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ОглавлениеIntroducción
La globalización no es un concepto serio. Lo inventamos nosotros los norteamericanos para disfrazar nuestro programa de intervención económica en otros países.
John Kenneth Galbraith
Proponemos el término capitalismo gore, para hacer referencia a la reinterpretación dada a la economía hegemónica y global en los espacios (geográficamente) fronterizos. En nuestro caso pondremos como ejemplo de dicho fenómeno a la ciudad de Tijuana, frontera ubicada entre México y los Estados Unidos, conocida como la última esquina de Latinoamérica.
Tomamos el término gore de un género cinematográfico que hace referencia a la violencia extrema y tajante. Entonces, con capitalismo gore nos referimos al derramamiento de sangre explícito e injustificado (como precio a pagar por el Tercer Mundo que se aferra a seguir las lógicas del capitalismo, cada vez más exigentes), al altísimo porcentaje de vísceras y desmembramientos, frecuentemente mezclados con el crimen organizado, el género y los usos predatorios de los cuerpos, todo esto por medio de la violencia más explícita como herramienta de necroem-
poderamiento.1
Cuerpos concebidos como productos de intercambio que alteran y rompen las lógicas del proceso de producción del capital, ya que subvierten los términos de éste al sacar del juego la fase de producción de la mercancía, sustituyéndola por una mercancía encarnada literalmente por el cuerpo y la vida humana, a través de técnicas predatorias de violencia extrema como el secuestro o el asesinato por encargo.
Por ello, al hablar de capitalismo gore nos referimos a una transvalorización de valores y de prácticas que se llevan a cabo (de forma más visible) en los territorios fronterizos, donde es pertinente hacerse la pregunta sobre: «¿Qué formas convergentes de estrategia están desarrollando los subalternos —marginalizados— … bajo las fuerzas transnacionalizadoras del Primer Mundo?»2
Desafortunadamente, muchas de las estrategias para hacer frente al Primer Mundo o acercase a él son formas ultraviolentas para hacerse de capital;33 prácticas que aquí denominamos gore. Una forma de explicitar a lo que este término se refiere sería la siguiente: mientras que Marx habla, en el libro primero de El Capital, sobre la riqueza y dice: «la riqueza, en las sociedades donde domina el modo de producción capitalista, se presenta como una inmensa acumulación de mercancías,»44 en el capitalismo gore se subvierte este proceso y la destrucción del cuerpo se convierte en sí mismo en el producto, en la mercancía, y la acumulación ahora es sólo posible a través de contabilizar el número de muertos, ya que la muerte se ha convertido en el negocio más rentable.
No buscamos la pureza, la corrección o incorrección en la aplicación de las lógicas del capitalismo y sus derivas. No buscamos aquí juicios de valor, sino evidenciar la falta de poder explicativo que existe dentro del discurso del neoliberalismo para dichos fenómenos. Los conceptos contemporáneos sobre dicho fenómeno resultan insuficientes para teorizar prácticas gore, que se dan ya en todos los confines del planeta, mostrando que dicha teorización es necesaria en un mundo donde no hay espacios fuera del alcance del capitalismo.55 El hecho de obviar estas prácticas no las elimina, sino que las invisibiliza, o bien las teoriza desde términos más cercanos a la doble moral que a la conceptualización; términos como mercado negro o prácticas económicas propias del Tercer Mundo, por considerárselas ilegales.
