Читать книгу La vida instantánea - Sergio C. Fanjul - Страница 44

30 de mayo de 2017 · 18 likes

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Nosotros íbamos con Ursus, el Carnicero (que estaba muy bueno pero estuvo un poco paquete), y con Titus, el Africano (una especie de Pep Guardiola en gladiador), que tenía la fuerza de mil hombres y podía descabezar a una bestia con las manos. Nos fuimos a Toletum con los primos Marta y Vicente, que tienen cuadriga, para asistir al grandioso Circus Maximus, un espectáculo de circo romano no apto ni para cardíacos ni para paladares finos. Está bien que usen los cosos taurinos para estos cachondeos y no para machacar sin piedad a los pobres bichos ante el aplauso popular.

Los que aquí se machacaban, en plan ficción, eran los profesionales de la escuela de especialistas Legend, de Villajoyosa, que cuenta entre sus filas con campeones de esgrima y lucha cuerpo a cuerpo con amplia experiencia en rodajes cinematográficos. Lanzaron lanzas contra dianas de mimbre, cortaron melones con sus gladius, se dieron unas buenas hostias a vida o muerte.

De hecho, solo quedó uno vivo, Andros, el alejandrino (tenía catorce versos, al parecer), y nos jodió bien, porque nuestro equipo era el blanco, el de Ursus y Titus. Este Andros, esclavo como los demás, partió victorioso de Toletum a Roma para que el César le concediese la libertad a través de una espada de madera firmada con su nombre, o eso nos contaron, porque luego lo vimos en un restaurante comiendo rabo de toro.

Nos reímos bastante en este show. Me encontré a un colega de la escena teatral que me preguntó qué demonios hacía en el Circus Maximus, mientras con la mirada buscaba a mi alrededor a mis inexistentes hijos. «Encantado de verte», me dijo al final. «Y sorprendido.» No se imaginaba que yo soy muy jabato, y que no me tiembla el pulso para esto y para más. Lo más inquietante del show es que cada vez que se le preguntó al público si vida o muerte, el respetable giraba el pulgar hacia abajo, en señal de kaputt. No hay compasión con los losers. Me duele Hispania.

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