Se trata de un silabario neobabilónico que contiene solo los siete primeros días del mes (aparentemente considerado como formando una unidad) y una carta que recomienda “completar el día de la luna nueva, el séptimo día y el día de la luna llena” (A. L. Oppenheim, “Assyriological Gleanings II”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research 93 [1944], pp. 16-16; Alfred Jeremias, Das Alte Testamente im Lichte des Alten Orients, 1930, p. 75. Para un análisis de dichos textos, ver Horn, pp. 20-22).

34 Friedrich Delitzsch, Babel and Bible, 1903, p. 38. Ver J. Hehn, Siebenzahl und Sabbat bei den Babyloniern und im Alten Testament, 1907, pp. 4-44, 77-90; A. S, Kapelrud, “The Number Seven in Ugaritic Texts”, Vetus Testamentum 18 (1968), pp. 494-499; H. J. Kraus, Worship in Israel, 1966, pp. 85-87; Nicola Negretti, Il Settimo Giorno, 1973, pp. 31-109; S. E. Loewnstein, “The Seven Day-Unit in Ugaritic Epic Literature”, Israel Exploration Journal 15 (1965), pp. 121-133.

35 Siegfried H. Horn, p. 21.

36 Ibíd., p. 21.

37 Ver un informe detallado de 41 relatos del Diluvio procedentes de diferentes partes del mundo en B. C. Nelson, The Deluge Story in Stone, 1949.

38 Un período de cinco días, conocido como hamustum, parece haber sido familiar para los antiguos asirio-babilonios. A. H. Sayce fue el primero en suponer que el término hamustum, que aparece en tablillas cuneiformes de la época de Hammurabi, designaba un período de cinco días, o el día sexto de cada mes (“Assyriological Notes Nº 3”, Proceedings of the Society of Biblical Archeology 19 (1897), p. 288. Sin embargo, Julius y Hildegard Lewy interpretan hamustum como un período de cincuenta días (“The origin of the Week and the Oldest West Asiatic Calendar”, Hebrew Union College Annual 17 (1942-43), pp. 1-152. Otros piensan que se trata de un período de seis días o el día quinto de cada mes, como N. H. Tur-Sinai, pp. 14-24. La hipótesis de un período de cinco días ha sido replanteada por Kemal Balkan, “The Old Assyrian Week”, Studies in Honor of Benno Landsberger on His Seventh-fifth Birthday April 12, 1965 (Chicago, 1965), pp. 159-174. Hay textos cuneiformes que contienen indicios de períodos de cinco días asociados a fases lunares. Ver referencias en A. Jeremias, The Old Testament in the Light of the Ancient East, 1911, p. 65.

39 Siegfried H. Horn, p. 22.

40 Por ejemplo, J. Morgenstern afirma categóricamente: “Todas las evidencias a nuestro alcance indican inequívocamente que el sábado solo pudo haber sido originado en una sociedad agrícola. De hecho, los hebreos adoptaron el sábado solo después de haberse establecido en Palestina y haberse asentado en la tierra de sus predecesores los cananeos, a los que parcialmente desplazaron, y de los que aprendieron las técnicas de cultivar el suelo junto con varias instituciones propias de una civilización agrícola, entre las cuales está el sábado” (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, 1962, s.v. “Sabbath”).

41 Willy Rordorf argumenta este punto de vista de un modo muy categórico pero poco convincente. Para él, “en el más antiguo estrato del Pentateuco, el sábado debe ser entendido como una institución social. Después de cada seis días de trabajo, se deja un día para el descanso de las bestias, los esclavos y los siervos. La observancia del sábado, por lo tanto, apunta a un período posterior a la ocupación de Canaán” (Sunday: The History of the Day of Rest and Worship in the Earliest Centuries of the Christian Church, 1968, p. 12).

42 La razón que Rordorf da para esta transformación es que “desde el tiempo en que los judíos dejaron de estar en su propia tierra y dejaron de tener esclavos, apenas supieron qué hacer de las razones para la observancia del sábado en el plano ético-social” (n. 44, p.18).

43 Rordorf, p. 11: “Tenemos justificada razón para considerar Éxodo 23:12 y 34:21 como las más antiguas versiones del mandamiento del sábado”.

44 Con este criterio, el mandamiento del sábado de Éxodo 20:8 al 11, así como otras referencias al sábado (tales como Gén. 2:2, 3; Éxo. 16:4, 5, 22-30; 31:12-17; Lev. 23:3; Núm. 15:32-36; 28:9, 10), se han atribuido al llamado Documento Sacerdotal. Según el punto de vista de la crítica actual, este documento representa la última fuente del Pentateuco, supuestamente incorporada en tiempos de Esdras (400 a 450 a.C.). Todos los textos del sábado del Documento Sacerdotal han sido examinados por Niels-Erik A. Andreasen, The Old Testament Sabbath, A Tradition-Historical Investigation, 1972, pp. 62-89. Conviene señalar que, como reconoce Gerhard von Rad, eminente especialista en Antiguo Testamento, “un importante factor para fechar el Documento Sacerdotal es la preeminencia que se da en él al sábado y a la circuncisión” (Old Testament Theology I, 1962, p. 79). Se da por sentado, y von Rad lo admite abiertamente, que el sábado no tiene significado religioso antes del Exilio y que “fue en el Exilio cuando el sábado y la circuncisión obtuvieron su status confessionis”; es decir, su importancia confesional (p. 79). El punto débil de toda esta argumentación sobre la institución del sábado en época tardía así como sobre el Documento Sacerdotal, está en que se apoya en el supuesto gratuito de que los intereses socioeconómicos son anteriores a las motivaciones teológicas del sábado. Ahora bien, ¿se puede justificar esta dicotomía? En nuestra opinión, ese no parece ser el caso, según veremos más adelante. Es de lamentar que un mal entendimiento de la “absolutamente incomparable institución del sábado haya contribuido también al rechazo de la autoridad mosaica del Decálogo” (Salomón Goldman, The Ten Comnandments, 1956, p. 64).

