Читать книгу La vida instantánea - Sergio C. Fanjul - Страница 45
31 de mayo de 2017 · 93 likes
ОглавлениеYo inventé el Spotify, lo que pasa es que los suecos Ek y Lorentzon robaron la idea de mi subconsciente igual que dijo Dalí que Walt Disney le había robado la de Mickey Mouse. Ese es el nivel. Así que, hace ya quince años, leyendo las sacrosantas listas del Rockdelux, imaginaba un ingenio tecnológico que permitiese escuchar al momento toda la música producida por la humanidad: con este sistema podría bucear a placer en los 100 Discos del Siglo xx que proponía la revista musical de referencia. Y, por tanto, ser feliz a ritmo de consejero delegado.
Ahora eso existe y mis índices de felicidad no han aumentado, más bien lo han hecho los de ansiedad. De hecho, mi melomanía rampante ha ido en franco decremento y cada vez escucho menos música, total, está toda ahí, en Spotify, a golpe de clic. A mí lo que me gustaba era imaginarme las canciones, desear los discos, robarlos en grandes superficies comerciales, ponerlos y escucharlos enteros, admirar los lomos de la colección en la estantería. En definitiva, lo que me gustaba era desear los discos para luego amarlos como se merecían, uno a uno, con el debido respeto y el merecido cariño.
La libertad tiene muy buena prensa, pero es una cosa bien jodida. Puedo poner casi cualquier canción que se me ocurra, lo mismo ocurre con las películas en Filmin, Netflix o HBO, puedo ver pornografía diversa en cualquier W.C., y contactar casi con cualquier persona mediante estas redes sociales. Hasta decir aquí lo que me dé la gana cuando me dé la gana, es decir, decir esto ahora mismo. Pero, en fin, no noto que estos avances me hagan más feliz que hace quince años, aquella época de deseos y misterios en la que conocer y disfrutar las cosas llevaba su camino y su esfuerzo. Ahora la exuberancia irracional abruma y paraliza.
Perseguimos sin freno la innovación cuando todavía no sabemos apañarnos con lo realmente existente. Y tampoco sabemos si con esto ya nos vale.