Nos interesa proponer un discurso con poder explicativo que nos ayude a traducir la realidad producida por el capitalismo gore, basada en la violencia, el (narco) tráfico y el necropoder, mostrando algunas de las distopías6 de la globalización y su imposición. Nos interesamos también por seguir los múltiples hilos que desembocan en prácticas capitalistas que se sustentan en la violencia sobregirada y la crueldad ultra especializada, que se implantan como formas de vida cotidiana en ciertas localizaciones geopolíticas a fin de obtener reconocimiento y legitimidad económica
La crudeza en el ejercicio de la violencia obedece a una lógica y unas derivas concebidas desde estructuras o procesos planeados en el núcleo mismo del neoliberalismo, la globalización y la política. Hablamos de prácticas que resultan transgresoras, únicamente, porque su contundencia demuestra la vulnerabilidad del cuerpo humano, su mutilación y su desacralización y, con ello, constituyen una crítica feroz a la sociedad del hiperconsumo, al mismo que tiempo que participan de ésta y del engranaje capitalista ya que:
En muchas naciones el crimen organizado se ha convertido en un actor político clave, un grupo de interés, un jugador que debe ser tomado en consideración por el sistema político legítimo. Este elemento criminal con frecuencia proporciona la necesitada divisa extranjera, el empleo y el bienestar económico necesario para la estabilidad nacional, así como el enriquecimiento de los que detentan, el a veces corrupto, poder político, especialmente en los países pobres …7
Estas prácticas se han radicalizado con el advenimiento de la globalización dado que ésta se funda en lógicas predatorias que, junto a la espectralización y la especulación en los mercados financieros, se desarrollan y ejecutan prácticas de violencia radical. Como afirmó Thomas Friedman —antiguo consejero especial de la secretaria de Estado Madeleine Albright durante la administración Clinton—:
Para que la globalización funcione, los Estados Unidos de América no deben tener miedo de actuar como la invencible superpotencia que son en realidad … La mano invisible del mercado no funcionará nunca sin un puño bien visible. La McDonald’s no podrá extenderse sin la McDonnell-Douglas, fabricante del F-15. El puño invisible que garantiza la seguridad mundial de la tecnología del Silicone Valley es el ejército, la fuerza aérea, la marina y el cuerpo de marines de los Estados Unidos.8
A propósito de la globalización, citamos a Mary Louise Pratt, cuando habla sobre ella como un falso protagonista:
El término globalización suprime el entendimiento y hasta el deseo de entendimiento. En este sentido, la globalización funciona como una especie de falso protagonista que impide una interrogación más aguda sobre los procesos que han estado reorganizando las prácticas y los significados durante los últimos veinticinco años.9
Partiendo de esto, podemos decir que lo que denominamos aquí como capitalismo gore es uno de esos procesos de la globalización, su lado b, aquel que muestra sus consecuencias sin enmascaramientos. Por ello, no rehusamos obviar la complejidad del fenómeno y decidimos inquirir en las transversales que se salen del conglomerado interpretativo que detenta el monopolio capitalista.
En el mismo sentido, dado que existen movimientos, discursos y acciones de resistencia que buscan hacer frente al discurso capitalista y a sus alcances, consideramos necesario precisar que nuestra reflexión sobre el capitalismo gore no parte (ni se limita) de estas prácticas discursivas. Lo proponemos, entonces, como un espacio heteróclito que no ha sido suficientemente reflexionado desde las contrapropuestas al capitalismo, por ser considerado por éstas como un fenómeno fuertemente enraizado en la lógica de aquél, confinándolo a la irreflexión y etiquetándolo de espacio indeseable y distópico.
De la misma forma, este proceso es invisibilizado desde el discurso de la economía formal y alejado de su sistema de reflexiones, y no se le otorga un peso a mayor o más complejo, (con mayores alcances explicativos) sino que se confina/etiqueta como parte del mercado negro y sus efectos en el capital. Sin embargo estos efectos en la economía mundial son evidentes ya que el producto criminal bruto se estima que no sería inferior al 15% del comercio mundial,10 lo cual le otorga potestad en las decisiones económicas planetarias.
La urgencia de elaborar un discurso crítico que describa al capitalismo gore parte de la necesidad de un lenguaje común para hablar del fenómeno, ya que como es bien sabido «el mundo se revela en el lenguaje y las relaciones sociales se alcanzan a través del lenguaje.»11 Dado el hecho fundamental de que el lenguaje es un elemento medular en la organización epistemológica del mundo:
Consideramos necesario indagar, revisar, razonar y tratar de proponer un discurso explicativo que pueda darnos referencias conceptuales para pensar, analizar y abordar estos campos/espacios y sus prácticas. También consideramos fundamental el hecho de darle nombre a estos espacios/campos y sus prácticas desde una perspectiva transfeminista, con lo cual nos referimos a una red que abre espacios y campos discursivos a todas aquellas prácticas y sujetos de la contemporaneidad que no habían sido considerados de manera directa. Puesto que nos preocupa especialmente la falta de contenidos explicativos para los fenómenos que conforman los que aquí identificamos con el nombre de capitalismo gore. Si invisibilizamos las relaciones entre la economía legal y la economía ilegal, así como el uso descontrolado de la violencia como elemento de necroempoderamiento capitalista y enriquecimiento económico, también se invisibiliza —y, por tanto, se neutraliza la posibilidad de acción contra ellos— el hecho de que estos procesos regularmente inciden sobre los cuerpos de todos aquellos que forman parte del devenir minoritario, que es en donde, de una forma u otra, toda esta violencia explícita recae.