45 Para J. Berman, una de las principales funciones del año sabático era la de “poner límites a la institución de la esclavitud. La diferencia de valores de la Torah, cuando se compara con los que encontramos generalmente en la sociedad del antiguo Cercano Oriente, es más evidente en este punto que en todos los demás. Mientras que los contemporáneos de los antiguos israelitas no veían ningún mal en la esclavitud y utilizaban sus sistemas legales para mantenerla como institución, la Torah manifiesta una clara preferencia por la libertad y utiliza estructuras legales para limitar tanto los males como la extensión de la esclavitud. Así, el código de Hammurabi (#282) estipula que al esclavo fugado que oculta su condición social, si es capturado, debe cortársele la oreja como castigo por su delito. La Torah, aun cuando conoce un castigo menos grave, la perforación de la oreja, lo aplica al delito exactamente opuesto, es decir, para el esclavo que después de serlo seis años rechaza su libertad y desea seguir siendo esclavo (Éxo. 21:6). Esta alteración de valores, de afirmar la esclavitud a negarla, no puede ser más evidente para un pueblo familiarizado con los sistemas penales del antiguo Cercano Oriente” (“The Extended Notion of the Sabbath”, Judaism 22 [1973], p. 350).

46 La función liberadora de los años sabáticos se verá en el capitulo 5, parte 1.

47 A este respecto, Ernst Jenni ha observado que la función social del sábado está relacionada con la experiencia de la liberación de Israel (Die theologische Begründung des Sabbatgebotes im Alten Testament, 1956, pp. 15-19). También apunta que Deuteronomio insiste no menos de cinco veces en “recordar” la liberación divina con el fin de actuar con misericordia con los desheredados de la sociedad (Deut. 5:15; 15:15,16,12; 24:18, 22).

48 Abram Herbert Lewis, Spiritual Sabbatism, 1910, p. 67.

49 Eduard Lohse disiente de esta idea: “El mandamiento del sábado requiere el descanso absoluto del trabajo. Esta orden no presupone necesariamente condiciones agrícolas tales como las alcanzadas por Israel después de la conquista. También hubiesen podido ser observadas por nómadas. Por lo tanto, la observancia del sábado se remonta al origen remoto de la religión de Yahweh” (“Sabbaton”, Theological Dictionary of the New Testament, 1971, t. 3, p. 3). Ver H. H. Rowley, p. 117.

50 Ver William Foxwell Albright, Yahweh and the Gods of Canaan: A Historical Analysis of Two Contrasting Faiths, 1968, pp. 64-73; John Brigth, A History of Israel, 1959, pp. 72, 73; H. H. Rowley, From Joseph to Joshua: Biblical Traditions in the Light of Archeology, 1950, pp. 157ss.

51 Del mismo modo, Salomón Goldman declara: “Roger Williams, ¿no tuvo más visión que la mayoría de los habitantes de la Nueva Inglaterra de su tiempo? ¿No fundó Rhode Island con la esperanza de que pudiese servir en el futuro como ‘un refugio para los perseguidos por motivos de conciencia’? ¿No anticipó Jefferson en muchos aspectos la América de nuestros días? Y Lincoln, ¿no tuvo que presionar a su generación para llegar a formular la Ley del Suelo y de ese modo hacer provisión para los numerosos millones que habitarían el país algún día? ¿Por qué pues negarle tal clarividencia a Moisés?” (p. 64).

52 Ver Friedrich Delitzsch, Babel und Bibel, 5a ed., 1905, p. 65. Karl Budde menciona también a varios otros partidarios de este punto de vista, p. 5.

53 Karl Budde observa que “Nehemías (Neh. 13:17-21) tuvo que tomar medidas contra los mercaderes cananeos que traían sus mercancías a Jerusalén en sábado. Y, aun cuando tenemos muy poca información acerca de los antiguos cananeos, tenemos mucha de sus contemporáneos los fenicios, sus vecinos, procedente de lugares del Mediterráneo tan alejados como Cartago, Galia y España: en ninguna otra parte se encuentra la mas mínima traza del sábado; al contrario, Israel es consciente de la no existencia de nada similar en todo aquel amplio ámbito” (p. 5). Eduard Lohse indica igualmente que “la idea de que hayan tomado el sábado de los cananeos es refutada por el hecho de que entre estos no se ha encontrado ningún vestigio de ello” (p. 3).

54 Ver E. G. Kraeling, pp. 226-228; Martin P. Nilsson, Primitive Time Reckoning, 1920, pp. 324-346; H. Webster, Rest Days: A Study in Early Law and Morality, 1911, pp. 101-123; Ernst Jenni, p. 13.

55 Ver C. W. Kiker, “The Sabbath in the Old Testament Cult” (tesis doctoral), Southern Baptist Theological Seminary, 1968, pp. 76-111.

56 El punto flaco de esta hipótesis está en que las más antiguas regulaciones de las festividades anuales (Éxo. 23:14-17; 34:18-23) no exigen la cesación del trabajo ni aparecen nunca relacionadas de ninguna manera con la observancia del séptimo día.

57 Que Ezequiel no transformó el sábado de una institución social en una celebración religiosa se ve también en el modo en que asoció la profanación del sábado con el descuido de las obligaciones morales del hombre hacia sus padres, los extranjeros y los pobres (Eze. 22:7, 8). El profeta vela los aspectos social y religioso del sábado como mutuamente dependientes.

58 Niels-Erik Andreasen, Rest and Redemption, 1978, p. 29, subraya este punto cuando escribe: “El profeta Ezequiel, que vivió en cautividad durante este período, menciona el sábado repetidamente, pero casi siempre lo hace en relación con el Templo de Jerusalén y sus objetos sagrados (Eze. 22:8, 26; 23:38), o en relación con el futuro del templo, por el que suspiraba fervientemente (Eze. 44:24; 45:17; 46:1-4, 12)”.

59 Ver, por ejemplo, el tratado Shabbath, 7, 2, en H. Danby, The Mishnah, 1933, pp. 100-136; George Foot Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era, 1946, pp. 19-39; S. T. Kimborough, “The Concept of Sabbath at Qumran”, Revue de Qumran 5 (1962), pp. 483-502; 1 Mac. 2:29-41; 1:15, 60; 2 Mac. 6:10; Jub. 50:8.

60 Ver también Jub. 2:20-22. Esta interpretación tan exclusivista del sábado condujo a algunos rabinos a enseñar que la observancia del sábado estaba prohibida para los no judíos. Así, Simón b. Lagish dice: “El gentil que observa el sábado merece la muerte” (Sanhedrin 586). Anteriormente, R. José b. Hanina habla dicho: “El no judío que observa el sábado no estando circuncidado es reo de pena de muerte. ¿Por qué? Porque a los no judíos no se les ha mandado hacerlo” (Deuteronomio Rabbah 1:21).

