Читать книгу Cómo sobrevivir al embarazo siendo papá - Sebastián Groba - Страница 6

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Comienzo


Como todo tiene un inicio, y el inicio en este caso es más que obvio, no voy a hacer mención de cómo se llega a quedar embarazada una mujer, porque si a esta altura tengo que aclarártelo, evidentemente este no es un libro para vos... Hablo en cuanto al inicio desde el momento cero cuando nos enteramos. Un buen día, si convivimos con nuestra pareja, notamos que ella está inquieta, va y viene de un lado para el otro y si la observamos ni sabe a dónde va, y cada tanto se encierra en el baño y pensamos “ufff, debe estar redescompuesta por el tiempo que lleva...”. Pero, no, algo más está pasando y se está gestando en su cabeza. Ella ya sabe que viene con un atraso, pero las mujeres reaccionan de distintas maneras. Algunas te la dicen de una, al día de estar atrasadas, y enseguida viene la frase de ella: “Es rarísimo porque soy un reloj”, sacan la calculadora y empiezan con la suma y resta de días, tiempo de ovulación, último período, tiempo de descanso de las pastillas, etc., etc.... Y después de que te tiraron el misil marca cañón en medio del pecho y sin anestesia te dicen: “Pero, bueno, puede que se me atrase por nervios o mal dormida...”. Y nosotros perplejos por dentro pensamos para qué mierda me la tiraste si todavía tenés un montón de dudas y sabés que puede no pasar nada... Pero, bueno, algunas lo hacen así y nos mantienen cortando clavos hasta el día que al fin les viene, o por fin se deciden a hacer una test de embarazo y ahí empieza también la historia de las otras mujeres que se lo callan, pero deambulan como si estuvieran preparando una sorpresa con una cajita envuelta en la bolsa de la farmacia. Piensan que no nos damos cuenta y van al baño y se toman ese tiempo que les mencionaba porque se están haciendo dicha prueba... ¿Nunca se preguntaron cómo mierda hacen para embocar la pichichina en ese orificio chiquito que hace que el test funcione...? Bueno, cosa de mandinga que tampoco creo que nos interese saber...


Después de estar encerradas en el baño por el tiempo que el manual de instrucciones indica, sale del baño, quizás con una sonrisa, quizás con cara de haber visto al personaje de Scream, o quizás relajada y te dice: “Tengo algo para contarte”. Vos mientras estás en la tuya, viendo la situación desde lejos con un ojo y con el otro haciendo otra cosa... Vos le decís: “¿Qué pasó?”, mientras seguís con lo tuyo y ahí nomás a pelo te la dicen: “Estoy embarazada... ¡chan! Y ya desde este momento empezamos con los quilombos y te paso a contar. Si ponés cara de contento te dicen... “¿Te pone contento en serio o lo decís por mí?”. Si ponés cara de póker te dicen: “¿No tenés nada para decirme?”. Si las contenés y les decís: “Bueno, iba a pasar en algún momento”, te dicen: “Sí, porque no sos vos el que va a tener todos los cambios”. Y así contamos con infinidad de respuestas a nuestra cara o a nuestra actitud ante tamaña noticia, con lo cual no te preocupes, pongas la cara que pongas o digas lo que digas nunca va a ser lo adecuado en ese primer momento. Acto seguido vienen dos situaciones, dicen: “Igualmente no es nada seguro, habría que ver con un análisis de sangre porque a una amiga de mi amiga que es amiga de otra amiga una vez le dio positivo, pero después el de sangre le dio negativo y no pasó nada...”. Pero luego viene la contrapartida inmediata donde te dice: “Igual el test es casi un 99.9 % periódico seguro”. Y vos con tu cara acorde a la situación no sabés qué mierda pensar o decir, y a lo único que atinás es a decirle: “Y, bueno, veamos con un médico qué te dice con el análisis de sangre”. Y punto, a la mierda con todo, saquémonos la duda de una vez, carajo... Te tomás un vaso de cerveza para digerir el notición y que te ayude a manejar la situación y ellas arrancan con los cálculos matemáticos de cuándo fue el momento en que pudo haber pasado... Y sale a la cancha la fecha de la última indisposición, cuándo tuviste relaciones, sumado el tiempo que dejó de tomar pastillas si lo hacía, o en qué momento no usaste el forro, le restás los días feriados, si cayó sábado o domingo, multiplica por los días de atraso hasta el día del test, sumado a los cambios anímicos y tal cual la fórmula de Einstein te tiran: “Debo estar más o menos de 2 semanas...”. Dios santo... Y todo sin consultar a un médico y con el famoso palito del test en la mano, la caja abierta arriba de la mesa, el instructivo recomplicado de entender: “una rayita, negativo, siga participando; dos rayitas, estás hasta las bolas, bienvenida al nuevo mundo de la flia.”. Ufff, a veces pienso cómo hacen para entenderlo y llegar a la conclusión de que están embarazadas... Y vos mientras tanto seguís preguntándote: ¿¿¿en qué estaba hasta el momento en que salió del baño???


Al otro día casi en forma instantánea ya se sacaron el turno para los análisis, cosa que está perfecto porque vos imaginate sobrellevar esta situación durante mucho tiempo más, tan solo con un palito teñido que conserva como fiel testimonio de lo que parece ser una realidad inminente. Y a vos, como todavía no reaccionás, te queda la duda de si está o no embarazada, más que nada porque nos quedamos con lo que te contó de la amiga de la amiga... Y además empezás a pensar, ¿y si fuera un embarazo psicológico....? Como los perros, ¿viste? Es decir, nuestro grado de intelectualidad al respecto es más acotado y práctico... Está bien, vamos para adelante y vemos qué hacemos; mejor no nos guiemos por la fórmula de Einstein que también la usan para saber cuándo están ovulando o no y listo. Se levanta temprano, va sin desayunar a hacerse el análisis y después a contar los días hasta que te lo den... Una vez que te lo dan ya tenés que tener turno con un clínico para que te lo lea, ya que no es tan sencillo como dos rayitas o una rayita... Y cuando fue al clínico, vos llegás a tu casa enfrascado en los quilombos del laburo y ella te está esperando con el resultado en la mano y te dice: “Sip, estoy embarazada, vas a ser papá, y según el clínico, estoy de 2 semanas, 3 días, 8 horas y 45 minutos...”. Y nuevamente, cual déjà vu, volvemos al punto de qué cara ponés o qué actitud tomás con los mismos resultados, pero ahora con la certeza y recontra certeza de que no es psicológico el embarazo ni que el test la pifió mal, sino que realmente vas a ser papá... Qué notición, ¿no?


Cómo sobrevivir al embarazo siendo papá

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