Читать книгу Laberintario - Sebastián Rodríguez Cárdenas - Страница 11
ОглавлениеDISPUTA EN ALEMÁN SOBRE FONDO POLACO
—No ha cruzado la línea —objetó el guardia.
—Qué importa —dijo el otro—, sabe que no debe estar ahí. Además es un musulmán. Si lo matas, con el movimiento cae en la zona neutral; no pasa nada.
—Pero los pies están dentro.
—¿A cuántos conoces que hayan sancionado por matar a algún judío?
—Aquí, ninguno, pero en los campos cerca de Berlín sí disciplinan a los soldados por dispararle a los prisioneros.
—Sí, pero allá son casi todos soviéticos, valen algo, con ellos se puede negociar. A nadie le importa lo que pase aquí, Berlín está muy lejos.
—¿Por qué no se mueve? Voy a gritarle.
—No puedes gritarle, estarías advirtiéndole, es contra las reglas.
—¿Es contra las reglas advertirle, pero no matarlo?
—No es lo mismo. Tienes permitido matar, pero advertirle está prohibido.
—El letrero no dice que esté prohibido.
—Dice que se dispara sin advertencia, está implícito.
—El letrero es para ellos, no para nosotros.
—Claro que es para nosotros, la mayoría no sabe alemán. Dispárale de una buena vez.
—Allí, donde está, dispararle es contra las reglas. Si da un paso, lo mato —dijo acomodándose el fusil contra el hombro.
—No es contra las reglas dispararle en el límite.
—¿Cómo no?
—Está desafiando la autoridad, nuestra autoridad. No debería ni siquiera acercarse y aun así, se para allí. Es un subversivo y cuando se trata de subversivos sólo disparas.
—Claro que importa, es como clavarle el cuchillo por la espalda. No somos bárbaros, las prohibiciones existen por algo —dijo volviéndose hacia el compañero de guardia.
—¡Qué importa! Esto ni siquiera es Alemania. Si quieres lo hago yo, muévete —dijo el otro tomando su fusil de la pared. Cuando se acercó a la ventana, el prisionero estaba inmóvil en el suelo.
—¿Ves?, se nos escapó.
—¿De qué hablas? Está muerto.
—Sí, pero no por una bala en el cráneo, ahora todos van a creer que pueden acercarse a la zona sin ninguna consecuencia.
—Si quieres disparar, dispara, da lo mismo.
—No da lo mismo, no le disparo a cadáveres.
—¿Por qué no es lo mismo?
—No me hables, estoy de mal humor.
—No es para tanto, el problema se solucionó por sí mismo y no rompimos las reglas.
—No estoy tan seguro.
—¿Qué hora es?
—La una.
—¿Apenas?
—Sí, qué turno tan largo.
* * *