61 Génesis Rabbah 11:7; 64:4; 79:6.

62 Ver Génesis Rabbah 11:2, 6, 8; 16:8; 79:7; 92:4; Pirke de Rabbi Eliezer 18, 19, 20; Los Libros de Adam y Eva 51:1-2; Apocalipsis de Moisés 43:1-3; Yoma 28b. En estas referencias, sin embargo, se puede detectar a veces cierta tensión entre el concepto universalista-creacionista del sábado y el exclusivista-mosaico. En el Libro de los Jubileos (siglo II a.C.) tenemos un ejemplo. Mientras en 2:1 se dice que “Dios guardó el sábado en el séptimo día y lo santificó para siempre y lo puso por señal de todas sus obras”, en 2:31 se afirma que Dios “no autorizó a ningún otro pueblo a guardar el sábado en ese día, excepto a Israel”. Para más información sobre el tema, ver Robert M. Johnston, “Patriarchs, Rabbis, and Sabbath”, Andrews University Seminary Studies 12 (1974), pp. 94-102.

63 Este argumento aparece por primera vez en los escritos de Justino Mártir, Diálogo con Trifón 19, 6; 23, 3; 27, 5; 29, 3; 46, 2-3. Ver Ireneo, Adversus haereses 4, 16, 2; Tertuliano, Adversus Judaeos 2; Eusebio, Historia Ecclesiástica 1, 4, 8; Demonstratio evangelica 1, 6; Comnentaria en Salmos 91. Este argumento aparece también en la Didascalia Siriaca 26: “Si Dios hubiese querido que descansásemos un día de cada seis, ya los patriarcas y los hombres justos y todos los que vivieron antes de Moisés habrían descansado (en ese día)” (Connolly, p. 236).

64 Por ejemplo, John Gill, The Body of Divinity, 1951, p. 965. Robert A. Morey expresa la misma opinión en “Is Sunday the Christian Sabbath?”, Baptist Reformation Review 8 (1979), p. 6: “Pero ¿no se trata de un precepto dado en la Creación, según Génesis 2:1 al 3? No, la palabra ‘sábado’ no aparece en el texto. Un estudio bíblico-teológico más profundo mostraría que Génesis 2:1 al 3 es el comentario retrospectivo de Moisés acerca de la Creación, en el contexto de su comprensión personal de los Diez Mandamientos, pero no es la comprensión de Adán en el principio de la Historia”.

65 U. Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis, 1961, p. 63.

66 U. Cassuto, p. 68, explica: “Lo que quería decir la Torah, a mi entender, era lo siguiente: el sábado de Israel no será como el de las naciones paganas; no será el día de la luna llena, ni ningún otro día dependiente de las fases de la Luna, sino que será el séptimo día (lo cual nos ayuda a entender por qué se acentúa aquí la particular apelación a séptimo día); el séptimo en una sucesión perpetua, independiente y libre de cualquier asociación con los signos de los cielos y de los conceptos astrológicos”. Ver N. M. Sarna, Understanding Genesis, 1923, p. 23. La razón para el uso del término “séptimo día” en vez de sábado debe buscarse a la luz del propósito general del relato de la Creación, que es, según Herold Weiss, el de impugnar “la visión mitológica del mundo, en la que torrentes, montañas, animales, astros y árboles tienen ‘poderes’ propios. Aquí tenemos un mundo secular. Dios está claramente fuera de él, pero ha dejado en él sus huellas al marcar al hombre con su imagen” (“Genesis, Chapter One: A Theological Statement”, Spectrum 9 1979, p. 61). Harvey Cox hace la misma observación en The Secular City, 1965, pp. 22, 23.

67 Harold H. P. Dressler escribe: “No hay ningún mandato divino acerca de cómo debe ser guardado el séptimo día. De un modo retrospectivo, se nos dice simplemente que Dios ‘descansó’ (Éxo. 20:11) y ‘reposó’ (Éxo. 31:17)” (p. 22 del manuscrito). Ver Gerhard von Rad, The Problem of the Hexateuch and other Essays, 1966, p. 101, n. 9; C. H. Mackintosh, Genesis to Deuteronomy, 1965, p. 23.

68 John Murray, Principles of Conduct, 1957, p. 32.

69 Muchos teólogos reconocen las implicaciones universales del sábado creacionista. U. Cassuto, p. 64, por ejemplo, comenta lo siguiente: “Cada séptimo día, sin interrupción desde los días de la Creación, sirve para recordarnos que el mundo fue creado por la palabra de Dios, y que debemos dejar nuestros trabajos para seguir el ejemplo del Creador y andar sus caminos. La Biblia insiste en recalcar que la santificación del sábado es anterior a Israel y afecta a toda la humanidad” (The Interpreter’s Bible I, p. 489). “El hecho de que P no vincule el origen del sábado con cualquier acontecimiento de la vida de los patriarcas (como ocurre con la circuncisión en el capitulo 17) ni con la historia de Israel, sino con la Creación misma, es muy significativo. Porque indica que la observancia de este día, según este pasaje [...] concierne a todo el género humano”. Ver W. H. Griffith Thomas, Genesis, 1960, p. 33; Joseph Breuer, Commentary on the Torah, 1948, pp. 17, 18.

70 Roger D. Congdon presenta este argumento en su tesis doctoral, diciendo: “No existe absolutamente ninguna mención del sábado antes de que Dios lo diera a Moisés. Esas palabras indican que aquel acontecimiento fue relacionado con el decálogo del Sinaí. Las palabras citadas se encuentran en Éxodo 16:4. Esta es la primera referencia al sábado en la Biblia, y cronológicamente la primera en toda la historia” (“Sabbatic Theologhy”, tesis doctoral, Dallas Theological Seminary, 1949, pp. 122, 123).

71 Esto no significa que los principios éticos de los Diez Mandamientos fuesen desconocidos. ¿No fue condenado Caín por matar a su hermano (Gén. 4:9-11), y fue alabado Abraham por guardar los mandamientos de Dios?

72 Ver Éxo. 7:25; 12:15, 16, 19; 13:6, 7.

73 No negamos que algunos israelitas pudiesen considerar el sábado como una institución relativamente nueva, sobre todo teniendo en cuenta su inevitable descuido durante la opresión egipcia.

74 Obsérvese la importancia dada a la celebración hogareña del sábado en Lev. 23:3: “El séptimo día es sábado de descanso solemne, de reunión santa; no trabajarás en él, es el sábado del Señor en todas tus moradas”. Ver Éxo. 16:29. Jacob Z. Lauterbach, p. 440, señala que “el centro principal de la observancia del sábado es el círculo familiar del hogar y muchas de sus ceremonias están encaminadas a estrechar los lazos de amor y afecto entre los miembros de la familia, acentuar el cuidado y los deberes paternos y aumentar el respeto filial hacia los padres”.