Por ello, proponemos una reflexión sobre el capitalismo gore entendiéndolo como «la dimensión sistemáticamente descontrolada y contradictoria del proyecto neoliberal.»12 Producto de las polarizaciones económicas, el bombardeo informativo/publicitario que crea y afianza la identidad hiperconsumista y su contraparte: la cada vez más escasa población con poder adquisitivo que satisfaga el deseo de consumo. Se crea de esta manera subjetividades capitalistas radicales que hemos denominado sujetos endriagos13 y nuevas figuras discursivas que conforman una episteme de la violencia y reconfiguran el concepto de trabajo a través de una agenciamiento perverso, que se afianza ahora en la comercialización necropolítica del asesinato, evidenciando las distopías que traen consigo el cumplimiento avant la lettre de los pactos con el neoliberalismo (masculinista) y sus objetivos.
Frente a este orden mundial se crean subjetividades endriagas que buscan instalarse a sí mismas, a quienes las detentan, como sujetos válidos, con posibilidades de pertenencia y ascensión social. Creando nuevos campos, desde una de las inversiones más feroces, desacralizadoras e irreparables del capitalismo. Sujetos que contradicen las lógicas de lo aceptable y lo normativo como consecuencia de la toma de conciencia de ser redundantes en el orden económico. Haciendo frente a su situación y contexto por medio del necroempoderamiento y las necro-prácticas tránsfugas y distópicas, prácticas gore. Convirtiendo este proceso en la única realidad posible y tratando de legitimar por medio del imperio de la violencia, los procesos de economías subsumidas (mercado negro, tráfico de drogas, armas, cuerpos, etc.). Acciones que reinterpretan y crean campos distintos a los válidos y que influyen en los procesos políticos, públicos, oficiales, sociales y culturales.
Como afirma Pratt, «otra vez vivimos en un mundo de bandidos y piratas,14 ahora bajo la forma de coyotes y polleros15 [narcotraficantes, sicarios, secuestradores, etc.] que trabajan en las fronteras de todo el planeta.»16
No es casual que el narcotráfico constituya actualmente la industria más grande del mundo (seguida de la economía legal de los hidrocarburos y del turismo), que el narcodinero fluya libremente por las arterias de los sistema financieros mundiales, ni que el narcotráfico mismo sea uno de los más fieles representantes del capitalismo gore.
Así pues, queda demostrado que «este no es el escenario que imaginábamos para el inicio del nuevo milenio,»17 pero es el que tenemos y es nuestra responsabilidad filosófica reflexionarlo para mostrar la fragilidad y la poca flexibilidad en los discursos de la globalización y del neoliberalismo que no alcanzan para explicar estos procesos.
La historia contemporánea ya no se escribe desde los sobrevivientes sino desde el número de muertos. Es decir, «los cadáveres como respuesta al carácter netamente utópico de los discursos oficiales sobre la globalización,»18 subvirtiendo el optimismo del flujo traído por ésta pues, lo que ahora fluye libremente no son las personas sino la droga, la violencia y el capital producido por estos elementos.
Inversión de términos donde la vida ya no es importante en sí misma sino por su valor en el mercado como objeto de intercambio monetario. Transvalorización que lleva a que lo valioso sea el poder de hacerse con la decisión de otorgar la muerte a los otros. El necropoder aplicado desde esferas inesperadas para los mismos detentadores oficiales del poder.
La explosión de la violencia ilimitada y sobreespecializada da noticia de la ausencia de un futuro (regulable) y del hecho de que en los intersticios del capitalismo nadie tiene nada que perder, porque la vida (el último de los grandes tabúes) ya no es importante. La violencia aquí y ahora como iterancia desdibuja las posibilidades de pensar el concepto de Futuro en la manera en que se ha venido haciendo en Occidente. La violencia implica una revisión de dicho concepto.
