Читать книгу Cómo sobrevivir al embarazo siendo papá - Sebastián Groba - Страница 5
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Arranquemos por el inicio, como todo, ¿no? Bueno, un buen día conoces a una Srta. ya sea en una disco, en tu trabajo, en la calle, te la presentaron y las mil variantes que hay de conocer una Srta. Obviamente te pido por favor que dentro de este rubro no involucremos a las Srtas. de compañía que podés encontrar en un cabarulo o en alguna esquina de algún barrio... Ese es otro rubro que no deja de ser interesante, pero justamente no es la Srta. de la que estamos hablando para formar un proyecto juntos o llevarla a comer a lo de mamá. Hablamos de alguien que sea presentable ante la flia., y con la que entres orgulloso y digas: “Mamá, te presento a mi novia”; qué momento de mierda ese, ¿no? Y mientras más grande te ponés más pelotudo te sentís al hacerlo, y encima es llevarla casi siempre para presentar en algún evento, llámese cumpleaños, Año Nuevo, Navidad, etc., etc., o bien un domingo familiar a comer las pastas de la vieja... Por eso te digo: ojo, no nos confundamos de Srta., ¿o te podés imaginar que llegue el domingo y caigas con una mina alta como vos, mini hasta la raya, supermaquillada, escote que se le ve el encaje y una carterita chiquitita colgando? Es cuasi imposible que te pase como Mujer bonita... Olvidate..., así que te recomendaría que no lleves a este tipo de mujer a lo de tu vieja o reunión familiar. Primero porque los ravioles les van a quedar atragantados a tu vieja y a la nona, y segundo porque tu viejo, que te va a aplaudir cuando te vea entrar, y tu hermano, que no le va a sacar los ojos de encima, te la van a hacer pasar mal... Llevá a alguien razonable y después de cierto tiempo de estar con esa persona que sepas que podés avanzar a algo... Si no también tenés la otra, que es si llevás a cuanta mina se te cruce y creas que es normal, tu flia. nunca te va a tomar en serio y también la vas a pasar mal con algún comentario ponzoñoso de tu vieja o tu hermana. Como, por ejemplo, que de la nada te digan: “¿Cómo era que se llamaba esa chica que vino un día comer?”. “¡¡Qué macanuda que era esa chica!!”, o “¿A que no sabés quién me llamó para mi cumpleaños?”, y vos tragás saliva sabiendo que se viene el veneno cual cobra que ataque al vaquero en las películas de John Wayne.
Acto seguido te toca a vos jugarla de visitante en la flia. de tu novia y, como todo inicio en la presentación, volvemos a que siempre es en algún evento particular... Llega el momento, vos te empilchás y salís al ruedo como todo un torero heroico a la conquista de la futura flia. política, llegás justo sobre la hora del evento y te encontrás con todas caras desconocidas... Entrás como todo un galán de telenovela mientras que los demás te miran realmente como si estuvieran viendo la telenovela, pero ahí la presentación es distinta, muy pocas veces dicen: “Te presento a mi novio”, son más reacias las minas a esa palabra... Nosotros desde chicos con solo sentarnos en el mismo banco decimos: “Es mi novia...”. Ellas dicen: “Me gusta ese chico...”. Bueno, no importa, te presenta y entrás a saludar, en algunos casos son pocos, en otros son los Benvenuto. Entre todos esos saludos vos ni registrás quién carajo es quién, tratás de focalizar solo lo principal por dónde entrar, que son padre y hermano en el caso de que haya, aunque hay alguna que otra suegra jodida que va a mostrar la hilacha al toque. Percatate de cómo viene la mano, en esa banda de saludos quizás si es en un restaurante termines saludando hasta al mozo que estaba ahí sin saber si es un primo o un tío. Bueno, te sentás como un comensal más y medio que quedás sentado con la pata de la mesa entre medio de las gambas o algo parecido a esa incomodidad, porque sabés que si hablás de fútbol, política, religión, podés llegar a cagarla mal. Fijate ese detalle, también es importante ver que el hermano no tenga la camiseta de Boca puesta y vos hables de River, o que anden todos con una terrible cruz colgada del pecho o rosario y vos discutas sobre las decisiones de la Iglesia respecto al casamiento igualitario... Ojo al piojo... que por más que seas invitado ellos son más y te destierran en un toque. No solo eso, sino que después cuando te vayas te van a zumbar los oídos por un buen rato porque te van a estar cuereando... Así que tranqui, relajado, sonrisa, y a remarla para pegar una buena impresión.