75 Fue precisamente esta inquietud ante el legalismo sabático la que llevó a Lutero y a otros reformadores radicales a considerar el sábado como una institución mosaica superada. En nuestros días, este es el punto de vista de los cristianos dispensacionalistas y antinomianos.

76 Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion, 1972, II, p. 339. Ver K. Barth, Church Dogmatics, 1958, III, parte 2, p. 50.

77 Para un examen de las teorías creacionistas, ver Frank Lewis Marsh, Studies in Creationism, 1950, pp. 22-40.

78 Herold Weiss, p. 59.

79 La construcción griega es dia con acusativo, lo cual indica la causa por la que fue creado el sábado, a saber “por causa del hombre” o, como traduce H. E. Dana, “en atención al hombre (Mar. 2:27)” (A Manual Grammar of the Greek New Testament, 1962, p. 102).

80 Estas palabras de Jesús aluden a la función original del sábado (en la Creación), como lo reconocen numerosos teólogos. Ver, entre otros, Charles E. Erdman, The Gospel of Mark, 1945, p. 56; H. B. Swete, The Gospel According to St. Mark, 1902, p. 49; J. A. Schep, “Lord’s Day Keeping from the Practical and Pastoral Point of View”, en The Sabbath-Sunday Problem, 1968, pp. 142, 143; Roger T. Beckwith y W. Stott, This is the Day, 1978, p. 11; Francis Nigel Lee, The Covenantal Sabbath, 1966, p. 29.

81 Algunos consideran que el verbo ginomai no puede tomarse como una expresión técnica para “crear”, ya que su significado varía según el contexto. La observación es correcta, pero el contexto sugiere que el verbo se refiere a la “creación” original del sábado, por dos razones básicas. Primera, porque esta declaración (2:17) es la prueba concluyente presentada por Cristo sobre la función humanitaria del sábado (2:23-26), señalando con ella su propósito original y último. Segunda, porque Cristo afirma su señorío sobre el sábado (2:28) basándose en el hecho de que él mismo lo estableció para beneficio del hombre (2:27).

82 Bacchiocchi, “Juan 5:17: Negación o explicación del sábado”, trabajo presentado en el Congreso Anual de la Sociedad de Literatura Bíblica, New Orleans, Louisiana, Noviembre 11, 1978.

83 Esta cita procede de Eusebio, Praeparatio evangelica, 13, 12.

84 Filón, De Opificio Mundi 89; De Vita Mosis 1, 207; De Specialibus Legibus 2, 59.

85 Filón, De Decalogo 97.

86 Filón, De Opificio Mundi 89.

87 Didascalia Siriaca 26, ed. Connolly, p. 233.

88 Atanasio, De sabbatis et circumcisione 4, PG 28, 138 BC.

89 Constitución de los santos apóstoles VII, 23, Ante-Nicene Fathers VII, 469.

90 Ibíd., VII, 36, p. 474; cf. II, 36.

91 Jean Daniélou, The Bible and Liturgy, 1966, p. 276.

92 Agustín, The City of God, XXII, 30, trad. Henry Bettenson, 1972, p. 1.090.

93 Para San Agustín, el hecho de que en el relato de la Creación del séptimo día no se hable de “tarde y mañana” significa que al descanso sabático se le ha dado una dimensión eterna, espiritual y escatológica.

94 San Agustín, Confesiones XIII, 35, 36. Ver Sermón 38, PL 270, 1.242; De Genesis ad litteram 4, 13, PL 34, 305. San Agustín presenta de un modo conciso lo que él llama las dimensiones “ya” y “todavía no” del descanso sabático, en su Comentario sobre los Salmos 91, 2: “El que tiene buena conciencia está tranquilo y esa paz es el sábado del corazón. Pues su esperanza reposa en aquel que promete, y aunque sufra en el tiempo presente contempla en esperanza a aquel que ha de venir, y entonces todas las nubes de aflicción serán dispersadas. Este gozo presente y la paz de nuestra esperanza son nuestro sábado” (PL. 27, 1172).

95 En su Epístola 55 ad Ianuarium 22, Agustín escribe: “Por lo tanto, el único de los Diez Mandamientos que hemos de observar espiritualmente es el del sábado, porque reconocemos que es simbólico y no está hecho para ser celebrado con nuestra inactividad física” (CSEL 34, 194). Nos preguntamos cómo es posible retener el simbolismo del sábado como descanso místico y escatológico en Dios, y al mismo tiempo negar la base que sustenta dicho símbolo, es decir, la experiencia del descanso sabático literal.

96 Eugipio (en torno a 500), por ejemplo, cita al pie de la letra el texto de Agustín, Adversus Faustum 16, 29 (Thesarus 66, PL 62, 685). Ver Beda (673-735), In Genesim 2, 3, CCL 118A, 35; Rabano Mauro (784-856), Commentaria in Genesim 1, 9, PL 107, 465; Pedro Lombardo (1100-1160), Sententiarum libri quatuor 3, 37, 2, PL 192, 831.

97 Crisóstomo, Homilia 10, 7; In Genesim, PG 53, 89. Ephraem Syrus (306-373) apela a la “ley” del sábado para exhortar a que “se garantice el descanso de los siervos y de los animales” (S. Ephraem Syri hymni et sermones, ed. T. J. Lamy, I, 1882, p. 542). Para tener una visión de conjunto de cómo se aplicó la ley del sábado a la observancia del domingo, ver L. L. McReavy, “Servile Work: The Evolution of the Present Sunday Law”, Clergy Review 9 (1935), pp. 273-276. Ver textos principales en Willy Rordorf, Sabbat et dimanche dans l’Eglise ancienne, 1972, Nos 140, 143. H. Huber describe el desarrollo hasta el final de la Edad Media (Geist und Buchstabe der Sonntagsruhe, 1958, pp. ll7s.).

98 Pedro Comestor, Historia scholastica: liber Genesis 10, PL 198, 1.065. Sobre el desarrollo del principio de “un día de cada siete”, ver discusión en Wilhelm Thomas, “Sabbatarianism”, Encyclopedia of the Lutheran Church, 1965, III, p. 2.090.

