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Introducción

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Permítanos iniciar con una declaración que, sin ambages, debería servir para caracterizar nuestra empresa de trabajo: lo que sigue, el resultado de nuestras búsquedas bajo la forma de libro, es el intento de presentar una manera de entender la vida social y algunas hipótesis de trabajo que consideramos útiles a la hora de indagar sobre los aspectos de su historia y memoria. Dicho técnicamente: vamos a presentar la compresión ontológica que está en la base de la investigación y algunas consideraciones metodológicas acerca de cómo podría ser abordada esa ontología.

Esperamos poder imprimir con ese gesto la más intencional honestidad a las averiguaciones que hemos desarrollado. Eso significa que al explicitar la comprensión general que de la realidad tenemos, al lado de los pasos que, defendemos, serían útiles para dar cuenta de esta, esperamos ofrecer aquí una orientación teórica general sobre qué es lo social y algunas hipótesis de trabajo —que no afirmaciones sustantivas— sobre cómo ingresar en el terreno de la memoria y la historia.1

Enfrentamos una dificultad, no obstante. Los resultados obtenidos con esta publicación son bien heterogéneos.2 Entendemos que, en estos días, no es frecuente (en ocasiones ni siqueira deseable) exigir sistemas axiomáticos de pensamiento. Tal vez por el dictum de nuestros tiempos, ya nadie parece querer buscar una misma y aparentemente cristalina comprensión de la realidad. Nos hemos acostumbrado a que la palabra diversidad incluso acompañe las fórmulas teóricas referidas al modo como se describen las cosas (conocemos, pues, los lemas ya recurrentes: “La realidad no es una sola”, “es diversa”, “compleja”, etcétera).

Pero también es cierto que no podemos excusar una aparente y muy “posmoderna” falta de unidad bajo el pretendido esquema anterior. De manera que nos sentimos obligados a mostrar qué es lo que nos compone, aún si aceptamos no hacer lo mismo en cada caso.

¿Qué sería esto? Vamos a decir: la alternación de varios puntos de vista (por ejemplo, la diferencia de aproximación entre la hermenéutica del testimonio y la hipótesis de las líneas de fuga o la diferencia de aproximación entre el tema del reconocimiento y lo sonoro como vía narrativa) tiene relación con el hecho de aceptar que lo social es, de suyo, un compuesto que responde a estratos heterogéneos que deben ser descritos siguiendo, justamente, tal heterogeneidad (Dahrendorf, 1969; Deleuze, 2008). Hemos querido eliminar así la discusión entre quienes valoran el trabajo teórico, las generalizaciones del concepto, y quienes se endilgan la aparente confianza de decir que, en virtud de su propio trabajo de campo, producen afirmaciones resultado de observaciones empíricas y nada más.3

La fórmula que hemos utilizado para eludir el camino de semejante dicotomía —más bien falso problema, diríamos— es el siguiente: pensamos que la función de la teoría es la de exponer enunciados programáticos acerca de cómo ingresar en el terreno de las observaciones empíricas sabiendo, de antemano, que tales observaciones deberían producir efectos en los enunciados programáticos de la teoría. En efecto, pensar según “teoría y métodos” es ya una declaración de principios: no accedemos a la realidad en sí misma. Lo tenemos prohibido por ser finitos, por velar toda impresión de la realidad a través de la condición subjetiva que nos compete —lo que no significa dignificar las “varias versiones del mundo”, sino el hecho de sostener que no podemos salir de la caja negra (black box) de nuestra subjetividad (Ricoeur, 2006)—.

Hasta donde sabemos, vamos al encuentro de la realidad según orientaciones generales no siempre manifiestas. Teoría: quizá puede considerarse que esta palabra expresa las orientaciones generales hacia materiales sustantivos. Orientaciones que no son más que la postulación de variables que deberían privilegiarse o tenerse en cuenta de algún modo hipotético. Por su parte, métodos —así, en plural— sería la palabra de la armazón básica de la investigación empírica ya orientada manifiestamente. La principal función de los métodos sería, de ese modo, la de facilitar el proceso de validación —que no de verificación, claro está— de las hipótesis con las que se trabaja (Ricoeur, 2001).

Presentamos, pues, teoría y métodos como una línea de investigación que apenas se abre sobre el problema de la memoria y la historia en un sentido encaminado según las observaciones teóricas consignadas y defendidas por los profesores investigadores involucrados. Lo que sigue es, brevemente, la explicitación de ese trabajo.

Memoria, historia y ruralidad

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