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Advertencia/Warning

En este trabajo no buscamos proponer un feminismo unitario y hegemónico que se adscriba a una crítica simplista de la violencia como instrumento fundamental en la estructuración de las lógicas del capitalismo gore. Partimos de los feminismos y planteamos la pertinencia de estos como conocimientos situados geopolíticamente y como respuestas a contextos específicos en los cuales se desarrollan. Consideramos que dichos feminismos no deben ser juzgados dentro de las estructuras «impermeables» del feminismo blanco y primermundista. El feminismo aquí planteado se deslinda de aquél de forma auto-reflexiva y rechaza ser emparentado o usado «bajo la explotación cultural imperialista del feminismo».1 No buscamos ni discursos blancos «ni hombres blancos que buscan salvar a mujeres morenas de hombres morenos»2 no necesitamos discursos primermundistas para explicar las realidades del Tercer Mundo g-local.3

Por el contrario, consideramos que el discurso del Primer Mundo4 tendría que prestar atención a lo que los discursos tercermundistas tienen que decir sobre las derivas del mundo del capital y del mundo en general. Ya que es en los intersticios de estos mundos relegados donde emergen las reinterpretaciones de los papeles económicos y la creación de nuevas identidades y sujetos en un multiespectro que va desde los sujetos endriagos del capitalismo gore hasta la creación de subjetividades que no realimentan el bucle estático de las fórmulas blancas, heterosexuales y masculinas. Formas que no presuponen al poder como un equivalente de la violencia, pero que sí le dan la vuelta para observar esta díada desde perspectivas inéditas, perspectivas que son capaces de producir e imaginar nuevas modalidades del uso del cuerpo, del poder y del deseo.

En este trabajo se sugiere evitar posicionarse en una jerarquía benevolente que homogenice al Tercer Mundo como una realidad totalmente localizable en los países del sur, precarizada y vulnerable; vulnerabilidad y precariedad que resultan ciertas en gran medida, pero sólo como resultado de las exigencias y demandas importadas de los centros económicos y las potencias mundiales y distribuidas por la globalización a través de los medios de comunicación.

Concebir al Tercer Mundo como un espacio geopolíticamente inamovible, sin posibilidad de acción, ni de empoderamiento, ni de creación de su propio marco discursivo, es a todas luces indicio de un menosprecio que parte de una posición colonialista. Sin embargo, no sugerimos aquí una lectura de nuestras realidades desde un posicionamiento parcial e ingenuo que sugiera —eximiéndonos de responsabilidad— que las distopías de la globalización económica son exclusivas del Tercer Mundo y que nuestras únicas aportaciones posibles (desde los otros mundos) a la globalización sea desde la posición de víctimas o verdugos. O bien, con la distribución del crimen organizado alrededor del mundo.

No deseamos discursos abstractos y alejados del cuerpo, sino aquellos que sean capaces de replantear las causas, los alcances y la persistencia de la violencia en el Tercer Mundo gore. Discursos que no apelen a la victimización y a la anulación de nuestras subjetividades y agencias. Discursos que no se valgan de la reflexión reduccionista y paternalista que obvia la potencia de nuestras acciones concretas.

No buscamos sujetos o discursos salvadores, sino que se nos reconozca el hecho de empoderarnos como sujetos del mismo orden y con la misma validez que los sujetos occidentales, pero que no se categorizan ni traducen de una manera similar a aquellos ni tampoco de una manera homogénea.

Por ello, buscamos, sin obviar las diferencias, la creación de discursos propios que desarrollen la posibilidad de un transfeminismo que haga frente y cuestione nuestra situación actual. Situación que se haya indefectiblemente circunscrita a las lógicas del capitalismo gore. Con esto, no se sugiere que en este trabajo se dé la espalda o no se reconozca el trabajo, tanto teórico como práctico, de los diversos feminismos existentes a través de la Historia. Por el contrario, que nuestro discurso no se centre en ningún sentido en la deshistorización del movimiento feminista —de hecho, consideramos fundamental conocer esta historia y rememorarla— hace que reconozcamos la importante aportación a nivel discursivo que el movimiento feminista ha hecho para la construcción de categorías que nos expliquen y sitúen frente al mundo. Reconocemos especialmente su relevancia en la construcción de un corpus discursivo que nos ha visibilizado como un movimiento reticular, que ha logrado instaurar la condición del feminismo como una categoría epistemológica, al mismo tiempo que la ha conservado como una condición de ciertos sujetos (no exclusiva de las bio-mujeres) y como un movimiento social.

Por lo anterior, decimos junto a Butler: «parece más decisivo que nunca lograr que el feminismo se deshaga de sus presupuestos del Primer Mundo y usar la teoría y el activismo feminista para volver a pensar el significado del lazo, el vínculo, la alianza, la relación, tal y como son imaginados y vividos en el horizonte de un contraimperialismo igualitario.»5

Buscamos, una explicación de los acontecimientos actuales que no se confunda con una absolución o un enjuiciamiento moral de la violencia, que no se circunscriba únicamente a juicios morales, para así repensar el papel y el carácter vertebrador que cumple la violencia en la deriva del capitalismo y su desembocamiento en lo gore.

Buscamos pues, un transfeminismo que nos permita pensar más allá de los límites de nuestras opciones, es decir, en un contexto determinado y opresor, debemos crear instrumentos teóricos y prácticos que nos ayuden a trazar estrategias donde quede claro que, cuando no hay otra opción a elegir, debemos ser capaces de transformar esta opción. En conclusión, si no hay otra opción, que ésta no nos mate, sino que mediante nuestra insurrección cotidiana nos resignifique.

1. Chakrovorty (1999), p. 303.

2. Ibid.

3. El término g-local se refiere en términos económicos a que la economía y la producción de sentido se piensen de forma global y se ejecuten de forma localizada.

4. «Términos como: Tercer Mundo y Primer Mundo, resultan muy problemáticos, tanto en la medida en que sugieren semejanzas muy simplificadas entre los países así etiquetados como en tanto que refuerzan implícitamente las jerarquías económicas, culturales e ideológicas existentes evocadas al utilizar esta terminología.» Chandra Talpade Mohanty. «Bajo los ojos de Occidente. Saber académico y discursos coloniales,» citado en: aa.vv. (2008). Utilizaremos pues ambos términos de forma crítica. Sobre todo utilizaremos el término de Tercer Mundo como una nomenclatura que refiere a un mundo que, dadas sus condiciones, traza sus propias y distintas estrategias de empoderamiento.

5. Butler (2006), p. 69.

Capitalismo gore

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