99 La distinción fue explícitamente hecha por Alberto Magno (1200-1280). Ver Wilhelm Thomas, p. 2.278.

100 Tomás de Aquino, Suma Teológica, Partes I-II, Pregunta 100, 3, 1947, p. 1.039. La distinción entre aspectos morales y ceremoniales del sábado aparece también claramente establecida en las partes I-II, pregunta 122, 4: “Hay un precepto moral en el punto que ordena al hombre consagrar parte de su tiempo a las cosas de Dios. Porque hay en el hombre una inclinación natural a dedicar tiempo para cada cosa necesaria [...]. Por lo tanto, de acuerdo con los dictados de la razón, el hombre aparta cierto tiempo para su refrigerio espiritual, en el cual la mente del hombre se revitaliza en Dios. Y así, tener que consagrar una parte del tiempo para dedicarse a las cosas de Dios es materia de precepto moral. Pero es precepto ceremonial en cuanto especifica el tiempo como un signo representativo de la creación del mundo. De modo que es un precepto ceremonial en su significado alegórico, como representación del descanso de Cristo en la tumba el séptimo día; pero en cuanto a su significado moral, como representación de la cesación de todo acto de pecado y del reposo de la mente en Dios, en ese sentido es un precepto general. Y es un precepto ceremonial en su sentido analógico, como anticipo del goce de Dios en el cielo” (p. 1.701).

101 Tomás de Aquino subdivide la ley mosaica en preceptos morales, ceremoniales y judiciales. Para él, los preceptos morales del Decálogo son también preceptos de la ley natural, es decir, preceptos que obligan a todo ser humano porque son accesibles a todo hombre por medio de su sola razón, sin necesidad de revelación especial. Ver Tomás de Aquino, Partes I-II, Pregunta 100, 1 y Pregunta 100, 3, pp. 1.037, 1.039.

102 Tomás de Aquino, Partes I-II, pregunta 100, 5, p. 1.042.

103 Ver nota anterior. Obsérvese también que Tomás de Aquino atribuye una función simbólica similar al domingo: “Al igual que el sábado, que es un signo recordatorio de la primera Creación, el Día del Señor, que ha tomado su lugar, es un memorial de la nueva Creación iniciada con la resurrección de Cristo” (Partes I-II, pregunta 103, 3, p. 1.085).

104 Tomás de Aquino, Partes I-II, pregunta 107, 3, p. 1.111.

105 Ver L. L. McReavy, p. 279. Hay un breve sumario sobre el desarrollo de las leyes del domingo y su casuística en Paul K. Jewett, The Lord’s Day, 1972, pp. 128-169. Un buen ejemplo de la adopción de la distinción moral-ceremonial tomista es el Catecismo del Concilio de Trento.

106 El concepto de Karlstadt acerca del descanso sabático contiene una extraña combinación de elementos místicos y legalistas. Para él, se trata básicamente de un día en el que el hombre se abstiene de sus trabajos para hacer penitencia por sus pecados. Para un claro análisis sobre sus puntos de vista, consultar Gordon Rupp, Patterns of Reformation, 1969, pp. 123-130; ibíd., “Andrew Karlstadt and Reformation Puritanism”, Journal of Theological Studies 10 (1959), pp. 308-326; cf. J. N. Andrews y L. R. Conradi, History of the Sabbath and First Day of the Week, 1912, pp. 652-655.

107 Lutero, Contra los profetas celestes, Luther’s Works, 1958, 40, p. 93. Uno de los más valiosos estudios sobre la posición de Lutero en cuanto al sábado es el de Richard Muller, Adventisten-Sabbat-Reformation, Studia Theologica Lundensia, 1979, pp. 32-60.

108 Concordia or Book of Concord, The Symbols of the Evangelical Lutheran Church, 1957, p. 174.

109 Confesión de Augsburgo, p. 25; cf. Philip Schaff, The Creeds of Christendom, 1919, III, p. 69.

110 El Gran Catecismo, p. 175.

111 Erlanger ed., 33:67, citado en Andrews y Conradi, p. 627.

112 Melanchthon, On Christian Doctrine, Loci Communes 1555, Clyde L. Manschreck, ed. 1965, p. 96.

113 Melanchthon, p. 98. En su primera edición de Loci Communes (1521), Melanchthon reconoce que su comprensión del cuarto Mandamiento depende del Tratado sobre las buenas obras (1520) de Lutero.

114 El concepto del sábado como “renuncia y renovación” se trata más adelante. No comparto, sin embargo, la idea de Melanchthon que relaciona la observancia del sábado con la automortificación, puesto que el sábado no es un día sombrío sino gozoso. Ver Loci Communes Theologici (1521), en Melanchthon y Bucer, L. J. Satre y W. Pauck, trad., 1969, p. 55.

115 Lutero, p. 93; cf. p. 97.

116 Melanchthon, pp. 96, 97.

117 Melanchthon, p. 97.

118 Debe tenerse en cuenta que la orientación teológica del descanso sabático “para el Señor tu Dios” (Éxo. 20:11; 31:17; Deut. 5:14) podría implicar que la cesación de todo trabajo es a la vez una llamada a la adoración divina en el culto público. Esta idea se ve apoyada por el hecho de que, en las fiestas anuales, la prohibición de todo trabajo (prácticamente idéntica a la del cuarto Mandamiento) tiene por objeto facilitar la participación de todos en la “asamblea sagrada” (Núm. 28:18, 25, 26; 29:1, 7, 12, 35; Lev. 23:7, 21, 23-25, 28-32, 35; Deut. 16:8, 11). Aún reconociendo esta posibilidad, la verdad es que el objetivo del cuarto Mandamiento no es “el culto” sino el descanso del trabajo. El acto mediante el cual el hombre se pone a la disposición de Dios en el sábado representa una respuesta de adoración a Dios.

119 D. J. O’Connor hace una incisiva crítica de la teoría de la ley natural en Aquinas and Natural Law, 1967.

120 Melanchthon, p. 96, califica la posición antinomiana como “pueril”. La refuta apelando a la diferencia entre los aspectos específicos y generales del sábado. También Calvino, en 1562, escribió un folleto para refutar un libro holandés que propugnaba que Cristo habla abolido todo ritual, incluida la santificación del día de descanso (Response A un Holandois, Corpus Reformatorum 1863, 9: 583-628). En una carta contra los antinomianos (“Wider die Antinomer”, 1539), Lutero escribió: “Me asombra sobremanera que alguien se atreva a afirmar que yo rechazo la ley de los Diez Mandamientos. ¿Es imaginable la existencia del pecado si no existiese la Ley? Para que alguien pudiese abrogar la Ley, necesitaría antes abrogar el pecado” (Erlanger ed. 32:4, citado por Andrews y Conradi, p. 626).