Es muy importante ser observador de todas las actitudes de la flia. y tratar de ir si no tenés la misma onda para ese lado, si ves que no hay botellas en la mesa no te claves un tinto, pedite una gaseosa, no por querer caer bien te pegues una vuelta de campana como dicen en náutica o más barrio te pases de rosca y quedes como el pelotudón de la reunión, todo con mesura y análisis de la situación. En cuanto veas que la estás pasando medio, medio, siempre está la opción de rajar para el baño, mojarte la cara y salir al ruedo como que nada pasó, como el mejor actor del mundo ante una descompostura en medio de la filmación de una película.
Pasada esta primera instancia el resto es todo cuestión de tiempo, si sos joven no te apresures, el tiempo no te corre y no dejes que ellas te corran y menos las flias. de ambos, porque hoy también están las flias. de los hombres que te corren con “¿Cuándo vas a estar bien con alguien? “Vos lo que necesitás es una buena chica que te encamine”. Pero nunca te preguntan: “¿Vos estás bien así?”. Al igual que si sos más veterano tampoco te apresures, no te lleva a nada y hasta te puede llevar a dolores de cabeza, pérdida de tiempo, pérdida de guita... Tomátelo con calma, ya va a haber tiempo para todo, de hecho siempre lo hay, el problema es que nosotros siempre queremos manejar el tiempo.
Si vivís solo, todo arranca primero como tu bulo jugando de local y relajado que al otro día o como mucho el lunes se vuelve con los padres y volvés a la vida normal. Además de que estos fines de semana juntos por lo general son a pleno sexo, con lo cual no te molesta para nada, al contrario, lo disfrutás. De golpe un fin de semana se fue el lunes y cuando te vas a bañar encontrás una tanga colgada de la ducha... Mmm, empezá a preocuparte, pasan un par de semanas más y ante tu consulta de “¿Te olvidaste la tanga?”, ella te dice: “¡¡Uy, sí, perdón!!”, y bue, la dejás pasar. Otro par de semanitas y un buen día te levantás y ves dos cepillos de dientes, lo primero que te preguntás es: “Me sigue el pedo de anoche que veo doble”. En cuanto te sacas la lagaña de los ojos tomás uno en cada mano y ves que el tuyo es el que está detonado con todas las cerdas abiertas y el de ella es rosa y nuevo. Mmm, segunda alerta, la volvés a ver y le consultás sobre dicho artefacto de higiene personal, a lo que te contesta que lo compró para dejarlo ahí por el tema de que como pasa el fin de semana en tu casa... Dentro de todo es razonable, nadie quiere levantarse con una mina al lado con aliento a búfalo del zoológico de Luján, y bueno, nuevamente la dejás pasar... Hasta que un buen día (imaginate la música de la película Tiburón cuando sale la aleta del agua persiguiendo a algún surfista distraído) te dice: “Pensé en dejar un par de cosas para no andar llevando el bolso lleno de ropa de acá para allá, ¿te parece?”. ¿Y vos qué mierda le vas a decir? ¡No! Olvidate, es para sumarte quilombos, decís: “Bueno, gordita, no hay drama, te busco un lugar”. Acomodás todo tu quilombo de cosas y esa es la última advertencia que te dieron... Le diste el último cajón donde estaban las revistas porno guardadas desde que tenías 16 años, y con esa última advertencia es como en el fútbol: primero te advierten (bombacha en la ducha), después te sacan la amarilla (cepillo de dientes en el baño) y por último la roja (un cajón para que deje pilcha). Estás fuera del circuito de vivir solo en tu bulo... Lo lamento, amigo, pero es así, son como las hormigas, avanzan y avanzan. Arrancan con un cajón, una percha, dos cajones, dos perchas, tres cajones, medio perchero, te decoran de a poco el baño, para limpiar el inodoro te compran el cepillo con el sapo Pepe, te compran cepillo de dientes nuevo y así, cuando te querés acordar, como diría el sabio jugador de fútbol Diegote Maradona a Toti Pasman (si sos muy joven y no lo viste buscalo en YouTube), “la tenés adentro”, digo a ella, no confundir.
