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VI- Gonzalo Videla

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—Quietos, chicos, parecen bebés. Compórtense como adultos. ¿O hay que estar retándolos a cada rato? Hay que ser Videla con ustedes.

Los adolescentes hicieron como si no la hubieran escuchado, pero igual se tranquilizaron y se quedaron hablando en un rincón de las publicidades que ya habían hecho. Gonzalo miró a Liliana por el espejo.

—¿Qué tenés en contra de Videla? —le preguntó.

La maquilladora hizo un gesto de indiferencia, restándole importancia a sus palabras. Sin dejar de maquillarlo le contestó:

—Nada. Dije Videla como pude decir Galtieri. Qué sé yo.

—Pero lo dijiste como con asco.

Liliana parecía no entender. Marina tampoco entendía. Los miraba a uno y a otra y trataba de descubrir hacia dónde iba Gonzalo.

—No sé qué querés decir; estoy enojada pero con estos mocosos, nada más. Dije Videla, pude haber dicho Franco, Mussolini...

—Porque yo soy hijo del General Videla y no me gusta que insulten a mi padre.

Ni los adolescentes ni el peluquero parecían escuchar la conversación de Gonzalo y Liliana. Solo Marina estaba atenta.

—Me estás cargando —le dijo Liliana.

—Yo soy hijo del General Videla.

—Vos me estás cargando.

—No, Liliana —intervino Marina—. No ves que no te está cargando.

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