121 Confesión de Augsburgo, p. 25. Esta Confesión acusa especialmente a la Iglesia Católica de exigir la santificación de ciertas fiestas como condición para la salvación: “Pues los que piensan que la observancia del Día del Señor fue ordenada por la autoridad de la iglesia para sustituir a la del sábado cometen un gran error” (ibíd.). Lutero reconoció que sus acerbas declaraciones contra el Decálogo necesitaban matizarse. En respuesta a un antinomiano, Lutero escribió en 1541: “Si anteriormente hablé o escribí con dureza contra la Ley, fue porque la iglesia cristiana estaba demasiado sobrecargada de supersticiones que ocultaban y hasta sepultaban a Cristo [...] pero en cuanto a la Ley en sí, yo nunca la he rechazado” (citado por Robert Cox, The Literature of the Sabbath Question, 1865, I, p. 388).

122 Confesión de Augsburgo, p. 25.

123 Lutero, Tratado sobre las buenas obras (1520), Selected Writings of Martín Luther, 1967, 1:154b.

124 Lutero, p. 174.

125 Winton V. Solberg, Redeem the Time, 1977, pp. 15-19; A. G. Dickens, The English Reformation, 1964, p. 34; George H. Williams, The Radical Reformation, 1962, pp. 38-58, 81-84, 815-865.

126 Catechism of the Council of Trent, J. Donovan, trad., 1908, p. 342.

127 Ibíd., p. 343.

128 La supresión del segundo Mandamiento por parte de la Iglesia Católica ha sido compensada avanzando la posición de los ocho restantes y dividiendo en dos preceptos el décimo Mandamiento. La inconsistencia de este arreglo arbitrario aparece claramente en el Catecismo del Concilio de Trento, donde los Diez Mandamientos son examinados uno por uno, con excepción de los dos últimos, que son tratados como uno solo (p. 401).

129 Catecismo del Concilio de Trento, III, capítulo 4, preguntas 18 y 19, p. 347. En su alocución ante el Concilio de Trento, Gaspar della Fossa dijo: “El sábado, el día más glorioso de la Ley, ha sido cambiado por el Día del Señor. [...] Esta y otras cosas no han desaparecido en virtud de las enseñanzas de Cristo (pues él dijo que vino a cumplir la Ley, no a abrogarla), sino que han sido cambiadas en virtud de la autoridad de la iglesia. Si esta autoridad es desechada (y eso es lo que quisieran hacer los herejes), ¿quién podrá mantener la verdad y confundir la obstinación de los herejes?” (Mansi 33:533, citado por Andrews y Conradi, p. 589). Sobre el uso de este argumento por parte de las autoridades católicas en la Suiza francesa, véase Daniel Augsburger, “Sunday in the Pre-Reformation Disputations in French Switzerland”, Andrews University Seminary Studies 14 (1976), pp. 265-277.

130 Johann Eck, Enchiridion locorum commumium adversus Lutherum et alias hostes ecclesiae, 1533, p. 79.

131 Ibíd.

132 Catecismo del Concilio de Trento, pp. 344, 345.

133 Ibíd., p. 346.

134 Ibíd., p. 347.

135 Sobre las ideas y la influencia de los sabatarios, véase el documentado artículo de G. F. Hasel, “Sabbatarian Anabaptists” Andrews University Seminary Studies 5 (1967), pp. 101-121; 6 (1968), pp. 19-28. Sobre la existencia de observadores del sábado en diferentes países, ver Andrews y Conradi, pp. 633-716. Ver Richard Muller, pp. 110-129.

136 Stredovsky de Bohemia, en su lista de las once principales sectas, pone en tercer lugar a los sabatarios, justo después de los luteranos y los calvinistas. La lista fue publicada por Josef Beck, ed., Die Geschichts-BUcher der Widertáufer in OsterreichUngarn (“Fontes Rerum Austriacarum”, Viena, 1883), 43:74. Para un análisis de esta y otras listas, véase Hasel, pp. 101-106, quien concluye diciendo: “Estas antiguas enumeraciones parecen indicar que los sabatarios anabaptistas fueron considerados como un grupo numeroso y fuerte” (p. 106). Ver Henry A. DeWind, “A Sixteenth Century Description of Religious Sects in Austerlitz, Moravia”, Mennonite Quarterly Review (1955), p. 51.

137 Desiderio Erasmo, “Amabili ecclesiae concordia”, Opera Omnia V: 505-506; cf. Hasel, p. 107.

138 Lutero dijo: “En nuestro tiempo hay un grupo de necios que se llaman a sí mismos sabatarios [Sabbather] y que afirman que el sábado debe ser guardado según la costumbre judía” (D. Martin Luthers Werke, Weimer ed. 42:520). En su Comentarios sobre Génesis (4:46), Lutero nos proporciona una información semejante: “Me he enterado de que en Austria y Moravia ciertos judaizantes apoyan el sábado y la circuncisión; si continúan con tal audacia, no dejándose amonestar por la Palabra de Dios, ciertamente causarán muchos males” (citado por Andrews y Conradi, p. 640).

139 J. G. Walch, ed., Dr. Martin Luthers sámmtliche Schriften, 1910, 20: 1828ss. Ver D. Zscharnack, “Sabbatharier”, Die Religion in Geschichte und Gegenwart, 1931, 5:8.

140 Sobre Oswald Glait, véase el reciente estudio de Richard Muller, pp. 117-125. Ver Hasel, pp. 107-121.

141 Sobre Andreas Fisher, véase Richard Muller, pp. 125-130; Petr Ratkos, “Die Anflinge des Wiedertáufertums in der Slowakei”, Aus 500 Jahren deutsch-tschechoslowakischer Geschichte, Karl Obermann, ed., 1958, pp. 41-59.

142 Caspar Schewenckfeld refuta la obra de Glait en S. D. Hartranft y E. E. Johnson, eds., Corpus Schwenckfeldianorum, 1907, 4: 451ss.

143 Ibíd., p. 458.

144 Ibíd., p. 491.

145 Ibíd., pp. 457, 458.

146 Una crónica anabaptista cuenta el trágico desenlace de la vida de Glait: “En 1545, el hermano Oswald Glait es encarcelado en Viena por causa de su fe. [...] Están también con él dos hermanos, Antonio Keim y Hans Standach, que lo reconfortan. A ellos les encomendó su esposa y su hijo, dejados en Jamnitz. Después de pasar en la cárcel un año y seis meses, lo sacaron a la medianoche fuera de la ciudad para que nadie lo viera ni oyera y lo arrojaron al Danubio” (A. J. F. Zieglschmid, ed., Die álteste Chronik der Hutterischen Brüder, 1943, pp. 259, 260, 266).