En la ignorancia y el menosprecio que pesa sobre el Tercer Mundo, que se sustenta en el monopolio interpretativo del capitalismo, hemos aprendido a ver otros elementos y dinámicas históricas (las de los Otros) como insignificantes y, ahora, ese descuido y menosprecio, desde el silencio y la invisibilidad, ha ido fraguando una respuesta que parece indetenible e irreconociblemente violenta.
El resultado es un proceso de duplicación deformada del capitalismo, un desdoblamiento en identidades paralelas en lugares, espacios y sujetos que in-corporan, retraducen y fusionan esta experiencia como algo simultáneamente, emancipador y fragmentador. Entendemos entonces, que:
La incapacidad del neoliberalismo para generar pertenencia, colectividad y un sentido creíble de futuro produce, entre otras cosas, enormes crisis de existencia y de significados que están siendo vividas por los no consumistas y los consumistas del mundo en formas que la ideología neoliberal no puede predecir ni controlar.1919
Es precisamente en este intersticio donde se centra la relevancia y el interés de esta investigación.
1. Denominamos necroempoderamiento a los procesos que transforman contextos y/o situaciones de vulnerabilidad y/o subalternidad en posibilidad de acción y autopoder, pero que los reconfiguran desde prácticas distópicas y autoafirmación perversa lograda por medio de prácticas violentas.
2. VV. AA. (2004), p. 81.
3. En esta ocasión entendemos capital en un sentido cotidiano de acceso a la riqueza, a la acumulación de dinero que permitirá que estos sujetos accedan a una cierta movilidad social, a un cambio de status, a una legitimidad otorgada por su capacidad monetaria de engrosar las filas del mercado de hiperconsumidores.
4. Marx (2000), p. 73.
5. Jamenson (1995).
6. El término distopía fue acuñado, según datos del Oxford English Dictionary, a finales del siglo xix por John Stuart Mill, quien lo creó como antónimo a la utopía de Thomas Moro y con el cual buscó designar una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal.
7. Curbet (2007), p. 63.
8. Friedman citado por Curbet (2007), p. 64.
9. Pratt (2002), p. 1.
10. Es preciso aclarar que las cifras que se manejan respecto a la economía criminal son aproximadas dada la dificultad para verificarlas. En dicha dificultad coinciden tanto Curbet, Jaume (2007), como Resa, Carlos (2003c).
11. Heritage (1984), p.126.
12. Pratt (2002), p. 2.
13. Cfr. Capítulo 2, p. 89.
14. El resurgimiento y auge que ha venido tomando, desde hace dieciocho años y que se ha radicalizado desde el año 2008, la presencia de buques piratas en el puerto bucanero de Eyl, en Somalia, da cuenta de esta afirmación hecha por Pratt (2002). Este tipo de economía se ha vuelto de lo más rentable generando paradojas impresionantes como que el crimen se vuelva deseable como profesión: «El armamento de los delincuentes es ahora tan sofisticado, sus ganancias tan cuantiosas y el tren de vida tan alto y atrayente que los chavales del enclave costero de Eyl, en la paupérrima Somalia, quieren ser piratas.» (En: Aznárez (23/11/2008), p. 6). Esto rompe con las lógicas de Occidente. Sin embargo, resulta perfectamente comprensible que esto suceda puesto que como algunos de estos piratas afirman: «Lo que nos forzó a ser piratas fue que las flotas extranjeras nos robaron la pesca. Ahora nos lo cobramos con los rescates. El hambre nos hizo piratas.» (Ibid.). Este tipo de redes son difíciles de desmantelar puesto que aunque «la marinería pirata es reducida, la mayoría de la población participa del negocio indirectamente.» (Ibid.). Se sabe que la economía ilegal y del crimen se basan en la necesidad, en la mala gestión del gobierno y en la corrupción de sus autoridades, por lo cual queda claro que ni el problema de los piratas en Somalia ni el de los cárteles de droga en México podrán ser erradicados, eficazmente, mientras estos países no cuenten con una estabilidad económica sostenible que funcione a medio y largo plazo.
15. Términos con los que se designa en Latinoamérica, especialmente en México, a los traficantes de personas.
16. Aznárez (23/11/2008), p. 4.
17. Ibid.
18. Pratt (2002), p. 5.
19. Pratt (2002), p. 15.