Читать книгу Las ganas - Santiago Lorenzo - Страница 13

5

Оглавление

—¿Quién es? ¿Qué quiere? ¿Quién es?

Benito se encontraba en estado de disparada ansiedad, tenso como los nervios de la crucería de una bóveda. Crespo acababa de comunicarle que a eso de las nueve y media de la mañana se había recibido un mail en la dirección de Terre, a la atención de Benito. Era de una chica que estaba con su tesis sobre la madera policromada. Decía que en la Oficina de Patentes le habían dado razón del ES-C21-63189/1997, que había indagado, que el producto le parecía la bomba, que admiraba profundamente el trabajo de Bernal y que tenía que contactar con él como fuera.

—Vamos, que la tienes impresionadita, a la moza.

El pobre Benito se esforzó por hacer creer a los presentes que su excitación se debía a que apenas sabía utilizar el correo. Sintió sed. Crespo continuó con sus datos, en aparente despreocupación.

—María, creo que se llama, o algo así.

Le impactó que sonara en Terre un nombre femenino. A sólo setenta minutos de Oronella, había una mujer de carne y hueso que preguntaba por él.

—¿Seguro que el mail me lo ha mandado a mí?

—No, se lo ha mandado a un Benito Bernal que vive en el Polo Sur. Que tiene un potingue para restaurar iglús.

El destinatario se metió en su cubículo y se fue raudo al ordenador. Crespo hizo como que se preparaba un café. Sonreía satisfecho porque todo estaba saliendo según lo trazado. Cómo no. Había sido fácil prever cada reacción de su jefe.

La madre recepcionista y el hijo químico habían seguido toda la escena. Desfilaron hacia Crespo.

—Y esta María de tu estratagema qué tal es —preguntó Ignacio.

—Una mujer lista, divertida, mona, cariñosa. Químico, también. Una chica ideal para Benito. Porque se parecen mucho y porque está igual de sola que él.

—A ver qué dice ella cuando le conozca.

—Ya casi le conoce, porque se lo he puesto por las nubes. Que es la única forma de la que se puede hablar de este tío. Y le he enseñado una foto.

—¿Y ella qué ha dicho?

—Que sus virtudes las tendrá que ver ella por sí misma.

—No, digo que qué ha dicho de la foto. Porque Benito es así como feo.

—Le ha dado muy igual. Dice que lo que le importa de él es que tenga cosas en la mollera. Que le caiga bien, que sea buena persona y que sea un sujeto al que se pueda admirar. Que mientras pase algo de eso, que le verá hasta guapo.

—Es lo que buscan las mujeres en los hombres —dijo Ignacio.

—Y los hombres en las mujeres —dijo la Presen—. Aunque se crea lo contario.

Benito manejaba el ratón en su cuchitril. Debía de estar leyendo el correo de la tal María, porque sonreía cada vez más ancho.

Las ganas

Подняться наверх