147 Para una reseña histórica de los observadores del sábado desde el siglo XV hasta el XVII, ver Andrews y Conradi, pp. 632-759; y Kenneth A. Strand, ed., El sábado en las Escrituras y la historia, 2014.

148 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 526. En 1618, por ejemplo, John Traske comenzó a predicar que los cristianos están obligados por el cuarto Mandamiento a observar escrupulosamente el sábado. Sin embargo, forzado por las presiones, se retractó de sus ideas en A Treatise of Liberty from Judaism (1620). Teófilo Brabourne, otro pastor anglicano, publicó en 1628 Discourse upon the Sabbath Day, en el que defendía la observancia del sábado en vez del domingo. La High Commission anglicana lo forzó a abandonar sus posiciones y amoldarse a lo establecido por la iglesia. Ver Robert Cox, The Literature of the Sabbath Question, 1865, 1, pp. 157, 158.

149 Ver W. Y. Whitley, A History of British Baptists, 1932, pp. 83-86; A. C, Underwood, A History of the English Baptists, 1947, caps. 2-5.

150 Seventh Day Baptist General Conference, Seventh Day Baptists in Europe and America, 1910, 1, pp. 127, 133, 153.

151 Raymond F. Cottrell señala lo siguiente: “La dependencia de los pioneros adventistas del séptimo día de los bautistas del séptimo día en la cuestión del sábado se hace patente en el hecho de que en el primer volumen de Advent Review and Sabbath Herald más de la mitad del material publicado procede de publicaciones bautistas” (“Seventh Day Baptists and Adventists: A Common Heritage”, Spectrum 9 [1977], p. 4).

152 La Iglesia de Dios del Séptimo Día remonta su origen al movimiento millerista. Gilbert Cranmer, uno de los seguidores de Miller, quien durante un tiempo estuvo en relación con los adventistas del séptimo día, fue elegido en 1860 como primer presidente del grupo llamado “Iglesia de Cristo y última Iglesia de Dios del Séptimo Día”. Un informe de 1977 estimaba su membresía en 25.000 personas (“Sinopsis de la Historia de la Iglesia de Dios del Séptimo Día”, informe proporcionado por la sede de esta iglesia en Denver, Colorado).

153 El Directory of Sabbath-Observing Groups de 1974, publicado por The Bible Sabbath Association, registra más de 120 confesiones que observan el sábado.

154 Para un estudio exhaustivo sobre la posición de Calvino acerca del cuarto Mandamiento, ver Daniel Augsburger, pp. 248, 284.

155 Juan Calvino, Commentaries on the First Book of Moses called Genesis, John King, 1948, p. 106. La misma opinión se repite unas líneas más abajo: “Puesto que fue ordenado al hombre desde el principio para que se dedicara al culto divino, es normal que deba perdurar hasta el fin del mundo” (p. 107).

156 Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, trad. Charles William Bingham, 1950, p. 437.

157 Ibíd., p. 439.

158 Ibíd., p. 440. Zwinglio también reconoció el sábado como instituido en la Creación, destinado a servir como tipo del sábado eterno y a proporcionar tiempo para “considerar con agradecimiento las mercedes divinas, escuchar su Ley y su palabra, alabarlo, servirlo y beneficiar al prójimo” (H. Zwinglis Camtliche Werke. Corpus Reformatorum, 1905-1953, 13:16, 395). Ver Edwin Kunzli, “Zwingli als Ausleger von Genesis und Exodus”, Tesis doctoral, Zurich, 1951, p. 123.

159 Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion, trad. Henry Beveridge, 1972, 1, p. 341.

160 Juan Calvino, p. 106.

161 Ibíd.

162 Juan Calvino, p. 343.

163 Ibíd. Calvino resume la diferencia entre los aspectos ceremonial y moral del sábado diciendo: “Podemos resumirlo todo con estas palabras: Así como la verdad fue confiada de un modo figurado a los judíos, a nosotros nos ha sido impartida sin figura; en primer lugar, para que durante toda nuestra vida anhelemos constantemente el descansar de nuestros trabajos, y el Señor pueda actuar en nosotros mediante su Espíritu; en segundo lugar, para que cada hombre, según sus oportunidades, pueda dedicarse en privado a la meditación piadosa de las obras de Dios, y al mismo tiempo, para que todos puedan observar las legítimas normas establecidas por la iglesia para la predicación de la palabra, la administración de los sacramentos y la oración pública; y en tercer lugar, para evitar que oprimamos a los que están sujetos a nosotros” (ibíd.).

164 Juan Calvino, pp. 435, 436.

165 Zacharias Ursinus, The Summe of Christian Religion, Oxford, 1587, p. 955.

166 Acerca de la enorme influencia del libro de Nicolas Bownde, The Doctrine of the Sabbath, ver Winton U. Solberg, pp. 55-58. El libro fue revisado y ampliado en 1606. Bownde insiste en el origen edénico del sábado, lo que convierte el cuarto Mandamiento en un precepto que obliga tanto a judíos como a cristianos. Los últimos deben observar el domingo tan cuidadosamente como los judíos guardaban el sábado.

167 En la 163a sesión del Sínodo de Dort (1619), una comisión de teólogos holandeses aprobó un documento en el que se presentaban seis puntos distintivos entre los aspectos ceremonial y moral. Los primeros cuatro puntos son los siguientes: “1. En el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, hay algo ceremonial y algo moral. 2. El descanso en el séptimo día (según la Creación), y su estricta observancia, que fueron impuestas al pueblo judío, constituyen los aspectos ceremoniales de la Ley. 3. Pero la parte moral es que debe fijarse un día y dedicarse al servicio de Dios, al descanso necesario y a la meditación en la cosas de Dios. 4. Habiendo sido abolido el sábado judío, los cristianos están obligados solemnemente a santificar el Día del Señor” (Gerard Brandt, The History of the Reformation and Other Ecclesiastical Transsactions in and about the Low Countries, Londres, 1722, 3:320; cf. pp. 28, 29, 289, 290).

168 La Confesión de Westminster, en su capítulo 21, artículo 7, dice: “Como es de ley natural que, en general, una debida proporción de tiempo se dedique al culto divino, del mismo modo, en su Palabra, por medio de un mandamiento concreto, moral y perpetuo, que obliga a todos los hombres de todos los tiempos, él ha designado específicamente un día de cada siete para que le sea santificado como sábado: el cual, desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, era el último día de la semana, y a partir de la resurrección de Cristo fue cambiado por el primer día de la semana” (Philip Schaff, The Creeds of Christendom, 1919, 3, pp. 648, 649).

