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II. EL PERITO COMO PROFESOR

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Steven Lubet, en su obra Expert Testimony1) nos ofrece una idea muy interesante para comprender el papel del perito en juicio, y esta no es más que la asimilación de la figura del perito con la de un profesor. Para ello, parte de la importancia de la credibilidad que debe transmitir el perito al presentar su opinión experta en juicio, pues por mucha preparación, conocimientos y trabajo que haya llevado a cabo el experto, si carece de credibilidad o no consigue transmitirla adecuadamente, no hay nada que hacer.

Si pensamos en la figura de un profesor, podemos reunir las siguientes características relativas a su actividad:

- Dispone de unos conocimientos superiores al de los alumnos.

- Su objetivo será ayudar a los alumnos a asimilar dichos conocimientos.

- Hablará a los alumnos en su mismo lenguaje.

- Se preocupará de que estos comprendan la información presentada.

- Se preocupará igualmente de que los alumnos mantengan la atención y lo sigan durante su exposición.

Por lo tanto, un profesor, gracias a sus conocimientos superiores, tratará de enseñar sobre dicho saber haciéndolo fácilmente accesible, lo que le generará credibilidad, pues una información bien transmitida produce una presunción de certeza en lo que se transmite.

Si nos trasladamos a la figura del perito que cuenta con una experiencia en un área concreta de conocimiento derivada de sus estudios o especialización profesional, del desempeño de ciertas artes o del ejercicio de un determinado oficio, y cuya función es la de aportar al juez o tribunal un conocimiento especializado (bien académico o profesional) del que estos carecen a fin de ayudarlo a resolver el litigio, es obvio que las similitudes son extraordinarias.

Efectivamente, el perito, con unos conocimientos superiores, enseñará al juez sobre los mismos, tratará de comunicarse en su mismo lenguaje manteniendo en todo momento su atención, y se preocupará de que aquél los comprenda perfectamente a efectos de su aplicación sobre los hechos que son objeto de debate. En definitiva, de darse dichas circunstancias, el perito será creíble.

Por el contrario, si el perito, aun disponiendo de dicha superioridad técnica no logra transmitir sus conocimientos ni hacerse comprender, la información no llegará debidamente al juez y se producirá una inevitable pérdida de credibilidad.

Esta idea (la visión del perito como profesor), es importante que sea asimilada tanto por los peritos como por los abogados, pues a través de esta identificación se contemplan de forma unitaria las características esenciales del perito (disponer de unos conocimientos especializados), su función (ayudar o auxiliar al juez) y su misión (transmitir sus conocimientos de forma comprensible), y todo ello en beneficio de alcanzar el premio de la credibilidad.

Efectivamente, si el perito es consciente de dicho papel de “profesor”, dispondrá de más seguridad al afrontar los interrogatorios directo y contrainterrogatorio, teniendo clara su potencialidad, función y objetivos. Por otro lado, los abogados, podrán servirse de dicha información tanto a la hora de preparar e interrogar al perito propuesto de parte como al interrogar al perito propuesto de adverso. En el primer caso, se favorecerá dicha labor de “enseñanza” a través de la forma de preguntar, mientras que en el segundo, mediante las técnicas propias del contrainterrogatorio tratará de evitar que el perito alcance la tan deseada credibilidad, limitando el alcance de sus opiniones o desacreditando su declaración.

Y bajo la premisa incontrovertida de que todos hemos tenido buenos y malos profesores (ojo, al igual que todos hemos podido ser buenos o malos alumnos), concluimos con una frase que resume todo lo expuesto:

“El perito en juicio actúa como profesor que da cierta información; si el profesor es malo, no importa lo bueno que sea el alumno o el mensaje, pues este no llegará”.

El interrogatorio del perito en juicio

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