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PREFACIO

Entra Lesley, llorando. «¡Y que le den!». Y así finalizó la carrera de Lesley como triatleta profesional a la tierna edad de 20 años. Dirigida por fisiólogos y charlatanes con títulos de ciencias del deporte, había llegado a conocer el lado oscuro del nuevo paradigma del entrenamiento científico. Al ser ignorada por los entrenadores después de una mala competición, al recibir información sobre su rendimiento en forma de hoja de Excel, o simplemente al decirle que nunca iba a ser una buena nadadora o ciclista, se quedó sin inspiración y sin motivación. Este vacío, combinado con la energía gastada recorriendo de manera mecánica de un extremo a otro las calles de una piscina, carreteras y caminos, la llevó a un momento crítico. Había competido a nivel internacional desde los 14 años, pero se sentía desilusionada y emocionalmente desconectada de su deporte. Creía que los entrenadores la trataban como un par de piernas y pulmones, con escasa consideración por los pensamientos y sentimientos de una joven. No era tan ingenua como para pensar que los resultados no importaban. ¡Por supuesto que importan! Pero ¿quién desempeñaba la tarea de descubrir lo que se necesita para conseguir lo mejor de un deportista? Al afrontar un problema filosófico en apariencia irresoluble, se retiró; aún sudando, pero agotada. Qué buen momento para casarse. ¡Ejem!

Mientras tanto, yo (Simon) estaba ocupado obteniendo demasiados títulos académicos en psicología del deporte e intentando ayudar a los deportistas a ser más rápidos, a saltar más alto y a ser más fuertes haciendo un mejor uso de sus cabezas. Después de trabajar con deportistas en muchas disciplinas distintas, me di cuenta de que mi rigurosa formación académica no me había preparado para tratar con personas reales. Nada era tan sencillo o tan claro como decían las asignaturas y los libros de texto. Muchas de las técnicas toma-das de las torres de marfil resultaron ser una completa tontería cuando intenté utilizarlas en deportistas reales. Aún peor, los deportistas no siempre eran sinceros con lo que funcionaba y lo que no. Así que me retiré. Me despedí de la psicología del deporte y me integré en la facultad de Medicina de la Conducta de una gran universidad. Allí estábamos —una deportista retirada y un psicólogo del deporte retirado, y ahora casados—, aún discutiendo cómo ayudar mejor a los deportistas a alcanzar su potencial. Era evidente que teníamos tareas sin acabar.

Unimos nuestros conocimientos y experiencias a fin de crear nuestra propia filosofía para entrenar deportistas; una que trata al deportista como una persona integral y no solo como un dato, basada en evidencias y técnicas mentales prácticas que funcionan de verdad. Nos centramos en los problemas que nunca tratan los libros de entrenamiento: cómo mejorar la fuerza psicológica y emocional para ayudar a afrontar, mejorar y progresar en el deporte. Con la salvedad de que los deportistas no piden ayuda para mejorar su fuerza psicológica y emocional. En su lugar, dicen cosas como: «Al final, me di por vencido», «Solo necesito ser más resistente», «No manejo bien las lesiones», «Entreno sin parar, pero sigo sintiéndome gordo» o «No rindo bien bajo presión». Estos eran los problemas que queríamos resolver.

Nuestro primer estudio de caso sería ella misma, Lesley Paterson. Queríamos predicar con el ejemplo. Lesley salió de su retiro y empezó a disfrutar de nuevo de su deporte. Formó equipo con Vince Fichera, un entrenador de ciclismo de San Diego con métodos de entrenamiento igualmente poco ortodoxos, y abrió su nueva caja de herramientas mental. En cuestión de cinco años ganó tres títulos mundiales en triatlón todo terreno y se convirtió en campeona de Ironman 70.3. ¡Vaya, esto funcionaba! Me sentí tan inspirado y estimulado por nuestro nuevo enfoque que dejé el cómodo puesto de profesor para concentrarme a tiempo completo en desarrollar deportistas valientes.

Inauguramos Braveheart Coaching y, a lo largo de los años, hemos entrenado a deportistas de todas las capacidades, edades y nivel de motivación. Hemos entrenado a maridos y esposas, adolescentes, abuelos, e incluso a familias enteras. Hemos entrenado a nuevos profesionales, participantes por edades y campeones del mundo; personas que luchan contra alguna enfermedad mental; personas con relaciones poco satisfactorias; enamoradores recién casados; y personas que padecen problemas físicos o enfermedades crónicas debilitantes. Personas que simplemente están cansadas de estar enfermas y cansadas. Y de todas ellas hemos aprendido una lección importante: el historial de un deportista es el punto de arranque para desarrollar valor. Hemos sido testigos privilegiados del efecto transformador del entrenamiento de resistencia sobre la mente y el cuerpo. Inicia un estilo de vida que no solo nos permite estar más en forma y ser más rápidos, sino que lleva a un mejor conocimiento de uno mismo y al crecimiento personal, poniendo las bases para logros reales en lo que es posible, enriqueciendo tanto la vida como el deporte.

Ahora, después de más de veinte años entrenando, asesorando y com pitiendo en deportes de resistencia, lo hemos puesto todo por escrito. Este es nuestro libro sobre una salsa especial. Este libro está concebido para ayudarte a tratar los pensamientos y sentimientos que en la actualidad te afectan, sin importar si eres un principiante que entrena para sus primeros cinco mil, un aficionado experto que busca mejores resultados, o un profesional que desea ser más constante en las competiciones. Cada capítulo se centra en un reto común psicológico o emocional que hemos encontrado durante el transcurso de nuestras carreras. Estos retos se presentan del mismo modo que los deportistas los describen. Sin duda te reconocerás en por lo menos uno de ellos. Descubriremos la psicología de cada obstáculo y te daremos consejos sobre lo que puedes hacer contra ellos. Queremos darte las herramientas que necesitas para convertirte en un deportista valiente.

La mente del deportista

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