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Tema 4

Herramientas para la preparación del juicio oral

Examinados los factores que más influyen en la preparación de la audiencia previa y el juicio oral, es hora de examinar algunas de las herramientas más eficaces para realizar esta ardua tarea. A tal efecto, no debe extrañarnos que alguno de los factores antes examinados pueda contemplarse también como herramientas, pues es tanta su importancia que intervendrá en esta doble vertiente. En todo caso, pasemos a responder la cuestión ¿Qué herramientas podemos emplear para garantizar que durante la preparación de la audiencia previa y el juicio alcancemos dicho objetivo?

En mi opinión, el éxito vendrá dado por el empleo racional de una serie de elementos que pueden resumirse en el estudio del asunto, la adecuada administración del tiempo, la organización, el conocimiento de las técnicas oratorias aplicables y, cómo no, la constancia y disciplina del abogado.

El estudio del asunto: Este es el elemento esencial de la preparación de la audiencia previa, pues de no estudiarse detenidamente el expediente, la preparación del juicio que implica la audiencia previa, puede resultar un verdadero desastre, al preconstituir un juicio basado en unas alegaciones formales, hechos controvertidos y pruebas que posteriormente se nos antojen insuficientes.

Respecto del juicio, de no estudiar el caso, nuestros interrogatorios e informes serán pura y simple frondosidad repleta de carencias que, dicho sea de paso, constituye un riesgo grave para la defensa de los intereses del cliente y una actuación que además de constituir una falta deontológica, puede tener consecuencias graves a efectos de responsabilidad. Ello es completamente lógico, ya que si la finalidad de la intervención del abogado es eminentemente persuasiva, qué duda cabe que el conocimiento del asunto integrado por los hechos, su valoración y el derecho aplicable, suponen los pilares sobre los que se va a sostener aquella.

La gestión del tiempo: Reiterando lo expuesto, el abogado debe disponer del suficiente tiempo para el estudio, o lo que es lo mismo, estudiar el asunto con la suficiente anticipación respecto de la audiencia y juicio oral. De este modo, en el primer caso, nos aseguraremos de que dispondremos de la información suficiente para que el desarrollo de la audiencia previa se adecúe a nuestras expectativas. En el segundo, nos aseguraremos que cuando llegue el momento de la preparación de los interrogatorios, elaboración del informe y su posterior exposición en sala dispongamos de toda la información necesaria para emprender dichas fases con la suficiente eficacia.

Ahora bien, este tiempo hay que saber gestionarlo, para lo cual aplicaremos las reglas y principios de gestión del tiempo. Dado lo amplísimo de esta materia, vamos a reseñar algunas de las técnicas de gestión del tiempo más apropiadas:

- Ordenar la mesa de trabajo

- Usar Agendas

- Hacer Listas de Tareas

- Establecer prioridades

- Ajustarse a los ritmos de trabajo

- Saber asignar tiempos

- Dividir las tareas

- Evitar Interrupciones

- Descansar

Respecto de la organización: Toda la actividad vinculada al ejercicio de la abogacía requiere del factor organizacional, y más concretamente, que el abogado sea una persona muy organizada. Esta conclusión, que puede resultar muy elemental, debe hacernos reflexionar sobre el papel qué juega la organización en nuestra actividad y muy especialmente como habilidad personal del profesional, sin olvidar lo difícil que es mantener una estabilidad y disciplina en una conducta verdaderamente organizada. Ser organizado va a afectar directamente a áreas como la gestión del tiempo, la adecuada planificación, la organización de archivos, todos los aspectos relativos a la preparación de actos judiciales (audiencias, juicios, declaraciones, etc.), las finanzas, y, cómo no, a nuestra productividad, pues si entre los frutos de ser organizado destaca alguno, este es la mayor eficacia y productividad de nuestra actuación. Efectivamente, ¿Podemos imaginar a un abogado que no sepa gestionar y organizar su tiempo? ¿Y a un abogado que no planifique sus visitas, reuniones o, en general, agenda diaria de trabajo? ¿Existirá algún abogado que no repase puntualmente las providencias y resoluciones que acaban diariamente en su mesa? ¿Cómo podrá trabajar un abogado que no sigue ningún criterio de organización para preparar los juicios? ¿Y qué decir de los presupuestos y minutas? ¡Pobre abogado el que se relaje en la minutación y cobro de sus honorarios! Sinceramente, creo que a través de estas preguntas, y sin necesidad de mostrar respuesta alguna, queda clarificada la importancia de la organización en nuestra vida profesional.

En cuanto a la forma de organizar el proceso de estudio del asunto, si bien cada letrado tiene sus propias reglas, acostumbro a preparar un mes (a veces más tiempo) o quince días antes del juicio un plan de trabajo escrito en el que establezco los días, horas y materia que voy a ir estudiando de forma progresiva, con el fin de que el estudio continuado me permita ir repasando a fondo todo el material sobre el que ya he trabajado anteriormente (demanda y contestación; declaraciones de imputados o testificales, otras diligencias, etc.) para, una vez centrada la cuestión jurídica (a la que le dedico algunos días) me permita trabajar sobre los interrogatorios y finalmente el informe oral. Por lo tanto, el estudio previo al informe es una materia sometida a los principios de organización del tiempo y planificación, ya que sin estos difícilmente podremos abarcar todo el material y trasladar nuestros argumentos al informe forense.

Las reglas oratorias: Nos estamos refiriendo con ello al dominio de todas las técnicas retóricas y procesales que nos permitan no solo dominar adecuadamente la práctica de los interrogatorios, sino que igualmente nos ayuden a controlar los factores relacionados con la improvisación y el temor escénico a los que está sometido el abogado (especialmente el mas novel).

La constancia: La constancia es la virtud que nos lleva a que una vez tomada una determinación o decisión concreta, se lleve a cabo lo necesario para alcanzar las metas, aunque surjan dificultades externas o internas o disminuya la motivación personal, gracias a un esfuerzo continuado para pasar a la acción venciendo las dificultades y venciéndonos a nosotros mismos. Como decía Unamuno, la voluntad de la acción nunca es excesiva, porque hay que querer siempre, «querer aun cuando no se pueda». De forma más sencilla, y como enseña el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la perseverancia es el mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opción.

La constancia es una virtud imprescindible para nuestra profesión, ya que la voluntad perseverante es necesaria para el estudio y preparación de los asuntos como lo es a la hora de defenderlos ante un Tribunal. Si conseguimos adquirir retos concretos y cumplirlos en el momento adecuado; si terminamos lo que empezamos tal y como habíamos previsto; si no nos desalentamos ante las adversidades; si aprendemos a esperar y mantener el esfuerzo de principio a fin, qué duda cabe que habremos desarrollado una habilidad esencial para cumplir con nuestros sueños.

Herramientas documentales: Para la preparación de estos actos judiciales es fundamental disponer de formularios preparados ad hoc, con el fin de poder llevar un control efectivo del proyecto que estamos desarrollando. De esta forma, podremos planificar las tareas en determinados periodos de tiempo y controlar su cumplimiento.

Por lo tanto, a la hora de preparar el juicio, el abogado debe ser consciente que se enfrenta a una labor muy compleja y difícil en la que se entrecruzan diversos factores que hay que conocer y dominar antes de entrar en sala, y para ello tendrá necesariamente que adoptar un cauce de acción con tiempo, de forma organizada, con dominio de las reglas oratorias, todo ello siguiendo una conducta muy disciplinada.

Cómo preparar con éxito la audiencia previa y el juicio oral

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