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CAPÍTULO III Lugar: Vialidad Nacional

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El tanque con el alto mando y la niña se acercaba al predio de Vialidad en la cima del cerro.

Un edificio viejo y ruinoso cubierto por la grasa por la calaña de la gente que lo atendía. Entre ellos una india, conocida por los del pueblo como huele conchas mugrosa, porque tendía a andar totalmente en bolas por donde quiera que anduviese. Fue esta misma india, totalmente en bolas quien salió a recibir al alto mando, abriendo la tranquera amarillo claro, para que pasase.

En el interior se hallaba un grupo de gente, entre ellos un cura vestido de traje dedicado al asador, con el asado a punto como si supiese el preciso momento en que el alto mando irrumpiría con su visita.

Todos sentados a la mesa. La niña en segunda posición desde la entrada, cara al asador se preguntaba por sus compañeritas y sus maestras. El cura no cesaba de rodear la larga mesa ofreciendo plato por plato otro trozo más del crujiente asado.

Todos vociferaban y hablaban al mismo tiempo menos el alto mando que guardaba silencio; la niña, que no terminaba de preguntarse por sus compañeritas y maestras, y el cura que no terminaba de ofrecer asado.

De pronto, la niña se ve a ella misma como de 22 años, al alto mando ya no de 56 sino como el joven de 24 que la violó. Con temor a que se percatasen de su huída, imperceptiblemente se levantó y así de imperceptiblemente tenuemente se deslizó a la salida y así de tenuemente continuó su camino hacia donde el colectivo escolar aguardaba el regreso del contingente cerro abajo.

Recién allí, sentada en el primer asiento del colectivo y en el colectivo junto al chofer volvió a verse a sí misma en su realidad de sus 12.

Mucho tuvieron que esperar hasta que por fin se vio por entre los cerros aparecer por el camino a todo el grado con sus maestras todos muriéndose de la risa de vaya a saber qué hazaña.

Una vez todos en el colectivo, simulan alejarse del regimiento, cuando llegados a un recodo viran imprevistamente pretendiendo repetir la invasión. Agradecidos al mal tiempo, que con un aguacero les daría la justificación por satisfecha. Sin embargo, ya estando preparado el regimiento para lo que pretendían, los estaban, con los tanques, esperando.

“Que el camino se haya descompuesto, no es excusa, los sacaremos en tanque y los llevaremos al hotel que verdaderamente les asignó el gobierno. Usted, (por Ud. dirigiéndose al chofer) podrá volver por el colectivo en cuanto se pueda; pero ahora los sacamos a todos”, dijo un Teniente.

Y así, un desfiladero de tanques sacó a alumnos, maestra y chofer inclusive, llevándolos a la ciudad de Tucumán a dos hoteles distintos. Uno en el que se hospedarían las niñas con las maestras, y el otro en el que se hospedarían los varones con el chofer.

La directora fue convocada a rendir cuentas de ¡qué! comportamiento, y a atenerse estrictamente al itinerario de viaje con horarios y anotaciones culturales escolares de cumplimiento estricto y riguroso ya que era un viaje de ¡estudios!, no de placer.

Y a partir de allí, el viaje se transformó en un viaje de ensueño. (por supuesto que sólo para aquel con avidez de aprendizaje)

Noviecito Osea y doce cuentos para leer despierto

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