169 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 510 del manuscrito.

170 Willem Teellinck, De Rusttijdt: Ofte Tractaet van d’onderhoudinge des Christelijken Rust Dachs [Tiempo de reposo: Tratado sobre la observancia del sábado cristiano], Rotterdam, 1622. William Ames, Medulla Theologica, Amsterdam, 1623, presenta una base teórica para la observancia del domingo. Antonio Walaeus, Dissertatio de Sabbatho seu Vero Sensu atque Usu Quarti Praecepti [Disertación sobre el sábado o sentido y uso verdaderos del cuarto Mandamiento], Leiden, 1628. Este trabajo representa la mejor defensa literaria del origen edénico del sábado y su aplicación a la observancia del domingo.

171 Uno de los primeros tratados contra el sabatismo fue el de Jacobus Burs, Threnos, o Lamentación mostrando las causas de la deplorable condición del país y la transgresión del sábado, Tholen, 1627. Andreas Rivetus, en sus Praelectiones (1632), refutó el postulado de Gomarus de que el sábado es una observancia mosaica abrogada por Cristo. Gomarus respondió con su voluminosa Defensio Investigationis Originis Sabbathi [Defensa de la investigación sobre los orígenes del sábado], Gronigen, 1632. Rivetus contraatacó con su Dissertatio de Origine Sabbathi [Disertación sobre el origen del sábado], Leyden, 1633.

172 La controversia surgió de nuevo en Holanda en los años 1650. Gisbertus Voetius y Johannes Cocceius fueron los antagonistas en este nuevo combate. Winton U. Solberg, p. 200, presenta en un excelente informe la controversia sobre el sábado en la Inglaterra del siglo XVII (pp. 27-85) y especialmente en las primeras colonias norteamericanas (pp. 82-282).

173 La obra de Willy Rordorf fue publicada por primera vez en 1962 en alemán. Posteriormente ha sido traducida al francés, al inglés y al español. Su influencia se hace ver en los numerosos y diversos comentarios que ha suscitado.

174 Roger T. Beckwith y Wilfrid Stott, This is the Day, The Biblical Doctrine of the Christian Sunday, Londres, 1978.

175 Rordorf rechaza cualquier relación entre el domingo y el cuarto Mandamiento, siguiendo así en la línea de una larga historia de teólogos antisabatarios, entre los que se encuentran: Lutero; William Tyndale, An Answer to Sir Thomas More’s Dialogue (1531), ed. Henry Walter, Cambridge, 1850, pp. 97, 98; las fórmulas de fe de la Iglesia de Inglaterra tales como The Institution of a Christian Man (1537); Francisco Gomarus; Francis White, A Treatise of the Sabbath-Day: Concerning a Defense of the Orthodox Doctrine of the Church of England against Sabbatarian Novelty (Londres, 1635); Peter Heylyn, The History of the Sabbath (Londres, 1636); James A. Hessey, Sunday: Its Origin, History, and Present Obligation (Londres, 1866); Wilhelm Thomas, Der Sonntag im fruhen Mittelater (Gottingen, 1929); C. S. Mosna, Storia della Domenica dalle Origini fino agli Inizi del V Secolo (Roma, 1969); D. A. Carson, ed., From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical, Historical and Theological Investigation, 1980.

176 Este riesgo ha sido expresado también por P. Falsioni, en Rivista Pastorale Liturgica (1967), pp. 311, 229, 97, 98; (1966), pp. 549-551. En términos semejantes, Beckwith y Stott declaran: “Es extremadamente dudoso que el domingo cristiano hubiese sobrevivido hasta hoy si la actitud actual (según la opinión de Rordorf) hubiese prevalecido en el pasado; y si continúa la actitud que se está generalizando en nuestros días, es igualmente improbable que sobreviva en el futuro” (p. ix).

177 Beckwith observa que, “si Jesús consideraba el sábado como puramente ceremonial y puramente temporal, es extraño que le conceda tanta atención en sus enseñanzas, y que en ninguna de ellas mencione su carácter temporal. Esto es aún más sorprendente cuando recordamos cómo subrayó el carácter temporal de otros aspectos del ceremonial del Antiguo Testamento, como las leyes de purificación en Marcos 7:14 al 23 y Lucas 11:39 al 41, o el Templo (con sus sacrificios) en Marcos 13:2 y Juan 4:21. Al contrario, según hemos visto, parece hablar del sábado en Marcos 2:27 como de uno de los preceptos inmutables para toda la humanidad” (p. 26; cf. pp. 2-12).

178 Beckwith, pp. 45, 46. Beckwith y Stott ven el sábado como una disposición procedente de la Creación, inalterable, pero transferida al descanso dominical, bajo un punto de vista heredado de la teología tomista (ns. 115, 116, 117) y compartida por Calvino (ns. 173-181); Richard Hooker, Laws of Ecclesiastical Polity (1597), t. 70, p. 3; fórmulas de fe como la Confesión de Westminster y el Sínodo de Dort; E. W. Hengstenberg, Uber den Tag des Herrn (1852); recientemente por J. Francke, Van Sabbat naar Zondag (Amsterdam, 1973); Karl Barth, Church Dogmatics, 1956, III, pp. 47-72; Paul K. Jewett (en parte), The Lord’s Day: A Theological Guide to the Day of Worship (1971); Francis Nigel Lee, The Covenantal Sabbath (1966). El estudio de Lee, aunque patrocinado por la Lord’s Day Observance Society [Sociedad para la observancia del Día del Señor], difícilmente puede ser tomado en serio a causa de sus excentricidades. Tiene un apartado, por ejemplo, en el que especula acerca del “sábado y el pecado original” (pp. 79-81).

179 Beckwith y Stott, pp. 141, 143.

180 Ver especialmente los primeros cuatro capítulos de mi libro From Sabbath to Sunday, en el que examino los presuntos argumentos bíblicos sobre el origen apostólico del domingo.

181 Nahum M. Sarna, p. 21, indica que “el séptimo día es lo que es porque Dios lo escogió, y lo bendijo y lo santificó. Su carácter sagrado es parte del orden cósmico divinamente establecido. Por lo tanto, no puede ser abrogado por el hombre, ya que su santidad es independiente de la actitud humana”.

182 Elizabeth E. Platt, “The Lord Rested. The Lord Blessed the Sabbath Day”, Sunday 66 (1979), p. 4.

183 Este aspecto del mensaje del sábado se examina en el próximo capítulo y en el VI, parte IV.3, en el apartado titulado “El sábado y la crisis ecológica”.

Reposo divino para la inquietud humana

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