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Prólogo del autor

Yo quisiera con esta publicación agradecer a san José todo lo que ha hecho por mí desde niño. Siempre estaba sobre el hogar su imagen junto con la de la Virgen del Pilar. Ante ellos rezábamos en familia el rosario. Yo llevo de segundo nombre el de José, por mi abuelo materno. Él siempre nos contaba la historia de José de Egipto y nos recordaba aquello de que «comenzaron a venir los siete años de hambre, tal como José había dicho, [...] Se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan; y Faraón dijo a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os diga» (Gen 41,55).

Por familia de carmelitas (varios tíos de todas las ramas carmelitanas) he escuchado siempre lo de santa Teresa «todo lo que se le pide lo alcanza». Y yo también doy testimonio de eso por muchos favores que me ha hecho. Desde aparcar el coche hasta grandes favores.

Recuerdo con mucho cariño el 3 de diciembre de 2019, día de San Francisco Javier, en el que tuve la dicha inmensa de poder visitar al Papa Francisco. Estuve en su misa de la mañana y después, le pude saludar. Al enterarse mi hermana, que también tiene mucho amor a este Gran Santo por esta tradición familiar que hemos recibido, me dijo que cuando fuera a ver al Santo Padre, le pidiese una Encíclica hablando de la educación del varón católico y de la masculinidad, según San José. Cuando me fui a visitar al Papa, pude hablar con él y tras pedirle la bendición de varios enfermos, le mostré una foto de San José y le dije:

–Santo Padre, mi hermana que es navarra como San Francisco Javier, y si no se lo digo me mata (se sorprendía el Papa), me ha dicho que le pida una Encíclica sobre San José hablando de la educación del hombre católico, del varón católico en la masculinidad.

Él se sonrió, me saludó con afecto paternal y me animó para seguir adelante en la evangelización.

Uno podría pensar que se olvidó inmediatamente de eso que le pedí y seguramente ya tenía en el corazón escribir algo a San José, mucho antes de que yo le dijera nada, pero ¿por qué no pensar también que el Papa escucha la voz de una hija suya, de una mamá que quiere educar a su hijo? Me hace también ilusión pensar que, junto con otras muchas peticiones, la que le hizo mi hermana llegó al Santo Padre y quiso escribir esa carta apostólica Patris corde en que se habla de estas propiedades de su paternidad y en ese sentido, que la educación de todo varón será en aprender a ser padre como él. También le estoy agradecido a San José, por este detalle curioso.

Pero sé que lo de San José no es una devoción particular, sino que, como han dicho los Papas, San José es el santo más grande después de la Virgen María y, junto con ella, su vida está cargada de detalles de santidad, sencillez, de bondad, de fidelidad, confianza en Dios, amor…

A San José se le confían todas las vocaciones: la religiosa, la sacerdotal, la familiar, los trabajos, la buena muerte… y hasta la Iglesia universal está confiada a él. El 8 de diciembre de 2020, se celebró el 150 aniversario de su proclamación como Patrón de la Iglesia Universal. El Papa, por este motivo, ha publicado la citada carta apostólica a San José Patris corde (con corazón de padre) convocando, además, un año jubilar en su honor. Por ello, me llena de profunda alegría y me hace muchísima ilusión, que este libro salga publicado precisamente en este año tan importante en el que San José estará muy presente y derramará grandes gracias y favores.

En este libro encontrarás 31 meditaciones pensadas para realizarlas durante un mes para poder preparar la consagración personal a San José en el que cada día, podrás conocer y profundizar sobre su devoción, aspectos de su vida que te descubrirán cómo era y cómo actúa, pues cada día intento poner algún ejemplo de su intercesión. Todo este mes de preparación, culminará con la consagración a él, para así ser todo de José, para ser todo de María y así ser todo de Jesús. A Jesús por María y a María por José.

Recurramos siempre a San José. Consagrémosle nuestra vida entera, nuestra familia, todo lo que somos y tenemos. Que no nos cansemos de pedir que interceda por cada uno de nosotros. Pidamos su protección de manera especial en estos tiempos que atraviesa la humanidad. La familia y la Iglesia están siendo especialmente atacadas. San José es el custodio de la familia y de la Iglesia, pidámosle para que, con su ayuda, se adelante la hora del triunfo del Corazón Inmaculado de María y por Ella, el Reinado del Corazón del Hijo. Qué su corazón de padre nos enseñe a amar a Jesús, como él supo amarlo, y acudamos a él como padre protector nuestro. Y entre tanto, «Id a José, y haced lo que él os diga» (Gen 41,55).

Jesús José y María os doy el corazón y el alma mía. Unidos en esos tres corazones.

Santiago Arellano Librada, hnssc

Consagración personal a San José

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