Bueno, ya estamos conviviendo, te aclaro que de ahí a estar casado no hay mucha diferencia... No viene al caso hablarte de tooodooos los hechos, de las cosas que te van a cambiar, porque ameritaría otro libro aparte.
Y ahora comienza la historia, en las reuniones familiares, y de esto estamos hablando después de un tiempo prudencial, te puede pasar que por tu lado familiar o por el de tu pareja te empiecen a llover los comentarios tales como “¿Para cuándo un nietito?”. Sobre todo si tus viejos o los viejos de ella son grandes, porque parece que no quieren envejecer sin tener un nietito, en algunos casos uno más, en otros el primero, en otros el nietito de la hija, y así miles de pretextos que se pueden analizar.
También tenés a la mamá celosa que puede mirar con recelo que apuran a su hijito (complejo de Electra, es decir, no Carmen Electra, que está más buena que comer el pollo con la mano, sino el síndrome de la madre enamorada de su hijo, es a la inversa del complejo edípico, mierda, cómo sé, ¿no?) o por el otro lado, en contrapartida, podés tener a tu suegro que mira con cara de desconfianza pensando: “Si mi hija todavía es virgen, ¿cómo va a tener un hijo?”. Lo cierto es que ante semejante planteo vos mucho no podés contestar y las respuestas más básicas que se me ocurren son: “¡¡Ya va a llegar!!” (aunque vos sabés que ella toma pastillas y vos te ponés una bolsa del Easy como preservativo). “¡¡Cuando tenga que ser va a ser!!”. Otra respuesta elegante; otra es, pero no te aseguro que funcione: “Somos jóvenes todavía, tenemos tiempo”, te digo que puede que no resulte porque ahí te saltan con la típica: “Nunca se es joven, nosotros la tuvimos cuando teníamos 20 años...”, y entrarías a explicar el por qué ahora los 40 es ser joven todavía y no lo vale. Mientras ellos hacen esa pregunta a vos se te cruzan tres millones de preguntas, parece que es como si te tiraran una granada adentro de tu cabeza y las esquirlas son las preguntas que rebotan por todo el cuerpo. Como, por ejemplo, y el viaje que tenemos ganas de hacer si cae un pibe olvidate. Si estás en tu depto. de soltero que con dos ambientes estabas supercómodo, pensás, ¿y dónde meteríamos a un crío? ¿Me alcanzará la guita para pañales si nace el bebé?, ¿quién me lo cuida? ¡Me voy a tener que olvidar de dormir hasta tarde por los llantos! Y mil cuestionarios más básicos, pero inteligentes, del manual del pequeño hombre futuro padre de flia. que existen...
Estas presiones sin darte cuenta te van preparando para asimilar lo que algún día será inevitable... La llegada de un nuevo integrante a la pareja... Y todo arrancó con la reunión familiar, el cepillo de dientes, el cajón y la puta que lo parió, cómo mierda llegamos a pensar en un bebé... y así comienza la historia.
Aclaro, obvio, que tenés otros caminos más elegantes, como el compromiso, civil, casamiento por iglesia, templo o mezquita, y la proyección a futuro de un bebé cuando la pareja sea estable, el nivel económico acompañe, y la mar en coche. Pero es tan típico y tan clásico que no tendría sentido escribir ni leer un libro sobre algo tan, tan, tan... ¿podría decirse normal?
Y ahí vamos con nuestra nueva travesía ante la noticia y espera del futuro bebé en camino.